1 de Mayo
#EPMesaSindicalistaElegante
"Ilustración es la salida del hombre de su culpable minoría de edad."
lunes, abril 29, 2019
jueves, abril 18, 2019
VOLVEMOS: SOBRE LAS PRUEBAS EXTERNAS
Volvemos a hablar (y dense prisa que igual nos queda poco).
¿Quieren saber para qué existen las pruebas externas realmente?
La clave real es el dominio social en una nueva sociedad autoritaria.
Y voy a ver si se lo explico
¿Quieren saber para qué existen las pruebas externas realmente?
La clave real es el dominio social en una nueva sociedad autoritaria.
Y voy a ver si se lo explico
lunes, abril 08, 2019
ANALIZANDO VOX/y 2: CHINA, RUSIA Y EL FUTURO POLÍTICO DEL NUEVO CAPITALISMO.
En el artículo anterior, analizábamos que VOX no es fascista, ni
franquista ni tampoco la extrema derecha europea tradicional. Hora es ya de
analizar qué es VOX y cómo se pretende utilizar para imponer un nuevo modelo
social acorde con el interés de la oligarquía occidental en el Nuevo
Capitalismo.
En el título de esta serie se hace, como pueden ver,
referencias a China y Rusia. Pero no es
en cuanto a potencias extranjeras que intenten socavar los pilares patrios,
sino como modelos en los que se mira la jerarquía occidental en su pretensión
de precarizar Europa. Y para entender esto es necesario analizar siquiera
someramente qué tienen como modelo estos dos regímenes autoritarios: China como
gran modelo y Rusia como su más aventajado alumno.
¿Qué tiene China, y que Rusia pretende copiar con
fruición, para atraer tanto a la oligarquía occidental?
Lo primero de todo, y lo más importante, la
identificación plena y total entre la oligarquía política y la económica. El estado, como institución
separada, desaparece y se convierte en un negociado atento exclusivamente a los
intereses de la oligarquía.
Lo segundo es una consecuencia de lo anterior. Si hay que
identificar poder político, y estado, con oligarquía económica, la democracia,
donde la clase política tiene otra clientela al menos cada cuatro años, se ha
convertido en enemiga de esta pura identificación, pues obliga a tener presente
otro elemento de poder siquiera cada cuatro años como es el electorado. Por
tanto, habría que minimizar la democracia como sistema político.
La tercera característica es que el crecimiento económico
no se distribuye entre la población. El
crecimiento económico se mide por el incremento del PBI y no tiene ningún
carácter distributivo ni en salarios ni en derechos sociales. Pero sí lo tiene
en los propios intereses de la oligarquía cuyo ritmo de enriquecimiento aumenta
año tras año.
La cuarta, consecuencia de la anterior, es que la acción
política explícita y presentada como tal
no se ejerce de manera alguna sobre la economía, que se presenta como
independiente, sino exclusivamente sobre el control social. VOX no habla de
economía sino de cuestiones costumbristas, es una política costumbrista, algo en lo que por cierto se parece a la
propia autoproclamada izquierda encerrada en discursos identitarios.
Así, VOX surge para ayudar a conformar el ideal social de
la oligarquía. Un ideal que tiene, a su vez, una serie de puntos prioritarios a
imitación del modelo chino.
El primero, que ya se cumple, una política absolutamente subalterna
de una determinada concepción económica. Una política que ni interviene en
economía ni habla de ella.
El segundo, que todavía no está por el problema de las
elecciones democráticas, sería la identificación plena de los intereses de la
oligarquía política y económica en favor de la económica.
El tercero se presenta como una sociedad donde crece la
desigualdad, pues no habría freno político a la misma.
El cuarto, sería una política que ya no trata temas
económicos, sino que se convierte en una política costumbrista de normas y
modelos sociales –algo en que coincide con la autodenominada izquierda-.
Y el quinto sería una sociedad autoritaria no tanto a
nivel político, seguirá habiendo elecciones, como a nivel social, con una pérdida
irreparable de la libertad, especialmente la de expresión y pensamiento que son
la clave de una auténtica democracia.
Y ahora, ¿y VOX qué pinta aquí?
VOX es el último intento, y el más brillante, de llevar
esto al terreno político. Y lo hace de una forma doble. Por un lado, con la idea
política que defiende; por otro, por lo que implica su irrupción para el resto
de partidos y para el debate político como culmen de la política posmoderna. VOX
no es un partido de gobierno, sino de clima.
La idea fundamental es que VOX no es un modelo clásico de partido político que
busca el poder, sino un mecanismo de creación de un nuevo clima social para, a
través de su influencia, transformar la sociedad en aquello querido por la
oligarquía. VOX no quiere el poder, porque lo tendría la oligarquía, sino
generar el clima preciso para reconvertir el modelo social.
De esta forma, la clave del modelo VOX es doble. Una
clave por presencia y otra por ausencia. La presencia es la política costumbrista
y la ausencia es del debate económico.
La primera de ellas es la presencia, abusiva incluso, del
modelo costumbrista político. Este consiste en sacar una serie de temas sin
auténtica repercusión social –desde el aborto hasta la tenencia de armas
pasando por la ideología de género- y
convertirlos en ejes de campaña.
Funciona de un modo similar a como ha hecho la izquierda posmoderna
–pero ella, por ejemplo, con la memoria histórica o el techo de cristal del feminismo-, buscando una serie de objetivos.
Se trata, prioritariamente, de ocultar otros problemas.
Se recoge un tema, importante o no, y sobre él se reconstruye un discurso,
aparentemente rompedor, que inunda el debate e impide hablar de economía y de
los problemas realmente fundamentales. VOX funciona así como mascarada.
El segundo aspecto es derechizar aún más a la derecha. Tanto PP como
Ciudadanos se sienten obligados a ir
derechizando su discurso para intentar evitar la pérdida de voto. El Partido Popular
radicalizando su discurso costumbrista, citando ya a los pobres neandertales y
situando todo en torno a ETA –nota: por cierto, Casado es un miserable-; Ciudadanos proclamando su fidelidad a
España y que nunca, nunca y nunca pactará con el PSOE, o al menos hasta después
de la campaña electoral. La idea es así situar precisamente a la derecha en la
órbita VOX. Y funciona.
El tercero es hacer que la izquierda recurra a toda su
retórica cursi, por puro marketing electoral, para diferenciarse diciendo tonterías
sin freno en su afán de ñoña y ñoño corrección. Las emociones sustituyendo a la
racionalidad.
Y así, y esto es lo importante, el costumbrismo político hace que nadie hable de la globalización o de
economía de verdad, quedándose todo en la conversación de bar donde el
cuñadismo de VOX mejor se mueve. Y el guión lo lleva VOX, que va sacando los
temas a su antojo.
Pero, en segundo lugar, además hay un interés de
construcción social detrás que sin duda lo fundamental. La idea clave aquí es la
creación de una sociedad con un modelo autoritario que la oligarquía considera,
con razón, que resulta mejor para sus intereses. El bullicio armado por VOX
provoca a la otra parte política, si es que es realmente otra parte, y genera
una situación social que es la victoria principal de VOX. Las propuestas de VOX
y la respuesta a VOX tienen un modelo formal común que es la limitación de
derechos. Efectivamente, ambas partes se
responden pretendiendo limitar la libertad de la otra: si unos proponen
prohibir los partidos marxistas, otros proponen prohibir la ideología
franquista. De esta forma, lo más
importante del fenómeno VOX es
comprender que su acción principal es precarizar la acción política y para ello
limitar los derechos fundamentales de las democracias, fundamentalmente la
libertad de pensamiento y de expresión. Y lo importante aquí no es el contenido
de la prohibición, prohibir canciones machistas o ideas feministas, sino el
mismo formato de respuesta: limitar el derecho a pensar diferente que es
limitar el derecho a pensar.
VOX no es sólo un partido, es un síntoma. Su pretensión
es la destrucción de la forma social democrática hasta ahora vigente que, sin
ser perfecta, desde luego es mejor que su sustituta. La oligarquía no busca que
triunfe VOX, cosa casi imposible, sino que el modelo triunfe, cosa más que
probable. Por eso, quienes creemos todavía en el ideal de que la emancipación
es el elemento fundamental de vivir el progreso no estamos con VOX, pero
tampoco con el modelo de recortar derechos como los de pensamiento o expresión.
No somos, en definitiva de VOX, ni de una manera ni de otra.
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