martes, octubre 28, 2014

NUEVO CAPITALISMO: DOMINACIÓN Y EXPLOTACIÓN/1

Una pregunta indispensable que todo análisis sobre el Capitalismo actual debe realizarse es cómo es posible que este sistema económico si es, tal y como nosotros defendemos, totalitario pueda permitir el desarrollo social de la libertad en sus ciudadanos. Por este desarrollo social de la libertad entendemos tanto la existencia de los derechos civiles como la libertad de expresión, la libertad de pensamiento, la libertad de asociación, la libertad política e incluso la libre elección del gobierno a través de elecciones democráticas.

Por supuesto, conocemos la respuesta ñoña que a esto se ha dado desde la autoproclamada izquierda: no se trata de una libertad real sino que es una mera libertad formal – y hasta los noventa se añadía: no como en los países del este-. Sin embargo, nos sorprende esta respuesta pues se realiza desde los propios medios públicos del sistema que aparentemente no permite la libertad. Es decir, que hay no solo una contradicción teórica, pues al fin y al cabo el pensamiento puede negar la realidad aunque eso le lleve a mentir, sino una fundamental empírica. Y decimos contradicción empírica porque sin duda el mismo hecho de que las teorías más extremas y contrarias al Capitalismo pueda ser dichas en el propio sistema capitalista. Por ejemplo, que la Fundación Rockefeller subvencionara esa maravilla que es El hombre unidimensional, demuestra que en el Capitalismo se permite la libertad social –y algo que, por supuesto, no niega a la obra de Marcuse su verdad y carga crítica-.

Así, sin duda el Capitalismo permite el desarrollo de la libertad: yo mismo, otro autor extraordinariamente crítico y si no me echara la siesta lo sería aún más, escribo en lamultinacional Google. Pero, no conviene olvidar una premisa fundamental: efectivamente, el sistema capitalista es un sistema totalitario. De hecho, y ahí va a estar la clave de toda la explicación del fenómeno al que nos referimos, el sistema capitalista actual es el sistema más perfecto en totalitarismo frente a todos los sistemas existentes en la historia de la humanidad. Y por eso, como veremos, permite la libertad.

De esta forma, este escrito, que se va a dividir en al menos dos partes, va a intentar explicar cómo es posible que el Capitalismo permita la libertad como ningún otro sistema anterior la ha permitido y al tiempo, sin embargo, sea el sistema más totalitario de la historia. E igualmente, y en un apéndice, explicaremos porque en la actualidad, y sin embargo frente a lo dicho anteriormente, se está produciendo en los países capitalistas un claro retroceso en las libertades civiles. Se trata, por tanto, de empezar.

En todos los sistemas anteriores al Nuevo Capitalismo, grosso modo todos aquellos existentes antes del final de la Segunda Guerra Mundial, había una diferencia relevante entre la dominación y la explotación.  Por dominación entendemos aquí una estructura social de carácter coercitivo, ya sea a través de la violencia física o a través de estructuras ideológicas, que busca controlar a la mayoría de la población y por lo tanto impedirle ejercer la libertad social conel fin de que obedezcan. Por explotación entendemos, básicamente y por ahora, una estructura económica que consigue su beneficio económico de un ser humano donde este es sometido por un sistema productivo que saca de él un beneficio que no le revierte en cantidad proporcionalmente justa.  Con estas definiciones podemos analizar cualquier sistema anterior al nuevo Capitalismo.

Efectivamente, todos los sistemas anteriores al Nuevo Capitalismo han tenido como premisa básica la explotación económica del trabajo de la mayoría de la población para la supervivencia de una minoría social que, a su vez, no era productiva pero, sin embargo, poseía el control social. Este esquema, que no por sencillo era menos práctico, ha sido el modelo perpetuo de la historia de la humanidad al menos, y quizá seguramente también antes, desde la instauración de la agricultura y con ella de las poblaciones sedentarias. Efectivamente, todo sistema social anterior al Nuevo Capitalismo se basaba, en líneas generales, en los siguientes puntos:

Primero, una minoría no productiva y ociosa que tenía el control social y que vivía a costa del trabajo de una mayoría de la población empobrecida.

Segundo, una economía de subsistencia donde el excedente era tan escaso que se guardaba previsoramente para futuros momentos de escasez. Esto producía no una ausencia de comercio sino de Mercado como estructura objetiva económica  -nota: no lo haremos aquí pero resulta importante distinguir entre comercio y Mercado como estructura económica-. Y al no existir este Mercado la vía fundamental de producción era primordial, y casi exclusivamente, el trabajo productivo de esa mayoría de la población convertida en sustento económico del sistema entonces vigente. Y, como consecuencia, sustento de la oligarquía dominante -y se verá que no hemos escrito casta-.

Tercero, y como consecuencia, un modelo social, por tanto, que buscaba mantener la estructura de una minoría privilegiada frente una mayoría que debía trabajar necesariamente para ella y para mantener el statu quo que implicaba una mayoría explotada por una minoría ociosa.

Y así, y como consecuencia de lo anterior, en todas las economías precedentes al Nuevo Capitalismo, existirá necesariamente una distinción socialmente radical entre explotación y dominación. Veamos ahora por qué.

Si una minoría de la población, la oligarquía,  explotaba a una mayoría, podría parecernos claro que alguna función social se debía de desarrollar para mantener esa explotación y evitar la rebelión de la mayoría. Esta función es lo que llamamos dominación. Es decir, la dominación es el medio necesario para conseguir el fin que en la explotación.

Efectivamente, en este esquema, que podríamos denominar como el esquema histórico tradicional pues es el que ha prevalecido durante aproximadamente 10.000 años, podemos observar cómo explotación y dominación han ido conjuntamente. Pero ello no debe llevarnos a engaño sobre cuál de las dos era la prioritaria. La dominación no es un fin en sí mismo sino un medio para conseguir aquello que esa minoría selecta buscaba: que a través de la explotación de la mayoría de la población se asegurará su supervivencia como tal élite. Frente a esto, la explotación sí era un fin en sí mismo: esa minoría selecta y ociosa sólo podía sobrevivir a costa del trabajo explotado de la inmensa mayoría de la población. Por tanto, en un modelo social y económico en el cual el trabajo humano era la clave de la producción económica era necesaria la explotación de dicho trabajo para la supervivencia de la élite dirigente. Y, a su vez, para mantener esta explotación se hacía subsidiariamente necesaria la dominación -ya fuera directamente a través de la violencia física o, en la mayoría de los casos, a través de la imposición ideológica- que permitiera que esa mayoría estuviera dispuesta a ver cómo el producto de su trabajo fuera directamente expoliado por la minoría.

Así, todo desarrollo de la libertad, es decir: de escapar la dominación, resultaba absolutamente peligroso para este modelo. Efectivamente, el desarrollo de la libertad amenazaba la supervivencia de la élite a través de la concienciación de la mayoría de la población sobre el hecho de que su trabajo no podía ser expoliado, robado es otra palabra posible, por una minoría absolutamente ociosa. Y es este modelo el que explica que en todos los sistemas anteriores al actual Capitalismo la explotación económica, es decir la explotación del trabajo humano, fuera unida necesariamente a la dominación social, es decir: a una fuerza coercitiva cuya finalidad última era la entrega voluntaria, a traves de la creación de una ideología determinada, o involuntaria, a través de la pura coacción violenta, de ese producto del trabajo humano en cada uno de los individuos.

Pero, todo esto va a cambiar con el radicalmente nuevo modelo productivo que traerá el Nuevo Capitalismo. Y será precisamente eso lo que haga innecesaria la dominación social. En la segunda parte veremos cómo.

¿Está interesante eh? Bueno, mejor no respondan.

lunes, octubre 27, 2014

LOS BLOGS (otra vez) DE MIS ALUMNOS

Desde un lejano año 2005 llevamos adelante nuestra experiencia con las bitácoras en internet. Efectivamente, iniciamos en esa fecha este trayecto. Desde luego, no podemos decir que los resultados sean espectaculares pues la inmensa mayoría de los alumnos no han seguido escribiendo en su blog. Pero, también es cierto, no es esta sólo una de las variables, aunque indudablemente la más importante, para a lo que nos enfrentamos.

Por ello, y no queriendo creer en rendiciones, volvemos de nuevo, y como siempre no ya a riesgo sino resultando pesados, a enseñarles la nueva temporada de los blogs. Muchos son nuevos alumnos, otros son los del año pasado. En realidad, en este caso como en todos los años anteriores, lo importante es que sean también blogs de los años futuros.


Aquí están, de nuevo, los blogs de mis alumnos.

martes, octubre 21, 2014

UNA PEQUEÑA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA/6: LOS PRESOCRÁTICOS/2

En el artículo anterior presentábamos la importancia que tenía el conjunto del pensamiento presocrático en el surgimiento de la Filosofía como algo no sólo diferente sino radicalmente contraria al mito. A partir de ahora, y durante esta parte dedicada a los Presocráticos, pretendemos elaborar la lista de la compra, es decir, queremos, aunque sea muy brevemente, presentar cada una de las respuestas que ciertos filósofos presocráticos, pues no podemos referirnos a todos, presentaron sobre eso que la tradición denominada Arjé -que verán sigo con la duda de cómo se escribe-.

Por supuesto, esta lista de la compra se puede realizar de muy diferentes maneras. Nosotros hemos escogido una que es referida al número de Archés que para el pensador existen. Así comenzaremos con aquellos que piensan que sólo hay un principio último, a los que llamaremos  monistas, para luego hablar de aquellos que piensan que hay más de un principio ya sean dos, a los que llamaremos dualistas, o más de dos, a los que llamaremos pluralistas.

Por tanto, comenzamos por los monistas.

El primer filósofo del que se tiene noticia en la historia, obsérvese que no decimos el primero de la historia pues somos filósofo y de eso no podremos nunca estar seguros, es Tales de Mileto. Cuenta la tradición que un día paseaba Tales de noche mirando las estrellas, también cuenta la tradición que Tales fue el primero que predijo un eclipse, y que no se percató de que había un pozo al cual cayó. Al ver el hecho, una esclava se burló de él señalando que parecía mentira que de tanto mirar hacia el cielo olvidara ver lo que tenía delante de sus narices. Esto, sin embargo y en algo característico del pensar filosófico, fue  transformado en una hermosa frase: filosofía es de lo que se ríen los esclavos.

Pues, este mismo Tales señaló que el principio originario de todo no podía ser sino el agua. No conocemos bien su argumentación pero tal vez podríamos atrevernos a llevarla a cabo. Efectivamente, observamos que cualquier ser de la naturaleza puede ser convertido en líquido. Imagine por un momento en esa pared de su casa recién pintada, esa maldita mosca que se posa, ese golpe certeramente dirigido, esa mancha sanguinolienta y líquida que queda como resultado: sin posible remisión. Imagine ahora esa hoja de riquísima lechuga -nota: para cuando un homenaje a la lechuga- que usted hace rotar a alta velocidad entre sus manos llenándolas de humedad. Parece claro, así, que nos encontramos ante seres cuyo compuesto último es líquido. Pero usted ya está diciendo: astuto Tales, pero qué ocurre con los minerales. Se nota que usted no pertenece a la época de nuestro autor. Sin duda, éste había visto fundir el metal: seguramente el bronce, muy probablemente el hierro. Y había observado asombrado que un elemento natural aparentemente de una dureza extrema sin embargo se convertía en un líquido viscoso pero fluido. Así, llevado por un argumento racional perfectamente trabado, Tales concibió que el agua, es decir el líquido, era elemento primigenio de todo ser natural. E incluso podemos añadir algo más: Tales conocía sin duda que sin agua era imposible la vida. Resumiendo, Tales eran un tío muy listo.

El siguiente autor fundamental es Anaximandro. Aquí comenzamos a tener una diferencia con Tales y otros presocráticos. Efectivamente, Anaximandro será el primer autor que introduzca un elemento metafísico como explicación de la realidad. Esta frase que acabamos de escribir resulta sin duda brillante pero, creemos, al tiempo incomprensible así expresada. Cuando hablamos de un principio metafísico nos vamos a referir a partir de ahora, y de acuerdo con su definición, a una doble realidad. Por un lado, a aquello que hace posible la naturaleza tal y como es pero que al tiempo está más allá de esta en cuanto a que no se trata de algo queperenece a ese mismo plano de naturaleza. Pero, ahora puede pensar que se trataría por lo tanto de algo religioso o místico. Sin embargo, se equivocaría. Porque al hablar de un principio metafísico, aunque podamos concluir en un ser coincidente con la religión, estamos hablando de una argumentación racional y lógica que nos lleva hasta él y no un mero hecho de fe o una de esas cosas que se llaman vivencia personal. Efectivamente, lo que hace Anaximandro es un razonamiento que le lleva a la necesidad de defender un principio metafísico como elemento necesario de la naturaleza. Este argumento es el siguiente. Todos los seres de naturaleza tienen que tener algo en común puesto que pertenecen a dicho conjunto de cosas naturales. Sin embargo, a su vez, todas son diferentes porque están determinados de una manera distinta. Es decir, esa determinación que les hace ser unos seres y otros, un perro o un gato, es lo que les da su singularidad y con ella su diferencia. Pero como todos tienen que tener algo en común y lo que les determina es lo que le separa sólo nos queda, por principio de exclusión, la idea de que lo indeterminado será lo que les une. Así, el sustrato último natural será esa indeterminación –si busca usted epatar diga apeiron-. Y si no han entendido, no se preocupen porque realmente me resulta muy difícil explicarlo así que voy a intentar hacerlo con un ejemplo. Cojan ustedes un folio en blanco e imaginen que eso es la realidad. A continuación cojan un lapicero o cualquier otro instrumento de escritura, nosotros somos gente tolerante, y pinten un perro, un gato y un ornitorrinco. Lo que les separa es la determinación de líneas que con el lapicero han realizado sobre el folio en blanco. Pero todas ellas tienen algo que les une y que es que participan de ser folio en blanco que era algo indeterminado, pues no tenía forma en su interior, hasta que ustedes fueron capaces de encerrar una figura, es decir determinarla. Así lo que une a todas sus figuras es que todas han surgido de lo indeterminado y si borran las líneas, es decir sus figuras mueren, volverán de nuevo a ser indeterminadas hasta que otro pintor, tal vez más avezado pero esperemos que no expresionista abstracto, vuelva a determinar sobre la hoja de papel, es decir sobre todo la realidad, ciertas figuras. Así, según Anaximandro, lo que une a todos los seres es esa indeterminación que no es nada en concreto pero, al tiempo, está presente siempre en cada individuo.

Nuestro tercer autor, ya les dije que esto es como la lista de la compra, es Anaxímenes. Lo que hace, y tampoco tenemos testimonio así que lo intuimos,  es continuar el razonamiento de Tales y llevarlo hasta sus últimas consecuencias. Efectivamente, Tales se había quedado en que todo era agua, es decir todo podía ser reducido un líquido. Pero Anaxímenes comprende que ese mismo líquido puede a su vez reducirse a otra cosa: al aire. Efectivamente toda líquido acaba evaporándose y convirtiéndose, por lo tanto, en aire. Así, nuestro autor volver a recuperar el aspecto físico para la filosofía.

Tenemos así tres autores presocráticos, no se ilusionen porque quedan bastantes más. Y ya con estos hemos visto algo esencial en la filosofía tanto de su época como en la futura: una realidad que marcará todo el futuro del pensamiento. En Tales hemos visto el deseo de argumentación para buscar el fundamento de la realidad. En Anaximandro hemos visto el surgimiento de la metafísica como algo alejado de la religión por dos motivos: primero por su carácter racional y, por lo tanto, por la necesidad de un razonamiento lógico para llegar a las conclusiones; segundo, porque este elemento metafísico no se presenta a sí mismo como trascendente sino como necesario desde la propia inmanencia que es el mundo físico. Por último, en Anaxímenes, al que injustamente hemos dedicado poco tiempo, vemos algo que será fundamental en todo el desarrollo posterior de la filosofía: la importancia de la tradición filosófica en la búsqueda de la verdad. Efectivamente, Anaxímenes recoge la idea de Tales no para glorificarla o venerarla sino para continuar la con un nuevo razonamiento y por lo tanto cono una novedosa solución: la tradición filosófica critica; la tradición mítica, o religiosa, venera. Y de nuevo a, tenemos aquí la diferencia entre la creencia característica de la religión y el esfuerzo conceptual de la filosofía. En filosofía pueda ver maestros pero no hay mesías.

De esta forma los tres primeros Presocráticos que hemos mostrado, que pertenecen a aquello que hemos llamado monistas pues creen que hay un único principio último, incorporan todos ellos algo fundamental al desarrollo la filosofía: lo que será identificable al desarrollo del pensamiento emancipador en occidente. Pero los monistas no concluyen aquí sino que nos falta hablar de alguien fundamental: Parménides. Pero eso lo haremos otro día, pues incluso yo mismo me aburro a veces de leerme. Aunque, eso sí, enseguida se me pasa.


domingo, octubre 19, 2014

EN TEATRO: LOS JUSTOS, DE CAMUS

Seamos sinceros: la izquierda siempre ha tenido una actitud acomplejada frente a ETA. Al fin y al cabo, pensaba la autoproclamada izquierda, los muchachitos de ETA eran asesinos por el malvado estado español que les obligaba a ejercer la violencia. De hecho, si no hubiera sido así, sin duda los pistoleros de ETA hubieran sido pastores, curas o incluso alguno hubiera llegado a tener algún trabajo de tipo intelectual como por ejemplo escritor nacionalista. Eso sí, todos hubiera seguido siendo muy vascos.

Por ello, resulta indispensable hacer un homenaje a una obra de teatro que se está poniendo actualmente en Madrid. Se trata de la obra de Albert Camus llamada Los justos. Como todos los escritos de Camus resulta, aunque esta menos y sea un gran texto, un poco farragosa -nota: Camus es sin duda admirable personalmente pero como escritor a veces, seamos sinceros, resulta bastante pesado- pero lo interesante es la representación  que la compañía 611Teatro ha hecho. Efectivamente, la versión que fuimos a ver ayer, ha situado la obra de teatro en el contexto de los terroristas de ETA durante la transición española y resulta, sencillamente, excelente.

Muchas veces, ocurre que la versión de una obra de teatro acaba convirtiéndose en una obra de teatro radicalmente distinta a lo que el autor pretendía. Este hecho nos parece, si no se avisa claramente, una clara falta de respeto al espectador sobre todo cuando la obra se presenta bajo un título y un autor atrayente, como es este caso. Sin embargo en la adaptación que vimos ayer en El Matadero de Madrid, no solamente se respeta el espíritu de la obra sino que ella misma sirve para plantear estéticamente todo el problema que el terrorismo en general, y el terrorismo de ETA en particular, presenta en una democracia.

Hemos escrito plantear estéticamente. Y ahora vendría otro problema, que es el intento de convertir las obras de arte en un discurso argumentativo. No es, que nadie se asuste, éste el caso. Lejos de convertir Los justos en un discurso racional sobre el problema de la violencia, la compañía tiene la capacidad escénica de convertirlo en un espectáculo teatral, en aquello que todos vamos y deseamos ver. Esto es importante: cuando voy al teatro no quiero una argumentación racional, pues para eso me lee un libro de Filosofía que seguroesmás profundo racional y argumentativamente, sino que espero un espectáculo teatral: una experiencia estética. Y esto último implica una serie de sentimientos y experiencias que no espero ni deseo encontrar –ñoñerías las justas- en un texto de filosofía. Por supuesto no es que renunciemos a la racionalidad en el arte, pero, también por supuesto, deseamos señalar que el arte no es el lugar del concepto sino de la conmoción estética.

Todo ello lo logra sin duda la obra Los justos. Digamos que desde la puesta en escena que con su minimalismo consigue plasmar la angustia moral hasta la interpretación excelente de los actores, nunca sobreactuados como resulta excesivamente frecuente sino siempre en una justa medida,  la obra de teatro nos lleva hasta un proceso de conmoción que exige el inicio el proceso conceptual.

Escribo este artículo tarde, pues creo que la obra se la llevan la semana que viene de Madrid, y no sé si seguirá de gira,  pero también es verdad que estuve ayer en el teatro viéndola –eso sí, después de ver el futbol por supuesto-. Sólo puedo por tanto recomendarla  encarecidamente y ello, resumo, por dos motivos.

El primero: es importante, pero en el caso de una obra de arte no es lo más importante en su juicio, por su valentía política al reflejar un tema ante el que todavía existe un extraordinario complejo en la izquierda. Ayudemos a superarlo: ETA es una banda de asesinos.

El segundo, y el más importante en cuanto a nivel artístico, porque sin duda Los justos es una obra de teatro plena, que se disfruta en cuanto a ser obra de teatro.

Si pueden, no se la pierda.


martes, octubre 14, 2014

UNA TERTULIA DE FÚTBOL EN EL INSTITUTO: @tertuespinillo

1.- El próximo día 16 de octubre comienza en el Instituto El Espinillo una tertulia dedicada al fútbol que se dará jueves alternos durante el recreo. A esta tertulia están invitados todos los alumnos del centro y su pretensión más elemental es que opinen y argumenten sobre los distintos equipos tanto en la liga como en eso que los viejos llamamos Copa de Europa. En fin y resumiendo, que hablen de fútbol.

2.- Pero enseguida alguien preocupado por la cultura podría clamar: ¿una tertulia de fútbol en un instituto? ¿Qué demonios puede pintar algo así en un centro dedicado a la educación y, al menos teóricamente, al desarrollo de la cultura? ¿Eso en un templo ilustrado?
No hay, sin duda, nada más hermoso que la pureza, salvo cuando, precisamente, se pretende algo más que sobrevivir en el mundo. O dicho de otro modo: la pureza es buena si uno solo quiere ser agua. Y nosotros queremos algo más.

3.- La pregunta entonces parece clara: ¿por qué vamos a intentar, pues el éxito de la empresa dependerá del alumnado, hacer una tertulia sobre futbol en un instituto?

4.- Existen, al menos, dos maneras de ser profesor.

La primera es la que podríamos denominar profesor aristócrata: aquel que considera que sus enseñanzas son tan elevadas que lo lógico es que sólo puedan seguirle un pequeño grupo de alumnos. Este profesor, que es como Platón pero en secundaria, tiene una frase típica: a mí con que me sigan unos pocos me vale. Lo que nunca sabremos es si estará dispuesto a cobrar su nómina de acuerdo al número de alumnos que efectivamente le entienden y, con coherencia, proporcionalmente a ellos. Al fin y al cabo, y ésta es la diferencia también con la grandeza de Platón, el aristócrata cada fin de mes se convierte en funcionario del estado democrático y de masas.

La segunda manera de ser profesor es lo que podríamos llamar el profesor democrático. Este no es aquel que cree que la escuela es un lugar de democracia donde alumnos y profesores tienen el mismo derecho a opinar y a gobernar el centro, esto sería el profesor demagogo, sino aquel que intenta que todo alumno sea capaz de llegar al conocimiento. Es aquél, en definitiva, que no selecciona al alumnado previamente con su explicación ni en su trabajo, sino que intenta que este abarque a todos los alumnos: y si no es así, sentirá que algo hace mal.  Tal vez actúe de esta manera, por qué no, porque él no es tan listo  ni tan sabio como el profesor aristócrata y sus clases probablemente tengan menos calidad y, sobre todo, profundidad. Aunque, eso sí, ambos hayan acabado en el mismo sitio: un instituto de secundaria de la periferia de Madrid.

5.- La tertulia futbolística en el recreo responde sin duda al segundo modelo: queremos que sea masiva. Pero también este modelo podría tener una trampa terrible. Efectivamente, la trampa podría ser que al final la tertulia sobre futbol sólo fuera una tertulia sobre futbol. Y aquí la cosa se complica porque de lo que estamos hablando no es sólo de la apariencia sino, sí yo también pedanteo, de la realidad. O diciéndolo en palabras normales y sin pretender demostrar que nosotros también en el fondo somos platónicos: la tertulia futbolística busca algo más que ser una tertulia futbolística.

¿Qué es ese algo más?

Lo que en realidad se pretende con la tertulia futbolística no es sólo que los alumnos y yo mismo hablemos de fútbol, cosa que por otro lado es uno de los objetivos básicos pues a mí que soy un simple me gusta el fútbol, sino que también aprendamos varias cosas.

6.- En primer lugar, queremos aprender a racionalizar los elementos del mundo. Efectivamente, el mundo exterior se puede recibir a través de la mediación de una reflexión sobre el mismo o bien a través de la identificación pura de la emoción. Sí conseguimos que los alumnos hablen sobre un tema que para ellos emotivamente es muy importante como el fútbol -pues su prioridad es ser de tal equipo- y tengan que argumentar su posición al respecto, lo que estamos intentando es que acojan un nuevo hábito: plantearse la reflexión sobre aquello que, hasta ese momento, no  era más que un vínculo emocional. O dicho de otro modo, lo que pretendemos es que los alumnos adquieran como natural que todo aquello que existe en la realidad sea reflexionado. Yo no solo soy del Madrid, o del Atleti o del Barça,  sino que explico y me explico.

7.- En segundo lugar, pretendemos que los alumnos ya no solamente adquieran el hábito de que hay que pensar sobre los objetos de fuera sino que vayan acostumbrándose a presentar estas reflexiones de forma pública. Una democracia sólo es posible con ciudadanos que no piensan ensimismados sino que meditan públicamente. De ahí, por ejemplo, que criticar las redes sociales porque permiten presentar la opinión de cualquiera nos parezca profundamente reaccionario. Una democracia lo es también porque sus ciudadanos opinan públicamente y no porque sean muy profundos solo en la intimidad.

8.- En tercer lugar, pretendemos que los alumnos no sólo aprendan a argumentar su opinión o a que conviertan en un hábito la mediación reflexiva con respecto al mundo sino que sean capaces no sólo de tolerar sino de reflexionar sobre las opiniones de los demás. Creemos que nuestro máximo éxito se daría cuando un alumno entre opinando una cosa y salga opinando otra distinta porque reconozca que hay buenas razones para haber cambiado de idea. Cuando, en definitiva, se distinga  el yo de las ideas defendidas.

9.- Y en cuarto lugar, y que no es sin duda la menos importante, viene la idea de que los alumnos sean capaces de distinguir entre un diálogo real, en el cual el intercambio de ideas es para conseguir tener ellos mismos una teoría mejor y más sofisticada o provocarla en sus compañeros con sus argumentos, frente a  la típica tertulia televisiva formada por periodistas cuyo máximo  mérito es el de ser forofos de un equipo o de un partido político. Así, frente a estas tertulias basura que pueblan la televisión y las radios, la tertulia que proponemos en nuestro instituto pretende ser un diálogo para el intercambio de ideas y no para las consignas ultras. Aquí reflexionamos, no animamos.

10.- El próximo día 16 de octubre la tertulia de fútbol de El Espinillo comienza su andadura. También sería injusto decir que la hacemos solos. Nos ayudan por supuesto los educadores de medio abierto, el departamento de orientación y especialmente nos ayuda la Asociación de Estudiantes del centro.
¿Se conseguirá lo que se pretende? No lo podremos empezar a saber hasta final de curso. Si yo fuera un profesor cursi diría que se trata de una aventura fascinante, pero intentó ser un profesor normal así que si la tertulia no funciona y no cumple sus objetivos diré que ha sido sólo otro fracaso.

y 11.- Terminaba Marx la undécima tesis sobre Feuerbach señalando que había llegado el momento en que los filósofos transformaran el mundo. Resultaría excesivamente pretencioso, aunque daría cuenta de nuestro impresionante conocimiento, terminar así este escrito. Sin embargo, no cabe duda de que detrás de esta idea late el hecho de intentar hacer algo más por la educación de nuestros alumnos. No es tanto como transformar el mundo pero, también es verdad, es más que explicar mal en clase algo que al cabo de media hora se olvida. Aunque un grupito nos siga o eso nos consuele creer.

jueves, octubre 09, 2014

miércoles, octubre 08, 2014

EL GOBIERNO Y EL ÉBOLA/2

Si el ébola es un poco listo se esconderá en el garaje de Ana Mato: ella nunca se dará cuenta.

EL GOBIERNO Y EL ÉBOLA/1

Ana Mato no sabía de dónde salió el Jaguar de su garaje.
Ahora es ministra de sanidad.
Curiosamente el ébola está en España.
Causalidad.

lunes, octubre 06, 2014

BOYHOOD: DRAMA Y POSMODERNIDAD

El drama es un género eminentemente moderno. Sí nos remitimos a la antigüedad veremos obras en las cuales la vida del protagonista, como en la tragedia o la epopeya, existe como hecho glorioso pero carece absolutamente, al menos en su generalidad, del aire cotidiano que se incorporará con el drama. Y el hecho de que el drama sea moderno implica a su vez un elemento fundamental de este género: un drama lo es no porque ocurran solamente cosas desgraciadas sino porque ocurren cosas desesperanzadoras. Y esta diferencia, aparentemente sólo nominativa, es sin embargo crucial.

Efectivamente, las desgracias son aquellas que sentimentalmente pueden producir dolor desde la pura empatía; sin embargo, para que algo sea desesperanzador se exige un nivel conceptual distinto y superior. Lo desesperanzador lo es porque existe una comparación imposible de cumplir entre el ideal, lo prometido como forma de vida buena, y lo que realmente está ocurriendo, la forma de vida real. Así, la clave de la desesperanza es la relación entre lo que debería ser y lo que realmente es. Y el drama se forjó desde esta comparación: un drama lo es porque el ideal no se cumple. Miren D. Quijote, miren Shakespeare.

Esta desesperanza, efectivamente, se presenta en el incumplimiento de algo que debería de ser, un ideal de vida, y que no se cumple y  que por ello implica a su vez la propia infelicidad del protagonista. Por supuesto, nadie debe entender aquí que el espectador, en el caso del cine clásico, o el lector de los dramas literarios, en novela o teatro, debía tener este conocimiento conceptualmente a priori sino que la propia trama presentaba ese ideal como incumplido. Es decir, el ideal de vida plena estaba presente explícitamente en la obra. Pongamos para explicarnos mejor algunos ejemplos en la literatura y en el cine.

Vayamos a dos obras fundadoras del drama moderno: Cervantes y Shakespeare. En el Quijote, el drama se inspira en la escisión que se produce entre el mundo de D. Quijote, la literatura caballeresca, y la realidad. En los dramas de Shakespeare, como por ejemplo Macbeth, en la diferencia entre lo prometido y lo realmente cumplido.

Miau es sin duda una de las grandes novelas de Galdós, lo que quiere decir una de las grandes novelas de la literatura mundial. En ella el sueño permanente de grandeza de la familia y la anhelada espera del cargo por parte de protagonista se ve enfrentada a una realidad absolutamente triste, donde ninguno de dichos sueños se verá cumplido. Este hecho, que se explica permanentemente en la novela, se presenta así como el ideal que conlleva el drama. Pongamos otro ejemplo novelístico. La Regenta se podría calificar como probablemente la mejor novela española de todos los tiempos, junto con la segunda parte del Quijote, y una de las mejores de toda la historia de la literatura -superior sin duda a Madame Bovary-.  Los personajes de La Regenta siempre se están enfrentando a su propio ideal no sólo de una forma implícita sino también explícita a través de múltiples escenas como por ejemplo la visión de Ana Ozores de la obra Don Juan Tenorio –sí, sí, copiada pero mejor- o el mundo calderoniano de su marido y la realidad cotidiana.  Así, lo que el lector comprende leyendo la obra, porque está en ella misma y no sólo porque sea una mera teoría estética, es que existe un ideal que no se alcanza y en ello aparece el drama: los protagonistas buscan un mundo que no se cumplirá.

Pongamos ahora un ejemplo cinematográfico. En esa extraordinaria película que es Desayuno con diamantes, la primera escena de la misma es la protagonista, Audrey Hepburn, vestida de traje largo y comiendo un curasán que saca de una bolsa de papel mientras ve extasiada las joyas que se exhiben en la joyería Tiffany de Nueva York. Esa diferencia entre una vida anclada en la bolsa de papel como desayuno y los diamantes como promesa de realización de una vida plena se sitúa así como el eje de todo el drama narrativo. Otro ejemplo.  En esa obra cumbre del cine mundial que es Ladrón de bicicletas, la idea es que el vehículo resulta la única posibilidad de salida del protagonista de su situación de miseria: es su dignidad. De ahí, hecho incomprensible si no, que el robo de dicha bicicleta resulte desencadenante de una tragedia no sólo anecdótica sino absolutamente existencial.

De esta manera, y como es fácil de percibir, el drama se alimentaba de la diferencia establecida entre una forma de vida presentada como ideal, una vida prometida, frente una vida cotidiana que apenas alcanzaba a ser calificada como supervivencia. El drama, tenía así una faceta doble. Por un lado, una estructura donde lo conceptual y la necesidad del análisis, hacía falta entender esa diferencia, no estaban sin embargo reñidas con el puro desarrollos estético. Por otro, tenía un claro contenido moral en su desgracia, pues lo que se presentaba al final era la identificación de la propia vida del espectador no con el ideal sino precisamente con esa vida cotidiana de los protagonistas dramáticos que no alcanzaba a serlo: el drama no era solo un hecho  de ficción sino también la propia vida del espectador. Y así, se lloraba porque su vida no cumplía nunca los sueños.

Efectivamente, el espectador del drama no conseguía nunca la tan ansiada catarsis característica de la tragedia, es decir: nunca salía del cine satisfecho con su propia existencia frente al dolor de los otros. De ahí la imposición, fruto de la propia censura, del denominado final feliz: la historia necesariamente tenía que acabar bien pues sino descubriría de forma latente la inanidad de la vida cotidiana. Y lo más sorprendente de esto era que este proyecto artístico, tanto en la novela decimonónica como especialmente el cine americano clásico o neorrealista italiano, no se limitaba a la élite sino que se constituía, por primera vez seguramente desde la aparición del arte y tal vez como última, como arte popular en el mejor sentido de la palabra: mi madre aún llora con Ladrón de bicicletas o con Stella Dallas –obra maestra sublime-.

Y por fin llegamos a Boyhood. La posmodernidad es sin duda la versión llorona de la bohemia. Efectivamente, como su precedente decimonónico la posmodernidad está encantada de sufrir la desgracia, pues esto es para ella su símbolo de superioridad personal, pero, frente a la bohemia, lo que en absoluto está dispuesta es a vivir en una casa sin calefacción, agua caliente o incluso, por qué no, aire acondicionado. En este contexto, la posmodernidad ha eliminado todo ideal, tanto personal como social, desde una supuesta ironía que no es sino complacencia con el mundo. Así, la eliminación de los llamados "grandes relatos" impide la presencia de un ideal de vida porque eso es antiguo. Y así, y si se me permite la pedantería cinematográfica, Almodóvar nunca será Douglas Sirk no por un problema técnico, eso al español le sobra, sino ideológico.

Por ello, si analizamos Boyhood como película veremos que en ella no hay cabida para el ideal. Pongamos algunas pruebas.

Observemos en primer lugar el personaje, que es clave, de la madre. En su sucesión de parejas toda su historia está rodada igual, sin un solo cambio entre los tres. Sin embargo, se trata de tres situaciones radicalmente distintas: un irresponsable -hay que ver qué simpatía le tiene la rebelde posmodernidad a los irresponsables y qué poquita, por ejemplo, a los sindicalistas o a los padres ejemplares-; un maltratador; y, por último, un individuo normal pero ideológicamente incompatible. Sin embargo, los tres son tratados por igual pareciendo como meros episodios de la vida. Y esto se refuerza al comparar la escena en que el joven ha roto con la novia justo antes del baile de graduación –una ruptura que podríamos calificar como juvenil- frente a la escena en que la madre llora –un desenlace vital- porque él se va a la universidad: se ruedan igual el primer desengaño amoroso y la súbita comprension del fracaso de una vida  porque no hay ideal. Todo es mero acontecer.

Observemos otro elemento. En la película permanentemente se van abriendo un elevado número de historias que sin embargo carecen de desarrollo o conclusión. Esto resultaría incongruente para el cine clásico. Y la causa sería que este pretende llegar a un punto, a una meta. Solo así, se podrá comparar con el ideal y ver si se cumplió. Y para esa meta buscada todo hecho forma parte importante –imaginen el trineo cuyo lema es Rosebud en Ciudadano Kane-. Sin embargo, al desaparecer el objetivo vital los hechos dejan de ser parte de una trama, un hilado, y se convierten en anécdotas, meras puntadas. Pueden ser recordados u olvidados.

Situémonos ahora en el último ejemplo.  El final de Boyhood es el final de la apoteosis. No tanto porque el protagonista vea cumplida ninguna de sus esperanzas sino porque, precisamente es la demostración de que cualquier momento puede convertirse en esa misma esperanza: entodo momento puede haber plenitud y no solo en el final. De esta forma, la vida ya no es concebida como un trayecto sino como una mera sucesión de momentos que deben ser vividos cada uno de ellos plenamente. Así, el resultado final de la vida resulta solo ser, como nos señalan los libros de autoayuda, el resultado de eso que se llama ser positivo. Tomar una sustancia estupefaciente, irse a mitad del desierto y gritar lleno de contento es la forma en que la posmodernidad celebra su absoluta comunión con el mundo. Frente a ello, el final de Ladrón de bicicletas o el final de Stella Dallas resultaron cargados de tristeza y al tiempo de dignidad: la común unión con el mundo resulta imposible.

El comentario má extendido al salir de Boyhood es que la película es como la vida misma. Es algo  cierto. Boyhood resulta una reproducción absolutamente fiel, en su insignificancia y pobreza, con una vida insignificante y pobre que se ha convertido en hecho universal: para usted y para mí. El problema surge cuando la propia obra artística no le pide más a esa vida y cuando los espectadores de esa misma obra sienten regocijados que su vida ha sido perfectamente representada.
Tan pobre, tan insignificante.
Tan nuestra. 

jueves, octubre 02, 2014

VIDA INTERIOR/136: SIENDO DE IZQUIERDAS (pero guay)



¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser  feliz.

Yo siempre he querido ser un tío de izquierdas.
Alguien rebelde.

Así que no diré nunca ¡España! ¡España! ¡España!

Pero sí diré: ¡Catalunya! ¡Catalunya! ¡Catalunya!

Por fin, siendo de izquierdas...

miércoles, octubre 01, 2014

VIDA INTERIOR/135: DIGNIDAD

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser  feliz.

Ya están aquí los nuevos Presupuestos Generales del Estado.

Y el gobierno del PP que busca destrozar definitivamente la educación, la sanidad pública y el estado social y democrático de derecho que defiende nuestra constitución ha decidido devolvernos el 25% de la paga extra que nos robaron a los funcionarios
En mi caso, más o menos, unos 400 miserables euros.

Como si con ello compraran mi voto. 
Como si con ello compraran mi dignidad.

Pero se equivocan. 

Yo solo empiezo a hablar a partir de 1.000 euros. 
Porque soy como ellos.