Como todos los grandes filósofos de
nuestra época están opinando del coronavirus y diciendo bobadas, no podía yo
faltar a esta cita para hacer lo mismo que las mayores cabezas pensantes. Así
pues, heme aquí.
La pregunta a contestar, así en plan
profundo, es sobre las consecuencias que pueda tener el coronavirus en el Capitalismo.
Ante esto, por ejemplo, alguno ya, incluso con libro como Žižek, profetizan el
fin del Capitalismo. Otros, en plan seguidores de Foucault, el resurgimiento de
una nueva sociedad represiva y totalitaria, como decía hace poco Agamben.
Nosotros en este texto, vamos a contestar
a la primera cuestión: la epidemia no solamente no va a generar una crisis en
el Capitalismo, sino que una vez más va a salir reforzado. Y qué todo el problema
que se está planteando sobre si esto podría generar una crisis, en el fondo
viene por un profundo desconocimiento de cómo funciona el Capitalismo realmente.
El Capitalismo es una realidad
objetiva ajena a los individuos que la conforman y sus intereses individuales.
No es el resultado de una mera suma de personas y sus intereses o, creencia
infantil, un sistema dirigido por una oligarquía. El Capitalismo tiene reglas
propias y ajenas a la voluntad de sus integrantes. El Capitalismo es el sujeto
de la actual historia. Así, confundir el Capitalismo con el interés, por
ejemplo, de las grandes corporaciones es infantil. Son las grandes
corporaciones, la oligarquía y usted y yo los que debemos adaptarnos al
desarrollo objetivo del Capitalismo y no al revés.
El Capitalismo como tal sujeto solo
tiene un interés: la ingente producción de mercancía y, con ella, de beneficio
económico. Al Capitalismo le da igual que este proceso de beneficio económico
venga de una forma o de otra, con armas o con libros de filosofía de Žižek muy
críticos, pues lo que importa no es lo concreto de dicho beneficio, cómo se
produce o con qué producto se produce, sino su carácter mercancía (cuya máxima
expresión está, precisamente, en el dinero).
Así las cosas, y por supuesto, sería
absolutamente faltar a la realidad señalar que la actual epidemia en sí misma
es un beneficio para el Capitalismo, pero es también falso decir que es una
crisis en sí misma: hay que analizarlo con tranquilidad.
La única crisis sistémica posible para
el Capitalismo sería de la que de ninguna manera podría conseguir una
conversión en mercancía, o, diciéndolo de un modo más coloquial, un beneficio
económico. Y el problema, por tanto, será si el coronavirus permitirá ser
convertido en mercancía y, por tanto, en beneficio capitalista. Por tanto, la gravedad de esta
epidemia desde el punto de vista capitalista no es el número de muertos, eso da
igual en la lógica capitalista, sino algo distinto.
Primero, si es imposible
crear mercancía de esta epidemia.
Segundo, si como consecuencia de la misma la
producción de mercancías, es decir y grosso modo: de desarrollo capitalista, se
va a ver tan afectada como para generar una crisis sistemática que impida
continuar al Capitalismo.
Y solo juntando que fuera imposible crear mercancía
de esto y que impidiera además el desarrollo normal del Capitalismo sería esta
epidemia una crisis sistémica. Por tanto, sólo –nota: sí, sí, con acento en
señal de rebeldía- cuando un suceso se convierte en irreductible a la mercancía
y, además, afecte gravemente al desarrollo de las otras mercancías podremos
hablar de crisis. Veamos.
¿Afecta de forma radical, crisis
sistemática, esto al Capitalismo? El Capitalismo genera su tráfico de
mercancías en la producción de las mismas y su consumo: en la vida humana como
tal. Si bien la producción y el consumo pueden bajar con la epidemia, de hecho
lo harán, no parece que lo hagan de forma tal que pongan en peligro no la estabilidad
de determinadas élites, que podría ocurrir como ocurrió en el ajuste, que no
crisis, del 2008, sino como crisis del propio sistema.
Así pues, no parece que en una visión
global vaya a haber crisis del sistema. Pero, ¿no estaremos hablando desde lo
general y abstracto, típica crítica a los filósofos, y no desde lo concreto? Pues, vayamos a eso que, falsamente,
se presenta como lo concreto.
En primer lugar, el coronavirus está generando
su propio mercado que va desde los productos de farmacia y de evitación del
contagio, hasta la carrera por conseguir un tratamiento o una vacuna de la
industria farmacéutica con sus pingues beneficios adjuntos.
En segundo lugar, y no menos
importante, esta epidemia afecta fundamentalmente un tramo de la población que,
en la lógica capitalista, no tiene una importancia estratégica: los ancianos.
Si la producción de mercancías se realiza en el trabajo y en el consumo, los
ancianos tienen un casi nulo nivel de trabajo (como productores de mercancías)
y un bajo nivel de consumo. Es decir, su caída del inmenso almacén de mercancías
que constituye el Capitalismo, no resulta significativa. Por cierto, ¿suena
duro? Se llama Capitalismo y no humanidad.
Y en tercer lugar, muy importante, la
forma en que los gobiernos, dentro de la lógica capitalista, están actuando. Por
ejemplo, el gobierno de España, de perfil autoproclamadaizquierda, ha decidido “ayudar”
a los autónomos y a la Pymes ¿Cómo? ¿Acaso posponiendo el pago de sus
impuestos? No, siendo avalista del sistema financiero privado para que este les
preste dinero. Y aquí no interesa si la medida en concreto está bien, regular o
mal sino algo más profundo: la medida genera de una epidemia un nicho de
mercado capitalista.
La creencia de que el Capitalismo
entrará en crisis por la actual epidemia es irracional. Es, de hecho, la anunciada
enésima crisis profunda del Capitalismo de la que nunca se recuperará. Pero, se
ha recuperado de todas. Porque el Capitalismo no es un sistema clásico sino
absolutamente novedoso. El Capitalismo es su vida diaria, la mía y la de todos.
Concluimos –lo sé: por fin-. ¿Lleva la
actual epidemia a una crisis capitalista? Por supuesto que no. Y defenderlo es
no comprender ni la acción ni el desarrollo del Capitalismo ¿Conducirá a una
sociedad más represiva? Eso ya lo vemos en breve.