En el periódico:
IU reconoce a los catalanes la soberanía para decidir su futuro y apoya la consulta
Ah, y son paletos por esto y esto.
"Ilustración es la salida del hombre de su culpable minoría de edad."
miércoles, mayo 29, 2013
martes, mayo 28, 2013
LECTURA IMPRESCINDIBLE (o memoria histórica cotidiana).
Hay artículos que uno quisiera haber escrito -y teniendo en cuenta mi egocentrismo descabellado eso es muy difícil que ocurra-.
Este de aquí, sobre ETA y sus secuaces que hoy en día nos dan lecciones de moral a los demócratas , es uno de ellos. A continuación les dejo el vínculo: Relatos vascos, de Jorge M. Reverte.
Este de aquí, sobre ETA y sus secuaces que hoy en día nos dan lecciones de moral a los demócratas , es uno de ellos. A continuación les dejo el vínculo: Relatos vascos, de Jorge M. Reverte.
domingo, mayo 26, 2013
miércoles, mayo 22, 2013
UNA PEQUEÑA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA/1: PRELUDIO.
Primer ejemplo:
Se cuenta cierta anécdota atribuida a Bertrand Russell, filósofo inglés del siglo XX. En una conferencia, al parecer en Oxford, un santón hindú explicaba, imaginamos que mientras la audiencia asistía emocionada a la sabiduría mística, su cosmología. “El mundo está apoyado sobre el lomo de un gigantesco elefante y este elefante apoya sus patas sobre la concha de una inmensa tortuga”. De pronto, una señora se levantó y, tras pedir educadamente la palabra, preguntó: “¿Y la tortuga?” El santón la miró y son suficiencia dijo: “La tortuga se apoya sobre la espalda de una monstruosa araña”. Pero la señora, tal vez ignorante y sin espiritualidad, siguió su educado interrogatorio “¿Y la araña?”. El santón ahora mira incrédulo ante la falta de fe de la mujer: “La araña se apoya sobre una monstruosa roca”. Pero la señora, irreverente frente a otras culturas e incluso frente a la suya propia, volvió, con gran urbanidad, a la carga: “¿Y la roca?”. Y por fin el santón y gran gurú, hastiado ante tanta curiosidad, añadió irritado: “Mire señora, hay rocas hasta abajo”.
Segundo ejemplo:
Lugar: Atenas.
Época: siglo V antes de Cristo.
Sócrates es feo, muy feo: es hermoso que el primer filósofo fundamental fuera tan feo. Y se dedica a preguntar a los griegos -de bello perfil y gimnásticos cuerpos, de cultura clásica- algo simple. Pero sólo aparentemente simple: “¿Qué es el bien?” Y lo hace como si dudara de que ellos lo supieran.
Le matarán.
Tercer Ejemplo:
Jerusalén en el primer siglo de nuestra era. Jesús está ante Pilatos. La casta sacerdotal judía desea su muerte: demasiado sofisticado, demasiado universal. Le han llevado ante la autoridad romana. Allí, Pilatos interroga. Y Jesús responde con un discurso sobre el reino celestial, sobre su testimonio, sobre sí mismo que se relaciona con la verdad. Todo es mítico, todo es religión.
Pero Pilatos solo pregunta: “¿Y qué es la verdad?”
La Filosofía es el pensamiento disidente. Frente a las respuestas autosatisfechas que da un pensamiento que dejó de serlo y se convirtió en mito, la filosofía cuestiona. Pero, no solo duda de las respuestas dadas ante la realidad, esa es la raíz común de toda filosofía, sino que también responde, y esa es la diferencia entre unos y otros autores. Y por eso la filosofía tiene historia: como la verdad.
Además, la Filosofía hoy en España está a un paso de desaparecer de nuestras escuelas con la LOMCE: el PP la encuentra demasiado antigua, poco útil. Así que la religión, que aún cuenta tortugas, se dará en todo los cursos pero la Ética y la Historia de la Filosofía desaparecerán.
En otro artículo señalábamos que la Filosofía es como una de esas botellas en cuyo interior los náufragos introducen un mensaje y la dejan luego caer al mar esperando un receptor que les salve. Pero esta vez, y siempre en la Filosofía, el náufrago es la razón. Una pequeña historia de la filosofía es otra de esas botellas, pero más pequeña.
Nosotros ya hemos lanzado la primera y lanzaremos la segunda.
martes, mayo 21, 2013
(otra vez) UNA PEQUEÑA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
En
2005, hace ocho años, empezamos una serie que tan solo duró dos capítulos. Era
el intento de explicar de la forma más simple posible, la historia de la
filosofía. Daba para más.
La
nueva ley de educación del PP, la LOMCE, elimina la Historia de la Filosofía como
obligatoria y pone la religión como materia que contará para la nota media y
las becas. Aparte, creo que sirve también para la salvación eterna.
Por
ello, y otra vez frente a la superstición, tenemos que retomar esta serie y
llevarla adelante.
Pero, a
su vez, queremos advertir algo. Una pequeña historia de la Filosofía no
pretende ser exhaustiva ni académica. Solo
pretende que ustedes, si no saben mucho de filosofía, puedan conocer aquello
que el gobierno del PP les niega. Es, en fin, aquello que se llamó servicio
público. O, tal vez, intentar contribuir a que sea cierto aquello que Kant denominó como época de ilustración: una época para desarrollar, ustedes y yo, el
pensamiento libre resumido en un lema que significa atrévete a pensar: sapere aude.
Solo
eso. O, nada más y nada menos que eso.
lunes, mayo 20, 2013
SOCIALISTAS EN RED: RESUMEN SEMANAL
1.-
Yo: de nuevo, otra oportunidad de ver diferentes perspectivas de la realidad.
Ustedes: que sí, que sí...
2.-
Yo: otra vez aquí.
Ustedes: venga, vale, vale...
3.-
Yo: que ya.
Ustedes: ¿y?
Pues eso, resumen SER.
Yo: de nuevo, otra oportunidad de ver diferentes perspectivas de la realidad.
Ustedes: que sí, que sí...
2.-
Yo: otra vez aquí.
Ustedes: venga, vale, vale...
3.-
Yo: que ya.
Ustedes: ¿y?
Pues eso, resumen SER.
sábado, mayo 18, 2013
LOMCE: MITO Y RAZÓN
El Consejo de Ministros aprueba la LOMCE.
La Religión contará para la nota media como una materia más.
La Historia de la Filosofía y la Ética desaparecen.
Conclusión:
La Razón es derrotada por el mito.
La barbarie gana a la Ilustración.
miércoles, mayo 15, 2013
EL CAPITALISMO COMO SUJETO REAL
Muchos lectores
-obsérvense los delirios de grandeza- y mi madre -obsérvese el característico amor
de hijo- me hacen una crítica: cuando hablo del Capitalismo lo trato como si
fuera un sujeto que tiene intereses propios y que parece actuar de forma
independiente a las personas. Lo que me vienen a decir es que hablo como si ese
mismo Capitalismo tuviera conciencia propia y fuera algo que realmente
existiera, algo diferente a una abstracción puramente intelectual referida al conjunto
de personas que, presuntamente, lo forman. Bueno, lo sorprendente es que
nosotros creemos que efectivamente el
Capitalismo es un sujeto que tiene identidad propia, que impone condiciones y
leyes a los individuos que viven bajo su dominio y que dichas leyes no tienen
que ver con la voluntad de esos mismos individuos que forman parte de él. Este
escrito es un intento de explicación de qué queremos decir con esto. Y como en
ese imprescindible blog, bueno copiado de él, que es El tamiz defendemos un lema: antes simplistas que incomprensibles.
Comencemos con un cuento.
Imagine que en una
época primitiva un hechicero muy inteligente –casi tanto como usted o como yo-
se inventa una nueva religión de contenido monoteísta y que defiende que existe
el alma inmortal, no se puede comer pollo al ajillo -ellos se lo pierden- y la
ropa debe ser de color blanco –puede usted inventarse las características que
quiera-. Lo hace además para manejar al resto de los individuos, él no cree
nada de eso, y ser nombrado gran sacerdote consiguiendo así el mayor poder
social: uy, qué malo. Es más, un día en el bar –prehistórico, eso sí- se lo
cuenta a sus amigotes y estos, sin creer nada de la nueva religión pues no en
vano llaman a su amigo Simón el bromista, entran a formar parte de esa
jerarquía sacerdotal pretendiendo convertirse en la élite. Se trata, por tanto,
de un engaño consciente y claro.
Ahora, han pasado 20
años y ha logrado su objetivo: todo el mundo cree en esa nueva religión, él ha
sido nombrado sumo sacerdote y los amigotes forman parte de la curia. La
religión, recuerden, la ha inventado él. Pero de pronto ocurre una situación
absurda: ellos tampoco pueden comer pollo al ajillo y deben cumplir los
preceptos de la religión que fue su propio invento. De pronto, su anteriormente
ensoñación ha tomado una poderosa fuerza propia hasta el punto de obligarle a
él y a todos, independientemente de su creencia sincera o no, a tener un
comportamiento determinado que les obliga a adaptarse, so pena del castigo y la
exclusión social, a esas tonterías inventadas. Pero, aún hay más. Esa misma
invención, ese cuento que al principio
era un relato individual ideado con el fin del dominio social, sigue creando su
propia lógica. Todo el desarrollo social viene marcado por esa misma lógica de
forma independiente a la voluntad humana. Nadie puede poner una industria del
pollo al ajillo y sin embargo resulta extraordinariamente rentable poner telares
y tintes para crear ropa blanca. Es más, la industria de detergente es poderosísima
–el blanco es lo que tiene-. Pero sigue
habiendo más. Como los telares de ropa son importantísimos ha surgido una
industria afín a ellos que necesita concentrar su mano de obra así que se han
generado grandes núcleos urbanos. Y sigue, ha surgido un grupo revolucionario
llamados mernixtas –reconózcalo: soy ingenioso- que han creado una teoría
contraria que defiende que el pollo al ajillo es bueno-sí, soy mernixta-, que
no hay dios y que la ropa blanca es muy sucia: pero no entran en otros aspectos
como por ejemplo si se debe o no comer cerdo pues no tendría sentido. Así, poco
a poco, los individuos de esa sociedad no hacen su vida libremente sino determinados
socialmente, obsérvese la palabra, por sus condiciones previas de existencia.
La sociedad no ha surgido como un mero sumatorio de individuos sino que ha generado
unas reglas propias que escapan al mero acuerdo individual. Para las élites, el
pueblo y los rebeldes.
Alguien podría
sugerir que para dárnoslas de marxistas el ejemplo debería haberse propuesto
desde la economía. Bueno eso implica dos cosas: que quien haga esa crítica
todavía está en el marxismo de manual donde entiende la producción en un
sentido economicista; y, como segundo, que no ha entendido, o no está de
acuerdo, con que antes simplistas que incomprensibles.
¿Y qué hemos querido decir
con este cuento? Algo sencillo: la situación social se impone sobre los
individuos. Pongamos ahora otro ejemplo -pero ya no un cuento-. Imaginemos
ahora que quiere usted poner una industria textil en un país avanzado y donde
se respetan los derechos de los trabajadores, por ejemplo Bangladesh. Va usted
a pagar sueldos españoles y va a generar las condiciones de trabajo que existen
en España -lo sé, ha sonado poco izquierdista, tenía que haber puesto estado
español-. En un mes se ha arruinado. ¿Por qué? Porque las condiciones de
explotación del trabajo en Bangladesh no son subjetivas sino objetivas y quien
no las admite como tales no podrá triunfar socialmente. La realidad, el sistema
productivo, marca las condiciones de la economía y en ese margen es donde se
podrá jugar. Es triste, es así.
¿Entonces todo está determinado?
No, porque lo que marca la realidad es el campo de juego pero no todas y cada
una de las jugadas. Pongamos –me gusta demostrar lo listo que soy- otro
ejemplo. La creación de una sociedad con un alto nivel de renta y bienestar,
más allá de la subsistencia, es una novedad del siglo XX. Enseguida, en la
épica izquierdista, sale como una
conquista del movimiento obrero. Bueno, en parte es cierto, como vamos a
ver ahora. Pero no es todo lo cierto. El propio
desarrollo del capitalismo llevó a la necesidad objetiva de la creación
de una necesidad de consumo para asegurar la explotación. Así, el incremento
incesante de mercancías, por el desarrollo industrial capitalista, necesitó del
consumo incesante de las mismas. Pero
ahí entró la inteligencia política de la izquierda de entonces. Porque mientras
en EEUU esto no generó una sociedad con un estado del bienestar, en la Europa
continental sí por la acción política. Así, el sistema tenía un campo de juego,
la necesidad de ampliar su explotación, pero se podía haber realizado de
diversas maneras. Y eso es precisamente la política: aprovechar las condiciones
de la realidad.
Pero, ¿entonces no
hay responsabilidad individual? Por supuesto que la hay. Los individuos no son
responsables morales de las condiciones de explotación dadas, pero sí lo serán
de no querer cambiar esas condiciones porque, por ejemplo, sus mercedes está en
juego. Pero, incluso este ánimo moral de cambiar las circunstancias si quiere
ser real debe ser realista. Y esto, además, no es una canto reformista sino al
contrario. Es muy fácil ser idealista en política porque no se diferencia de
ser imbécil. Si se quiere estar contra el capitalismo, y nosotros estamos
contra él, lo que hay que hacer primero es analizarlo realmente: todo
movimiento contrario contra esa misma
explotación solo detenerla con medidas a su vez objetivas y coherentes con esa misma
realidad objetiva. Resulta curioso que el sistema más complejo de la historia de
la humanidad intente ser resumido con teorías conspiratorias sobre personas que
lo dirigen o llamadas a la vuelta a la naturaleza.
El capitalismo es un
sujeto. No es una mera abstracción intelectual para explicar un conjunto, sino
una realidad fáctica que tiene leyes propias. Estas leyes no se cumplen por la
voluntad de los sujetos, sino sobre ella. Marx señaló que estábamos aún en la
prehistoria de la humanidad: aquel lugar en que lo seres humanos son dominados,
aún, por fuerzas extrañas a sí mismos. Y puso sus esperanzas en pasar, alguna vez, a la historia.
lunes, mayo 13, 2013
jueves, mayo 09, 2013
VIDA INTERIOR/ 115: KANT, SIMPSON Y YO (somos así)
martes, mayo 07, 2013
9 DE MAYO: HUELGA CONTRA LA LOMCE.
La lechuza de Minerva también apoya la huelga contra la LOMCE.
No podía ser de otra manera:
por esto,
por esto
y por esto.
lunes, mayo 06, 2013
PROYECTO DE PRECARIZACIÓN Y PARO
El paro hasta ahora había sido un problema prioritario en las economías
nacionales. Esto se debía al cambio del modelo capitalista ocurrido
especialmente a partir de la II guerra mundial. Dicho cambio se había realizado
desde un capitalismo de producción, centrado en el elemento del trabajo y
característico de la Revolución Industrial, a un nuevo capitalismo de
explotación absoluta donde la producción de beneficio ya no se limitaba al
trabajo sino que incluía el consumo: la vida humana como explotación –nota:
perdón por autocitarme, pero en Capitalismo
y explotación se explica esto más detalladamente. Pueden acceder en la
columna de la derecha-
En el primer capitalismo, el
contemporáneo a la Revolución Industrial y anterior a la última guerra mundial,
el paro no resultaba problemático para el desarrollo productivo e incluso podía
resultar beneficioso. Efectivamente, el nivel económico de la población no era
una fuerza productiva y, por tanto, una población sin recursos no afectaba al
desarrollo del capitalismo. Es más, la idea marxista del ejército industrial de
reserva tenía un absoluto sentido. Era cierto que una masa desposeída y sin
trabajo presionaba para que los salarios pudieran ser aún más bajos, al límite
de la miseria, porque siempre habría gente dispuesta a trabajar por menos. Así, en el primer capitalismo no existía el paro
como problema macroeconómico para el desarrollo capitalista sino, si acaso,
como un problema individual que exigía medidas caritativas y, en el mejor de
los casos, sociales. El paro, por tanto, no era un problema político o
económico de magnitud.
Sin embargo, esto cambia con la
llegada del nuevo capitalismo a partir, especialmente, de la II guerra mundial. Efectivamente, este nuevo capitalismo tenía como
elemento clave la demanda interna en el consumo que determinaba
el beneficio de la
producción de los bienes. Así, se añadía el consumo, y no solo el elemento
trabajo, como una de las claves del
desarrollo económico –o sea, de la explotación
capitalista-. En este
contexto nuevo el paro era un extraordinario problema macroeconómico pues eliminaba del circuito
de la explotación –tanto del trabajo como del consumo- a la población parada y
reducía la demanda nacional. Y, por esto, el paro se convirtió en el problema a
evitar en cualquier política económica. El paro fue llevado de la economía
individual, ni siquiera de la microeconomía, a la macroeconomía no tanto por la
lucha social, que sin duda contribuyó a aliviar
la situación personal,
como por las necesidades objetivas del nuevo capitalismo de un mercado
de consumidores permanentes. Los parados no consumen tanto como los activos,
así que, necesidad del sistema, había que hacer que siguieran cobrando, seguro
de desempleo, e incluso cuando hubieran agotado su cotización, subsidio de desempleo,
para beneficio del sistema. La explotación no era más humanitaria sino más total. Pero,
al tiempo, su resultado individual era mejor para cada individuo.
Pero esto hay que entenderlo bien y
para ello hay que explicarlo mejor. El auténtico hecho decisivo por el cual
el paro resultaba un problema macroeconómico no era tanto el esquema del nuevo
capitalismo, la conversión del consumo también en producción, sino el hecho de que la economía fuera básicamente nacional.
Efectivamente, la economía se sustentaba de manera primordial en la demanda interna y por tanto el
índice de paro se convertía en un elemento altamente
preocupante pues implicaba necesariamente una disminución de esa demanda interna y con ella un problema macroeconómico.
Por eso una prioridad de cualquier política
económica en los países desarrollados, anterior al
proceso actual de globalización, era la disminución del paro. Y esto se debía
al carácter básicamente nacional de la economía.
Sin
embargo, esto cambia con la nueva economía mundial. La conversión definitiva
del globo terráqueo en un mercado internacional supera las estrechas
expectativas del tenderete patrio. Y lo supera no solo en cuanto a la
exportación de mercancías sino como algo más, como la idea de una política
económica internacional.
Y
ahora viene un rollo teórico -¡¡otro!!-. Cuando se habla de capitalismo hay que
distinguir entre los intereses de la oligarquía y los intereses del sistema. Es
un grave error identificar oligarquía con sistema capitalista como frecuentemente hace la izquierda. Y este problema es un ejemplo paradigmático -¡toma
sílabas!- de cómo nos podría desenfocar ese error. Efectivamente para entender
lo que sigue hay que diferenciar entre interés de la oligarquía y del sistema.
El sistema tiene un interés de explotación que es lo que se consigue con la
introducción del consumo: la explotación absoluta. La oligarquía, por su parte,
tiene un interés de beneficio privado maximizado: busca conseguir el mayor
beneficio posible en su campo económico concreto. Para la oligarquía esto (casi)
siempre se traduce en la mayor precarización posible y en la reducción del
beneficio de los grupos sociales inferiores.
En
la economía nacional anterior a la globalización, estos dos intereses, el del
sistema y el de la oligarquía, llegaron a ser contradictorios y se acabó
imponiendo el interés del sistema: mayor nivel de vida para mayor explotación,
aunque ello implicara menor ganancia de la oligarquía. Pero el proceso de globalización
ha cambiado esto. Efectivamente, el nuevo mercado mundial implica que el consumidor,
como antaño el proletario o con posterioridad la mercancía, no tenga patria.
Una parte mínima de la población de los países emergentes consumiendo, pongan un
diez o un veinte por ciento, genera mayor demanda que toda la población europea.
Ahora el interés del sistema, la explotación total de la vida humana como
trabajo y consumo, se puede armonizar con el interés de la oligarquía nacional,
la máxima precarización social posible. El paro nacional, merced a ese nuevo
mercado mundial, ya no resulta problemático como demanda interna. Deja de ser
un problema macroeconómico y se transforma, de nuevo, en un drama humano: se
pueden aprovechar de él. Soraya Sáenz de Santamaría puede decir tranquilamente
que cuando acabe la legislatura habrá más parados. Incluso ante ello poner cara de dolorosa pero no dimitir porque
cumple, como dijo Rajoy, con su –de ellos-
deber.
Pero
ademas hay algo más. Estos millones de parados ahora sí pueden volver a
interesar como tales parados a la oligarquía en un sentido doble. Primero
porque, vuelta al ejército industrial de reserva, permiten empeorar las
condiciones de trabajo y precarizar las
condiciones laborales de manera casi automática con el mayor beneficio de la
oligarquía. Así, los parados actúan como una fuerza social para la precarización
al permitir bajar las condiciones laborales con la excusa de su incorporación
al mercado laboral. Se puede decir en una tertulia televisiva: mejor 300 euros
que nada. Es decir, esta chusma cobra demasiado por algo que en la India –¡ah la
India, tanta espiritualidad!- lo hacen por una décima parte. O en Blangadesh,
por menos incluso.
Pero,
el segundo motivo es aún más importante. El paro implica lógicamente el déficit
público. Primero, como contribuyentes directos por la pérdida de una nómina y
con ella la contribución al sistema social de asistencia. Segundo, porque ahora
son beneficiarios de ese mismo sistema de asistencia social y, por lo tanto,
gastadores netos. Con ello, y no por la pirámide de población, el sistema de
protección social entre en crisis pues es inviable. Y con esta crisis del
llamado estado de bienestar se abre una nueva oportuna para la oligarquía: la
privatización de los servicios públicos para su mejor gestión -traducido: para
beneficio de ellos mismos-. Una inmensa clientela cautiva, piensen solo en
sanidad y educación, se presenta ante
las empresas de esa misma oligarquía con el visto bueno de un estado convertido
en gestor de sus intereses. El negocio es doble: primero, los impuestos se convierten
en beneficio económico de esa misma
oligarquía y no en carga impositiva con beneficio social; segundo, el estado como mediador social desaparece
y con él el interés oligarca se hace dominante. El fin del estado social es el
triunfo de la oligarquía y su causa fundamental no es la mala gestión –que la
hay-, el abuso del funcionariado –que lo hay- o el problema demográfico –que no
lo hay-. Su enterrador es el paro. Y por eso la oligarquía, su máxima beneficiada,
grita: viva el paro. Y la menos educada, todavía hay clases, vocifera: ¡que se
jodan!
Resumamos,
que seguro que llevados por la emoción se han saltado párrafos buscando el
final. El interés del Capitalismo como sistema es la presencia masiva de consumidores para una explotación
total de la vida humana. En una economía nacional, esto implica que el paro sea
un problema macroeconómico pues rebaja la demanda interna. Sin embargo, en una
economía mundial los consumidores traspasan las fronteras y la demanda nacional
pierde importancia y por eso, por ejemplo, la alegría de los tertulianos con el
aumento de la exportación española. Los consumidores no tienen patria y la
explotación tampoco. Por eso, el paro nacional, seis millones de parados no es
ni el 0’5% de la población sólo de China, ya no es problema. Por eso, no afecta
a la explotación. Por eso, el interés de la oligarquía de la máxima precarización
posible es ahora compatible, por el momento, con el interés del sistema.
¿Y
cómo solucionarlo? Solo hay una solución real, hay muchas irreales. Pero, eso
otro día que me voy a ver prensa deportiva. ¿Fichará Ancelotti por el Madrid?
¿El Barcelona saca a once jugadores para que le den conversación a Messi? ¿Me
pongo otro pacharán?
Lo
sé, me falta épica.
domingo, mayo 05, 2013
viernes, mayo 03, 2013
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