En
nuestro artículo
anterior comenzábamos a reseñar el pensamiento de los Presocráticos, en
concreto de aquellos que denominabamos monistas pues defendían que sólo había
un Arjé. Pero, acabábamos dicho artículo señalando que nos quedaba aún por
hablar de uno de ellos, y tal vez el más importante: Parménides.
Efectivamente,
en este artículo vamos a analizar el pensamiento de Parménides y esperemos que
al final del mismo nuestros lectores, pocos pero excelentes pero pocos,
entiendan por qué le dedicamos un capítulo aparte a este pensador.
¿Qué
hace a Parménides tan especial? Antes de nada conviene señalar un aspecto
fundamental para toda esta serie, especialmente una vez que entramos en
autores. Lo que convierte en especial a un autor en la Historia de la Filosofía
–y especialmente en nuestra pequeña historia de la filosofía- no es en absoluto
que estemos más de acuerdo con él que con otros sino la importancia objetiva
que su pensamiento tuvo para el desarrollo de nuestra disciplina. Por
importancia objetiva entendemos que sin ese autor que analizamos la Historia de
la Filosofía seguramente hubiera tomado otra dirección -tal vez una que nos
gustara más, seguramente una que nos gustase menos-. Por ello, consideramos que el autor resulta imprescindible
para la evolución de la propia filosofía pues la marca, y ello a pesar de que
todas sus teorías resulten profundamente erróneas.
Y
ahora toca contestar a la misma pregunta anteriormente descrita pero ya con un
sentido más concreto: ¿qué hace a Parménides tan especial?
La
grandeza filosófica de Parménides radica en que por primera vez se van a presentar dos problemas fundamentales
en el desarrollo del pensamiento filosófico. En primer lugar, la distinción
entre el pensamiento puramente racional y el conocimiento sensible; en segundo
lugar, y relacionado evidentemente con lo anterior, la diferencia que
Parménides va a marcar entre apariencia y realidad. Comencemos, por tanto, a
analizar la importancia de Parménides.
Parménides
va a reflexionar sobre lo que llama doble vía de la Verdad y la Apariencia.
Así, será el primer autor de filosofía que se preocupará de lo que va a ser a
partir de entonces uno de los principales problemas epistemológicos. Por tal
palabra, epistemología,
que resulta sumamente extraña, debemos entender aquello que hace relación al
problema relacionado con el conocimiento del mundo exterior. La epistemología,
a pesar de lo que dice el maravilloso enlace, es así el análisis del
conocimiento y de qué y cómo podemos conocer.
Sobre
esto, Parménides va hacer una distinción que va a ser fundamental en toda la historia de la filosofía
posterior entre Apariencia y Realidad.
La
apariencia no enseña lo que el objeto realmente es sino solo lo que parece -ciertamente
nuestros lectores ya habrán descubierto por qué se llama apariencia-. Un lobo
disfrazado con piel de cordero nos parecerá un cordero, pues esa es su apariencia,
pero el hecho de que lo conozcamos de una manera no le hace ser de la misma
sino que seguirá siendo realmente un lobo. De esta manera, existe una
distinción entre apariencia, lo que parece ser, y la realidad, lo que
verdaderamente sea. O diciéndolo en un
lenguaje que va a resultar imposible para Parménides pero que sin embargo es
deudor de su obra: no existe una identificación plena y sencilla entre nuestra
representación mental de la realidad y la realidad como tal. O dicho aún de
otro modo: nuestra visión del mundo no se corresponde necesariamente con la realidad
del mundo.
Así,
esta primera diferencia parmenídea entre apariencia y realidad va a resultar
fundamental para toda la Historia de la Filosofía pues va a permitir
independizar al pensamiento de la pura imagen mental que obtenemos a través los
sentidos. Diciéndolo de nuevo con un ejemplo: desde ahora, el hecho de que
veamos una pared blanca no va a implicar necesariamente que tengamos que creer
que la pared es blanca.
En
segundo lugar, vamos a analizar la separación radical que realiza Parménides
como consecuencia de lo anterior entre el conocimiento sensible y el
conocimiento racional. Entendemos por conocimiento sensible aquel que es fruto
directo e inmediato de los sentidos. Es, por ejemplo, conocimiento sensible
todas aquellas representaciones mentales que se producen como consecuencia del
ejercicio de los sentidos: ya sea la vista, fundamentalmente, pero también
cualquiera de los otros cuatro -nota: soy muy listo y sé que hay más -. Frente
a lo anterior, entendemos como conocimiento racional aquel que es fruto de la
pura especulación abstracta, cuyo inicio puede estar o no en lo percibido por
los sentidos, y que nos habla de razonamiento y no de imágenes mentales.
Debido
a la distinción apariencia -lo que las cosa nos parece ser- y realidad -lo que
realmente son- y la separación entre conocimiento sensible y racional llegará a
una conclusión: ambas distinciones están relacionadas. Y Parménides no duda en
relacionarlos de forma exclusiva: el pensamiento racional nos permite conocer
la realidad y los sentidos nos engañan
con la apariencia.
De
esta manera, Parménides ha presentado un juego de dobles parejas que será
fundamental en la Filosofía: por un lado, la razón va unida a la verdad; por
otro, los sentidos van unidos al error. Y estas dobles parejas enseguida se
unirán en un trío -insaciables ellas-. Razón y realidad se unen a verdad
mientras que sentidos y apariencia se unen a falsedad. Y esta será la clave de
todo el pensamiento griego -veremos posteriormente que rota por la Modernidad-:
la Realidad es racional.
A
partir de aquí, y llevando la tesis hasta el extremo, Parménides llegará a una
sorprendente conclusión. Si los sentidos se unen a la falsedad toda la
información que nos den será apariencia y por tanto falsa.
¿Cuál
es la información que nos dan los sentidos? Los sentidos nos presentan que
existen muchos seres particulares, una pluralidad de individuos concretos. Pero
ya sabemos que esto es una apariencia, como un espejismo, y que no debemos
fiarnos. Por tanto, la única forma de saber qué hay realmente es acudir a la
argumentación racional. Y esta nos explica, oh sorpresa, que la realidad plural
no puede ser real y que en realidad, observen la palabra, solo existe un Ser, una única realidad. Pero,
¿por qué?
Comencemos
con la argumentación. Si existiera una pluralidad de seres todos ellos serían
ser, pues esto es necesario para que existieran. Pero, la separación entre dos
seres, que es lo que permite que haya dos y no solo uno pues si no estuvieran
separados no habría dos sino uno solo, también debería existir pues si no fuera
así no separaría nada: si entre uno y otro no hubiera nada lógicamente, y
atención a esta palabra, no habría separación. Así, la separación debe ser
también ser. Y si la separación es ser y los particulares son ser lógicamente
no hay separación pues en realidad, obsérvese como hemos pasado de lo lógico a
lo real, todo es ser. Y, como conclusión racional frente a la evidencia de los
sentidos, todo es una única realidad: el Ser.
Juegue
en casa a Parménides. Hoja de papel y un lapicero. Dibuje ahora un objeto y
luego otro y un tercero, y si está inspirado un cuarto, quinto... Ahora mire el
papel y verá una pluralidad de cosas ante su vista. Sin embargo, y realmente -otra
vez la palabreja- solo habrá un papel. La pluralidad de cosas no es algo real
sino apariencia mientras que lo único real lógicamente
es el soporte para el objeto.
Así,
Parménides ha llegado a un aspecto radical del pensamiento filosófico. Lo que Parménides
ha planteado es una absoluta separación entre la realidad empírica, es decir la
perceptible a través de los sentidos, y la racionalidad: la realidad si es
verdadera es racional y no lo es solo por
ser empírica, perceptible por los sentidos. La pregunta, ahora, queda en
el aire y es un paso más sobre la anterior pregunta por el arjé. Efectivamente,
en esta primera pregunta se planteaba el origen y sustrato de la realidad; en
la nueva pregunta de Parménides hay algo más radical: ¿qué es y cómo es la
realidad? Y es más radical porque no se puede responder con una mera
descripción de lo que percibimos.
Ahora
lo sabemos: Parménides ha iniciado la Epistemología y a través de ella ha
creado la Metafísica. Y su pregunta doble, ¿qué es la realidad auténtica y si
se puede conocer realmente? exige, esa es la historia de la filosofía, una
respuesta. Y pronto comenzarán incluso mientras él está pensando dada por coetáneos
suyos.