martes, mayo 27, 2014

ELECCIONES EUROPEAS (y el fracaso de la izquierda)

1.- Las matemáticas aguan la fiesta. Fruto del pensamiento, las matemáticas no entienden de esperanzas, de nuevos proyectos ni de lucha desde abajo: solo entienden de racionalidad. Y por eso, alejadas de las esperanzas y nuevos proyectos, son una esperanza.

2.- Este fin de semana, tras el magnífico acontecimiento de primer orden de la décima ganada por el Real Madrid, ha ocurrido además la elección al Parlamento Europeo. Como nosotros somos gente secundaria, nos vamos a ocupar del hecho secundario. Y queremos destacar sus lecciones. Lecciones que ninguna de ellas nos da esperanzas.

3.- La primera lección es que las elecciones europeas no han movilizado a más gente que las anteriores elecciones europeas. La abstención se mantiene altísima y más de la mitad del electorado no va a votar lo cual es terrible a nivel democrático. Pero esto no es solo un hecho español sino de nivel europeo: las elecciones europeas son una realidad de abstención en todo el continente. Esto quiere decir que no existe ningún proceso europeo esperanzador para al menos la mitad de la población del continente. Si a esto unimos la crecida de elementos antieuropeístas, como el UKIP británico o el Frente Nacional francés tenemos una Europa sin interés por Europa. Y lo que es peor: una izquierda sin interés real por Europa.
Pero, ¿cuál es la causa de la desafección? La causa es múltiple pero curiosamente hay una que se destaca poco: la mayoría de la gente pasa absolutamente de política. No se trata de un desengaño o de que sean fruto de una malvada campaña ideológica, sino de algo más elemental: desinterés y falta de responsabilidad. Hay un importantísimo sector de la población, que podemos situar entre el  50% en su punto máximo y el 30% en el mínimo, que pasa tanto de la cuestión política que incluso no vota. Y esto por supuesto no quiere decir que los que sí votan tengan un extraordinario compromiso con la política. Pero, al menos votan.

4.- La segunda lección es que las elecciones europeas en España las ha perdido, sin duda, la izquierda. Esto puede sonar raro, especialmente si usted votó a Podemos, pero volvamos a las matemáticas.
En 2009, las anteriores europeas, PSOE+IU sumaban 6.730.032 votos. Cinco años después, y con todo lo que ha caído de destrucción del estado de bienestar y recorte de derechos, PSOE+IU+Podemos suman 6.404.839 votos. Si añadimos a estos los votos de Primavera Europea se llegaría a 6.729.373 votos. Es decir, en las mejores condiciones de mercado para crecer, el voto sociológicamente de izquierdas no lo ha hecho. Y no lo olviden además: hay seis millones de parados. 

5.- Pero, por supuesto, si usted votó a Podemos, o en menor medida a IU, estará muy contento –yo soy del Madrid y le entiendo, créame-. Pero las matemáticas son tristes. La presunta mayoría de izquierdas de este país no parece que apoye a aquellos que se dicen sus representantes. Y tal vez sea porque no hay una mayoría de izquierdas en este país. Ni tan siquiera presunta. La filosofía siempre fue contra el mito.

6.- Aunque hay que reconocer que Podemos ha estado muy inteligente conformándose en realidad como un partido de élites. Efectivamente, Podemos ha rehuido precisamente ser un movimiento popular y de masas, al estilo ordinario en que lo entiende la izquierda, para generarse como una aristocracia del espíritu político. La clave de Podemos, y su inteligente campaña, es que ha sabido dar respuesta a la expectativa de un grupo social concreto, gente con estudios y con interés político que se ve frustrada por la imposibilidad de medro social en el nuevo proyecto deprecarización europeo. Así, este grupo social, que se considera a sí mismo como maltratado socialmente, ha encontrado en Podemos su espíritu Apple. Se trata de un proyecto pensado para un público muy concreto con conciencia –y todos sabemos la diferencia entre conciencia y realidad- de élite social que desea participar en política.

7.- Pero, Apple tiene un techo comercial. Y Podemos también, que le hará ser siempre la –cómoda- alternativa. O dicho de otro modo, Podemos por su propio modelo no puede ser partido de gobierno. Y tampoco, por su propio modelo, quiero serlo. Y a la izquierda le hace falta gobernar y a la defensa de los derechos sociales que gobierne la izquierda.

8.- Pero, IU tampoco. Y es peor porque lleva más tiempo. Si podemos es Apple, IU sería Nokia. Hubo mucha novedad, mucho ruido y poca estructura real. IU ha acabado siendo un PCE maquillado al que sin embargo, y curiosamente, solo le separa de Podemos –para lo mejor y lo peor- la estrategia comercial.

9. Pero, ¿solo formas? Efectivamente y esto es lo  interesante. Se podría proponer un pasatiempo en los periódicos: buscar las diez diferencias fundamentales programáticas entre IU y Podemos. No las verán. Del mismo modo en que no existen diferencias entre un Apple y un PC. Pero esto nunca se lo digan a alguien que tiene un Apple.

10 ¿Y el PSOE? Se me va a permitir. Hace diez años la gente estaba emocionada con el espíritu Zapatero. ZP, señalaban, era de izquierdas y quiénes nos metíamos con él le hacíamos el juego a la derecha. Luego el espíritu acabó en fantasma, aunque aún le dio tiempo para situar el mérito en estar embarazada para acceder al ministerio de defensa dándole un golpe magistral, sin duda, al patriarcado. Pero la broma se torna en tragedia porque el voto sociológico de izquierdas de este país se centra en el PSOE. Y el PSOE está en fase terminal mientras los restos del zapaterismo se presentan como alternativa. Un desastre.

y 11.- 6.729.373 votos en 2014. 6.730.032 votos en 2009 ¿Por qué hay tanta alegría?


miércoles, mayo 21, 2014

VOTAR

Como todos ustedes saben, y si no lo saben aquí estoy yo para comentárselo, el próxímo día 25 de mayo –aniversario de mi primera comunión- son las elecciones europeas. De hecho, este artículo pretende pensar sobre ellas en un triple sentido. Primero, sobre su importancia; segundo, sobre la necesidad de intervenir en política; y, tercero, la explicación de mi propio voto. Y usted está pensando: ¡Y a mí qué coño me importa! Pero es que yo tengo poca vida interior y así paso el rato.

¿Son importantes las elecciones europeas? En política existe una idea popular que podríamos denominar como principio de relevancia. Supone este principio que la importancia de una institución sobre la vida de los ciudadanos guarda relación proporcional con la distancia, es decir: cuánto mas alejada, y por tanto aumente su distancia, la institución será menos significativa para las personas. Por ejemplo, el ayuntamiento será así, en el imaginario colectivo, más cercano e importante que el parlamento europeo. Pero, este principio es un error grave. Y lo es por varios motivos.

En primer lugar, este principio no tiene en cuenta el cambio social producido en la nueva sociedad globalizada. Efectivamente el principio de relevancia, como el propio nacionalismo que es su paradigma general,  vive aún en el  mundo antiguo donde la interconexión vital era escasa: lo paleto prevalecía. Hoy en día, sin embargo, cualquier hecho cotidiano demuestra que el planeta es nuestra única realidad: mire a su alrededor y verá algo chino o de las antípodas neozelandesas cuando se tome el postre. Así, y como principio general, usted se beneficia o se perjudica de las propias leyes vigente en esos países y que, sin embargo, no le tienen, ni a usted ni tal vez tampoco a sus propios habitantes como en China pero no en Nueva Zelanda, como sujeto de derecho.

Pero, ademas, resulta que en Europa usted es sujeto de derecho y también de padecimiento. Una parte fundamental de su vida se legisla bajo normativa comunitaria. Y la normativa nacional o regional o municipal está sujeta a esa legislación europea. Así,  queramos o no, Europa es importante. Y ello nos obliga a intervenir en política.

Los niños juegan al escondite tapándose los ojos. Piensan ingenuamente que si ellos no te ven resulta imposible que tú les veas. Los adultos sonreímos con superioridad frente a esto y aclaramos que son cosas de niños: ya crecerán. Las normas legales expedidas en el poder legislativo afectan a los individuos y a nuestro día a día. Así ha sido hasta ahora en los parlamentos nacionales y es ahora, con la economía globalizada,  en el Parlamento Europeo: las condiciones de eso que rimbombantemente se llama vida dependen de esto.

Pero  los adultos  juegan en política al  escondite  tapándose lo ojos. Les gusta creer que su vida es la república independiente de su casa que nada tiene que ver con el resto social sin pararse a pensar que el propio anuncio, tan simpático, tiene como fin vender muebles. Así, imponiendo el egocentrismo infantil creen poder decidir libremente no intervenir en política sin comprender que vivir en sociedad ya es intervenir en política. Como los niños, no comprenden que aquello a los que niegan su mirada sigue existiendo con todo su poder. Y que su vida se mueve en el recinto permitido.

Votar no es un ejercicio de identificación sino un préstamo. Por eso en democracia se vota con periodicidad. Estar de acuerdo con todo lo que propone un partido es imposible: habría que haber escrito uno mismo el programa y dejar de pensar a partir de entonces o ser, también cabe esa posibilidad, una persona que es así desde que nació y a la que nadie le hará cambiar de opinión y que se llama un borrego. Incluso el grado de desacuerdo puede ser tal que se considere no votar a ninguno. A veces nos ha pasado y hemos votado en blanco. Pero, es ingenuo pensar que uno solo vota desde su prístina conciencia. Y es un error político.

Las circunstancias concretas marcan la práctica política. Y el voto es una práctica política. Se vota en unas circunstancias y ante unas circunstancias. La conciencia pura en política es como aquella paloma que creía que volaría mejor en el vacío -bueno, a veces me pongo erudito-.

Estamos en guerra. El nuevo proceso de precarización, del que ya hablamos bastante en este blog,  implica la destrucción del estado social y democrático de derecho de nuestra constitución y que ha sido el modelo europeo desde el final de la II Guerra Mundial. Esta destrucción se ejerce también desde la propia UE y afecta a la vida diaria. Es fácil pedir el todo o nada pero el ángel de la historia, mientras tanto, va sembrando el camino de sufrimiento innecesario. Hay, sin duda, cierta humanidad en evitar el sufrimiento innecesario y, por eso, hay cierta humanidad y cierto deber ser en el estado del bienestar. Hay que defenderlo no como el ideal pero sí, al menos, como el mientras tanto.

¿A quién votar? Hay veces, y la guerra es una de ellas, en que la selección de los aliados no se hace por la máxima afinidad, que no se encuentra en ninguna parte, sino por el mínimo común. Hay veces, en que hay que votar jugando como al  billar y buscando la carambola: esperando que la bola jugada no viajará sola sino que al golpear en otras producirá un movimiento general. A estas elecciones se presentan muchos partidos de la autoproclamada izquierda. En realidad, todos defienden el mismo programa básico y lo único que cambia son sus, en todos ellos bastante flojitos, actores principales. Se podían haber presentado juntos, ya les digo que estamos en guerra, pero parece que nadie quiere el oscar -bueno, el Goya que son todos de la Europa de los pueblos riau riau -  al mejor actor de reparto y todos buscan el de actor principal. En fin, la triste realidad es que no lo han hecho. Y así hay que elegir.

Cada vez que un dirigente de IU abre su boca parece que busca que no se le vote. No sé si será una astuta estrategia de psicología negativa: también se usa con los niños, pero nosotros no somos niños. Y como no lo somos comprendemos que aunque nos tapemos los ojos pueden vernos. Y también sabemos que nuestra conciencia no es tan pura. Votar a IU no es un acto de identificación. Es un préstamo para el juego de billar y buscar recuperar lo mínimo.

lunes, mayo 19, 2014

¿Y EL GANADOR ES? #DEFINEFILO

Lanzarse a veces tiene estas cosas ¿Para qué lanzarse? Bueno, mientras la Reacción critica twitter y las redes sociales, nosotros intentamos aprender a utilizarlas. Y es difícil.

Cuando lanzamos nuestro concurso en twitter, seamos sinceros, tampoco esperábamos un éxito sin precedentes. Pero, seamos sinceros, tampoco esto. 

Analicemos.
Doy clase a un total de 90 alumnos en 2º de Bachillerato. De ellos, solo 20 se han presentado al concurso, lo que representa un porcentaje del 22,22%. Es decir, ni una cuarta parte.  Algo no va bien, ¿o va todo en realidad muy bien? Y, tal vez,  todo en realidad sea muy cómodo.

Así que nuestro concurso en twitter nos tiene en vilo: ¿a quién darle el premio? Resulta difícil elegir. Habría que ver varias cosas porque todos los presentados tienen sin duda algo. Yo, personalmente, odio los acrósticos. Pero que una alumna los haga sin ninguna directriz previa me asombra. Y más si el acróstico es la exacta definición de Filosofía. La ganadora es doña Laura Egido Becerril. 

Pero, y seguro que ya lo saben, todos han ganado. Y con ellos, cierta esperanza en que la educación es importante. Y que las redes sociales pueden ser nuestras aliadas, como lo fue la imprenta. Y que tal vez, por eso, las quieren dominar.

Y solo una cosa más: darles clase fue un placer.

jueves, mayo 15, 2014

#DEFINEFILO

Yo a veces me lanzo. Me lanzo a dormir, me lanzo al pacharán, me lanzó a por dinero… e incluso, soy un tío cargado de ideales, me lanzo a la labor pedagógica. También es verdad que, a veces, no sé qué hacer.

Bueno, total, que no sé si por lo primero o por lo segundo se me ocurrió una tarde lanzarme a hacer educación en twitter –seguramente porque corregir allí cansa menos-. Así que he creado un concurso entre mis alumnos que bajo el hashtag –almohadillaetiqueta, para los puristas de la lengua y la raza- #Definefilo deben definir la Filosofía en 140 caracteres –en realidad menos porque ocupa también el hashtag y mi dirección, aunque deberían consolarse si pensaran que yo fuera un purista de la lengua y la raza y les obligara a poner almohadillaetiqueta-. Y así, los alumnos, voluntariamente, pueden definir la Filosofía. Y para que ustedes vean que aún hay esperanza pueden verlos en mi cuenta de twitter o poniendo en su propio perfil y en buscar DefineFilo. 

 Yo a veces me lanzo por cosas interesantes, ellos siempre.

martes, mayo 13, 2014

NO SOLO WERT

1.- La finalidad última de la LOMCE es la destrucción de la educación pública como sistema educativo predominante en España. No se trata de una destrucción cuantitativa, seguirá siendo la más numerosa, sino cualitativa: se la elimina de la preeminencia social. Efectivamente, el fin último es  remitir la enseñanza pública a un segmento determinado de la población, la dase baja y la clase media depauperada por el proceso de precarización socioeconómico imperante. Así, se pretende sacar de la enseñanza pública al sector social más dinámico para remitir  aquella exclusivamente a la realidad última de la caridad cristiana: para los pobres. Se trata, en definitiva, de   eliminar de ella a los colectivos sociales con  un deseo de medrar socialmente. Y con ello, de influir socialmente.

2. ¿Cómo busca conseguir esto la LOMCE? De una forma sencilla. Generando una carrera de obstáculos para los alumnos y su titulación. La idea es reducir la titulación superior y con ello rebajar necesariamente el porcentaje  de dichos titulados que lo hacen desde las clases bajas y, ahora también, desde la clase media ya depauperada. La idea es que ante la escasez futura de puestos cualificados haya menos competencia, piensa Wert, para los nuestros. Y esto, se hace desde una triple perspectiva:

Primero, conociendo que el éxito escolar guarda una extraordinaria proporción con el ámbito social del alumnado. Es decir, a mejor posición socioeconómica de la familia mayor éxito escolar. Así, si se sitúa una carrera de obstáculos proporcionalmente, y de forma necesaria, se eliminará a la mayoría de las clases sociales más bajas.

Segundo, sabiendo que igualmente es el origen social la base sobre la cual se fundamenta la elección entre escuela pública y privada (incluyendo aquí la concertada). Así, sabemos que los alumnos de mayor nivel social irán a la privada y, por tanto y de acuerdo al punto anterior, serán aquellos que proporcionalmente consigan superar la carrera de obstáculos de manera más numerosa. Además al fomentar la especialización de los centros hará que allí donde la privada, con la empresa llamada iglesia a la cabeza, no vaya por falta de negocio se sustituya por una pública selectiva para ese orden social no cubierto.

De esta forma, cuando la LOMCE habla de esfuerzo y excelencia debería decir, sencillamente, selección social a priori, aquello que no tiene que ver con el esfuerzo y la excelencia de los alumnos: sus hijos llegarán a la universidad. Es decir, en el fondo el esfuerzo y la excelencia en la selección del alumnado que la LOMCE proclama es solo si el esfuerzo, y ya depende si la excelencia, se dio en el polvo pobre o en el polvo rico. Ya se sabe, somos polvo de estrellas o de estrellados.

3.- Pero, ¿no hemos dicho una triple perspectiva? Y hasta ahora, usted y yo que somos de clase alta, hay dos. ¿Cuál es la otra? La otra es la pura inanidad de la escuela pública. La LOMCE se basa en la propia inutilidad de la escuela pública como factor educativo real.

4.- ¿Pura inanidad de la escuela pública?  Efectivamente, esta es la desgraciada tercera consecuencia. Quien ha hecho la LOMCE conoce perfectamente la escuela pública y por ello no ha tocado, ni tocará en profundidad su funcionamiento (excepto, y no es curiosamente, para aquellos institutos selectivos). La escuela pública es en sí misma inane y no funciona como un auténtico elemento de mejora del nivel educativo de los alumnos. O dicho de un modo más crudo: cuando las clases medias y bajas lleven a sus hijos a la pública en realidad no harán sino llevarles a un sistema que solo permitirá la reproducción de sus propias condiciones sociales. La escuela pública será la mera reproductora de la realidad social previa.

5.- ¿Por qué la escuela pública es inane? Que la escuela pública sea inútil quiere decir que no funciona. Esto, a su vez, significa que su labor social no sirve. Por supuesto, en la escuela pública, como en la privada, hay profesores buenísimos, pero lo importante es que como institución la escuela pública no funciona. Y que no funciona se ve fundamentalmente en que los alumnos sin apoyo externo, ya sea familiar o profesional, no mejoran porcentualmente sus resultados. Es decir, la escuela pública repite la realidad social.
Y ahora todo el mundo esperará una retahíla de quejas sobre Wert, el PP y el neoliberalismo. Pero, desgraciadamente, esta es sin duda una causa, pero hay otras.

6.- ¿Por qué no funciona la escuela pública? Toda la ley reaccionaria de Wert está pensada, precisamente, sobre la base de que lo fundamental de la escuela pública no funciona en absoluto. Es decir: no funciona el profesorado de la pública. Y por eso la LOMCE sí funcionará.
Evidentemente, no es que no funcionen todos y cada uno de los profesores, sino que el profesorado no funciona como colectivo.  Y la razón de que no funcione se puede dividir en objetivas, propias del sistema, y subjetivas, inherentes a la condición profesional y sus representantes.

7.- En las objetivas la fundamental es la organización de los centros. La estructura propia de los centros docentes provoca que estos sean absolutamente inoperantes.
Existe una Junta Directiva que no tiene de poder alguno, incapaz así de solucionar los problemas concretos. La dirección un centro sirve para desarrollar el trabajo administrativo: desde conciliar horarios para que ningún profesor se enfade hasta cumplir con unas plantillas insuficientes mandadas por una administración cuyo deseo es el hundimiento del sistema. Así, ser director de instituto se convierte necesariamente en un trabajo de malabarista compadreo y no de dirección: se trata con la administración sabiendo que su única finalidad es ahorrar el dinero que luego irá a la banca y a las autopistas privadas y se trata con el compañero profesor conociendo que quiere entrar lo más tarde posible y salir cuanto antes.

En segundo lugar, está la estructura en departamentos, dinosaurio decimonónico que hace que los mejores profesoves deban coordinarse -pero se lee ceder- frente a, y no solo con, los peores. Así, las programaciones didácticas –nombre rimbombante a lo que todo el mundo sabe que no es sino  un documento administrativo sin sentido- no son sino el mausoleo de los mejores docentes y el descanso eterno de los peores.

En tercer lugar está el desincentivo absoluto del trabajo. En la escuela pública da igual ser bueno, malo o regular porque en absoluto cuenta para nada. Cualquier esfuerzo en la profesión no sirve para ella misma ni como incentivo económico ni como mejora profesional -bueno, excepto saber inglés para poder ir a los nefastos bilingües-.

8.- Pero, se cumplen 450 años de Shakespeare: “nuestro destino no está en la estrellas, sino en nosotros mismos que no somos más que esclavos”. Está en Julio César.

9.- Las causas subjetivas de la derrota de la Pública está en esos esclavos satisfechos que nos llamamos profesores. Cada vez que un profesor volvemos, porque es primera persona del plural, otra vez a entrar tarde; cada vez que un profesor buscamos, otra vez, aposta al médico que justo está solo por la mañana para poder faltar;  cada vez que un profesor miramos, de nuevo, a otro lado en el pasillo disimulando; cada vez que un profesor  no usamos las vacaciones –sí, las vacaciones de tres meses anuales- para mejorar nuestra docencia; cada vez que un profesor, en definitiva, decimos que la culpa absoluta es de los padres mientras que nosotros hemos decidido que el instituto es una academia y no un centro educativo le damos la razón a Wert. Luego el profesor gritará, será radical en el claustro e incluso votará a favor -porque es un funcionario rebelde excepto para devolver a la sociedad su condición de funcionario- de la huelga general indefinida y revolucionaria porque sabe que nunca saldrá.
Nos presentaremos como Espartaco.
Pero, somos solo un esclavo más.

10.- Ser profesor es una profesión triste. Frente al médico, cuyos resultados y recompensa son actuales, el profesor se proyecta en un futuro difuminado por el olvido: todos debemos algo a algún profesor al que nunca se lo hemos agradecido. Pero, al tiempo, ser profesor es una nómina alegre: buen sueldo para la media del país y muchas vacaciones.
Wert, como metáfora, confía en que la nómina triunfe.
La democracia, como realidad, necesita que triunfe la profesión.

11.- Los Simpsons son una serie imprescindible. Aparte de servir para explicar en clase un montón de cosas tiene ese aire de ilustración que ya no es tan común –nota: comparar un día Los Simpsons con esa abyección autocomplaciente que es Padre de Familia y similares-.  Al final de uno de sus episodios, Bart y el director de la escuela de Primaria Skinner se abrazan y entonces aprovechan para poner cada uno en la espalda del otro una nota.
Bart pone: pégame una patada.
Skinner escribe: edúcame.

y 11 bis.- Recuérdalo y recuérdamelo: no solo Wert.