domingo, septiembre 29, 2019

CLASE TRABAJADORA, CLASE MEDIA Y DISCURSO DE IZQUIERDAS/3: IZQUIERDA E IGUALDAD SOCIAL

Ya acabamos (o no). En el primer artículo definíamos los términos de clase trabajadora y clase media. En el segundo, analizábamos y comparábamos las características de ambas, destacando especialmente sus diferencias. En este tercer artículo, lo que vamos a hacer es, basándonos en esas características presentadas anteriormente, y especialmente en las diferencias, explicar por qué la izquierda política debe tener como sujeto político, en cuanto a protagonista de su actuación, y objeto prioritario de su política a la clase trabajadora.

La pregunta ahora es quién debería ser el protagonista de la izquierda y por qué.

Pero antes de esto, es menester explicitar –nota: qué clasicismo en mi lenguaje- bajo qué criterio habría que elegir entre clase media y clase trabajadora. Es decir, qué valores deben ser los predominantes en la izquierda para escoger entre una u otra.

La izquierda surge con la teoría de Rousseau. Éste, cuando busca el origen de la desigualdad social, no la achaca a las condiciones personales de nacimiento, talento o trabajo ni tampoco a algo esencial y necesario sino al diferente reparto de la propiedad. Esta tesis sitúa entonces la clave social no en las ideas o teorías de la gente, no en el sexo de las personas o en otras ñoñerías –nota: obsérvese la crítica encubierta a la par que ingeniosa- sino en la condición socioeconómica y material, que se relaciona necesariamente  con la disposición de mayor o menor de propiedad.

De esta manera, la posesión de mayor o menor propiedad y el desigual reparto de esta son la clave del origen del pensamiento de izquierdas.

Pero que algo sea así en su origen no implica necesariamente que tenga que seguir siéndolo. La pregunta sería ahora, si queremos resolver la cuestión sobre si apoyar a la clase media o a la clase trabajadora, si el esquema rousseauniano de la izquierda tradicional puede seguir siendo defendido. O diciéndolo con otras palabras: si debemos defender que apoyar a la clase trabajadora es más progresista que apoyar a la clase media. Y, de nuevo, surge aquí el problema porque la pregunta ahora sería qué significa ser más progresista. Y yo comprendo que esto es un aburrimiento y usted, si es que hay alguien ahí, deje de leerlo, pero por eso esto es un artículo también de Filosofía: nos preguntamos por las cosas negándonos a darlas por satisfechas.

Por pensamiento progresista entendemos aquel que defiende la distribución equitativa de la propiedad. Así, una sociedad será más progresista en cuanto la propiedad, en todas las acepciones de la palabra, sea más compartida y en un mayor grado cuantitativo. Es decir, haya más riqueza, material y cultural, y se distribuya de forma más igual. Por ejemplo, una sociedad es más progresista que otra si sus habitantes, todos, tienen un alto grado de bienestar económico (igualdad económica), un alto grado cultural (igualdad educativa) y un alto grado de libertad (igualdad política). Y eso es lo que debería, grosso modo, defender la izquierda.

Así las cosas, se trataría ahora de ver qué grupo social, si la clase media o la clase trabajadora, defiende en sí misma esta mayor igualdad. Y tenemos que hacer aquí otro inciso muy importante. No se trata de qué puedan apoyar voluntariamente y de forma individual sus integrantes, sino de una objetividad social. Se trata de analizar, de acuerdo a la propia constitución y características del grupo, qué es lo que dicho grupo defiende independientemente de qué cree que defiende o cómo se presenta ideológicamente. Es decir, no lo que la clase media o la clase trabajadora cree sobre sí misma sino lo que realmente son y al ser así generan unos intereses sociales determinados.

Y en estos intereses sociales determinados está el problema de si les interesa o no la igualdad social. Y es esta la clave de todo. Si la izquierda quiere ser progresista debe defender la mayor igualdad social posible. Y para ello, necesitará apoyarse en el grupo social que objetivamente más interés tenga en la misma igualdad social como hecho general.

Como hecho fundamental hay uno: la clase media debe, como grupo social y objetivamente, defender la desigualdad. Efectivamente, la clase media tiene como elemento unificador de sus integrantes la renta, pero al tiempo si bien ésta puede mejorar, de forma rara ascendiendo a clase alta, también puede precarizarse y caer en clase baja. Por esto, la clase media también se define necesaria y objetivamente por la desigualdad con la clase baja. Pero, además, tiene  su interés en mantener dicha desigualdad. Es decir, la clave social de la existencia de la clase media es el mantenimiento de la desigualdad pues debe defender dicha desigualdad como elemento diferenciador frente a la clase baja. Efectivamente, la clase media, para no ser absorbida por la baja, debe defender ese muro de desigualdad que la rodea.

De esta forma, la clave de la clase media, la razón de su existencia como tal, es la propia desigualdad no en un sentido negativo para sí misma, como lo será para la clase trabajadora por el desigual reparto de la propiedad, sino como hecho positivo que la conforma frente a la clase inferior.

Sin embargo, en la clase trabajadora es al contrario. Su clave social no es mantener la desigualdad, que la hace seguir necesitando vender su trabajo diariamente, sino superar dicha desigualdad: que no sean unos pocos los dueños de los medios de producción y una mayoría explotada la que tenga que vender su trabajo para sobrevivir. Así, la clave política socioeconómica de la clase trabajadora, pero no de la clase media, es la eliminación, o al menos la mitigación, de la desigualdad. Pero, además, su necesidad de unirse viene dada por mejorar, al menos, las condiciones de su explotación laboral. Es decir, la clase trabajadora sí necesita intervenir socialmente, al menos en el mercado laboral pero también en más cosas como veremos, frente a la parálisis de la clase media.

Así, la necesidad de desarrollar la igualdad social es una necesidad de la clase trabajadora pero no de la clase media. Y por ello, ya estamos en una conclusión, la izquierda debe centrarse en la clase trabajadora.

Pero aún nos falta, ya es lo último lo juro, desarrollar brevemente las características de esta igualdad social y su interés por la clase trabajadora. Otro día, ya.

lunes, septiembre 23, 2019

ÑOÑERÍA Y CLIMA: ASÍ NOS VA...

Que la #AutoproclamadaIzquierda esté emocionada con el discurso de una adolescente de 16 años como #GretaThurnberg, dice mucho del nivel intelectual de la #AutoproclamadaIzquierda.
Y responde a la pregunta de por qué nos va como nos va.
#QuienEntreAquíQueAbandoneTodaEsperanza

lunes, septiembre 09, 2019

CLASE TRABAJADORA, CLASE MEDIA Y DISCURSO DE IZQUIERDAS/2: CARACTERÍSTICAS SOCIOECONÓMICAS


En la primera parte de esta serie, definíamos los términos de clase trabajadora y clase media. La clase trabajadora era aquella que necesitaba vender su trabajo para poder subsistir y que, por tanto, dependía de las condiciones del mercado laboral. Era así una definición donde el elemento económico era importante, su desposesión de toda riqueza y su necesidad de vender la única suya, y también, y en la misma medida, el elemento social, pues su condición de existencia depende no solo de su renta sino de la condición del mercado laboral que nunca controla.

Sin embargo, la clase media se definía exclusivamente por una situación económica de renta: estar entre el 60% y el 150% de la renta media –más o menos en España entre los 10.000 y los 40.000 euros per cápita-. Se trataba así, por tanto, de una característica puramente económica y evaluable a nivel de renta. Por tanto, en sí misma la clase media no refiere a otro elemento social que su propia riqueza, pero sin embargo esta neutralidad económica tiene consecuencias sociales.

Efectivamente, en esta parte vamos a tratar algo fundamental para ver si la izquierda política debe decantarse por tener como sujeto político a la clase media o tener a la clase trabajadora. Y para ello, lo mejor será comparar a una y otra y ver las consecuencias que salen de esta comparación. Y por supuesto, como ya señalamos en el artículo anterior, sabemos que alguien, yo mismo, puede ser de clase trabajadora, necesito trabajar para vivir, y clase media, pues gano una cantidad anual determinada. Pero aquí no nos importa la anécdota personal sino la objetividad social: los intereses que como grupo constituido objetivamente se tienen.

En primer lugar, a la clase trabajadora como tal le interesa una disminución del nivel de explotación del mercado laboral. Esta mejora para la clase trabajadora se mide, fundamentalmente, en prolongar al máximo posible el tiempo de contratación, hacerse fijo, la reducción de la jornada laboral y la subida del salario. Y esto vale tanto para el trabajador que está en la clase media como el que no. Por ello, necesita un estado determinado de las condiciones económicas y en concreto de la legislación, y situación real, sociolaboral. Efectivamente, la clase trabajadora es la más débil de la cadena productiva, pues existe individualmente en número suficiente para poder ser reemplazada de forma singular. Esto le lleva a tener que defender la existencia de una legislación laboral que defienda sus intereses como contrapartida frente al poder empresarial y su capacidad de dictaminar las normas. Es decir, la clase trabajadora necesita una política económicamente intervencionista.

Sin embargo, a la clase media, puesto que puede ser o no clase trabajadora, el mercado laboral le puede resultar indiferente o, cuando menos, no ser una de sus máximas preocupaciones pues su renta no tiene por qué tener allí su origen. Es más, incluso puede resultarle, a determinados sectores de la misma, interesante una depauperación de los derechos laborales por ser pequeños empresarios de negocios sin necesidad de mano de obra cualificada. Así, lo que nos importa de aquí es como por sus características y como grupo en sí, no como algo circunstancial, mientras que a la clase trabajadora le interesará siempre y necesariamente una política sociolaboral intervencionista, a la clase media necesariamente, como tal clase media, no, pues su constitución no depende necesariamente de la venta de trabajo sino que es más heterogénea.

En segundo lugar, a la clase trabajadora le interesa un estado social fuerte y un sistema público activo en los pilares fundamentales de la protección social como son educación, sanidad, pensiones y coberturas sociales. Esto es así porque su propia situación, que depende de las fluctuaciones azarosas o premeditadas del mercado laboral, es frágil. Y este estado social le protegería frente a esa real fragilidad. Los sistemas públicos son así, objetivamente, una necesidad para la clase trabajadora y también una garantía de que su posible depauperación no significará, sin embargo, la ausencia de un cuidado mínimo para el propio individuo o su familia.

Sin embargo, la clase media, en su carácter aspiracional y buscando distanciarse de la clase baja y presentarse a sí misma como clase alta en su autorrepresentación soñadora, tiende a desarrollar como buena la privatización del servicio público como elemento diferenciador de representación social. Efectivamente, lo que busca la clase media como tal es la diferenciación en la presentación del servicio que consiste, en realidad, en la desaparición de la clase baja de su espacio. Se trata de pasar de usuario, donde todos son iguales, a clientes, donde los hay mejores y peores de acuerdo a su nivel de renta. Así, la clase media en sí misma, por su propia realidad social, será partidaria de la privatización parcial de los servicios públicos que consistirá en que estos si bien sigan existiendo, sean prestados por entidades privadas, lo que posibilitará que a cambio de pagos adicionales discriminen en el propio servicio. Este ejemplo se ve perfectamente representado en la escuela concertada, que resulta gratuita en lo básico pero al añadir cuotas y seleccionar alumnos se representa a sí misma como escuela privada de pago que discrimina a la clase baja.

Y aquí es donde aparece, en tercer lugar, el tema de los impuestos.
La clase trabajadora, como ya hemos explicado, necesita de un estado social fuerte que le dote de los servicios básicos. Por ello, le interesa una política fiscal a su vez poderosa y progresiva, pagar impuestos vaya, que lo mantenga. Así, el interés objetivo de la clase trabajadora va unido necesariamente a los impuestos. Pero además, le interesa que dichos impuestos no solo graven el trabajo, su única mercancía, sino otros aspectos de riqueza: por eso, nunca puede tener como objetivo la eliminación de aquellos tipos impositivos que más se refieran a la cuestión de la riqueza en su relación con la propiedad o el capital. Efectivamente, como la única propiedad que posee la clase trabajadora como tal es su trabajo, no podrá concebir como positivo que se eliminen impuestos que guardan relación con otras propiedades como el impuesto de sucesiones o los impuestos  capitales. Así, la clase trabajadora tendrá objetivamente una necesidad de una política fiscal fuerte y progresiva porque es su seguro social.
Sin embargo, la clase media objetivamente tiene una visión opuesta de la política fiscal. Como su renta puede no tener que ver con el trabajo, podría ser un asqueroso especulador de vivienda por ejemplo –nota:sí, asqueroso especulador-, se presentará como contraria a cualquier subida impositiva progresiva e, incluso, a la existencia de cualquier imposición ajena a la nómina (la venta de trabajo), como pueda ser el impuesto de sucesiones. Y considerará, con ello, beneficiosa las sucesivas bajadas de impuestos directos que los políticos prometen con cada nuevo periodo electoral y su falta de progresividad.

De esta manera, la clase trabajadora y la clase media son dos categorías sociales diferentes en su propia realidad y como tales categorías con intereses distintos.

Y es aquí donde está la clave del problema político pues los intereses de la clase trabajadora son de tradición progresista e izquierdista, en cuanto implican una intervención estatal y una regularización de la economía, la producción y el mercado laboral.
Sin embargo, los intereses de la clase media se acercan al desmantelamiento del estado social y de la política fiscal pues su carácter económico de renta, y no de trabajo necesariamente, implica el cuidado egoísta singular de esa misma renta. Y por eso, la actual política tiende a hablar de clase media y no de clase trabajadora en su afán de desarrollar social e ideológicamente el Nuevo Capitalismo. Y, curiosamente, la izquierda con ellos.

Pero, esto lo desarrollamos ya en otro artículo para darle emoción.

lunes, septiembre 02, 2019

CLASE TRABAJADORA, CLASE MEDIA Y DISCURSO DE IZQUIERDAS/1: DEFINICIONES

¿Usted es clase media o clase trabajadora?

La gente, y yo soy gente, solemos utilizar los términos sin pararnos a pensar en su definición exacta. Así, utilizamos los términos clase media y clase trabajadora como expresiones excluyentes. Además, vemos como en el discurso político la expresión clase trabajadora va desapareciendo y sonando a antiguo,  situando una  primacía política, en cuanto a público de referencia, en la clase media.

Por este motivo, tal vez sea hora de señalar con precisión qué significa cada uno de estos términos y analizar con cuál debería trabajar  la izquierda si quiere formar una política progresista y emancipatoria.

En primer lugar, definamos clase trabajadora. Para ello, no  hemos encontrado mejor aproximación que la definición que da Engels en los Principios del Comunismo (1847). En este texto la define así:
El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada.

Analizando esta afortunada definición vemos que serían clase trabajadora aquellos individuos que cumplen estas características.

Primera, que necesiten trabajar para vivir de manera permanente, pues no pueden recurrir a otros medios económicos, como tener rentas o propiedades, para su subsistencia a largo plazo. Por ello deberán vender diariamente su fuerza de trabajo.

Segunda,  y como consecuencia de lo anterior, que su existencia concreta y las condiciones en que se desarrolla la misma tiene que ver con la demanda del mercado de trabajo y las condiciones que este marca. Es decir, no pueden dejar de trabajar pues su vida, en las condiciones dadas, depende de la renta conseguida por un salario y dejar de recibirlo implicaría su depauperación absoluta, con lo cual están expuestos permanentemente a las fluctuaciones del mercado laboral y sus condiciones. Así, su vida, en el sentido literal, depende del mercado laboral. Y su existencia cotidiana de las condiciones de contratación de dicho mercado.

Por consiguiente, en esta definición, clase trabajadora sería todos aquellos sujetos que si dejaran de trabajar, y de percibir por tanto su salario durante un periodo prolongado de tiempo, no podrían mantener el nivel medio de renta y caerían por debajo del umbral de pobreza (que, recordemos, es el 60% de la renta media nacional).

Así pues, clase trabajadora es un concepto centrado fundamentalmente en la relación necesaria existente que se da entre la condición laboral del sujeto y la subsistencia económica. O para decirlo de otra manera: ligado fundamentalmente a la explotación diaria y necesaria en el mercado de trabajo. Cuando esta relación es de condición necesaria, el sujeto necesita trabajar para vivir, es clase trabajadora. Cuando es una relación subsidiaria, el sujeto puede elegir entre trabajar o no pues su renta está asegurada por cualquier otra forma, no estaría integrando la clase trabajadora.

Lo fundamental, en definitiva, para definirse usted como clase trabajadora  es que tiene que vender la fuerza de trabajo diariamente como una mercancía sujeta a las condiciones del mercado. La pérdida de empleo, es decir que nadie quiera la única mercancía que posee y de cuya venta depende su  subsistencia, es por ello un drama.

¿Y ahora qué es la clase media? Si la clase trabajadora se  define por su relación de dependencia con el mercado laboral, la clase media se define por su nivel de renta, sin importar de dónde salga dicha renta. Así, la mayoría de los economistas definen clase media como aquella que tiene una renta determinada que se sitúa entre el 60% y el 150% de la renta media nacional. Si la renta mediana española es de unos 14.000 euros anuales, la renta de la clase media estaría entre tener unos ingresos per cápita, es decir personales, de 8.500 a 35.500 aproximadamente.

De esta forma, y curiosamente, se pueden dar a partir de aquí bastantes paradojas como que, por ejemplo, haya clase trabajadora que sea clase media, que haya clase trabajadora que no sea clase media, por abajo o por arriba, o que haya clase media que no sea trabajadora. Es decir, que necesariamente no hay una identificación entre clase trabajadora y clase media. Pero sí puede haber coincidencias.

Por ejemplo, un asalariado que gane más de 35.500 euros al año puede ser clase trabajadora pero no clase media. Es lo primero, clase trabajadora, porque la condición de su supervivencia depende de la venta de su fuerza de trabajo y por tanto de las condiciones del mercado laboral donde debe acudir a venderlo y venderse. Sin embargo, como sobrepasa el umbral de renta, no será ya clase media.

Otro por ejemplo, sería un rentista o un propietario inmobilario, ese típico especulador que vive de los alquileres de sus propiedades, y que probablemente los haya heredado de papi y mami , podrían ser clase media pero no clase trabajadora pues su mercado de supervivencia es la especulación inmobiliaria y no lo laboral.

Un nuevo por ejemplo, sería un trabajador que podría ser clase media, por nivel de renta, y a la vez clase trabajadora, pues su supervivencia depende de su venta de su fuerza de trabajo y por ello de las condiciones establecidas en el mercado laboral, pero cobra una renta salarial suficiente para llegar a ese umbral económico.

De esta manera, la clase trabajadora y la clase media son dos categorías sociales diferentes en su propia realidad y como tales categorías sociales pueden tener intereses distintos. Y es aquí donde está la clave del problema político.

Y vamos a adelantar nuestra opinión, que argumentaremos próximamente. Los intereses de la clase trabajadora son de tradición progresista e izquierdista, en cuanto implican una intervención estatal y una regularización de la economía, la producción y el mercado laboral. Sin embargo, los intereses de la clase media se acercan al desmantelamiento del estado social y de la política fiscal pues su carácter económico basado exclusivamente en la renta, y no en el trabajo necesariamente, implica el cuidado egoísta singular de esa misma renta. Y por eso, la actual política tiende a hablar de clase media y no de clase trabajadora en el proceso de asunción, primero y auge después del nuevo Capitalismo.

Lo que vamos a defender aquí es que para la izquierda, su sujeto político debe ser la clase trabajadora y no la clase media -y por cierto tampoco deben ser los grupos de la diversidad muy diversa-. Pero, ¿por qué?

 Esto, en el próximo artículo.