lunes, mayo 28, 2012

FRENTE AL FANATISMO RELIGIOSO: APOYO A JAVIER KRAHE

Ya defendimos aquí el derecho de la Razón frente a la barbarie musulmana. Volvemos a defender ahora el derecho de la crítica frente a la barbarie cristiana. Hay gente que prefiere arrodillarse ante curiosos seres inmateriales y sus extraños representantes terrícolas. Tienen la defensa de una ley que hicieron y lucharon aquellos que no creyeron en cosas tan ridículas. Pero igual que ellos pueden exhibir sin pudor sus curiosas imágenes y extraños actos pretendidamente mágicos, exigimos nuestro derecho a criticar sus dogmatismos. 

Por todo ello, vaya desde aquí nuestro apoyo a Javier Krahe, que está siendo acusado por el fanatismo. Está claro, los gilipollas esta vez son ellos.

domingo, mayo 27, 2012

UN PROGRAMA DE IZQUIERDAS/3: CLASE MEDIA

Una  finalidad fundamental de la política es conseguir el poder pues si no se llega a ello no se puede realizar el programa defendido. En política, por consiguiente, el poder no es algo accesorio sino una condición necesaria: si no hay poder uno -a pesar de lo solidario, rebelde y guay que sea- no podrá realizar su proyecto social. Un programa de izquierdas, por tanto, busca llegar al poder, ser gobierno.

A su vez, este poder político se puede alcanzar o de la forma tradicional o de la nueva forma democrática. La forma tradicional, como es fácil de suponer, ha sido la adquisición violenta y posterior control a la fuerza del mismo. La nueva forma democrática, vigente solo a partir de poco tiempo en la historia de la humanidad y en determinados y afortunados lugares, implica ganar unas elecciones. Y nosotros queremos ganar unas elecciones porque hay, también, una cuestión moral sobre la forma de llegar al poder.

Surge así, y como consecuencia de lo anterior, una pregunta: ¿cómo un programa de izquierdas puede ganar ahora unas elecciones y llegar al poder? Pero antes comentemos una curiosidad.

Si usted ha llegado hasta aquí ya está sospechando algo: como un programa de auténtica izquierda es imposible que gane unas elecciones, se nos va a acabar pidiendo que rebajemos su contenido traicionando nuestros altísimos ideales: ¡eso nunca!, grita el puro. Cierto, hay una especie de conciencia social de izquierdas que no solo no cree que se puedan ganar unas elecciones sino que, incluso, considera un agravio pensar en ello, una ofensa a su pureza cuando en realidad lo es a la inutilidad de su acción política. Y lo que late detrás de eso es una corriente de elitismo.

¿Elitismo entre la izquierda? ¿Elitista un tío comprometido como yo? ¿Estás hablando conmigo –obsérvese el homenaje-? Efectivamente, quien así piensa lo hace  considerando que sus ideas son tan extremas, racionalmente superiores y generosas que solo él, ser especial, y tal vez algún otro, pero siempre pocos, puede defenderlas porque escapan a todo interés: son puras. Sin embargo, olvida algo: las élites responden también a lo social. Quienes así piensan, realmente no escapan a la comodidad social e intelectual características de los grupos dominantes. Ese mesianismo, precisamente, esconde la conformidad de un grupo autosatisfecho socialmente que considera la acción política real una traición permanente pero, al tiempo y no contradictoriamente, sitúa toda especulación teórica como algo de quienes habitan en la torre de marfil. Desprecian la auténtica acción política y odian la filosofía. Así, sin efectividad real alguna y sin desarrollo intelectual, su acción es la algarada callejera en la práctica y los lemas, en twitter fundamentalmente con su limitación de caracteres, en la teoría. Pero la autosatisfacción de mantener el discurso verdadero, como en las sectas, hace no solo que el grupo se mantenga sino que prospere por simpatía: ¡son tan idealistas!, piensa la señora antes de ir a misa de una. La autenticidad, siempre tan sobrevalorada, gana adeptos pues no hay que olvidar que nada hay más auténtico, en su simpleza natural, que un borrego.

Nosotros, frente a este argumento de élites, defendemos lo contrario: queremos un proyecto que tenga hegemonía social a través del apoyo de una amplía mayoría de la población y que así consiga el poder. Y para ello, este movimiento político tiene que ser también, aunque no solo,  una respuesta a los intereses  y expectativas de esa mayoría social. Así, si la izquierda quiere ser políticamente efectiva necesita un discurso hegemónico. Y este discurso debe contener una respuesta a los problemas de la mayoría de la población. Y esa mayoría de la población es lo que se llama clase media.

¿Clase media? Pero, ¿qué es la clase media? Es importante antes de nada definir términos. Normalmente, la izquierda siempre ha hablado de  los trabajadores: era un discurso correcto para el anterior capitalismo. Sin embargo, el cuello azul ya no es socialmente relevante. Y un día todos nos despertamos pensando en nuestras vacaciones en Benidorm; alguno, más fino, incluso en Denia o, el colmo de la intelectualidad, en Baleares. Por ello, la base social de un nuevo movimiento de masas tiene que ser este grupo social, la clase media, si se desea ser efectivo.

Pero seamos más estrictos en nuestra definición. Definimos como clase media española aquellas familias que ingresan entre 30.000, la renta per cápita española más o menos, y 60.000 euros anuales en su hogar unitario –obsérvese la precisión tan políticamente correcta-. Esto nos lleva, aproximadamente, al 50% de la población. Si bien podríamos citar elementos ideológicos para definirla, consideramos que la mejor definición es la económica al ser la que aglutina los problemas sociales de este colectivo, independientemente de la visión subjetiva que cada uno de sus miembros tenga sobre la realidad: lo que importa no es lo que uno se sienta, sino lo que efectivamente es. La izquierda necesita a ese 50%. Y, como vamos a ver, la clase media necesita a la izquierda.

Sin embargo, y al comprender que necesitamos a la clase media, podría ocurrir que acabáramos realmente adaptando nuestro discurso para triunfar, perdiendo su ideal de progreso al buscar satisfacer el interés de esa misma clase media.  Pero, esta preocupación es diferente al sentimiento anteriormente citado de la élite izquierdista. Esta, llevada por el dogmatismo, niega la relación con la clase media a priori huyendo del impuro; nosotros, sin embargo, pretendemos reflexionar sobre el discurso de izquierdas para ver su compatibilidad o no con la clase media. Por ello, hay analizar si los objetivos básicos de un programa de izquierdas son o no compatibles con los intereses sociales de la clase media. Porque, el programa es lo primero -y esto tampoco es lo mismo que decía Anguita-.

Un discurso político responde a la actualidad y no a la historia; no vive en el pasado sino para el porvenir. La actualidad europea, como ya hemos analizado aquí, pasa por un proyecto de precarización social. Esto choca con los intereses de la clase media y la lleva objetivamente a necesitar una política de izquierdas. ¿Por qué?

El objetivo básico de la clase media es medrar socialmente. Esto no debe entenderse como algo peyorativo, sino al contrario: la clase media quiere que sus hijos sean más que ellos. Es algo, lo decimos sin ironía, que demuestra un anhelo de humanidad: por eso mi padre, y seguramente el suyo, me mandó a la universidad mientras él se desvivía en dos trabajos. Pero los deseos individuales más hermosos se transforman en lo social y es ahí donde deben analizarse. Así, el deseo de medrar de la clase media le lleva a actuar de distinto modo según la coyuntura económica. En bonanza económica, el interés objetivo de la clase media como grupo social es mantener a las clases sociales con menor status en su sitio, reduciendo la presencia estatal que podría compensar la estructura social y convertir a estos grupos en competencia. Sin embargo, en crisis o en situaciones de precarización como la actual, esa misma clase media es la primera que necesita el efecto paliativo del estado y su intervención para evitar una aún mayor depauperación social. Además, en esta circunstancia de crisis busca que la brecha con las clases altas no aumente más y mantener, así, la posibilidad de su asalto social, imposible si la distancia se incrementa, hecho para el que necesita igualmente apoyar una política socialmente redistributiva. De esta forma, la clase media en época de crisis como la actual se hace objetivamente de izquierdas.

Efectivamente, es la clase media la que más tiene que temer con la pérdida del estado social y ante el cumplimiento del proyecto de precarización europea porque será ella quien más perjudicada salga. ¿Por qué? Porque la clase baja va a seguir recibiendo ayudas públicas y, curiosamente, será la que menos note el cambio pues los servicios sociales, escasos y priorizados de acuerdo a  la renta y  entendidos ya como mera asistencia social y no como derechos, no los abandonaran a ellos sino a las clases medias. Por eso, esta depauperación de las clases medias se hará así general: perderán nivel económico y social porque todas las reformas y recortes, tanto laborales como en lo relativo a los servicios públicos, les afectarán más que al resto.

De esta forma, el interés objetivo de la clase media actual es, como mínimo, mantener el actual estado social pues es la única forma de mantener su status e impedir su precarización. O diciéndolo con cinismo: la única manera de que sus hijos no acaben yendo a una escuela pública subsidiaria o a una seguridad social convertida en servicios caritativos y ambas plagadas de inmigrantes. La clase media es, en Europa la clase de la izquierda. Y lo  es, por supuesto, por interés y egoísmo propio. Seguramente, por cierto, como usted o como yo.

El discurso social de la izquierdas no es  de solidaridad sino de justicia social. No pretende estar basado en la bondad de los sentimientos individuales sino en  el interés de los colectivos sociales más desfavorecidos para, a partir de ellos, generar una sociedad habitable: está plagado de interés. Objetivamente, como hemos visto, la clase media necesita ahora políticas de izquierdas. Y si la izquierda quiere tener un discurso hegemónico, y no meramente una opinión guay en las redes sociales, necesita a la clase media.

Platón era puro: rico de nacimiento. Un día la democracia ateniense, por cierto: tan asamblearia ella, mató a Sócrates. Y Platón decidió hacer filosofía para que aquello no volviera ocurrir. Dejó de ser puro y comenzó en la filosofía.

viernes, mayo 25, 2012

ESCUELA DE PERIODISMO


1.       EL GRAN DEBATE

Esperanza Aguirre afirma que se debe suspender el partido si se pita el himno nacional.

La Comunidad de Madrid admite ahora que incumplió el déficit en 2011.


2.- LA GRAN NOTICIA


Esperanza Aguirre afirma que se debe suspender el partido si se pita el himno nacional.

La Comunidad de Madrid admite ahora que incumplió el déficit en 2011.

martes, mayo 22, 2012

VIDA INTERIOR/97: DE HUELGA (sin holganza)

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Misma foto, mismo motivo.

domingo, mayo 20, 2012

VIDA INTERIOR/96: DE FIESTA (y trabajando con Las Musas)

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Viernes, 18 de mayo.
De fiesta -bueno: trabajando pero la historia es larga- con mis exalumnos del IES Las Musas. Hasta las 7 de la mañana.
Y, a pesar de todo, ha sido un placer.

jueves, mayo 17, 2012

(celebrando) EL DÍA DE INTERNET (y, gracias).


El ordenador se vuelve loco. Y lo arreglo gracias a un foro de internet.
Me veo un ciclo de películas de Tod Browning, inalcanzables si no,  gracias a internet.
Puse yo la tarima flotante de mi casa gracias a los consejos de internet. Y cambié un grifo. Y arreglé la cisterna del retrete.
Descubrí  una receta riquísima de un revuelto de huevos de origen peruano en la red.
Y puedo expresar mis ideas gracias a internet.
Hay gente que echa de menos otras épocas.
Siempre me he imaginado a los monjes medievales despotricando ante un tal Gutenberg porque destruía la cultura.

lunes, mayo 14, 2012

CAPITALISMO Y MALDAD (o ¿por qué estar contra el capitalismo?)/1


Nota: este artículo resume brevemente lo expuesto en este blog sobre el Capitalismo para, en los siguientes, desarrollar la razón por la que estamos contra el capitalismo. Si desearan ampliar lo aquí expuesto, en la columna de la derecha pueden ver las distintas series aquí resumidas.
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Dar por sentado las respuestas no es filosofía. Por eso, son tan importantes las preguntas que plantean aquello que aparentemente parece claro. Y hay que ser muy inteligente para hacerlas. De hecho, la Filosofía surge de preguntas y la Filosofía Moderna de la más radical de todas: ¿existe la realidad?

Curiosamente, y en cierta medida, la pregunta que pretendemos ahora responder tiene cierta relación con ella,  pues nos preguntamos por la realidad absoluta en que se ha convertido el capitalismo. Y la pregunta es también radical pues nos cuestiona de raíz para que demostremos estar más allá del prejuicio. Se nos pregunta, ¿por qué estamos en contra del capitalismo? ¿Por qué defendemos que el capitalismo es malo?

Expliquemos la pregunta primero. Al plantear dicha pregunta buscamos más que una mera descripción del actual sistema y nos planteamos un juicio de valor: la moralidad o no de dicho sistema.  Y dicha pregunta se hace no de acuerdo a lo que el capitalismo es como caricatura, lo que nos gustaría que fuera para que la respuesta viniera de suyo, sino basándonos en lo que consideramos que es en realidad y ya hemos descrito en este blog. Pero, como nadie está obligado a seguirnos -y a fuerza de aburrir a los que nos leen con cierta regularidad y pidiéndoles disculpas anticipadas por ello- vamos a resumir nuestro análisis del capitalismo -.

Para nosotros el capitalismo reúne las siguientes categorías fundamentales.

Primera, el capitalismo no explota solo en el trabajo sino también en el consumo -nota: ahora por explotación debemos interpretar obtención de beneficio económico y no algo, al menos todavía, con contenido moral pues si no la pregunta se respondería por sí misma-. Así, la vida humana como tal, cada momento de la misma, es producción de beneficio económico en el capitalismo ya trabajando o ya consumiendo. El ser humano está permanentemente produciendo beneficio económico en el nuevo sistema.

Segunda, por esta explotación absoluta,  y para producir el consumo, el capitalismo necesita generar un alto nivel de vida: la explotación solo es posible cuando la persona tiene un superávit económico -ya empírico, ya en crédito- para consumir. Así, entendiendo como hacemos hasta aquí explotación como obtención de beneficio económico, resulta más explotado el ciudadano del primer mundo que el del tercero. El primero genera beneficio económico en cada uno de los momentos de su vida -sí, también en ese, piense en los diversos tipos de papel higiénico, por ejemplo- mientras que al segundo, el habitante del tercer mundo, solo se le explota en la producción del trabajo, si acaso, y por eso su vida tiene escaso valor.  El pobre no rinde cuentas cada minuto de su vida y, por eso, a veces sobra.

La tercera categoría es una consecuencia lógica de lo anterior: la pérdida de importancia del factor trabajo. La producción económica ya no se vincula a la industria, como en el primer capitalismo, sino al consumo. Y con ello se genera la imposibilidad de aplicar análisis tradicionales marxistas para explicar la explotación. Por supuesto, alguien podría decir que los bienes de consumo hay que fabricarlos, y no  le faltaría razón. Pero, tampoco le sobraría porque incluso dicha fabricación carece cada vez más del componente físico, material e incluso humano -pero esto lo analizaremos más detenidamente en otro artículo- que ha caracterizado anteriormente al trabajo.

La cuarta categoría hace referencia a la desaparición, como consecuencia de lo dicho anteriormente, de la explotación de clase como elemento estructural del sistema. La explotación del capitalismo es universal allá donde se instala porque explota cualitativamente por igual a todos: la muerte ya no es la gran igualadora -y nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el sistema: es el fin de lo poético-. No existe ahora una clase social que viva de otra y tampoco se puede identificar a la oligarquía económica y al capitalismo sin más. Por supuesto, la oligarquía sigue intentando sacar el mayor beneficio económico desde su posición social de privilegio, pero no se puede decir que la base del sistema sea la explotación de una clase por otra.

La quinta categoría es, otra vez, consecuencia de las anteriores. Al no existir una explotación de clases, la ideología -entendida en su sentido marxista como el conjunto de ideas que protegen al sistema vigente- varía radicalmente de forma. Si hasta ahora nos encontrábamos con una ideología concreta en su contenido, por ejemplo la religión o la patria, ahora se genera una ideología formal. Por esta, entendemos una ideología sin un contenido concreto. Efectivamente, la actual ideología es la propia idea del yo y con ella lo que hemos denominado como alienación negativa. Esta, frente a la alienación clásica, no busca difuminar al sujeto en la realidad del sistema sino presentarle la sociedad y ese mismo sistema como algo ajeno a él mismo y a su propia individualidad. Así, la vida propia es presentada como lo auténticamente real  y a lo que todo remite. De esta forma, el resultado de la alienación negativa es la glorificación del yo sobre lo social que se percibe como falso -nota: no tenemos tiempo de exponerlo ahora, pero no conviene confundir esto con el individualismo-. Por todo lo anterior,  la ideología deja de ser un conjunto de ideas concretas para convertirse en una forma de ser y vivir. Se vive ideológicamente.

Resumamos. El capitalismo actual es un sistema autónomo e independiente a sus integrantes, con entidad en sí mismo, cuya actividad es la explotación  de la vida humana en cuanto tal y que tiene  como consecuencia el ascenso del nivel de vida hasta límites nunca vistos.

Por ello, ante esta realidad del sistema capitalista anteriormente descrita, cabe la pregunta sobre su maldad o no. O diciéndolo distinto de nuevo: ¿no valdría con reformar ciertos aspectos? Y la pregunta debe responderse. Pero otro día.

miércoles, mayo 09, 2012

FRENTE AL RACISMO (y, por tanto, frente al Athletic de Bilbao)

Imaginen por un momento una empresa que decidiera que en ella solo pueden trabajar aquellos individuos educados en unos colegios determinados o nacidos en una zona geográfica concreta. Ustedes se indignan: ¡Racistas! Tienen razón.

A veces, el fútbol esconde cosas importantes. Hoy, en Bucarest, se enfrentaban en una final europea menor un club normal, y que a mí personalmente me cae bien como es el Atlético de Madrid, frente al Athletic de Bilbao. Pero el Athletic de Bilbao no me cae bien: limita a sus jugadores por su origen. A mí, como seguro a usted,  no me gustan los racistas.

Otra vez tocaba esa materia imprescindible, sin duda, para el alumnado que es Educación para la Ciudadanía en 2º de ESO -nota: a veces me imagino un mundo sin esa materia y tiemblo ante la pérdida irreparable-. Y estaba yo contando los derechos humanos y explicaba aquel que dice que no puede haber esclavitud o servidumbre. Y para darle emoción -una parte de cualquier clase es teatro y el que no lo comprenda haría bien en no dedicarse a esto- explicaba que en ciertos lugares de África aún la hay. Y un alumno, alguno escucha, ha dicho: ¡todo pasa en África!. Así que me he puesto a contar cosas que pasan allí: desde cómo se colonizó -el doctor Livingstone es la excepción y no lo supongo- a cómo se descolonizó. Y cómo ahora se explota para los diamantes o el coltán. Y he añadido algo: piensen que ustedes no han hecho nada para nacer aquí o para estar aquí ahora, solo han tenido suerte. Por eso, es tan absurdo hacer ciertos discursos.

Ellos lo han entendido. Una parte de cualquier clase consiste también en eso. Y el que no lo comprenda, que tampoco escoja este trabajo.


lunes, mayo 07, 2012

CAPITALISMO Y OLIGARQUÍA

¿Se puede identificar a la oligarquía económica con el capitalismo? Una creencia muy extendida entre el pensamiento de izquierdas es que el interés de la oligarquía económica y el interés del capitalismo es el mismo. Así, esta oligarquía dirige el sistema económico respondiendo a sus intereses. De esta forma, oligarquía y capitalismo se identifican y el sistema económico queda reducido a la acción de esa misma oligarquía frente a la mayoría de la población. 

 Sin embargo, la teoría es falsa: el interés del capitalismo actual no debe confundirse con el interés de la oligarquía. Y por tanto, oligarquía y capitalismo no pueden identificarse. Efectivamente, existe un interés de la oligarquía, la explotación económica del resto de la población para conseguir beneficios, pero, lo mismo que el interés de los ladrones por desvalijar a sus víctimas, no puede igualarse con el del sistema. Y esto nos lleva a otro problema que es defender que existe ciertamente un sistema económico capitalista independiente de los intereses de los grupos sociales que en él existen. Y es más, que el capitalismo como sistema es una entidad autónoma y distinta a la gente que lo forman -o lo sufren- y con un interés propio. 

Precisamente este texto, pretende explicar esto. 

Convendría explicar ahora un rollo academicista. Las realidades sociales pueden ser entendidas como el mero sumatorio de los individuos que lo conforman, tal y como hace el liberalismo por ejemplo, o bien considerar que dichas realidades sociales alcanzan una realidad distinta a los individuos y pueden ser autónomas a ellos. En la primera opción, el análisis de esa realidad social será el análisis de esas mismas unidades que la conforman y cambiando la forma de actuar de dichas unidades, por ejemplo haciéndolas mas solidarias, se cambiaría la realidad final. En la segunda opción, aquella que defiende que las realidades sociales son algo más que la mera suma de sus individuos, la realidad social -en este caso el sistema económico capitalista- adquiere una realidad nueva y autónoma, independiente, a la voluntad de sus elementos constituyentes. Para poner un ejemplo -ejemplo que advertimos tramposo pero que puede explicar esta opción pues la primera consideramos que es de sentido común-, el ser humano es sin duda un conjunto de células, pero ese mismo conjunto es algo más -nota: por si alguien se pone pedante aclarar que no se defiende aquí el organicismo. Ya me puse pedante-. Otro ejemplo de mi práctica diaria: yo puedo tener una clase en la cual cada integrante de la misma sea un alumno majísimo y sin embargo como colectivo sea insoportable. O en términos de fútbol: la mejor plantilla, uno a uno, no conforma necesariamente el mejor equipo.  

Aquí, nosotros defendemos la segunda opción en la cual el sistema económico capitalista no es la suma de sus componentes sino un elemento con una nueva identidad. Y ahora, volvamos al tema -¿ha quedado erótico, eh? Pues sin ilusiones-. 

En primer lugar, convendría definir qué entendemos por oligarquía social. La definimos como aquellos sujetos económicos, ya físicos en cuanto a personas concretas o ya entidades como bancos, instituciones financieras, empresas, etc..., que al poseer el suficiente poder económico realizan, o lo pretenden, una influencia en el campo político y social. Así, Emilio Botín es oligarquía y el banco de Santander como institución, también. Y lo que queremos defender aquí es que aún reconociendo dicha influencia, incluso a veces determinando la política de los estados, no identificamos al capitalismo con ellos. Y como consecuencia, defenderemos que el capitalismo es un sistema autónomo e independiente a la propia oligarquía. 

Pero, ¿por qué creemos que el capitalismo es independiente de los intereses de la oligarquía? Por las siguientes razones. 

En primer lugar, porque en el capitalismo no hay explotación de clase como un elemento estructural del propio sistema. De ello ya hemos hablado aquí -1 y 2- extensamente, así que haremos un resumen. La explotación de clase como elemento estructural del sistema, es decir: necesario y esencial al mismo, no existe en el actual capitalismo. En los anteriores sistemas la existencia de una clase ociosa y no productiva económicamente derivaba en la necesidad de otro grupo social productivo que mantuviera al primero. Así, una clase vivía de la otra y de su explotación. Y esto era estructural porque dicha explotación era la raíz productiva del sistema. De esta manera, se podía identificar el interés de esa clase dirigente con el del sistema en tanto que el mantenimiento de esa oligarquía iba unido necesariamente al mantenimiento de la base productiva esencial. El señorío feudal vivía de los siervos y su explotación y el sistema era no solo la condición de posibilidad para esto sino también la de necesidad, pues sin esta explotación no habría producción económica. Así, sistema económico y oligarquía eran identificables. 

 Además, analizando lo anterior percibimos una condición necesaria para que se dé esta identificación entre oligarquía y sistema: que dicha explotación tenga como base esencial la producción económica y sean indisociables la oligarquía del modo productivo. Y para ello, esta producción debe remitirse a algo de lo que la oligarquía no participe, como era el trabajo, y al tiempo este trabajo humano sea el principal hecho productivo. Y aquí está la clave. 

En el nuevo capitalismo, la oligarquí trabaja y no puede ser calificada de clase ociosa. Pero lo fundamental no es eso. Lo básico es que la producción ha superado el trabajo como único referente y ha llegado también al consumo: la vida humana como producción de beneficio capitalista. Así, incluso una supuesta clase absolutamente ociosa resultaría productiva: hasta Paris Hilton en su vida como consumo lo es -nota: por cierto, escribir sobre esta señorita y el superhombre nietszcheano-. Y usted y yo. 

Y es este nuevo modelo productivo, donde el trabajo no es la producción básica, el que, como segundo punto, disocia el interés del sistema y de la oligarquía. Por supuesto, la oligarquía quiere sacar el máximo beneficio para ella misma y lo hace, básicamente, no dudando en precarizar al resto de grupos sociales, en su condición de asalariados, en beneficio propio y atacando sus derechos: es un interés de rapiña. Pero, aquí vuelve a haber una característica importante que diferencia a oligarquía de sistema. La oligarquía al buscar su máximo beneficio tiende a precarizar absolutamente a la población; sin embargo, el sistema, para explotar la vida humana en su totalidad, busca mejorar el nivel económico que aumente dicho consumo para explotar. De esta forma, los intereses son contrapuestos. Y así, como se ve en la crisis europea, el interés solo puede armonizarse cuando esa necesidad de consumo puede ser relevada por otra población más suntanciosa -el consumo europeo es sustituido por el consumo de la nueva clase media de los países emergentes (BRIC)-. El capitalismo como sistema implica, por tanto y necesariamente, alto nivel de vida. Sin embargo, el interés exclusivo de la oligarquía no solo no lo precisa sino que normalmente pretende lo contrario. 

Y de aquí, en tercer lugar, se deriva como consecuencia porqué el capitalismo es totalitario en un doble sentido. Primero, porque su explotación es de toda la vida humana en cuanto tal y no solo de una parte de ella como era el trabajo en todos los sistemas anteriores, incluido el anterior capitalismo. Y, segundo, porque el interés del sistema no se explicita ya en la explotación de una clase sobre otra, un interés concreto y limitado a un grupo social definido, sino universal: la explotación de todos y cada uno de los individuos. Un inmenso, ahora sí, arsenal de mercancías. 

De esta forma, por primera vez en la historia el interés de la oligarquía social no se identifica necesariamente con el del sistema económico. Pero surge ahora una nueva duda. Si, efectivamente, el capitalismo genera necesariamente un alto nivel de vida: ¿qué tiene de malo el sistema? ¿No sería por fin una economía justa? Es una buena pregunta. 


domingo, mayo 06, 2012

DÍA DE LA MADRE/y2 (algo nuevo)


El movimiento artístico más importante del siglo del siglo XX fue el cine clásico americano. Jamás en la historia, además, estuvo tan cerca el arte a la mayoría de la población.

Todo eso se ha perdido. Hoy sus obras cumbres, y eso es decir obras cumbres del arte universal, terminan en el olvido.

Stella Dallas, del magnífico King Vidor,  es una de esas películas. Cuenta la historia de una mujer de clase baja, Stella Dallas, que se casa con un hombre rico. Pronto surgen las diferencias de clase, más por ella que por él, y el matrimonio, que ya tiene una niña, se rompe. Pasadas los años, y ante la encrucijada de la chica entre elegir a su madre o a su novio de clase alta, Stella decide actuar por la felicidad de su hija y engañarla haciéndose ante sus ojos repugnante. Así, la hija ya no tiene motivos para dudar y el día de la boda es señalado.
Afuera llueve. Es un barrio rico y las cortinas desplegadas muestran a unos curiosos transeúntes la ceremonia. Y entre ellos una figura femenina que solo pide un momento más. Se cierran las cortinas y Stella Dallas, la madre, se retira sonriendo.

Suena cursi. No lo es. Vean la película.


Stella Dallas (1937). Dir: King Vidor

DÍA DE LA MADRE/1 (algo ya hecho)

Primero, volver a un Homenaje a las madres.
Y perdonen que me autocite.

miércoles, mayo 02, 2012

2 DE MAYO EN MADRID

2 de mayo, fiesta de la comunidad de Madrid: hay algo hermoso en vivir en un lugar donde nadie se sabe el himno.
Algo hermoso frente a lo paleto.


martes, mayo 01, 2012

VIDA INTERIOR/95: 1 DE MAYO (otra vez)

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Hoy sí que voy a la manifestación que no hay fútbol -y mira que intento la épica revolucionaria, pero es que no me sale-.