lunes, junio 29, 2020

¿QUÉ NOS DICE UNA OBRA DE ARTE?/1. ARTE, CONTENIDO Y CENSURA


En su obra CONTRIBUCIÓN A LA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA, en la Introducción que aparece al final del mismo texto, Marx se plantea una pregunta sencillamente genial: ¿por qué nos sigue gustando el arte griego?

La pregunta guarda relación con la idea del contexto histórico. Efectivamente, si una obra de arte pertenece a un contexto histórico determinado y se ciñera a él, lógicamente al cambiar de época, como ha ocurrido entre el mundo griego clásico y nosotros, las obras de arte ya no nos tendrían nada que decir excepto por su propio contenido histórico concreto dentro de una erudición. Sin embargo, como bien señala Marx, hay obras de arte griegas que nos  siguen hablando y nos siguen conmocionando más allá del academicismo historicista –nota: por cierto, conocer algo como academicismo historicista es muy importante, quede claro-. Hay obras de arte griegas, para decirlo con claridad, que nos ponen los pelos como escarpias por la emoción que nos causan. La pregunta, por lo tanto,  es por qué si no están en nuestro contexto.

Como ya saben, desde hace tiempo está habiendo una polémica, que no solo se ciñe a esa extraordinaria película que es Lo que el viento se llevó, sobre el contenido de las obras de arte. Para un nuevo puritanismo que está surgiendo, hay obras de arte que tienen un contenido inapropiado, aquello que nos contaba la totalitaria iglesia sobre contrario a la moral y las buenas costumbres, y por lo tanto debe o prohibirse su difusión o al menos advertir al público con un cartelito.

Ya hemos hecho un análisis político de esto en nuestro espacio de RadioSofía titulado RADIOSOFÍA: LA CENSURA Y LOS NUEVOS PURITANOS , donde explicamos que este afán desmedido de censura esconde en realidad un ataque directo a la Ilustración y su defensa de la salida de la minoría de edad. Los nuevos puritanos desean la censura eclesial, pero en plan pijoprogre.

Sin embargo, lo que nos interesa ahora no es el análisis sociopolítico de esto y sus consecuencias, ya realizado brevemente por otra parte en el vídeo citado,  sino el análisis estrictamente estético. Es decir, plantearnos el problema del análisis de la obra de arte.

Lo que vamos a defender es que ninguna obra de arte auténtica como tal obra de arte, y lo primero será necesariamente definir este concepto, puede tener un contenido contrario al propio elemento de la emancipación humana.  Es decir, una obra de arte no podrá ser racista ni totalitaria, por ejemplo, como tal obra de arte. Y defenderemos también que esto no tendrá que ver con su contenido concreto, la historieta presente en ella, donde sin duda podrá haber elementos contextuales propios, sino a su significado como tal obra de arte. Y que esa diferencia entre el contenido concreto y el contenido como arte es la clave que explica por qué nos sigue gustando el arte griego y, por consiguiente responder a qué es el arte.

Y para ello, y lo primero de todo, será necesario distinguir representación estética de obra de arte. Pues si bien toda obra de arte es una representación estética, no toda representación estética será una obra de arte.

Distingamos, pues, obra de arte de representación estética.

Una representación estética es una representación simbólica de algo realizada sobre un material y se da en cualquier sociedad humana.  Sin embargo, una representación artística o una obra de arte implica al menos dos cosas fundamentales.

En primer lugar, que el sujeto que la juzga, y por lo tanto la sociedad a la que pertenece dicho sujeto, tenga el concepto de arte como una idea que va más allá del mero simbolismo estético de lo representado. Es decir, que se considere que la obra de arte no tenga la finalidad exclusiva y última de la representación de algo ajeno a ella, por ejemplo representar un episodio histórico o religioso,  sino que se presenta a sí misma socialmente como obra de arte. Así, cuando vamos al Museo del Prado y vemos Los fusilamientos del tres de mayo, no lo hacemos por el afán de conocer ese hecho histórico, sino por la forma de la representación en sí misma y su belleza –nota: luego analizaremos este criterio-. De esta manera, la obra no se juzga por si lo que se representa o si esta es verdad o no, como ya percibió Aristóteles, sino por la forma en qué se representa.

Y en segundo lugar, que dentro del proceso de división social del trabajo que se da en dicha sociedad, haya una esfera para calificar explícitamente el trabajo de estos como artistas. Así pues, para que haya una obra de arte ya sea en cuanto a su producción ya sea en cuanto a su contemplación, es necesario un hecho histórico concreto que es la existencia de una sociedad que reconozca al arte como tal dentro de la esfera de la producción. Y por lo tanto, no estamos hablando aquí de un idealismo o de un romanticismo espiritualista sino de una serie de condiciones materiales y productivas concretas para que pueda haber arte. Y además, como luego veremos, esto será crucial. Por ello, podremos calificar una obra del antiguo Egipto como arte, aun cuando allí no se le considerara como tal.

Por tanto, la concepción social de la existencia del arte y su presencia con un apartado propio dentro de la esfera productiva, y con ello en la división social del trabajo, son factores fundamentales para el arte. Así, toda producción de alguien que pertenezca al gremio dentro de división social del mundo artístico y sea reconocida por el mercado del arte, la institución actual valorativa, será considerada socialmente como una obra de arte, como muy bien señala Dickie y la Teoría Institucional del arte. 

Sin embargo, parece evidente que si bien socialmente y en sí mismo todo lo que haga un artista podrá considerarse como arte dentro del campo de la esfera de la división del trabajo, no será así en el criterio estético. Es decir, seamos sinceros, no todo lo que hacen los artistas, la mayoría de las cosas en realidad, son obras de arte en su sentido cualitativo que todos entendemos como algo superior.  Por lo tanto, si bien las razones sociales y económicas son fundamentales en la creación del arte como concepto y realidad no es razón suficiente para que algo sea una obra de arte y nos conmueva. El arte es algo más.

Y todo esto nos lleva a la conclusión de que la pregunta de Marx con la que iniciábamos este artículo sigue vigente: por qué nos sigue gustando el arte griego o por qué una película de John Ford es una obra de arte y cualquiera de Tarantino, no –nota: o incluso varias de John Ford-.

Pero eso como siempre lo vamos a resolver en el próximo artículo donde intentaremos presentar una teoría sobre qué hace que algo sea una obra de arte: qué es ese algo más. Ya les imagino esperando ansiosos…

martes, junio 23, 2020

RADIOSOFÍA/23: LA CENSURA Y LOS NUEVOS PURITANOS

¿Ha visto la calificación de HBO para la película "Lo que el viento se llevó"?
La censura vs la libertad de opinión.
O como los nuevos puritanismos, con apoyo de las grandes multinacionales, se creen con derecho a tutelar nuestro pensamiento. Afortunadamente, como ciudadanos con espíritu crítico que nos atrevemos a pensar por nosotros mismos, no necesitamos que nadie nos diga qué debemos hacer, qué debemos leer o qué debemos pensar.
¿O no?

viernes, junio 19, 2020

viernes, junio 12, 2020

GRAN CONCURSO #DEFINEFILO2020

Otra vez hemos hecho nuestro ya célebre concurso #DefineFilo y de nuevo ha habido alto nivel.
Mostramos los tuits recibidos durante este trimestre.
¿Y el ganador es?
#DefineFilo2020
#MiProfesorMiHéroe









jueves, junio 11, 2020

RADIOSOFÍA/22: ¿ME PUEDEN OBLIGAR A LLEVAR MASCARILLA?

¿Me pueden obligar a usar mascarilla o controlar mis movimientos?¿Podemos hacer lo que nos dé la gana, así por las buenas? El filósofo John Stuart Mill decía que mi libertad termina donde empieza la del otro ¿Hasta donde llega mi libertad? Hala, a divertirse.




miércoles, junio 03, 2020

RADIOSOFÍA/21: COVID 19 Y ÉTICA DE LA CONVICCIÓN Y ÉTICA DE LA RESPONSABILIDAD

De nuevo en #RadioSofía, en Radio Municipal de Casares.
Y ahora hablando de Max Weber -nota: es que soy un erudito- y de su famosa distinción en estos tiempos de epidemia.



martes, junio 02, 2020

CORONAVIRUS Y RAZÓN INSTRUMENTAL

Como todos los grandes filósofos de nuestra época están opinando del coronavirus y diciendo bobadas, no podía yo faltar a esta cita para hacer lo mismo que las mayores cabezas pensantes.

La Razón Instrumental es un concepto surgido dentro de la Escuela de Frankfurt, un grupo de pensadores marxistas –nota: pues sí, marxistas y que además lo mejor que tienen es precisamente ese marxismo- de la segunda mitad del siglo XX.

La Razón Instrumental consistiría, en resumen resumido, en identificar lo bueno y lo verdadero con aquello que genera beneficio económico capitalista y, por tanto,  resulta útil. Además, para la Escuela de Frankfurt este criterio no pertenecería solamente a las acciones concretas de la propia oligarquía dirigente,  sino que es estructural y permea todo el proceso social creando una nueva forma de ideología: pensar así es “lo normal”. 

Pongamos un ejemplo de la vida cotidiana.
Como profesor que da clase en 2º de Bachillerato, que es el último curso de lo que se denomina enseñanza secundaria, todos los años veo cómo la primera preguntan que se plantean los alumnos al elegir sus estudios posteriores es si les van a permitir conseguir un buen empleo. Así, la elección del estudio se establece de acuerdo a un criterio de utilidad y pragmatismo: ¿cuánto voy a ganar?  Aunque en realidad sea, ¿cuánto va a ganar el Capitalismo de mí? Es Razón Instrumental.

Lo interesante de este criterio es que, en realidad, no lo controla el propio sujeto sino que lo determina la estructura capitalista. El alumno no es quien decide qué estudios le darán un buen empleo, sino que eso sólo depende del propio sistema productivo, usando al alumno como mercancía. De esta forma, la Razón Instrumental es la consagración de la razón que aplicamos a los objetos pero ahora dominando sobre la vida humana. Y, por eso, concluye la Escuela de Frankfurt, la Razón Instrumental esclaviza a los hombres.

¿Y todo este rollo para qué?, se preguntarán. Pues otra vez, por la epidemia de coronavirus. Y la pregunta es ver si esta Razón Instrumental ha estado presente aquí. O diciéndolo de modo filosófico: analizar si la Razón Instrumental ha sido la respuesta formalizada a la propia pandemia –nota: a veces me gusto-.

Para la Razón Instrumental, la vida humana como hecho objetivo y fáctico no existe sino solo como una mercancía. Es decir, la Razón Instrumental defiende que la vida humana como tal sólo posee valor en cuanto genera beneficio capitalista en la producción y el consumo.  Por ello, la respuesta a todo se basará en ese proceso: beneficio-coste. Y lo importante, por tanto, será ver si este criterio ha dirigido la actuación durante la pandemia.

En primer lugar, destaca la nula previsión de los gobiernos mundiales, comparada por ejemplo  con la gripe A de 2007-2009, incluido el español. Y esto habría, sin duda, que relacionarlo con la crisis económica posterior y la pérdida subsiguiente del valor mercantil de la vida humana. Cuando hay crisis, afecta a todas las mercancías. Y la vida humana está a menos precio que hace 13 años.

En segundo lugar, el interesante debate sobre el confinamiento o no. La verdadera causa de la disputa no ha estado en la creación de un nuevo estado policial y represivo, como se ha pretendido presentar,  sino en el PIB. Y así, tanto en países como Suecia, EEUU o Brasil, que han decidido no confinar a sus ciudadanos, como en los que sí, entre ellos afortunadamente España, la discusión real no fue por la salud sino por las consecuencias económicas que podía acarrear. Y de ahí que todo empezara tan tarde. Pero resaltemos, y será importante, que no es exactamente lo mismo lo hecho en unos países y otros.

En tercer lugar, la Razón Instrumental vuelve a brillar en el proceso actual de desescalada –nota: qué palabra tan fea-. Efectivamente, todo el proceso está regido por la necesidad económica, aunque de nuevo de forma aún más descarada por parte de la derecha. Así, la idea general, no hay más que ver las declaraciones de la Comunidad de Madrid a este respecto, es que la producción económica prime sobre la vida humana.
     
Y, en cuarto lugar, lo más grave será en el proceso final: la nueva normalidad. Como ya hemos señalado en nuestra serie anterior (Epidemia y Capitalismo: uno, dos y tres), la nueva normalidad va camino de ser un nuevo triunfo de la Razón Instrumental. Si ya la crisis económica se solventó con una mayor preponderancia de la Razón Instrumental, y por eso esta epidemia ha sido peor, sólo cabe esperar una nueva normalidad aún más capitalista.
Pero…

El pero es algo muy importante en la Filosofía: diríamos que es su energía vital. Sin pero no hay pensamiento crítico. Por eso, sin pero no hay filosofía ni filósofo.

El pero a veces surge porque algo muy concreto y aparentemente bueno tiene que ser matizado a través de un pero abstracto. Por ejemplo,  cuando Kant explica que no es bueno moralmente el tendero que no estafa en el peso porque podría perder clientela, pues si la ganara entonces estafaría. Esos pero son sin duda los más importantes.

Pero, el pero a veces surge porque un razonamiento abstracto y aparentemente bien articulado tiene que ser matizado a través de un pero concreto: algo más modesto. Por ejemplo, hablando de la Razón Instrumental y el coronavirus. Hemos citado aquí cierta diferencia entre unos gobiernos y otros. Y ese pero es importante. Porque a nivel estructural, la Razón Instrumental está en realidad en todos los gobierno pero - el pero que ya está aquí-  no debemos olvidar que el lema de un gobierno de derechas hubiera sido el famoso que se jodan, como ya lo fue en la crisis.

¿Y por qué hay esta diferencia? No es porque la izquierda vaya a actuar más allá del Capitalismo, no podría además, y ni tan siquiera lo vaya a hacer de una forma socialdemócrata, que sólo podría hacerlo si como ya hemos señalado Europa fuera un país. Sino porque, en el mercado electoral, y por eso la democracia es tan importante y hay que defenderla, necesita separarse de la derecha. Y lo hará defendiendo otra política que como resultado, tal vez incluso indirecto, beneficiará mucho más a la población. Hasta en eso hay Razón Instrumental. Y por eso, hay que apoyar ahora a las políticas de izquierdas.

En el siglo XVIII hubo el mayor movimiento intelectual de toda la historia de la humanidad: la Ilustración. Es, sin duda, veraz que en ella germinó la Razón Instrumental, pero es sin duda aún más cierto que sin ella es imposible superarla. Y eso también lo sabía la Escuela de Frankfurt.