Ustedes
ya saben que aquí defendemos que existe un Proceso
de Precarización. Este proceso consiste fundamentalmente en la pérdida de
los derechos sociales, políticos y económicos que se han ido consiguiendo en
las sociedades occidentales desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Defendemos
también que este proceso
no guarda relación necesaria con el Capitalismo sino que es coyuntural, ya
que el desarrollo del Capitalismo podría darse sin él. Por supuesto, este
proceso se está dando también en España, y en concreto se está produciendo de una
forma cada vez más poderosa aprovechando la crisis económica acaecida por culpa del mercado financiero.
Ahora,
este artículo pretende explicar cómo las elecciones del próximo
domingo día 26 no son sino un capítulo más en este Proceso de Precarización. Para
ello, lo que vamos a hacer es analizar cómo cada uno de los partidos políticos
va a cumplir un papel en la representación teatral y luego lo que haremos, en
un año o dos, será ver si hemos tenido o no razón.
Pero
antes, queremos hacer una advertencia. No creemos en teorías de la conspiración
sino en objetividades. Lo que importa en política no son las intenciones, normalmente
buenas, sino las consecuencias. Y aquí hablamos de consecuencias de los hechos.
El
papel del Partido Popular es sencillamente el de ejecutor del proceso. Por lo
tanto, la idea principal de la oligarquía, principal responsable del proceso y
que no hay que confundir nunca con el sistema capitalista como ya hemos
señalado en repetidas
ocasiones, es que el Partido Popular logre gobernar hasta que, por lo menos,
el proceso esté lo suficientemente desarrollado como para hacerlo irreversible.
Así, el principal interés de todo el Proceso de Precarización es que a partir del 26 de junio gobierne el
Partido Popular y para ello hay que realizar una serie de acciones que
invaliden cualquier otra opción.
Dentro
de esta estrategia de que el Partido Popular consiga al poder está la creación
de Ciudadanos, cuya última
finalidad es pactar con el PP para poder llevar a cabo el Proceso de Precarización.
No se trata, como creen los ingenuos, de que Ciudadanos haya surgido para dar un
aire nuevo a la política sino que su última finalidad es lograr que el Partido
Popular siga gobernando.
Y
dentro de esta misma
estrategia de lograr que el Partido Popular mantenga el poder está la
fundación de Podemos. Efectivamente, Podemos surge como partido con un apoyo
mediático extraordinario y gratuito de grandes medios de comunicación, lo cual
nos debería llevar a pensar, cuando menos, que no se encuentra tan lejos de los
intereses de la oligarquía como aparenta. Efectivamente, resulta curioso que
quien se presenta como distinto surja de lo tan igual ¿Cuál es la finalidad
entonces de Podemos?
La
finalidad última de este movimiento no es lograr el poder nacional, sino
impedir que el otro partido del bipartidismo clásico, el Partido Socialista,
pueda arrebatar el poder al Partido Popular. No se trata, evidentemente, de que
los dirigentes de Podemos sean malvados actores de una conspiración, incluso
pueden creerse sus teorías y cambiar cada seis meses de opinión, sino de que en la realidad política, que es
independiente a la voluntad personal, este es su papel. Así
la existencia de Podemos, como se demuestra en el hecho de que su máxima meta sea sobrepasar al Partido Socialista en el célebre sorpasso, es la destrucción del único elemento que podía disputar
al Partido Popular el poder. Podemos tiene la función, como se vio tras el 20D,
de que no gobierne el PSOE.
Pero
ello no nos debe llevar a una ingenua exaltación del Partido Socialista Obrero
Español, que hace ya mucho tiempo pertenece a los sectores oligarcas en su
dirección. Efectivamente, como ya demostró el PSOE -y especialmente en la época
de Zapatero, nuevo héroe de Iglesias- este partido no va a poner trabas en sí
mismo a la precarización social y económica. Pero, ¿entonces por qué hay intención de eliminarlo
del poder si pueden hacer, y de hecho la han hecho, la misma política? Porque
hay una diferencia entre PSOE y PP.
La
diferencia entre el Partido Popular y el Partido Socialista no está realmente
en las intenciones de sus dirigentes, que son las mismas, sino en dos hechos que impiden a los
socialistas llevar a cabo de forma tan estricta el Proceso de Precarización:
sus militantes y sus votantes.
Efectivamente,
en el Proceso de Precarización hay que eliminar al Partido Socialista no porque
sus dirigentes sean muchachitos de izquierdas, que no lo son y su única
pretensión es mantenerse en el aparato, sino porque sus militantes y sus
votantes sí son gente de ideas progresistas y, en un momento dado, y por ese
mismo afán de mantenerse en el aparato de los dirigentes, podrían obligar a estos
a realizar acciones en contra de todo el proceso anteriormente citado. El PSOE,
por tanto, no es de fiar no por su dirección y candidatos, un aparato
políticamente ínfimo e intelectualmente patético, sino por sus bases, que aún
mantienen tal vez no un pensamiento izquierdista pero seguro una sensibilidad,
lo que no es poco, de progreso.
Por
todo ello, la mejor manera de eliminar al Partido Socialista era crear un
partido de corte populista -como ya era el PSOE de ZP- que hiciera que estos
militantes y votantes, con sensibilidad de izquierdas, se pasarán a él no en masa, pues entonces el
PP no ganaría, sino en número suficiente para desbancar al Partido Socialista sin,
al tiempo, poner en peligro el triunfo del Partido Popular
Vamos
a resumir.
Para
conseguir el Proceso de Precarización, el Partido Popular debe formar gobierno.
Para
ello se han creado dos partidos nuevos, Ciudadanos y Podemos, cuya única
finalidad es garantizar al Partido Popular la mayoría suficiente, a pesar de su
nefasta política económica y social y de cualquier otra índole, para poder
seguir gobernando.
Además,
para conseguir esto hay que hundir al Partido Socialista puesto que sus
dirigentes, llevados por su ambición personal de permanecer en el aparato del
partido, podrían estar dispuestos a escuchar a sus bases que sí que son
realmente contrarias al Proceso de Precarización.
Y
sí, estoy con ustedes. Ni sé a quién votar.
Pero
es, básicamente, porque yo no me presento –y reconozcan que este final no se lo
esperaban-.