¿Por qué debe haber Filosofía en la escuela?
Primero intentemos desterrar un mito. No hay cosa más lamentable que el pedante profesor de Filosofía que piensa que él, o ella pues la imbecilidad está al menos tan repartida como el buen sentido, enseña a sus alumnos a pensar. Al fin y al cabo, todas las materias enseñan a pensar. Y, al fin y al cabo, uno puede suponer que los alumnos vienen pensados, y los más espabilados pensando también, de casa. Así, resulta pedante defender que la Filosofía posee la exclusividad del pensamiento. Efectivamente, la Filosofía no exige mayor cantidad de pensamiento que la química, la física o la historia. Pero, también es cierto, exige otra cualidad en el pensamiento: filosofar es pensar de cierta manera.
Por tanto, y como consecuencia de lo anterior, es conveniente señalar algo. La Filosofía no es intrínsecamente humana sino una forma de ser humano. Esto quiere decir que no por el hecho de pertenecer a la especie biológica humana uno ya filosofa necesariamente. Y por eso, hacer Filosofía se diferencia de pensar, algo sí propio de la especie. Efectivamente, pensar es, sin duda, una característica necesaria del ser humano. Dentro de este pensar, que abarcaría cualquier cosa que implicara representaciones mentales y abstracciones, está el pensamiento racional que es, a su vez, una forma de pensar determinada basada, fundamentalmente, en la lógica de la argumentación y la negativa a la explicación sobrenatural inmediata sin razonamiento. En esta forma concreta de pensar, ha habido, a su vez, dos formas básicas de cumplirlo: la ciencia y la Filosofía. Por tanto, creer que la Filosofía es algo intrínsecamente humano sería una falacia y un argumento paradójicamente racista pues implicaría que en las sociedades sin Filosofía -que seamos sinceros han sido todas menos la occidental- no habría habido seres humanos. Así, la Filosofía es una forma determinada de pensar y, con ello, de ser humano. Y una forma concreta y con un contenido determinado que es, precisamente, por aquello, como luego veremos, por lo que la Filosofía debe ser materia obligatoria.
Y, por supuesto, hay que hacer ahora mismo una aclaración: no se trata de que la Filosofía marque la superioridad de unos individuos, los filósofos, sobre otros sino de un problema histórico. No es que los individuos superiores filosofen frente a los inferiores sino que la Filosofía, para su existencia, necesitó, y necesita, una serie de condiciones sociales determinadas para surgir y desarrollarse. Por eso, como el arte y la ciencia, solo ha surgido la Filosofía allá donde existieron esas condiciones y una vez instaurada pudo sobrevivir. Es decir, la Filosofía es, aunque no solo, un hecho histórico. Y por ello, de haber nacido alguien tan inteligente como Kant en otro lugar que no fuera occidente, no habría escrito obra alguna filosófica.
Volvamos. Ya hemos señalado antes que Filosofía y ciencia son las dos formas fundamentales del pensamiento racional. Pero, la ciencia y la Filosofía no son lo mismo. La ciencia es la descripción racional de la realidad. Su función es explicar qué es el mundo y describirlo en su forma de actuar. Así, la función fundamental de la ciencia es descriptiva. Sin embargo, no resulta así en la Filosofía. Efectivamente, esta, al menos desde Platón, es un juicio sobre la realidad y no solo una descripción. De ahí que la clave de toda Filosofía sea el problema apariencia -lo que se nos presenta- y realidad -lo que las cosas son realmente-. Esto conlleva el juicio sobre falso y verdadero y la diferenciación, que también está ya en Platón, entre lo que las cosas son y lo que deberían ser. Así, la función fundamental de la Filosofía no es solo contar cómo son las cosas, describir el mundo como la ciencia, sino juzgar la realidad. La Filosofía es juicio sumarísimo. Tanto es así, que la Filosofía sin ese mismo juzgar desaparece como tal. La Filosofía tiene su raíz en el pensamiento y exige a la realidad ser comparable con él. Por eso toda Filosofía, mal que le pese a la posmodernidad, es en realidad metafísica: estudio de la realidad enfrentada, y ahí se diferencia de la ciencia, a la razón para defenderla o atacarla.
Así, ya tenemos tres características básicas de la Filosofía: pensamiento racional, juicio sobre la realidad y referirse no al ser humano universal sino a una forma de ser humano. Pero, en realidad, toda la Filosofía converge en una forma de ser humano. Y aquí está el problema ¿qué significa esto?
Hemos señalado que la Filosofía implica desde siempre un juicio sobre la realidad. Este juicio necesita una actitud previa ante esta misma realidad: el desapego -como bien sabía Heidegger y que tanto criticó-. Curiosamente, esta actitud es la contraria a la de la mística con su espíritu totalitario de fusión en el todo. Así, el desapego -desde que la Filosofía surgiera en las colonias griegas o la muerte de Sócrates- ha sido una actitud previa de la Filosofía.
Incluso, este desapego de lo real con lo dado se ve en el desarrollo de las llamadas, y con razón, preguntas fundamentales. Efectivamente, plantearse si Dios existe, si existe el alma, qué puedo conocer o qué es el bien o la sociedad justa es un paso para el que es necesario ese desapego. Solo quien está fuera de la dogmática solución se plantea la respuesta de ese dogma. Y esto se ve en el propio ejemplo del cristianismo: en todo el evangelio no hay pregunta alguna sobre la existencia de Dios. Sin embargo, al juntarse con la Filosofía, todo el empeño del pensamiento cristiano fue demostrar esa existencia dando pie, no paradójica sino filosóficamente, al ateísmo. Así, el contenido de las preguntas filosóficas es el desarrollo de una razón determinada no tanto en su respuesta concreta como en su condición de posibilidad. Y esa característica condición de posibilidad, que es el desapego o el distanciamiento: la actitud crítica, es lo que unifica a toda la historia de la Filosofía.
Juntemos ahora los elementos del cóctel: desapego, racionalidad, juicio crítico. Su resultado es un ideal humano que estuvo representado en el sujeto moderno. Y la Filosofía, su historia, se convirtió en su testimonio como explicación del camino y, al tiempo, como meta. Así, la historia de la Filosofía no es solo la narración de tal materia sino el testimonio del sueño del ideal de occidente. La ciencia, que es por la Filosofía, es el ideal de la explicación racional de lo real. El arte, que es por la Filosofía, es el ideal de la construcción del anhelo humano. La Filosofía es el ideal de la construcción racional del mundo. Y por eso, frente a las dos anteriores aún admisibles en su concepción meramente tecnológica o ñoña subjetivista, la Filosofía es inservible. Y por eso debe existir.
¿Debe existir por ser inservible? Algo puede ser inservible por sí mismo o para aquel que vaya a utilizarlo. Para mi perro los libros son inservibles. En la situación actual del proceso de precarización la Filosofía es inservible para tal proceso. Pero, no lo es para recordar que hay otro proceso posible y otra forma de ser. La Filosofía se convierte así en la presencia de un testimonio de que hay una idea distinta a lo actual y un proyecto diferente. Es ingenuo pensar que el hecho de que haya Filosofía en la escuela generará conciencias críticas, pero es suicida olvidar que las conciencias auténticamente críticas no lo son por generación espontánea sino por desarrollo. De hecho, eliminar aquella materia que compendia el ideal de una razón que juzga la realidad como insuficiente es dar un paso más en consolidar esa misma realidad como injusta. Eliminar la materia que plantea las preguntas fundamentales más allá de donde la satisfecha conciencia responde es asegurar el triunfo definitivo de esa conciencia.
La Filosofía en la escuela no ejerce el papel crítico que los engreídos y autosatisfechos profesores creen tener de formar generaciones rebeldes. Nadie teme a la Filosofía en realidad. Pero su presencia es el testimonio de que no siempre el mundo, y la propia razón, fueron como ahora se les quiere constreñir. Es tradición que los náufragos lanzan al mar botellas con mensajes. La Filosofía es ese mensaje de una razón exigiendo más al mundo y los alumnos deben tener la posibilidad de recibirlo en la costa. Y solo si pueden estar en la costa podrán leer el mensaje.