miércoles, noviembre 25, 2020

CUANDO TE QUIEREN NOMBRAR ASESOR DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN....

 Pues que resulta que el Ministerio Educación (sí, el mismo que no quiere poner Ética en 4º de ESO) me ha llamado para hacerme asesor y hacer el currículo por competencias de esas. Y yo que soy así…

Pues voy y en vez de aceptar el chollo de no dar clase, sin sufrir ratios de 30 alumnos ESO, 35 en BTO y sin tener 20 horas lectivas, pues yo me pongo digno y les digo que de eso nada. Sí, me he venido arriba a lo Mefistófeles en Fausto (joder, me vengo arriba enseguida).

Y no sólo, sí con acento, me he venido arriba así en plan literario sino en plan de mensaje de whatssap con contenido filosófico y pedagógico, así en plan idealista y profundo. En plan pensador marxista que todavía lucha contra el Capitalismo. 
Aquí se lo dejo.


Y ahora recuerdo que ya me fui este curso de CCOO donde estaba semiliberado con 10h lectivas tan ricamente (por cierto, mayoría 0 horas). Y que me fui por “motivos políticos y filosóficos”. Hala, en plan profundo: vuelve a 30 alumnos ESO, 35 Bto y 20 horas lectivas.


Total, que hasta la jubilación con 30 alumnos ESO, con 35 Bto y 20 horas lectivas. Por cierto, ¿saben que la ratio en España está por encima de la media OCDE e igual las horas lectivas del profesorado? Ah, de eso no habla la #LeyCelaa del gobierno #MásProgresistaDeLaHistoriaOSea.


Y acabo. Ayer veía este tuit y pensé: pues esas gilipolleces se las podía escribir yo y así no tener 30 alumnos ESO, 35 BTO ni 20 horas lectivas. Al final igual yo soy el gilipollas y los asesores los listos. Y por cierto…
#NoSinÉtica
ÉticaEsoImprescindible
#SalvemosLaFilosofía



Ya me lo dijeron hace tiempo: Nunca llegarás a nada
Y aquí sigo, en la nada como usted, como él, como ella y como elle. 
Pero con 30 alumnos en ESO, 35 en Bto y 20 horas lectivas. 
Y mientras la ley hablando de #Hiperaulas..., o de #HiperAprendizaje..., ah no, que son #Hipermercados.

jueves, noviembre 19, 2020

¿PARA QUÉ FILOSOFÍA EN LA ESCUELA?

Nota: recuperamos este artículo ya publicado por su actualidad ante la negativa del Gobierno en poner Ética en 4º de ESO, negándose así  a que haya al menos una materia de contenido filosófico en la Educación Obligatoria. 

¿Por qué debe haber Filosofía en la escuela?

Primero intentemos desterrar un mito. No hay cosa más lamentable que el pedante profesor de Filosofía que piensa que él, o ella pues la imbecilidad está al menos tan repartida como el buen sentido, enseña a sus alumnos a pensar. Al fin y al cabo, todas las materias enseñan a pensar. Y, al fin y al cabo, uno puede suponer que los alumnos vienen pensados, y los más espabilados pensando también, de casa. Así, resulta pedante defender que la Filosofía posee la exclusividad del pensamiento. Efectivamente, la Filosofía no exige mayor cantidad de pensamiento que la química, la física o la historia. Pero, también es cierto, exige otra cualidad en el pensamiento: filosofar es pensar de cierta manera.

Por tanto, y como consecuencia de lo anterior, es conveniente señalar algo. La Filosofía no es intrínsecamente humana sino una forma de ser humano. Esto quiere decir que no por el hecho de pertenecer a la especie biológica humana uno ya filosofa necesariamente. Y por eso, hacer Filosofía se diferencia de pensar, algo sí propio de la especie. Efectivamente, pensar es, sin duda, una característica necesaria del ser humano. Dentro de este pensar, que abarcaría cualquier cosa que implicara representaciones mentales y abstracciones, está el pensamiento racional que es, a su vez, una forma de pensar determinada basada, fundamentalmente, en la lógica de la argumentación y la negativa a la explicación sobrenatural inmediata sin razonamiento. En esta forma concreta de pensar, ha habido, a su vez, dos formas básicas de cumplirlo: la ciencia y la Filosofía. Por tanto, creer que la Filosofía es algo intrínsecamente humano sería una falacia y un argumento paradójicamente racista pues implicaría que en las sociedades sin Filosofía -que seamos sinceros han sido todas menos la occidental- no habría habido seres humanos. Así, la Filosofía es una forma determinada de pensar y, con ello, de ser humano. Y una forma concreta y con un contenido determinado que es, precisamente, por aquello, como luego veremos, por lo que la Filosofía debe ser materia obligatoria.

Y, por supuesto, hay que hacer ahora mismo una aclaración: no se trata de que la Filosofía marque la superioridad de unos individuos, los filósofos, sobre otros sino de un problema histórico. No es que los individuos superiores filosofen frente a los inferiores sino que la Filosofía, para su existencia, necesitó, y necesita, una serie de condiciones sociales determinadas para surgir y desarrollarse. Por eso, como el arte y la ciencia, solo ha surgido la Filosofía allá donde existieron esas condiciones y una vez instaurada pudo sobrevivir. Es decir, la Filosofía es, aunque no solo, un hecho histórico. Y por ello, de haber nacido alguien tan inteligente como Kant en otro lugar que no fuera occidente, no habría escrito obra alguna filosófica.

Volvamos. Ya hemos señalado antes que Filosofía y ciencia son las dos formas fundamentales del pensamiento racional. Pero, la ciencia y la Filosofía no son lo mismo. La ciencia es la descripción racional de la realidad. Su función es explicar qué es el mundo y describirlo en su forma de actuar. Así, la función fundamental de la ciencia es descriptiva. Sin embargo, no resulta así en la Filosofía. Efectivamente, esta, al menos desde Platón, es un juicio sobre la realidad y no solo una descripción. De ahí que la clave de toda Filosofía sea el problema apariencia -lo que se nos presenta- y realidad -lo que las cosas son realmente-. Esto conlleva el juicio sobre falso y verdadero y la diferenciación, que también está ya en Platón, entre lo que las cosas son y lo que deberían ser. Así, la función fundamental de la Filosofía no es solo contar cómo son las cosas, describir el mundo como la ciencia, sino juzgar la realidad. La Filosofía es juicio sumarísimo. Tanto es así, que la Filosofía sin ese mismo juzgar desaparece como tal. La Filosofía tiene su raíz en el pensamiento y exige a la realidad ser comparable con él. Por eso toda Filosofía, mal que le pese a la posmodernidad, es en realidad metafísica: estudio de la realidad enfrentada, y ahí se diferencia de la ciencia, a la razón para defenderla o atacarla.

Así, ya tenemos tres características básicas de la Filosofía: pensamiento racional, juicio sobre la realidad y referirse no al ser humano universal sino a una forma de ser humano. Pero, en realidad, toda la Filosofía converge en una forma de ser humano. Y aquí está el problema ¿qué significa esto?
Hemos señalado que la Filosofía implica desde siempre un juicio sobre la realidad. Este juicio necesita una actitud previa ante esta misma realidad: el desapego -como bien sabía Heidegger y que tanto criticó-. Curiosamente, esta actitud es la contraria a la de la mística con su espíritu totalitario de fusión en el todo. Así, el desapego -desde que la Filosofía surgiera en las colonias griegas o la muerte de Sócrates- ha sido una actitud previa de la Filosofía.

Incluso, este desapego de lo real con lo dado se ve en el desarrollo de las llamadas, y con razón, preguntas fundamentales. Efectivamente, plantearse si Dios existe, si existe el alma, qué puedo conocer o qué es el bien o la sociedad justa es un paso para el que es necesario ese desapego. Solo quien está fuera de la dogmática solución se plantea la respuesta de ese dogma. Y esto se ve en el propio ejemplo del cristianismo: en todo el evangelio no hay pregunta alguna sobre la existencia de Dios. Sin embargo, al juntarse con la Filosofía, todo el empeño del pensamiento cristiano fue demostrar esa existencia dando pie, no paradójica sino filosóficamente, al ateísmo. Así, el contenido de las preguntas filosóficas es el desarrollo de una razón determinada no tanto en su respuesta concreta como en su condición de posibilidad. Y esa característica condición de posibilidad, que es el desapego o el distanciamiento: la actitud crítica, es lo que unifica a toda la historia de la Filosofía.

Juntemos ahora los elementos del cóctel: desapego, racionalidad, juicio crítico. Su resultado es un ideal humano que estuvo representado en el sujeto moderno. Y la Filosofía, su historia, se convirtió en su testimonio como explicación del camino y, al tiempo, como meta. Así, la historia de la Filosofía no es solo la narración de tal materia sino el testimonio del sueño del ideal de occidente. La ciencia, que es por la Filosofía, es el ideal de la explicación racional de lo real. El arte, que es por la Filosofía, es el ideal de la construcción del anhelo humano. La Filosofía es el ideal de la construcción racional del mundo. Y por eso, frente a las dos anteriores aún admisibles en su concepción meramente tecnológica o ñoña subjetivista, la Filosofía es inservible. Y por eso debe existir.

¿Debe existir por ser inservible? Algo puede ser inservible por sí mismo o para aquel que vaya a utilizarlo. Para mi perro los libros son inservibles. En la situación actual del proceso de precarización la Filosofía es inservible para tal proceso. Pero, no lo es para recordar que hay otro proceso posible y otra forma de ser. La Filosofía se convierte así en la presencia de un testimonio de que hay una idea distinta a lo actual y un proyecto diferente. Es ingenuo pensar que el hecho de que haya Filosofía en la escuela generará conciencias críticas, pero es suicida olvidar que las conciencias auténticamente críticas no lo son por generación espontánea sino por desarrollo. De hecho, eliminar aquella materia que compendia el ideal de una razón que juzga la realidad como insuficiente es dar un paso más en consolidar esa misma realidad como injusta. Eliminar la materia que plantea las preguntas fundamentales más allá de donde la satisfecha conciencia responde es asegurar el triunfo definitivo de esa conciencia.

La Filosofía en la escuela no ejerce el papel crítico que los engreídos y autosatisfechos profesores creen tener de formar generaciones rebeldes. Nadie teme a la Filosofía en realidad. Pero su presencia es el testimonio de que no siempre el mundo, y la propia razón, fueron como ahora se les quiere constreñir. Es tradición que los náufragos lanzan al mar botellas con mensajes. La Filosofía es ese mensaje de una razón exigiendo más al mundo y los alumnos deben tener la posibilidad de recibirlo en la costa. Y solo si pueden estar en la costa podrán leer el mensaje.

lunes, noviembre 16, 2020

¿POR QUÉ ÉTICA EN 4º DE ESO?

Hay dos versiones de la educación. Una es la clásica, la ilustrada, la que busca la formación de ciudadanos con pensamiento crítico. Otra, que es la que se está imponiendo, dice que la educación es una preparación para la vida. Lo que pasa es que cuando dicen vida quieren decir mercado de trabajo y consumo. Hay que ser buen trabajador y buen consumidor. Y todo el pensamiento crítico que se escape a ese mundo, sobra. Digo en este artículo (y más cosas, que cuando me dejan hablar...)

Gracias a #LaraCarrasco de #Infolibre por entrevistarme para este artículo.
Pueden leer el artículo completo, haciendo click en la imagen.

Y por eso nosotros seguimos luchando.
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#NoSinÉtica
#EticaESOImprescindible
#SalvemosLaFilosofía

domingo, noviembre 15, 2020

ÉTICA EN LA ESO ES IMPRESCINDIBLE

Sin #Ética la educación se convierte sólo en adiestramiento. Tal vez por eso el gobierno quiere quitarla. 
Y por eso nosotros seguimos luchando. 
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#EticaESOImprescindible 
#SalvemosLaFilosofía

jueves, noviembre 12, 2020

LOS DERECHOS COMO PRIVILEGIOS: EL NUEVO DISCURSO NEOLIBERAL

 Como ustedes saben, y si no lo saben ya se lo cuento yo, he sufrido una intervención urgente y ahora mismo estoy de baja. A principios de octubre, y tras hacerme una biopsia en septiembre que me mandaron a finales de agosto, se me descubrió un cáncer de próstata y tan solo en tres semanas me han operado del mismo. No cuento yo esto para ahora soltarles a ustedes un rollo de pensamiento positivo diciendo que mi vida ha cambiado y que veo el mundo de otra forma desde entonces y todas esas chorradas cursis que pretenden enmascarar la realidad: sigo pensando lo mismo, pero encima con más molestias físicas. Lejos de eso, lo hago para hablar de un tema mucho más importante, pues afecta a esa misma realidad que pretende ser escondida: el hecho de que los derechos de los trabajadores se están presentando y convirtiendo realmente en privilegios mediante la precarización social generalizada.

Cómo ustedes saben, y si no yo se lo cuento aquí, soy funcionario del Estado y por lo tanto tengo derecho a una mutualidad que se denomina MUFACE. Allí, el mutualista elige su sociedad médica concreta, no tiene que ser la Seguridad Social. En estos tiempos de coronavirus, como también ustedes saben, todas las pruebas médicas en la Sanidad Pública que no estén relacionadas con el covid-19 o se han suspendido o se han retrasado vergonzosamente y, por lo tanto, si yo estuviera en la Seguridad Social probablemente todavía estaría esperando la biopsia por mucho tiempo. Es decir, que el hecho de pertenecer a MUFACE y escoger una entidad privada me ha permitido la detección del cáncer.

Y aquí viene el quid de la cuestión. Al contar esta historia muchos de ustedes -nota: está bien, mi madre que es la única que me lee- pensarán que por lo tanto soy un privilegiado y habría que quitarme dicho privilegio. Y es así como socialmente se presentaría mi caso: un privilegio. Y esto es el enmascaramiento de la realidad del que vamos a hablar. Pues en realidad yo no soy un privilegiado, sino que todos los pacientes de la Seguridad Social están sufriendo un proceso de precarización políticamente dirigido y, con ello, una eliminación de sus derechos. Expliquemos.

Un privilegio es algo que sobrepasa un derecho. Por ejemplo, todos los trabajadores deben tener el derecho a vacaciones y un privilegio sería que además se pasara en las islas Seychelles. El Estado, por lo tanto, no tiene la obligación de mantener privilegios ni una sociedad democrática tampoco, pero ambos tienen la obligación de defender y ampliar los derechos del ciudadano. Lo que interesa aquí es como cuando yo les he contado mi historia, muchos de ustedes habrán pensado que yo soy un privilegiado. Pero, y esto es fundamental, me he convertido en ello porque el derecho básico a la salud a mí se me ha garantizado frente a todas aquellas personas a las cuales se les está negando permanentemente. Es decir, cuando se defiende que yo como funcionario soy un privilegiado, por ejemplo por mi empleo fijo, en realidad lo que se defiende es que los derechos son privilegios. Y detrás de generalizar esta idea hay, sin duda, una intencionalidad política. 

Y esta es la clave de la cuestión y no tanto discurso estúpido sobre el pensamiento positivo. Estamos ante una precarización absoluta de los derechos políticos, económicos y sociales de la clase trabajadora y forma parte del discurso la idea de que aquellos colectivos que todavía mantienen, por cualquier circunstancia, estos derechos ya no son colectivos de trabajadores sino colectivos de privilegiados. Y por lo tanto, se defiende desde esta posición, la solución no es la extensión de ese derecho de nuevo a todos los trabajadores sino la precarización absoluta incluyendo en ella a los colectivos que todavía mantienen los derechos de una auténtica democracia. Y así se construye un discurso social en el cual el derecho precarizado intencionalmente se acaba convirtiendo en el único derecho a defender y todo lo demás son “privilegios”. 

De esta manera, el derecho desaparece del discurso político y se presenta socialmente como o bien una forma de privilegio de ciertos sectores, y por lo cual hay que acabar con ello, o bien la petición de una utopía irrealizable, aunque hasta la fecha haya sido perfectamente realizada. Se trata así de situar a los individuos en contra de sus propios derechos. Y esto es una política consciente e intencionada que llevan adelante la inmensa mayoría de los gobiernos de acuerdo a una corriente neoliberal. Los derechos pierden así su contenido como tales derechos y pasan a ser o bien gracias conferidas por esos mismos gobiernos, y por lo tanto factible su retirada en cualquier momento, o bien privilegios escandalosos que hay que retirar. En definitiva, lo que se viene a decir es que el Estado, que sí debe estar para rescatar a las grandes corporaciones o para defender el sistema financiero y sus beneficios para la oligarquía, no debe estar para garantizar los derechos de los trabajadores, convertidos ahora en un conjunto inaceptable de privilegios y condiciones sociales imposibles de mantener.

Empezábamos este artículo explicando que yo no lo escribía para escuchar las típicas imbecilidades positivas sobre que la enfermedad cambió mi forma de ver el mundo o sobre que la enfermedad me hizo más fuerte. Lo único que ha hecho la enfermedad es fastidiarme durante un tiempo y espero que no me fastidie durante el resto. Pero lo interesante de todo ese discurso positivo es que esconde a su vez la propia precarización social: al individuo idiotizado ya sólo le queda la adaptación a un mundo que se le impone. Así se unifica el avance de la sociedad neoliberal y su proceso de precarización con el desarrollo de una nueva conciencia individual que cree poderlo todo en un mundo en que ha sido abandonada. 

No quiero un discurso positivo sobre los fabuloso que es estar enfermo y las oportunidades que esconde para ver realmente las cosas importantes y demás chorradas, sino un sistema de Sanidad Pública que me permita estar sano y cuando enferme recuperar la salud. Lo sé, soy un maldito materialista y apenas tengo vida espiritual -y usted tampoco, abandone la superstición-   pero es que esa vida material es lo único que tengo y espero vivirla con la máxima dignidad posible. Y ello implica necesariamente una sociedad que defienda los derechos de todos y cada uno de los individuos con una estructura socioeconómica determinada que permita esa defensa. 

O sea, quiero derechos sociales, políticos y laborales efectivos.