lunes, noviembre 30, 2009

CATALUÑA COMO FINCA

Lo más interesante del reciente y ridículo editorial que todas las empresas capitalistas –sé que suena mal pero es un recordatorio a esa izquierda nacionalista tan, tan, tan radical- de comunicación escrita catalanas has suscrito unánimemente no es, como cabría suponer a primera vista, su aire de advertencia chulesca sobre que podría pasar si un tribunal se atreve a cumplir la ley.
conviene que se sepa (…) No estamos ante una sociedad débil, postrada y dispuesta a asistir impasible al menoscabo de su dignidad (…) Si es necesario, la solidaridad catalana (sic) volverá a articular la legítima respuesta de una sociedad responsable.

Si bien eso ya sería motivo para que cualquiera con un mínimo de idea de qué es la democracia rechazara el texto, no es, sin embargo, lo más interesante del mismo ni mucho menos. Al fin y al cabo, la oligarquía financiera, recordemos que un editorial es la opinión de una empresa, siempre ha considerado que la ley está a su servicio. Por tanto no sorprende ese aire de ojito dónde os podéis meter.

Qué va. Lo más interesante es sin duda otra cosa de la que poco hemos leído o escuchado en los sin duda sesudos análisis que sobre el texto se han hecho. En primer lugar resulta llamativo el título: La dignidad de Catalunya (sic). En segundo lugar, que va unido a lo anterior pero como causa, resulta aún más llamativo la ola de solidaridad que dicho escrito ha despertado en eso que se llama rimbombantemente sociedad civil: desde el club de fútbol Barcelona hasta un club de excursionistas pirenáicos –tal vez también más que un club-. Todo hasta aquí estaría muy bien. Incluso, si nos dejaramos calar la paleta barretina hasta los ojos, o la boina, podríamos sentir el orgullo de la cohesión social. Pero la cohesión social, al menos eso nos enseñó aquello que en un tiempo se llamaba pensamiento de izquierdas, resulta peligrosa y suele ser una impostura que esconde en realidad los intereses oligarcas.

Retrocedamos un poco en el tiempo. Si ustedes recuerdan los resultados del estatuto en Cataluña (soy simple: a Londres no le llamo London) tal vez venga a su memoria algo interesante: participó menos del 50% de las personas con derecho a voto (es más y me atrevería a decirlo: participaron menos del 50% de los catalanes con derecho a voto). Parecería pues que el tema del estatuto no es una prioridad de la gente que vive en Cataluña. O al menos, no de cierta gente que curiosamente son la mayoría de la población. Pero sin embargo, las dificultades legales del estatuto ha sido el único tema –pues ni tan siquiera el hecho de que más de diez mil niños se mueran de hambre al día o el triplete del Barcelona (tema más catalán sin duda) lo han conseguido- que ha permitido unirse a tanta organización social bajo una misma bandera. Es decir, a la mayoría de la población no parece interesarle mucho el estatuto, pero a eso que se llama sociedad civil catalana, sí. ¿Sociedad civil catalana?

Y es aquí donde comienza el análisis de aquello que antes se llamaba izquierda. Recuperemos la cuestión. Resulta que hay una, aparente, unanimidad entre la llamada sociedad civil catalana en su apoyo al estatuto pero no es así entre la mayoría de la población que ni llegó a votarlo, a favor o en contra, en un 50 %. La cohesión social, ahora que nos enternecía tanta en Catalunya, no parece cierta. ¿Por qué entonces el estatuto sí es (casi) unanimemente apoyado por las instituciones sociales?

La oligarquía como élite con poder tiende a mantenerse a toda costa en cualquier sociedad. Para ello necesita convertir su interés particular -que se limita a su conservación y si es posible su expansión a costa del resto de la población del territorio- ideológicamente en interés general. Hace poco me sorprendí de mañana cuando el locutor de una radio mostraba su enfado porque los intereses españoles en cierto país estuvieran en grave peligro. Casi corro a alistarme, pero hablaba, al final lo dijo, de Repsol y yo, que no soy accionista, respire más tranquilo: debo ser, bueno lo soy, poco español. Del mismo modo, la oligarquía catalana ha convertido Cataluña en su interés, como ya hemos comentado aquí en alguna ocasión. Y así, cuando dicen Cataluña, como cada vez en realidad que se habla de un país, se refieren a su finca.
Pero, ¿por qué a la oligarquía social catalana –esto es: oligarquía financiera, oligarquía social y oligarquía política (incluyendo tal vez a la oligarquía excursionista pirenaica)- le interesa defender el estatuto? Porque se trata, y esa es su gran finalidad, de un marco privilegiado para seguir manteniendo su posición social. Efectivamente, la oligarquía catalana -que no lo olvidemos es junto a la vasca la más perenne de España en su condición burguesa- necesita, ante los tiempos que corren, un espacio protegido, como ya lo tiene la vasca, para poder mantenerse sin problemas. Así, el cierre de fronteras, a través por un lado del monopolio de una lengua minoritaria y local pero que se busca convertir en imprescindible dentro del territorio y, por otro, de una relación financiera privilegiada con el estado, es la mejor garantía de su control social y su consecuente permanencia en el poder. Lo que la oligarquía busca, pues, no es la mejora de las condiciones de vida de la gente que está fuera de su círculo social elitista sino precisamente de reforzar ese círculo para que sea inaccesible a otras élites foráneas. Es la idea que está detrás del parque nacional como conservación de la naturaleza y es eso precisamente el estatuto catalán: una ley de protección de élites ante el miedo causado por el fenómenos de la globalización. Efectivamente, la élite provinciana sospecha, con razón, que la globalización puede acabar con ella –y no seamos ingenuos: no para traer una emancipación sino para ser sustituida por una élite más adecuada al momento- y entonces genera un sentimiento de identidad, es decir, de inmovilidad temporal en lo esencial de la nación catalana y su dignidad, que hace que su propio dominio sea la quintaesencia de la catalinidad. Al fin y al cabo, Catalunya son ellos y su cuenta en euros.

Y por eso, el editorial, recuperando la primera cuestión planteada, se llama algo tan cursi como La dignidad de Catalunya. La élite siente, y lo siente seguramente de buena fe y no por maquivelismo que ellos son Cataluña y por lo tanto cualquier proceso que pueda cercenar, aunque sea mínimamente, su grado de control social implica un ataque a la propia realidad nacional. Así, se mistifican sus intereses particulares en intereses nacionales, ¿se acuerdan de lo de Repsol?, y a partir de ahí ya da igual lo que la gente haya votado o no: su única función, como catalanes, es el asentimiento. De pronto, todo aquello que va contra el interés particular de la élite es anticatalán y todo aquello que defiende su interés es Cataluña, aún más: Catalunya. Es lo mismo, en realidad, que cuando Franco acababa su discurso gritando viva España para no decir, tal vez por modestia, viva yo.

Hay oligarquías que tienen todo el mundo como lugar de esparcimiento. Otras, un parque nacional donde como especies protegidas moran y se reproducen. A veces, solo se habita una diminuta finca, pero el temor a arrancar la valla es consecuente: afuera hay especies que nos pueden defenestrar de nuestra posición relevante en la cadena alimenticia. Por ello, exigen que todo lo que abarque su vista sea suyo y solo suyo, aunque sea poco porque son bajitos. En una escena terrible de El rey León, como terrible es toda la película, un estúpido mono con ínfulas místicas levanta al cachorro de depredador ante los herbívoros y estos, sus futuras víctimas, agachan la cabeza en señal de pleitesía. Solo les falta gritar: visca Catalunya.

lunes, noviembre 23, 2009

COMUNISMO Y PENSAMIENTO TOTALITARIO

A pesar de lo que le pueda parecer a algún dirigente del partido comunista español, el muro de Berlín fue hecho para que los habitantes del este no huyeran hacia el oeste. Así, esto nos permite describir la Europa comunista anterior a la caída del muro como una inmensa cárcel cuajada de dictaduras donde la vida y los derechos humanos no servían para nada. Bueno, excepto quizás para que los miembros de la nomenclatura comunista vivieran mejor. Pero sería ingenuo analizar las dictaduras comunistas como un hecho explicable únicamente por la corrupcion de los miembros de sus partidos comunistas, que la hubo, sino que pretendemos ser radicales. Y por ello pretendemos defender que la explicación última de las dictaduras comunistas está precisamente en el marxismo-leninismo y en la lectura que Lenin y su grupo, no caigamos tampoco en el personalismo, hizo de la obra de Marx.

El sistema comunista, a partir de aquí el término comunista/comunismo significa marxista-leninista y sus derivaciones, es un sistema totalitario. Por ello, entendemos que los individuos viven costreñidos por un poder superior que implica todos los aspectos de su existencia y les impide realizar su vida individual de forma libre. Pero, también entedemos algo más: entendemos por totalitario un sistema en el cual lo prioritario no es lo particular, en este caso social el individuo, sino una estructura superior como el pueblo, la nación, el partido o el estado -y así, en otros artículos hemos defendido como esta es la clave para poder catalogar el capitalismo como sistema totalitario ya que él el individuo solo existe como reproductor de las condiciones del propio sistema económico-.

Empecemos con una cuestión: ¿hay una coherencia en el planteamiento leninista con respecto a Marx? No se trata aquí, por supuesto, de hacer una especie de prueba de pureza sino de algo distinto: ver si lo que Lenin desarrolló tenia o no que ver con Marx. Para ello, lógicamente debemos analizar si hubo algún cambio fundamental, y con ello entedemos que implique que la teoría ya no es la misma y ni tan siquiera derivada, entre las ideas de Marx y las de Lenin. Y ahí encontramos que el cambio fundamental de Marx a Lenin es el cambio en la idea de sujeto.

Para Marx el sujeto revolucionario es el proletariado y lo es no por sus cualidades -ser bueno, ser más inteligente, ser más solidario, ser más guay, ... en definitiva ser más humano que la burguesía- sino porque es precisamente la negación de lo humano. En Marx no hay cántico alguno a la clase proletaria sino que su papel revolucionario es debido a su lugar determinante en la productividad. Así, que el proletariado sea clase revolucionaria no se debe a sus cualidades propias sino a la propia estructura capitalista. Es más, el proletariado no lucha por liberarse a sí mismo sino que, según Marx, su liberación implica la liberación universal que a su vez determinará, por primera vez, la liberación individual. Es, por consiguiente, la emancipación de cada sujeto el auténtico motivo revolucionario. El sujeto revolucionario es, efectivamente en Marx, el proletariado como clase social por la propia imposición capitalista pero es un sujeto negativo porque el auténtico sujeto debería ser el individuo particular negado por la propia estructura capitalista y al que hay que rescatar. Y la organización del proletariado como partido es una forma de acción como podía ser otra: es un oportunismo político: El proletariado se debe constituir como partido político a efectos de lucha y nada más. El partido es un medio, no un fin.

Sin embargo en Lenin es el partido el sujeto revolucionario. Y el propio partido pasa a ser la vanguardia del proletariado. El pártido se constituye así en élite y de forma de organización política, de medio, pasa a sujeto de la historia: se convierte de ser un partido a ser El Partido. Pero además, se pierde la negatividad y la objetividad externa al propio sujeto. Efectivamente, la élite que conforma el partido –si no hay élite no hay vanguardia- no es la negación de lo humano -donde radicaba la revolución del proletariado para Marx- sino precisamente lo mejor, los seleccionados, de la vanguardia histórica: son lo humano en grado sumo. Por tanto, ya no se era sujeto revolucionario por la negatividad –y se dejaba el verdadero sujeto en la individualidad traicionada- sino por la excelencia de ser vanguardia del proletariado: algo que representaba ya la humanidad máxima. De esta forma, el partido como institución adquiría una nueva característica: ser el sujeto histórico del cambio revolucionario.

Así, la lectura leninista se diferenciaba de Marx en dos aspectos cruciales en cuanto a la idea de sujeto: por un lado, se pasaba de la idea de un sujeto negativo, el proletariado marxista que debía cumplir la revolución para llegar a ser sujetos individuales, a un sujeto cargado de plenitud, el partido en Lenin; por otro, se trasladaba el sujeto revolucionario del proletariado al partido como movimiento de élite. Había por supuesto más cambios, alguno fundamental como era la idea de dialéctica, pero políticamente lo básico estaba aquí.

Y aquí estaban las consecuencias. Si el partido era el sujeto revolucionario positivo es decir: la plenitud de lo humano, todo aquello que no estuviera en él era despreciable y un deshecho histórico. Quien no es sujeto es objeto –que era, curiosamente, la crítica que Marx hacía al propio Capitalismo-. Del mismo modo que el cristianismo no había dudado en su beatífica historia en exterminar a aquellos no cristianos, el comunismo pasaba ahora a señalar quienes estaban en lo humano y quienes no lo eran: en primer lugar, los no presentes al partido, por supuesto; pero, en segundo lugar, los propios integrantes desleales del partido. Efectivamente, en aras de mantener la fidelidad al clero, o sea: la disciplina en lenguaje comunista, Lenin creó el llamado centralismo democrático. Este consistía en una aplicación aparentemente libre de la discusión pública. Pero era falso. De hecho, uno de los principios básicos del centralismo democrátio era la libre discusión dentro del partido, imaginemos que se diera, pero no fuera. Este principio aparentemente de libertad era, así, una limitación del principo ilustrado, presentado por Kant, del sapere aude: atrévete a valerte de tu propio entendimiento. Efectivamente, el centralismo democrático permitía la crítica hasta un punto: luego todos a obedecer y, por consiguiente, la autonomía ilustrada y su sapere aude pasaban a ser disidencia. El Partido Comunista decidía, con una coherencia interna, limitar el universo de discurso a sí mismo: era el único sujeto. Y cualquier crítica fuera de él era un crimen y la interna era pura utopía ante el desfile de la propaganda. Y además, si el partido era el único sujeto era posible que para los no fieles, internos o externos, existiera el gulag, la muerte o cualquier elemento de reeducación porque no llegaban, ni tan siquiera, a la categoría de sujetos: eran objetos para el desarrollo histórico prescrito por la élite. De esta forma, Stalin cumplió, ni más ni menos, con la teoría. Y si Lenin no asesinó a más fue porque el sujeto andaba en otros lares y aún no tenía el control absoluto.

¿Luchadores por la libertad? Jamás el comunismo planteó como prioritario la idea de libertad. De hecho, esta fue, como en tiempos de cualquier dictadura, considerada una veleidad innecesaria. El totalitarismo comunista había negado el ser sujeto a todo aquello que no fuera el partido y sobraba, por tanto, en la historia: su vida o su muerte era objeto de la estrategia. Las matanzas de Stalin o Mao, la dictadura cubana o norcoreana no son elementos aislados de una teoría sino que son, eso es lo cruel, la teoría. Son, en definitiva, el comunismo.

martes, noviembre 17, 2009

DESEO DE SER PIRATA

Cuando yo era niño muchos soñaban aún con ser piratas. Parche en el ojo, pata de palo, sable al cinto y botella de ron. Algunos, más finos, queríamos ser corsarios -¿recuerdan el Corsario de Hierro?- buscando sin duda trabajar ya para el estado: luego, acabamos de funcionarios. Pero lo que nos movía, en realidad, era el afán infantil de aventuras. Y, tal vez, que hubiera quince hombres sobre el cofre del muerto.

Me imagino que a partir de hoy, tal vez de antes ya, la vocación por la piratería haya aumentado. Y los niños vuelvan a querer ser piratas. Pero ya no por afán de infantiles aventuras, sino por dos millones trescientos mil euros. Y porque hace tan solo año y medio era un negocio tres veces menos rentable.

Recoger el rescate es, sin duda, un buen negocio en tiempos de crisis.
Pagar un rescate es, sin duda, educación para la ciudadanía.
Y además, con esos precios, yo también quiero ser pirata.

lunes, noviembre 16, 2009

LA PREGUNTA DE LA CIENCIA/24

En esto voy y me entero que mi sobrina de cuatro años, que por cierto cada vez que me ve corre a esconderse en brazos de su madre y hace bien, tiene piojos. Y recuerdo que cuando era niño yo, como todo el mundo, también los tuve. Y sisn embargo, ahora no. Si bien en mi caso es fácil explicarlo por mi varonil alopecia galopante: ¿por qué los piojos van a los niños y no a los adultos cuando se puede presuponer que existen las mismas condiciones higiénicas?

Como siempre, gracias.

jueves, noviembre 12, 2009

LOS OBISPOS Y HARRY POTTER

La Iglesia Católica Romana y española (obsérvese la diferencia entre el nombre propio y el común) ha advertido que los políticos, en particular, y las personas en general que voten a favor del aborto, que apoyen la ley del aborto o que intervengan en un aborto

están en pecado mortal público
no pueden ser admitidos en la santa eucaristía
están en la herejía
están excomulgados
les echarán un conjuro
y sufrirán mal de ojo

Ah no, lo del conjuro y el mal de ojo no. Eso, es verdad, no lo han dicho. Sólo lo del pecado mortal, la santa eucaristía, lo de excolmugados y la herejía: tiempos de ilustración sin duda.
Da tanto miedo…

miércoles, noviembre 11, 2009

UNA RECOMENDACIÓN

Lean esto en el blog de D. Pocholo. De verdad que merece la pena. Y gracias por informarnos ( y también, es de justicia, a los autores del artículo).

lunes, noviembre 09, 2009

ALAKRANA

¿Y qué estará pensando la familia de Miguel Ángel Blanco o la de Ortega Lara al saber que el gobierno, y ningún partido diciendo algo en contra, sí negocia con estos piratas?

viernes, noviembre 06, 2009

BOLSAS DE PLASTICO

Hay indudablemente algo de cierto en el ecologismo. Y hay, también, algo de falso. Lo cierto es que hay que conservar la naturaleza. Lo falso es la causa defendida por los ecologistas por la cual hay que conservarla. Ya hemos hablado aquí de esto y no se trata de repetirse, sino de analizar ahora en concreto un ejemplo de ecologismo falaz en el cual están involucrados no sólo los grupos ecologistas extremos, entendiendo como tales aquellos que sitúan su conservacionismo como una causa última, sino también los gobiernos y las grandes corporaciones económicas. Y cuando se da este coctel, que incluye a gobiernos y corporaciones económicas con grupos ecologistas, cabe preguntarse por qué quienes más contaminan de pronto tienen interés en preservar limpia la tierra.

Hace poco ha comenzado la histeria sobre las bolsas de plástico. Y es una histeria, y una historia, mundial. Evidentemente, las bolsas de plástico son un contaminante y eso resulta indiscutible -Irak era una dictadura y eso era indiscutible-. Pero indudablemnete también hay un montón de cosas que contaminan -Arabia saudí es una dictadura y eso es indiscutible- y ante las cuales no se toma una determinación tan extrema como ante las bolsas de plásticos -Se invade Irak pero no Arabia-. Y la pregunta que surge es por qué para unas cosas tanto ecologismo y para otras, sin embargo, no.

Siempre una respuesta concreta debe ir más allá de su propia particularidad pues sino sería admitir que cada elemento real es independiente, y por tanto libre, de la estructura social de dominación: sería, pues, admitir algo falso. Sin embargo, hay veces que analizar un hecho concreto como tal da pistas sobre esa misma estructura de dominación. Es el camino elegido aquí.

En primer lugar, y para ser justos, la lucha de los gobiernos y asociaciones ecologistas debe separarse en su coherencia: los grupos ecologistas sí son coherentes. No es que tengan razón, no la tienen, sino que al menos muestran una estructura interna no contradictoria en sus planteamientos: prohiben las bolsas de plásticos como prohibirían, si pudieran, los otros elementos contaminantes. Por ello, esta reflexión no va con ellos, ya hicimos la arriba citada, aunque acaso se les pueda aplicar cierta parte.

Luego, resulta curioso que una medida en aras del medio ambiente no solo no reciba críticas de los grandes grupos industriales, los principales contaminadores al tiempo, sino su beneplácito e incluso su aplauso. ¿Por qué? Cabe analizar esta aparenta paradoja. ¿Qué tiene la prohibición de las bolsas de plástico que pueda, por ejemplo, agradar al Carrefour quien se ha convertido en un paladín de la causa? Una sola cosa para él: ahorro e imagen. Efectivamente, calculen ustedes cuánto dinero se acabará ahorrando cada comercio, y se llaman comercio por algo, al no dar bolsas. Así, la medida ecológica acaba siendo de economía empresarial porque resulta un ahorro para la empresa y es bienvenida. Pero además queda ecológico, la palabra de moda ahora que hasta la agricultura, ¡la agricultura!, puede serlo. Y al ser ecológico resulta publicitariamente rentable. La corporación comercial se presenta como preocupada por el medio ambiente, más que por las condiciones de trabajo de sus empleados sin duda, y así gana en un activo empresarial como es la buena imagen. Y todo ahorrando dinero y cargando la buena acción a otros: los consumidores que serán quienes sufran ese hecho.

Pero, hay algo más. ¿Por qué la apoya con beneplácito el gobierno, sea este o cualquiera? España, ni ningún país que yo sepa, ha cumplido con una reducción de los gases de invernadero a la atmósfera. España, y seguramente más países, subvencionan el altamente contaminante carbón (nacional, eso sí, como si ahí no hubiera memoria histórica). El gobierno español subvenciona la compra de vehículos de motor de explosión, o sea: coches, que son productos contaminantes. La agricultura española es un desastre de gestión de agua. Y arde Daimiel, sigue ardiendo. Pero el gobierno español, y de más países, sonríe satisfecho: no habrá bolsas de plásticos. Por defensa del medioambiente que no falte. El chocolate del loro.

Pero ustedes se preguntarán y con razón. ¿No es cierto que las bolsas son contaminantes? Por supuesto, pero lo interesante, como en la guerra de Irak, es por qué ante unas cosas se actúa con tanta contundencia y ante otras se pasa de largo. ¿Respuesta? Intereses económicos. Y hay más, mientras que las bolsas de plásticos se pueden reciclar –desde situarlas en el contenedor amarillo hasta usarlas como bolsas de basura, como hace la inmensa mayoría de los españoles e incluso, guiño a los nacionalistas, los habitantes del estado español- el CO2 del carbón, los coches o la industria, no. Pero primero se acaba con las bolsas que son más malas. Curioso, ¿no?

¿Curioso? No. Sigamos en lo concreto. Ya lo hemos citado: la mayoría reciclamos las bolsas del supermecado como bolsa de basura. Si estas desaparecen, ¿cómo echamos la basura? Respuesta: comprando bolsas de plástico. Cerrando el círculo. Todos contentos en lo concreto porque acaba en que los mas déiles, los consumidores, pagan más y lavan la cara demagógica de los más fuertes. Ni una mención a obligar a dar bolsas mas respetuosas con el medio ambiente a los comercios –me niego a usar el término falso de ecológicas-; ni una mención, curiosa en este país donde cada ratito aparece alguien exigiendo una asignatura escolar, a educar a la gente para que eche sus bolsas en el contenedor amarillo. Nada. ¿Motivo? La oligarquía financiera y política está de acuerdo. –algo parecido, por cierto, a como pasó con la energía nuclear-. Y la causa de que estén de acuerdo es que es una medida que solo perjudica a un sector: los consumidores. A ellos les sale gratis y les da publicidad.

De esta forma, lo concreto está servido. ¿Por qué desaparecen las bolsas de plástico? Porque bajo el imperio del beneficio no interesan.No se trata de nada ecológico, como la invasión de Irak no tiene que ver con la democracia, sino económico. Es pura política empresarial y política: pura fachada que, encima, beneficia. Es, como bien señaló la campaña electoral de Clinton, la economía, estúpido. Es, en el fondo, donde lo concreto se une a la totalidad.

lunes, noviembre 02, 2009

VIDA INTERIOR/37: LOS MUERTOS/ y 2

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.



Y día de las ánimas


"(...) y la mercancía individual como la forma elemental de esa riqueza."

Karl Marx, El capital

domingo, noviembre 01, 2009

VIDA INTERIOR/36: LOS MUERTOS/1

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz



Día de todos los santos

"La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como un "enorme cúmulo de mercancías"(...)"

Karl Marx, El capital