Una de las claves del pensamiento racional es la causalidad: los hechos se generan en causa-efecto. O diciéndolo con Aristóteles: todo lo que ocurre tiene una causa. Sin entrar aquí a juzgar la problemática filosófica de dicho principio, vamos a intentar un juego de causa-efecto.
Soy suscriptor de El País. Hace tiempo, unos ocho meses tal vez, me llamó una empresa para hacerme una encuesta sobre este periódico en mi condición de suscriptor. Entre otras preguntas recuerdo ahora dos: mi adscripción política en una tabla entre extrema derecha y extrema izquierda (me fue muy difícil responder y estuve a punto de decir aquello de qué quiere usted decir cuando habla de extrema izquierda) y si creía o no que el periódico había bajado de calidad en este tiempo. Conteste que sí lo creía, me resulta evidente, y no le di mayor importancia. Este mes de septiembre se acababa mi suscripción a El País. PRISA siempre, durante los tres años anteriores, me había enviado un correo electrónico muy cortés para informarme de ello. Este año no lo ha hecho así, aunque bien es cierto que me ha llamado por teléfono pero yo no estaba. Total, que PRISA me ha renovado, es legal, la suscripción automáticamente por primera vez. Y me resultó raro: no encontraba el motivo.
Pero nada comparado con la bomba del pasado día cuando El País se rió, literalmente, del gobierno con su nuevo plan de vivienda. Era la primera vez, consulten hemerotecas, que este periódico se mostraba tan crítico con Zapatero, del cual había defendido hasta lo indefendible -lo cual en este caso concreto es casi todo-. Mi sorpresa fue mayúscula y como soy persona desconfiada no pensé en la libertad de prensa, en la racionalidad, en que no estarían de acuerdo, ni nada de eso. Busqué una causa distinta. Porque tenía que haber, un pequeño homenaje a Aristóteles, una causa.
Hará poco más de un año el gobierno de Zapatero decidió regalar una nueva televisión a un grupo amigo: La Sexta. Al principio me resultó extraño porque ya tenían el grupo PRISA y parecía como que la cosa era negativa para esté (aunque a ellos les regalaran Cuatro). No sabía qué pensar. Desconocía y buscaba, ansía de saber, la causa.
El grupo PRISA, y en concreto la Cadena SER, hizo un esfuerzo ingente para desenmascarar las mentiras del gobierno del PP el 11-M. Para ello no dudó a su vez en mentir buscando generar un estado de opinión que pudiera aprovechar el PSOE para, en una carrera contrarreloj, lograr el triunfo. Luego vinieron las manifestaciones tan espontáneamente dirigidas y la lucha entre poderes, inefable Telemadrid contraprogramando una película sobre ETA, para ver quién manipulaba más. Ganó PRISA: Zapatero supo que le debía el cargo. Esta vez el principal causante del triunfo estaba claro.
La denominada guerra del fútbol resulta el acontecimiento político por excelencia (aunque el nuevo director de
Público ya nos ha dicho que no nos interesa y a callar todo el mundo). En él se la juega el grupo PRISA que observa cómo el gran negocio se le puede hundir por culpa de Mediapro y
La Sexta (que curiosamente publicará
Publico, que curiosamente fue una cadena regalo de Zapatero y qué curiosamente desconozco de dónde va a sacar tanto dinero para los contratos que está firmando). Pero además el grupo PRISA nota algo más: el gobierno aún no ha comentado nada al respecto. Lo único dicho ha sido por la vicepresidenta que se ha limitado a señalar que a ver si se ponen de acuerdo. Ni un apoyo ni una promesa de mediación. PRISA se queda solo en el mercado. Sólo
Felipe González, el viejo PSOE, ha salido en su auxilio. Y piensan, y pienso, que tiene que ser por algo.
Y ahora aparece Público, el nuevo diario para la nueva gente (o algo así). El diario ya se autoconsidera de izquierdas y progresista (en otro momento hablaremos del diario este y su campaña). Los nuevos diarios han durado poco en España y Público aparece seis meses antes de las elecciones, sin tiempo a desaparecer hasta, al menos, marzo. Curiosamente, un problema del PSOE será la abstención y Publico -qué nombre, qué falsedad- se vuelca en el grupo social que presumiblemente se abstendría: jóvenes y con (autoproclamadas) ideas izquierdistas. Y lo financia el grupo al cual Zapatero le regaló, ya saben, una televisión. Y consigue vender, curioso, a la mitad de precio que los otros periódicos. ¿Dónde está la causa?
Decía Aristóteles, y luego y antes lo hemos dicho todos, que no hay efecto sin causa. Zapatero siente que PRISA, que lo ha tratado como su testaferro, es ya un estorbo para su dominio y, de acuerdo a una vieja consigna, ha ayudado a generar un nuevo grupo de poder que compita. Este grupo, La Sexta/Mediapro -y Público-, ha entrado con la finalidad de erigirse en el nuevo referente mediático no del PSOE sino exclusivamente del sector Zapatero, quien así busca a su vez independizarse del partido como aparato todavía gobernado por la vieja guardia (y por eso el otro día Felipe González saltó a la yugular). A su vez, La Sexta/Mediapro, cuyo auténtico interés es la televisión y en concreto el negocio del fútbol, hace un favor a Zapatero sacando un periódico cuya única finalidad, observen el atrevido vaticinio, será movilizar la abstención para que ZP gane las próximas elecciones y MediaPro se quede con el fútbol televisado –y pueda, seguramente, en un par de años ponerlo en PPV (pago por visión)-. PRISA conoce esto y comienza, a su vez y buscando un nuevo espacio, a desmarcarse del gobierno esperando ocupar un espectro crítico y de (autoproclamada) izquierda centrada. Y mientras tanto, para asegurarse un dinero, me renueva, que es legal, automáticamente. Y yo me gastó el dinero.
Pero, esto último no me importa tanto ahora que lo pienso porque confío en que el gobierno de aquí a las elecciones saque una ayuda para suscriptores de periódicos. O al menos, una desgravación fiscal.