lunes, febrero 22, 2021

SUÁREZ (uno de los nuestros)

 NOTA: hoy hace 40 años del 23F. Por ello recuperamos esta entrada hablando de Adolfo Suárez. un político admirable. 
Valga este artículo que escribí en su muerte. 
Recuerdo a quien nos enseñó que no siempre los políticos son la gentuza que tenemos hoy en día. 


Nota: si se desea un análisis más concreto de nuestra opinión sobre la transición, aquí

La película es inolvidable: El hombre que mató a Liberty Valance. Seguramente, la mejor película política y, seguramente, la mejor película de la historia y la mayor obra de arte del siglo XX. En ella, se cuenta la historia de Ransom Stoddard, un abogado, que viene al oeste buscando un nuevo horizonte. Y allí, en una ciudad llamada Shinbone, se encuentra con Liberty Valance, matón de los oligarquía ganadera, que pretende mantener el orden prestablecido para siempre. Es la vieja lucha entre la civilización, la democracia, y la barbarie, la dictadura.

D. Adolfo Suárez ha muerto. Sería ingenio sin duda creer que Suárez era un idealista como el personaje ficticio de Ransom Stoddard, Pero es que yo tampoco lo soy. Suárez era, solo, uno de los nuestros.
¿Y quiénes son los nuestros aquí? Aquellos que creen que la política es la actividad no de los ideales inalcanzables sino de lo posible en el contexto histórico. Y aquellos que creen que lo posible ahora es un mundo mejor y más justo y la preparación para superar el capitalismo.

Hay, al menos, dos formas posibles de entender la política.
La primera, de influencia platónica, es la defensa idealista del político como un personaje puro y de una extraordinaria envergadura moral que desde su sabiduría teórica conduce al pueblo a un mundo mejor –y acaba estampado en una rebelde camiseta-. Pero, todo esto lo hace desde la creencia en una aristocracia del espíritu donde se considera que esa tarea debe ser dirigida para un pueblo al que se le ama, o no, pero al que siempre se le dirige. Así la política platónica está reservada a unos pocos: no se puede llevar en la camiseta la foto de todos los ciudadanos -por muy grande que se tenga, algo ordinario sin duda, el pecho- sino solo la del bondadoso líder o, tal vez, la del Gran Hermano.
La segunda, más aristotélica si se quiere decir, señala al político como alguien práctico, un oportunista que interactúa con la realidad buscando resquicios para transformarla. En la política aristotélica, así actualizada, no hay lugar para la aristocracia del espíritu. El político es aquel legislador capaz de llevar adelante los mejores fines posibles. Y es, así, un oficinista de la libertad: no brilla como un sol único sino si acaso luce como un faro que solo pretende que el barco no se estrelle.

Suárez era un político aristotélico. Es ingenuo pretender que era un idealista. Comprendió que el franquismo carecía de futuro y que, de intentar perdurarlo, la izquierda ganaría el poder. De ahí, su apuesta por la democracia: seguramente, más práctica que por convicción. Pero, también Suárez tenía algo más de aristotélico: su creencia de que la verdad pertenecía a este mundo y no al puro y superior pero lejano de las ideas platónicas. La mayoría del régimen, como se ve en la votación de la reforma política,  pretendía una salida democrática para España pero de una manera pintorescamente democrática; una democracia ideal, adaptada a la “circunstancia española”, una democracia, por ejemplo, sin partido comunista. El ideal era así una democracia guerracivilista de los vencedores. Se trataba de edificar un nuevo modelo político excepcional para España: un ideal antidemocrático. Suárez sin embargo, en modesta proposición aristotélica, debía pensar que no existía en la tierra una auténtica democracia sin legalización del partido comunista: se fijó en un mero hecho empírico desdeñando las enseñanzas de la academia y los libros. Abril de 1977, con la legalización del PCE, fue una respuesta a eso.

Pero, demasiado de este mundo, Suárez también debía pensar, otro golpe para la derecha que ahora le quiere hacer uno de los suyos, que una democracia no era solo votar sino también un sistema social. Así, bajo su gobierno, se inició una reforma fiscal inédita en España y comenzó la creación de un, siempre incompleto, estado de bienestar. Era una democracia muy vulgar, demasiado mundana para los platónicos. Era una democracia vulgarmente existente.

Carrillo había transigido con la democracia -por cierto, nunca se agradecerá suficientemente la generosidad de aquel partido comunista- por su mentalidad de estratega pensándola como paso necesario al comunismo. Fraga había transigido por su egolatría convencido de ser él el Churchill español, aunque no acabara siendo ni Berenguer. Suárez, diferente a ambos, lo había hecho con el espíritu del  oficinista: eso es lo que tocaba. Ni un ápice de grandeza heroica aunque, como todo oficinista,  con la ilusión de ser un héroe, con el sueño de la grandeza.

Suárez efectivamente tenía, como usted y como yo, sueños de grandeza. Pero, al tiempo, su realidad era prosaica, poco poética y excesivamente mundana: evitar otra guerra civil. Algo muy vulgar para la actual izquierda antisistema, ¿antisistema?, que piensa que si ella hubiera estado allí la transición hubiera sido muy distinta,
y Franco no hubiera muerto en la cama,
y la guerra civil se hubiera ganado,
y Fernando VII no hubiera gobernado
y no hubiera habido inquisición,
y el Imperio Romano hubiera sido un lugar sin esclavitud
y, seguro, la evolución no se hubiera dado por la selección natural sino por la solidaridad entre los individuos.

Suárez, y usted y yo, resulta así vulgar. Porque solo logró, entre otras minudencias, que el pasado sábado usted y yo estuviéramos en una manifestación por la dignidad que se celebró de forma libre. Porque solo logró que yo pueda escribir en mi blog o usted en el suyo o él en el otro. En fin, poca cosa.

El resto de la historia es conocido. Los crímenes de ETA  y los GRAPO, que curiosamente, ¿o no?, atentaron más contra democracia que lo habían hecho en el franquismo; la amenaza golpista de un sector militar; el ansia de poder de sus propios barones; la irresponsable oposición del PSOE, AP y el PNV; la creciente desconfianza del rey; y, otra serie de circunstancias, unidas a sus propios errores, como en su vida y en la mía, fueron poco a poco eclipsando su figura. En enero de 1981, Suárez dimitía -otro hecho extraño en este país- y al hacerlo explicaba que no quería que la democracia fuera un paréntesis en nuestra historia.

Suárez es sin duda un mediocre frente a una derecha que pensaba y piensa que el país es suyo. Suárez es sin duda un mediocre ante una autoproclamada izquierda -excepción hecha de aquel PCE, y no curiosamente- que se siente moralmente superior a todo bicho viviente que no mire, impasible el ademán, hacia el infinito -pero no más acá-.

Efectivamente, Suárez es sin duda un mediocre como lo somos usted y como yo. Un mediocre que forjó la democracia en España. Un mediocre que sentó las bases de un estado de bienestar hoy en peligro. Un mediocre, en fin, que definió a España como un estado social y democrático de derecho.

Por todo ello, Suárez puede ser calificado sin duda de mediocre. Por todo ello era como usted y como yo. Por todo ello, la memoria de Suárez como el hombre que hizo eso debe permanecer viva frente a los esfuerzos de la miserable derecha que hoy quiere destruir ese legado. Por todo ello, Suárez era uno de los nuestros.

El hombre que mató a Liberty Valance tiene uno de los finales más hermosos. Tras enterrar al personaje interpretado por John Wayne, Ransom Stoddard y su mujer vuelven en tren a Washington donde él es senador. Él habla de volver a Shinbone e instalarse allí para pasar sus últimos años como un modesto abogado. Su esposa se muestra entusiasmada y le explica cuánto lo desea. Y entonces ella le cuenta todo lo que él ha hecho por aquella ciudad y por aquel país para por fin preguntarle: ¿no estás orgulloso? Pero, mientras el tren atraviesa el desierto, él no contesta.


viernes, febrero 19, 2021

Y AHORA EN RADIOCASARES, CON RADIOSOFÍA/37: LAS REDES SOCIALES

Vivimos inmersos en un gran hermano que lo controla todo. Internet ha hecho que la redes sociales sean el nuevo foro, la nueva plaza del mercado, lugar de encuentro y de debate de intercambio de conocimientos, y de opiniones pero, ¿es oro todo lo que reluce?
Otra vez en #RadioSofía, en #RadioCasares


domingo, febrero 14, 2021

Y AHORA EN RADIOCASARES, CON RADIOSOFÍA/36: LAS TEORÍAS CONSPIRATORIAS

 ¿Son las #TeoríasConspiratorias pensamiento crítico?
¿Por qué surgen? 
¿Hacemos #TeoríaConspiratoria de las teorías conspiratorias?
Como siempre #RadioSofia en #RadioCasares 
#EPMesaLaVozIlustrada

miércoles, febrero 10, 2021

EN DEFENSA DE UNA REPRESENTACION REAL DEL PROFESORADO EN LA FEDERACIÓN DE ENSEÑANZA DE CCOO DE MADRID

Carta abierta de afiliados de CCOO Educación ante el próximo Congreso en la Federación de Madrid. 

Los profesores nos sentimos abandonados. De un lado, por nuestra Administración, cuyo modelo es la privatización y la subordinación de la enseñanza pública a la privada concertada. De otro lado, también por los sindicatos. Y dentro de este abandono, debemos señalar concretamente a nuestro sindicato, Comisiones Obreras, que ha desaparecido de la lucha cotidiana en los centros.

Se aproxima el Congreso de la Federación de Enseñanza de Madrid, que en nuestra opinión constituye una excelente oportunidad para intentar cambiar esta dinámica. Consideramos que el problema de nuestro sindicato, lo que le impide desarrollar efectivamente su labor de defensa de los trabajadores, es un problema estructural. Hablamos de “problema estructural” porque no se trata únicamente de la presencia de determinadas personas en los cargos ejecutivos, sino que la situación objetiva va mucho más allá. No son solo ni prioritariamente nuevas caras lo que necesita nuestro sindicato, sino una nueva forma de organización que le permita afrontar la situación laboral y social que estamos sufriendo. Por eso queremos acentuar que no se trata solamente de cambiar a la Secretaria General por otra persona, aunque pueda resultar necesario, sino que se trata de transformar la propia estructura, de abajo a arriba: desde el modelo de liberación hasta la continuidad de los cargos ejecutivos; y con ellos la forma de actuación, que ha resultado fracasada ante la embestida neoliberal.

En primer lugar, consideramos que el sindicato, como tal organización, está absolutamente alejado de esa realidad laboral a la que con voz hueca dice representar. Y lo está porque sus cuadros, desde los delegados liberados hasta la Comisión Ejecutiva, se constituyen como una realidad aislada de ese mismo ambiente laboral. El contacto del propio sindicato con los profesores que están realmente en activo, es decir, quienes estamos dando clase, se reduce a visitas esporádicas a los centros para hacer asambleas semidesiertas en los recreos. Por ello, consideramos que la primera acción que debe tomar el sindicato, si aspira a ser , en efecto, un sindicato de trabajadores, a recuperar su fundamento laboral y de clase, pasa necesariamente por la organización tanto de las liberaciones como de los puestos ejecutivos.

En cuanto a las liberaciones, se debería proceder a la eliminación generalizada de aquellas otorgadas a tiempo completo, excepto en aquellos cargos muy concretos donde resulte absolutamente imprescindible, de modo que se favorezcan y estructuren en base a liberaciones parciales en los propios centros, para que el liberado se sitúe como figura de referencia (ahora sí) “permanente” y conozca los problemas laborales de primera mano, y no por referencias bibliográficas o por mensajes de whatsapp. Se trata, por tanto, de acabar con la figura de los liberados totales que llevan años alejados de la práctica docente y que por lo tanto desconocen realmente la situación laboral por la que se está pasando en la actualidad.

En segundo lugar, hay que evitar por todos los medios que el sindicato se convierta en una carrera profesional cuyo éxito radique en entrar lo antes posible y salir ya jubilado y habiendo pisado, por tanto, el menor tiempo posible el centro de trabajo. Tiene que existir, en consecuencia, una limitación de mandatos estricta para los cargos ejecutivos que les haga regresar al centro escolar para o bien disfrutar de todo lo ganado durante su ejercicio o bien, sufrirlo. La única puerta giratoria digna y legítima es la que nos hace regresar al aula.


Por otra parte, estamos convencidos de que el sindicato debe concebirse como tal sindicato y no como un seguro de defensa jurídica que se base únicamente en la Ley para su actuación. Por supuesto, el sindicato deberá tener un fuerte elemento jurídico y los mejores abogados posibles, pero la finalidad última del sindicato no puede reducirse a su transformación en un seguro jurídico o en un sindicato de servicios (cuya federación ya existe, por otra parte). El sindicato ha de responder a un proyecto de futuro y de mejora permanente de las relaciones laborales y no a la mera defensa del estatuto jurídico actual.

En este sentido, es decir, en el de la esencia de nuestra federación desde un punto de vista no vicario, debemos destacar un tema de especial importancia. El sindicato nunca debe ser la sucursal de algún partido político. Por supuesto, Comisiones Obreras debe considerarse a sí mismo como un sindicato defensor y promotor de las ideas políticas de la izquierda, pero no como un sindicato subsidiario de un determinado partido o vinculado a su proyecto ideológico concreto. La independencia del sindicato en este caso resulta primordial para, en primer lugar, poder actuar como tal sindicato, de modo que mantenga también sus reivindicaciones cuando esos partidos que se proclaman de izquierdas tengan poder. Además, debe ser también independiente para poder presionar desde fuera a esos mismos partidos para que elaboren, con su presencia en el poder legislativo, resoluciones y legislaciones favorables a los intereses de los trabajadores.

Por último, siendo nosotros del sector de la enseñanza pública, queremos añadir algo más. El sindicato debe reconocer y apoyar a nuestros compañeros de la enseñanza privada, que forman con nosotros clase trabajadora. Los profesores de la enseñanza concertada y privada son nuestros compañeros y apoyaremos sus reivindicaciones para mejorar sus condiciones laborales. Pero ello nunca debe confundirse con defender o callar ante el modelo de la enseñanza concertada, que como tal sindicato de izquierdas y de clase trabajadora, debemos rechazar claramente. Como sindicato defendemos y apoyamos a los trabajadores, no a su patronal.

Por todo lo expuesto y argumentado en este escrito, consideramos primordial no tanto un cambio de personas concretas en los cargos ejecutivos -que pudiera ser también imprescindible para realizar el proyecto que proponemos- como fundamental y radicalmente un cambio en la estructura del propio sindicato. El problema de nuestra federación no reside exclusivamente en las personas concretas, sino en que su estructura y organización está actualmente pensada casi de forma exclusiva para la defensa de la propia institución como tal y de los intereses privados de sus miembros, y no para la defensa de la clase trabajadora. Por lo tanto, no podemos sentirnos representados en ninguna de las candidaturas, ya caducas antes de nacer, que pretenden gobernar nuestro sindicato.

Así pues, desde nuestra militancia y desde nuestro compromiso con las Comisiones Obreras publicamos este texto con la intención de advertir sobre los problemas que hemos señalado y que queremos solucionar para bien de nuestro sindicato y para mantener de esta manera la lucha de la clase trabajadora.

En Madrid, a 9 de febrero de 2021


José María Morales Vázquez Profesor de E. Secundaria y afiliado a CCOO
Israel Prados Benítez: Profesor de E. Secundaria y afiliado a CCOO
Enrique P. Mesa García: Profesor de E. Secundaria y afiliado a CCOO

domingo, febrero 07, 2021

Y AHORA EN RADIOCASARES, CON RADIOSOFÍA/35: LA RESPOSABILIDAD INDIVIDUAL

¿Es la cacareada #ResponsabilidadIndividual una falsedad que esconde la inacción del estado?
¿Son los individuos culpables de todo y los gobiernos responsables de nada? 
Ya lo pueden oír en #RadioSofia, en #RadioCasares.
#EPMesaLaVozIlustrada

Amaestrar a los alumnos: la nueva Ley de Educación

NOTA: Es un honor salir en el #PeriódicoDeVillaverde. Aquí, afirmando que la #LomLoe o #LeyCelaá es un paso más para amaestrar a los alumnos. Y digo, en plan poético festivo: La vida dominada envuelta en el papel de celofán de las consignas pseudoprogresistas. 
Es ciertoEPMesa es también de Villaverde.

Pueden leer el original AQUÍ

Sin duda alguna, y como cualquiera puede ver, se está forjando una nueva modelo de sociedad. Es una sociedad que se caracteriza por la precarización de los derechos sociales, económicos y políticos. Es una sociedad con un recorte de libertades. 

Es en esta sociedad en la cual surge la nueva Ley de Educación, que en realidad no es más que una continuación de la ya descaradamente neoliberal Ley Wert del Partido Popular. Pero, nosotros no vamos a analizar aquí la ley en general, sino que nos vamos a parar en un punto que consideramos muy relevante y ejemplificador. La ley se aprueba sin cumplir el acuerdo alcanzado por unanimidad de todos los partidos para poner la materia de Ética en 4º de la ESO y la sustituye por una denominada Educación en valores éticos y cívicos. Y la pregunta es por qué.

Se trata de dos temas entrelazados aquí: primero, por qué no hay Ética en la ley y, segundo, por qué sí hay esa otra materia.

Empecemos por el primer tema: ¿por qué incumplir el pacto y no poner Ética? Lo primero es explicar que la materia de Ética no pretende decirle a los alumnos cómo deben pensar, no es un catecismo laico, sino enseñarles a reflexionar sobre la moral. Así la Ética buscaba crear un pensamiento crítico y quitar Ética es, como consecuencia, buscar acabar con un tipo de educación que podíamos llamar ilustrado.

Efectivamente, hay dos versiones de la educación. Una es la clásica, la ilustrada, la que busca la formación de ciudadanos con pensamiento crítico. Otra, que es la que se está imponiendo, dice que la educación es una preparación para la vida. Sin embargo, lo que llaman aquí vida quiere decir en realidad mercado de trabajo y mercado de consumo. Hay que ser buen trabajador y buen consumidor. Y todo el pensamiento crítico, que se escapa de ese mundo, sobra. En esta nueva educación para la sociedad precarizada y para la producción de trabajadores sobreexplotados y consumidores frenéticos, la reflexión filosófica es superflua. La idea es que las personas no reflexionen ni sitúen un pensamiento crítico que medie entre ellos y la realidad, sino que esta sea asumida sin problemas para potenciar el consumo y la aceptación de las condiciones sociales de explotación.

En segundo lugar, está la nueva materia de Educación en Valores Éticos y Cívicos.  Se trata de la sustitución de una materia de reflexión por una especie de catecismo laico, como fue Educación para la Ciudadanía. No es más que la idea de la construcción de una pequeña rebeldía, cómoda y de lucimiento en redes sociales, pero que al carecer de reflexión y pensamiento crítico, al ser pura creencia, solo será la repetición incansable de las consignas dadas por el poder y la negación real de pensar por sí mismo. Es la vida dominada envuelta en el papel de celofán de las consignas pseudoprogresista.

Así, la nueva ley no hace más que mantener aquello que ya hizo la ley Wert del Partido Popular. Buscar la formación de un nuevo sujeto que se adapte perfectamente a las condiciones de precarización y explotación capitalista, incluso sintiéndose en su fuero interno cómo un rebelde. Construir en un individuo que crea que realmente vive su propia vida cuando en realidad no es más que una hormiga perdida en mitad del inmenso hormiguero donde solamente servimos, usted y yo, todos, para cumplir los intereses de la reina que es el Capitalismo.