lunes, octubre 31, 2005

LA SEÑORITA LEONOR DE BORBÓN MEJORA LA ESTADÍSTICA

En estos tiempos en que es tan alta la tasa de temporalidad en el empleo, no podemos por menos que felicitar a la señorita Leonor de Borbón por tener ya contrato fijo.

LA COPE Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Vaya por delante algo: yo no escucho de manera habitual la COPE ni voy a convertirla en mi emisora favorita. Igualmente, el señor Federico Jiménez Losantos me parece un idiota, con un análisis político irrisorio, una negada capacidad periodística o de cualquier otra índole y unos artículos infumables (aunque aún así me cae mejor que la señora Cristina López Schlichnting, a la que cada vez que he tenido ocasión de escuchar, ya en la radio ya en la televisión, no he podido sino preguntarme cómo alguien tan ignorante puede hablar en público o que D. César Vidal, ejemplo vivo de erudito a la violeta). Sin embargo, no estoy dispuesto a callar ante la campaña histérica que desde ciertos sectores de la autoproclamada izquierda se está llevando a cabo no contra los contenidos de la COPE, campaña en la que podría estar de acuerdo, sino contra el derecho de la COPE a expresar la opinión que desee. Y asusta especialmente que los políticos catalanes, que gobiernan en la Generalidad y son de esa misma autodenominada izquierda -sin olvidar: y catalanista-, se dediquen a intentar callar, vía declaración de un ministro catalanísimo o vía Consejo Audiovisual de Cataluña, a una emisora de radio.
Y así, no estoy dispuesto a callar no por respeto ante un abstracto derecho constitucional a la libertad de expresión sino por un concreto derecho a la libertad de la COPE y sus periodistas a decir lo que consideren oportuno.

sábado, octubre 29, 2005

DE TALANTE


La vicepresidenta del gobierno, doña María Teresa Fernández de la Vega, ante las futuras protestas de los agricultores por el precio del gasóleo ha dicho que "Estamos dispuestos al diálogo, pero pedir una solución al tiempo que se amenaza no parece un buen sistema"
Imagino que ella cree en lo que dice.
Imagino que los pescadores, no.
Ni los transportistas.

Y luego ha rematado: "Ante las propuestas, este Gobierno es dialogante; ante las amenazas, es un Gobierno firme"
Debe ser duro tener que decir todo eso en público.

jueves, octubre 27, 2005

¿QUÉ QUEDA DEL MARXISMO?/2

Conviene siempre al iniciar una polémica tratar de definir, o al menos delimitar, el concepto de la misma. Por ello, en este primer artículo de la serie, pues lo anterior fue introducción, pretendemos delimitar qué entendemos por marxismo. Pero, también, pretendemos hacerlo de un modo fuerte. Es decir, mantendremos a lo largo de nuestra serie que si el marxismo no define auténticamente el capitalismo y, por otra parte, no puede asumir la tarea que le pretendemos asignar está efectivamente muerto.
En primer lugar el marxismo es filosofía. Por lo tanto no pretende una explicación de ciertos aspectos parciales del capitalismo (el salario, la plusvalía, las clases sociales…) sino una explicación total del mismo. El marxismo es metafísica del capitalismo o no es nada. Por eso, el marxismo señala lo que es el capitalismo y no sólo lo que es esta o aquella forma, el estado del bienestar o la liberal, del mismo. Cuando decimos, pues, que el marxismo es filosofía queremos decir que tiene pretensión de desentrañar no el modelo concreto del sistema sino la esencia del propio capitalismo y, por lo tanto, si la esencia del capitalismo no es la que se señala en el marxismo este es falso.
Pero, en segundo lugar, esto no quiere decir que el marxismo tenga el dogma de lo que dijo Marx. No nos importa lo que dijo Marx, al menos literalmente, sino el análisis del capitalismo. Por ello, la pregunta no es si se es fiel o no a Marx, como si hubiera que serle fiel, sino si se hace un análisis marxista.
Por ello, tercero, lo importante es saber qué condiciones marcan un análisis marxista. O dicho de otro modo: qué es lo indispensable del marxismo, cuáles son sus hipótesis, pues quedaría su demostración, sobre el capitalismo. Y, al menos, lo indispensable es:

a)Un criterio de verdad fuerte. Como toda filosofía moderna, frente a la posmoderna, el marxismo cree que existe la verdad y que su análisis sobre el capitalismo es el verdadero. El marxismo pues no cree que es otro análisis más sino el único que puede desvelar auténticamente el capitalismo.
b)El análisis marxista entiende al capitalismo como una totalidad que determina las relaciones entre las personas. Esto no quiere decir, ya lo discutió Engels, que cada acto individual se explique por el marxismo sino que los principios básicos de la forma de existencia humana en la actualidad guardan relación con la estructura capitalista. O de otro modo: el capitalismo no es solo un sistema de producción económica sino una forma de producción de vida.
c) Una idea clara de que cualquier forma de vida anterior al capitalismo es inferior a éste. No se trata de volver a formas sociales primitivas, como defendería por ejemplo el indigenismo en Sudamérica, sino de “superar” el capitalismo.
d)La idea de que existen forman objetivas, y objetivables teóricamente, sociales. La sociedad no es la suma de los individuos sino una realidad ajena a la mera unión de sus voluntades.
e)El capitalismo es una estructura totalitaria. No es sólo que el capitalismo sea imperfecto o que haya injusticias en él sino que el capitalismo es injusto por sí mismo. No hay reforma posible del capitalismo.
f)Unido a lo anterior, existe una idea de sujeto fuerte y lo que realmente traiciona el capitalismo es dicha idea. El sujeto debería humanizar el mundo, el capitalismo domina sobre él y lo convierte en mero reproductor del sistema económico. El verdadero mal del capitalismo no es que produzca desigualdad, pobreza o cualquier otra injusticia social. El capitalismo podría llegar a realizar un mundo sin hambre, por ejemplo y tal como ha hecho en occidente, pero nunca podría llegar a realizar un mundo de sujetos emancipados. Este es el auténtico mal del capitalismo.
g)Todas las realizaciones sociales de los individuos en el capitalismo acaban siendo falsas. No existe una auténtica vida en el mismo porque la propia realización humana, la praxis, solo sirve en tanto en cuanto perpetúe el sistema. Esto no quiere decir que los sujetos no sean sinceros en sus actos, en referencia a ellos mismos, sino que es imposible realmente mantener una vida plena en la estructura capitalista. Así la felicidad que sienten los sujetos no es más que ideología.

No pretendemos, por tanto, defender aquí una versión suave del marxismo o que ciertas realidades del marxismo siguen siendo válidas sino al marxismo como filosofía. Tampoco, huelga decirlo imaginamos, pretendemos defender las dictaduras comunistas, hoy la cubana por ejemplo, que tan queridas les fueron a una gran mayoría de los intelectuales occidentales. Lo que pretendemos es desarrollar, abusando de la paciencia de ese lector que aún nos debe quedar, los temas expuestos y defender que el marxismo, tal y como lo desarrollaremos, no sólo sigue vivo sino, recogiendo una frase anterior, es la metafísica del capitalismo.

martes, octubre 25, 2005

LA PREGUNTA DE LA SEMANA/5

Va otra con la esperanza, al menos, de que tenga tan buena respuesta como la anterior. ¿Cómo se mide la distancia en años luz a las galaxias? O dicho de otro modo y para que nadie crea que preguntamos qué es un año luz: ¿Cómo se puede saber que una galaxia está a tantos años luz de la tierra? ¿Cuál es el método que se utiliza para hallar la medida?

domingo, octubre 23, 2005

CONTRA EL ESTATUTO/ 6: LA CONSTITUCIÓN Y EL FALSO LÍMITE

El discurso político sobre el estatuto está siendo, al menos desde la izquierda, mal dirigido. Parece que lo auténticamente grave del mismo es que vaya contra la constitución o, que al menos, sea inconstitucional. Sin embargo, no es esto lo peor, desde luego. Al fin y al cabo, la propia constitución va a ser cambiada para que las barbies princesa puedan ser reinas de España y no pasará nada, por lo tanto tampoco habría, en primera instancia, mayor problema en cambiarla para cubrir las expectativas del propio estatuto catalán. El problema constitucional puede ser un problema legal, pero no debería serlo político más allá de su reforma. Si fuera justo se podría cambiar la constitución.

¿Cuál es el problema entonces del estatuto? No su legalidad, sino su contenido. Su justicia y, en este caso, su injusticia. El problema es que el estatuto debería ser inasumible por la izquierda. Las causas creemos que ya las hemos expuesto en esta serie. Pero, ¿entonces, cuál es el truco? ¿Por qué Zapatero y su grupo, que no el PSOE en general, han decidido centrar el debate, con la incontestable ayuda de El País, en su presunta inconstitucionalidad y, resolviéndola, las famosas 8 fórmulas y los pactos, presentar que todo estaría arreglado? Pues porque Zapatero ha vuelto a demostrar que carece de cualquier idea sobre el tema y, al torcerse todo, recordemos que se comprometió a aprobar lo que saliera del parlamento catalán, no encuentra otra solución. Al fin y al cabo, nadie conoce cuál es el pensamiento de Zapatero sobre la política territorial, fuera de las declaraciones retóricas, y hasta cabe la posibilidad de que carezca de ellas Y si esto es así, y ya se vio bastante cuando su discurso ante el plan Ibarreche, tema mucho más sencillo, la mejor solución sería situar el problema no en la política del contenido sino en la jurisdicción.

Sin embargo, y conviene recordarlo, el auténtico problema del estatuto es político y por eso es inasumible. La constitución se puede cambiar tantas veces como sea necesaria porque el problema no está ahí sino en la causa del cambio. O diciéndolo en un lenguaje desgraciadamente perdido: si el cambio constitucional trae o no más progreso. Y el auténtico problema del estatuto catalán, y nuestro temor es que Zapatero no lo sepa o no lo quiera saber, es que no trae más progreso sino que es reaccionario. Y lo es en su significado fuerte: pretende volver atrás ante una situación dada que permitía el desarrollo político social de acuerdo a una democracia. Así, el nuevo estatuto supone un recorte de libertades y derechos frente a la situación actual y el ataque a un sistema que, mal que bien, ha funcionado mejorando las condiciones de vida de todos los españoles y logrando un equilibrio nacional y una serie de mejoras sin precedentes en la historia de España. Por eso, el estatuto en su intento de volver atrás, no es ajeno a esto la petición de los derechos históricos, no solo no nos da tranquilidad sino que nos preocupa. Y no nos gusta la actitud irresponsable, ñoña y demagógica, de quien tiene la máxima responsabilidad de este problema: Zapatero. Y nos preocupa porque no la entendemos ideológicamente. No sabemos, ¿alguien lo sabe?, qué busca.

Por eso, esperamos ansiosos el próximo dos de noviembre cuando en el Congreso se discuta el tema. Allí, suponemos, Zapatero nos dará sus razones.
O, otra vez y de nuevo, solo consignas ñoñas.

jueves, octubre 20, 2005

¿QUÉ QUEDA DEL MARXISMO?/1

En un muy interesante artículo, como merece su blog con el cual se puede o no estar de acuerdo pero al menos presenta temas más allá de la ridícula actualidad de los medios, D. David ha publicado este artículo. Primero les ruego que lo lean. A continuación, si desean seguir, les informo de que pronto aparecerá aquí mi contestación. Pero, antes, y para abrir boca, no sé si de bostezo, y aunque esté mal autocitarse, les pediría que leyeran este artículo mío titulado Ser marxista.

Pronto, el debate.

martes, octubre 18, 2005

CONTRA EL ESTATUTO/5: LA FINANCIACIÓN

En su título VI, el estatuto presenta la financiación de Cataluña. En primer lugar, destaca el carácter de bilateralidad entre el estado español y la propia Generalidad. No tratamos aquí si es constitucional o no, no nos importa ahora, sino la propia idea de algo así: un territorio concreto decide que los impuestos son suyos y que luego dispone de ellos, como unidad, para negociar con el estado. Pero no sólo eso, sino que hay, en su artículo 209, un hecho sorprendente: la Generalidad, es decir y según el propio estatuto Cataluña, decide sobre la política económica del resto de las autonomías.
Así se lee:
La Generalidad contribuye a la solidaridad con las demás comunidades autónomas, a fin de que los servicios prestados por los diferentes gobiernos autonómicos a sus ciudadanos puedan alcanzar niveles similares siempre y cuando lleven a cabo un esfuerzo fiscal también similar.
Es decir, la Generalidad toma un aire intervencionista: sólo cederá sus impuestos, y ahora vendrá la discusión de si son suyos, si la comunidad ajena cumple con su parte. Ahora bien, ¿quién decide cuál es su obligación, su “esfuerzo fiscal”? Pues, la propia Generalidad. Así el principio de bilateralidad no es sólo ya tal, injusto por sí, sino un principio intervencionista en la economía del resto de las autonomías. Un gobierno extraño, no votado y esto es lo que le diferencia del gobierno de la nación (no sé si poner española) que sí es votado en toda España (no sé si poner estado), decide sobre si otro gobierno autonómico cumple o no con “un esfuerzo fiscal similar” y, por lo tanto, decide si le ayuda o no. ¿Bilateralidad? No, intervencionismo.

Ahora bien, alguien puede decir: evitemos el artículo 209, eliminémoslo. Ahora, una vez hecho, ¿por qué es mala la bilateralidad preconizada? Para eso debemos volver al Preámbulo. Allí se dice lo siguiente:
De este modo, el presente Estatuto define las instituciones de la nación catalana y sus relaciones con los pueblos de España en un marco de libre solidaridad con las nacionalidades y las regiones que la conforman, compatible con el desarrollo de un Estado plurinacional.

Vean qué interesante: “marco de libre solidaridad”. Obsérvese que este estatuto hecho por la izquierda real, los que cobran como diputados al menos, no utiliza la expresión “relación justa” sino “libre solidaridad”. ¿Por qué? Pues por dos motivos. El primero hace referencia a un hecho general de la izquierda y es la sustitución de los conceptos con significado objetivo por aquellos con contenido subjetivo y que hacen referencia a situaciones de bondad personal no mensurables de acuerdo a un criterio más allá de las buenas intenciones. Así, ya lo analizaremos con más profundidad en otro momento, se sustituye justicia, criterio de proporción y discutible objetivamente, por solidaridad, criterio subjetivo, negando así de contenido el discurso.
Por otro, y más concreto aquí, es el permanente chantaje del rico. Al igual que doy lo que considero bueno, soy bondadoso y ejerzo la caridad ante los pobres, puedo tranquilamente dejar de hacerlo pues el criterio no está fuera de mí, la justicia, sino en mí, la solidaridad, caridad y amor, que siento hacia ti. Así, la negociación es permanente. Cataluña, o sea: la Generalidad, es el chantajista bondadoso. Porque te quiero te exijo. O te comportas o no te doy. Los impuestos pasan a sí a ser objeto no ya de retribución, justicia social discutible, sino de caridad, principio indiscutible pues es la subjetividad pura: el poderoso, como en el cepillo de la parroquia, decide cuanto da. El privilegio, no regulado fuera de la intención del fuerte, es el nuevo principio económico. El liberalismo puro y duro, basado en las relaciones interpersonales, triunfa frente a cualquier concepto incluso, fíjense qué débil, socialdemócrata.

domingo, octubre 16, 2005

CONTRA EL ESTATUTO/4: RECOMENDACIÓN

De lo mejor que he leído, bueno, lo mejor, sobre el tema de las autonomías y el estatuto. Queda algo ridículo que yo, que tengo una media de 20 lectores y bajando, recomiende La Página Definitiva, una página de izquierdas sin totalitarismos ni pretensiones inquisitoriales ni tampoco campañas demagógicas, pero la recomiendo en general por si alguien no la conoce. Y recomiendo, en particular y sobre este tema, este artículo y este otro.

LA PREGUNTA DE LA SEMANA/4

Hoy la pregunta es doble y de biología. La primera, ¿todos los mamíferos machos tienen pezones? La segunda, ¿y por qué el varón de la especie humana los tiene?

Si alguien lo sabe, gracias anticipadas.

jueves, octubre 13, 2005

ESCUELA PÚBLICA Y MANDARINATO

“La culpa, querido Bruto, no está en las estrellas, sino en nosotros mismos que no somos más que esclavos.”
William Shakespeare, Julio César, act. I, esc. II

La escuela pública es, parafraseando al fallecido Bardem, políticamente nula, socialmente ineficaz, culturalmente ridícula y educativamente patética. Está dominada, caciquil y exclusivamente para sus intereses, por cuatro mandarinatos: los alumnos (o los alumn@s como escribiría un hortera), los padres (y las madres, como diría un político en campaña), la Administración y los profesores (y las profesoras, como diría un sindicalista). Sin embargo, estos mandarinatos no luchan en igualdad de poder y no son, por tanto igualmente responsables.

Los alumnos constituyen el poder fáctico mas débil. Sin embargo, no por ello dejan de ser cómplices de una situación que en un mal cálculo creen que les beneficia. Cegados por la inmediatez que les permite haber convertido la escuela en un apéndice de la barbarie cotidiana no comprenden que a la larga su perjuicio es máximo. Sin ninguna organización interna dentro de los mismos institutos que les permitiría presionar, desorganización hábilmente alentada por las distintas Juntas Directivas para quien les resulta cómodo que sea así, los alumno viven a la expensa exclusiva del aprobado o suspenso. Y así, hay mucha protesta cuando suspenden, pero nada ocurre cuando la situación de descontrol permanente les permite pasar el rato embruteciéndose. Al fin y al cabo el alumno considera que la vida auténtica es la presentada por Boris Izaguirre, Gran Hermano y los anuncios y busca reproducirla en las paredes interiores del centro escolar. Por eso, la situación de degradación, falta de disciplina y caos interno le parece normal, le parece, y lo triste es que lo ha acabado siendo, su mundo.

El segundo mandarinato son los padres. Instaurados como una especie de poder en la sombra que podría mover hilos, poder prácticamente inexistente, la amenaza permanente del padre que aparece en el instituto para ver qué ha pasado con su hijo funciona: nadie, o casi nadie, quiere líos. O diciéndolo en otras palabras: entre el deber y la comodidad la gran mayoría del profesorado prefiere la comodidad. Así, el mandarinato de los padres se ejerce por omisión de la administración o del profesorado: como no quieren el enfrentamiento, la sola amenaza de su visita, el “que viene el lobo”, basta para conseguir objetivos. Lo cual, evidentemente, es aprovechado por los padres más impresentables que a través de presiones y ante la molicie general logran sacar adelante, pues de eso se trata, a sus hijos. Y así, y con estos ejemplos que son consecuencia mas no causa de la situación, de paso, se crea la imagen, falsa, de que los padres cuanto más lejos mejor, lo cual lleva a la escuela pública a ser más privada, de los profesores, que la privada.

Así, y paradójicamente, resultan eliminados los derechos de los usuarios. Los alumnos al quedar reducidos a meros apéndices del mobiliario que pueden hacer lo que quieren excepto pedir que se cumpla con la obligación de educarlos, y claro está, nunca lo piden, y los padres, que se convierten en invisibles excepto esas Asociaciones de carácter nacional (CEAPA o CONCAPA) que no son sino instrumentos políticos de los respectivos partidos más preocupados en hacer brindis al sol y defender su parcela de poder que en ponerse, a su vez, a trabajar.

El tercer mandarinato, y ya más culpable, es la administración. Y no se trata tanto de un problema de legislación como de control de la situación y de hacer cumplir la ley. La inspección educativa, convertida en jefe de personal y voz de su amo a la hora de recortar plantillas, no inspecciona nada en lo referente a la calidad de la enseñanza y cuando lo hace es únicamente para cubrir el expediente burocrático: pedir documentos donde todo lo que se dice es pura palabrería. Así, el estado como tal, es decir: el garante de la ley frente al privilegio, se ha desplazado a mero observador de la realidad, cediendo el papel principal que debería tener -en una clara dejación de funciones- a colectivos con intereses corporativos (sindicatos, funcionarios, AMPAS y alumnos) que buscan su propio interés. La institución y su acción ya no es social sino privada: se trata de que los gremios que componen la denominada comunidad educativa (padres, alumnos, personal de servicio y profesores) luchen por sus respectivas parcelas y sus privilegios. Y así, poco a poco, como muy bien señala Mariano Fernández Enguita, la educación va dejando de ser pública y se va convirtiendo en un feudo del interés del más fuerte.

Y, lógicamente, este más fuerte es el cuarto mandarinato: el profesorado. El último mandarinato, y el más culpable de todos, es el del profesorado. Amparados en su condición de funcionarios, la cual sin embargo no es la culpable, y en un sistema de funcionamiento y organización absurdo e ineficaz, que las nuevas leyes no sólo no mejoran sino que lo estropean aún más con mayor “corporización”, sin ningún tipo de responsabilidad ni de tener que rendir cuentas ante nadie (los alumnos no tienen voz, los padres tampoco y la Administración hace que no ve), convierten sus intereses personales en la base principal sobre la cual se elabora todo el desarrollo de la institución. Las Juntas Directivas gobiernan con un aire familiar, no profesional, y sin plantearse la idea de eficacia, dirección o liderazgo, sólo buscando complacer al mayor número de los profesores cueste lo que cueste. El claustro de profesores, donde de nada se discute, tiene su máximo punto de excitación y lucha en el célebre horario (entrar lo más tarde posible y largarse cuanto antes), que se ha acabado convirtiendo en un fraude constante de ley. Toda la organización del instituto, de esta forma, está hecha para servir los intereses del profesorado, olvidando cualquier criterio social o pedagógico: es el puro privilegio. Así, todo el sistema crea la inercia para no hacer nada porque cualquier intento de hacerlo resulta ya titánico. La mayoría del profesorado -que pudiera ser en otras condiciones buenísimos profesionales- se sumerge entonces, por la fuerza de esa inercia maligna, en esa dinámica de pasividad, de cumplir las horas esperando que llegue el verano y, luego, el próximo curso tan desaprovechado como este.

La escuela pública responde así perfectamente al ideal del pacto siniestro. Nadie exige nada a nadie a cambio de que nadie le exija nada a él. Las grandes palabras afloran: solidaria, creativa, participativa, democrática,...Mientras tanto, las escuelas privadas, ¿cuántos profesores de la pública llevan a sus hijos a la privada?, van ganando alumnos año tras año y las públicas lo pierden exceptuando aquellas zonas en las que hay un usuario cautivo. Pero la culpa, como siempre, está en las estrellas (y en el PP, los neoliberales, la televisión, la sociedad y, por supuesto, la globalización y el pensamiento único).
Y no en nosotros mismos siempre inocentes.
Siempre tan cómplices.

miércoles, octubre 12, 2005

LA FÓRMULA

Lo ha dicho. Ante la cuestión del término nación en el Estatuto de Cataluña, Zapatero ha dicho que
"Tengo la fórmula y es menos difícil de lo que algunos piensan".
Viniendo de quien dijo aquello, para luego desdecirse, de que se aprobaría sin más
“Lo que salga del parlamento catalán”.
Viniendo de quien ahora ha dicho, cuando los que no tienen nada asaltan la valla de Melilla, que
“Mi patria es la libertad”.
Viniendo en fin de quien se descolgó con
“En mi vida ese rumbo ha estado marcado siempre por un credo que quisiera expresar públicamente en un día y en un acto como éste. Ese ideario es breve: un ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes.”

Viniendo, en fin, de quien es, me tranquiliza.
Puedo dormir tranquilo.
Al fin y al cabo 13.000 niños se mueren de hambre al día, por supuesto no en Libertad, patria de D. José Luis Rodríguez Zapatero, sino en otros países, y tampoco me ha quitado nunca el sueño.

martes, octubre 11, 2005

CONTRA EL ESTATUTO/3: LOS DERECHOS HISTÓRICOS

Volvemos del nuevo al texto. Todo el preámbulo y el artículo quinto se precisan en la idea de los derechos históricos. De hecho se llega a decir textualmente:
El autogobierno de Cataluña como nación se fundamenta en los derechos históricos del
pueblo catalán
De esta forma, si se demostrara que no existen tales derechos históricos se podría, de suyo, deducir que el autogobierno es vano. Esto, creemos, es extraordinariamente interesante pues desmiente una vieja creencia que perdura en España: hay una diferencia ideológica -la fáctica, y que es muy importante, está clara en cuanto al uso de la pura violencia, la extorsión y el chantaje- entre el nacionalismo vasco y el catalán. Y de hecho a este último siempre se le ha presentado como algo moderno, ideológicamente avanzado, no excluyente lo han llegado a llamar, y compatible con la democracia. Pero, los textos no mienten. Resulta que la fundamentación, presunta, del estatuto es la historia, el pasado reconvertido en derecho. Así, la nación no lo es por la libre asociación de sus ciudadanos, sino que se constituye en esencia: se es nación antes de acceder voluntariamente a ello, antes de cualquier pacto político para serlo. Y lo es, como también señala el texto, de forma inalienable, es decir: aunque ningún catalán quisiera ser catalán seguiría existiendo la nación catalana.
¿Puede la izquierda, al menos la que aún defiende cierta Ilustración, defender esto? Porque lo que está detrás del derecho histórico, ya sea éste u otro como la idea de ls llamados “derechos adquiridos” son dos problemas: por un lado, la denominada falacia naturalista según la cual lo que es (imaginemos, cosa que es falsa, que Cataluña fue nación) debe ser así y no de cualquier otra manera; por otro, algo peor, que la permanencia en el tiempo garantiza el derecho. Pero, esto va en contra de la propia idea de justicia en la izquierda que se basa en un elemento racional: lo justo lo es en virtud de sí mismo y no por motivo de su permanencia en el tempo. Y por eso, el hecho de que algo haya sido así no garantiza su justicia y, por tanto, no debe ser defendido como un derecho. Porque si acaso no fuera así, tendrían razón, por ejemplo, los que defienden que el matrimonio sólo puede ser la unión entre hombre y mujer pues, de hecho, así ha sido. O, incluso, se debería restituir la corona al rey del Francia.
Pero hay algo más. Porque resulta curioso que todo el derecho histórico se acabe en la Generalidad.
La vocación y el derecho de los ciudadanos de Cataluña de determinar libremente su futuro como pueblo, que el Parlamento de Cataluña ha expresado reiteradamente, se corresponde con la afirmación nacional que históricamente representó la institución de la Generalidad, vigente hasta el siglo xviii y después recuperada y mantenida sin interrupción como máxima expresión de los derechos históricos de que dispone Cataluña y que el presente Estatuto incorpora y actualiza.
Es decir, el derecho está reconocido en una institución: la Generalidad. Y es ésta, como en los estados totalitarios, la que es la representación, imaginamos que en la tierra, de los derechos históricos. Así, una institución gubernamental se convierte en inalienable: tampoco puede desaparecer pues ella es el fundamento de Cataluña (independiente siempre de la voluntad).

¿Cómo concluye esto? En la igualdad establecida entre Cataluña, como veíamos en el artículo anterior un sujeto, y su forma de gobierno con una ciudadanía, es curioso que poco se habla de ella en el preámbulo, desaparecida del mapa.
Así, el viejo sueño nacionalista se escenifica: ein volk, ein reich, ein führer (un pueblo, un estado, un guía).
Esto es nacionalismo, puro nacionalismo.

domingo, octubre 09, 2005

CONTRA EL ESTATUTO/2: LA NACIÓN


Nada más comenzar el estatuto, tanto en su preámbulo como en su articulado, se lee que Cataluña es una nación (y el valle de Arán, por qué no, una realidad nacional –obsérvese, sin embargo, la diferencia-). Esto ha ocasionado una rápida avalancha dudando de la constitucionalidad del texto. Sin embargo, nuestro escrito no trata de esto sino de algo más importante: ¿es compatible ser de izquierdas y la defensa de que Cataluña es una nación? O, de otro modo, ¿cómo debería definir la izquierda una nación?

Comencemos separando estado-nación de nación, presunta, sin estado. Quienes defienden que Cataluña, o cualquier otro ámbito geográfico definido sin estado, es una nación lo hacen porque parten de un supuesto. Y es que hay algo en común, un elemento esencial, que todos los habitantes de ese lugar tienen: ser, en este caso, catalanes ante todo. Así, en el estatuto se puede, entre otras tonterías, leer:
Cataluña ha definido una lengua y una cultura, ha modelado un paisaje, ha acogido también otras lenguas y otras manifestaciones culturales, se ha abierto siempre al intercambio generoso, ha construido un sistema de derechos y libertades, se ha dotado de leyes propias y ha desarrollado un marco de convivencia solidario que aspira a la justicia social.
Así se ven al menos dos cosas: la primera, que existe un sujeto de acción llamado Cataluña que no solo existe por el acuerdo de sus habitantes sino que actúa por libre; la segunda, y graciosa al tiempo que terrible, que dicho sujeto, Cataluña, actúa tanto a nivel social como natural, cual nueva corriente tectónica y superando la demasiado internacionalista teoría de Wegener ya que incluso –y aquí sólo cabe exclamar asombrado ante su acción: visça Catalunya- modela su paisaje. Así, Cataluña se presenta como una esencia previa a sus ciudadanos.

¿Es esto compatible con la izquierda? Se puede aceptar desde la izquierda, sin problemas, que hay naciones con estado pues se trataría de un hecho fáctico: soy español porque tengo DNI. Aquí no hay nacionalismo, ni necesidad de sentirse español sobre otra cosa. El problema surge cuando no hay tal estado. ¿Por qué entonces sería español? Pues, diría el nacionalista, porque tengo elementos culturales comunes. Pero eso, traducido a un lenguaje emancipatorio, de izquierdas, sería asumir que la ideología dominante es la verdad. O dicho de modo no marxista: las costumbres que la clase social dominante ha determinado como características de la idiosincrasia popular, que hoy sería la industria de la cultura afincada en un determinado lugar, ha decidido que ser catalán, o español, sea eso y no otra cosa. Se establece así una prioridad –en, de nuevo, lenguaje emancipatorio, o de izquierdas: una falsa conciencia-: soy catalán, nacional, frente a cualquier otra cosas pues esa es mi identidad prioritaria. Así, en el estatuto catalán, el catalán antes que obrero o banquero es catalán, antes que rico o pobre es catalán, antes que deudor o acreedor es catalán. Y no por un hecho administrativo, como el español con su DNI, sino esencial- Es decir: las condiciones individuales y sociales reales quedan subsumidas por la pura y dura ideología: uno, independientemente de sus circunstancias concretas, es catalán. Catalán ante todo. De los nacionales (¿les suena?).

Incluso hay algo más. En el estatuto catalán, que nadie salvo Arcadi Espada en su estupenda serie, que yo sepa, ha destacado, se relacionan los derechos con el deber de la aceptación del denominado proyecto colectivo:
Estos derechos se ejercen conjuntamente con la responsabilidad individual y el deber cívico de implicarse en el proyecto colectivo, en la construcción compartida de la sociedad que se quiere alcanzar, organizada a partir del principio de proximidad a través de los ayuntamientos, las comarcas y las veguerías, que integran el sistema institucional de la Generalidad.
Ya Falange, en sus Puntos Iniciales (7-12-1933), lo había señalado: La condición política del individuo sólo se justifica en cuanto cumple una función dentro de la vida nacional. Aquí vuelve a salir. Y recordemos, para los malentendidos, no se trata de una interpretación sino de una cita textual del propio estatuto en la cual se destaca que los derechos individuales van unidos (se ejercen conjuntamente) a la obligación de implicarse en lo denominado proyecto colectivo. Y la izquierda, de toda la vida o al menos la que aún piensa alejada de la tonta sonrisa de ZP, cuando leía “proyecto colectivo” traducía, con razón, ideología dominante.

¿Se puede ser de izquierdas, ya no digo marxista, y defender el estatuto? Es más, ¿se puede tener un pensamiento crítico, racional, alejado del mito, y defender el nacionalismo? La respuesta, dejémosnos de ñoñerías y talante, es no.

Estamos empezando a demostrarlo. Próximamente más.

CONTRA EL ESTATUTO/ 1. NOTA PREVIA

A partir de hoy, y ante la gravedad del tema, comenzamos una serie de artículos analizando el estatuto de Cataluña. Nuestra finalidad no es legal, nos importa poco en estos escritos, aunque reconocemos su importancia en la democracia actual, ver si el texto es constitucional o no, sino política pues pretendemos analizar dicho estatuto desde cierta perspectiva que, nos atrevemos a presentar aunque dejamos la última palabra a los lectores, de izquierdas. Así, durante esta serie de artículos el lector verá un análisis de las distintas partes de este texto nacionalista y su crítica. Y la crítica no está puesta con el fin de ser constructiva sino de rechazar.
O dicho de otra manera: o nosotros somos de izquierdas o lo es el tripartito.

viernes, octubre 07, 2005

LA QUERELLA A JIMÉNEZ LOSANTOS Y POR QUÉ NO LA SECUNDO

Como me imagino muchos sabrán, D. Ricardo Royo-Villanova ha presentado ante la fiscalía general del estado una querella contra Federico Jiménez Losantos. Dicha querella se basa en un artículo, si se puede llamar así algo escrito por semejante individuo, que Losantos publicó y en el cual decía aquello que es objeto de la querella: que había un golpe de estado causado por el estatuto catalán, que dicho golpe era obra fundamental de PSOE-ERC y que el Rey lo respaldaba.
Ante esto, como si fuera la gota que colmaba el vaso, D. Ricardo ha presentado a querella.
Una vez presentado esto, deseo aclarar mi postura contrario a dicha querella. Y para ello presentaré dos tipos de argumentos. Uno legal (basado en las consecuencias que podría acarrear la acción) y otro de índole moral y político.

Argumento legal:
Para empezar retrocedamos a la guerra de Irak. El gobierno, nefasto, del PP decide seguir el juego a Bush. Rápidamente muchos medios, y entre ellos alguno en el que trabajábamos conjuntamente D. Ricardo y yo, comenzamos una campaña en contra cuya base era la palabra asesinato (lo que por cierto era la invasión). Recuerdo lo que se llegó a decir sobre el PP y el gobierno que incluso obligó a que tuviera que escribir más de un artículo sobre el tema. Pero también recuerdo que el PP presentó ante los tribunales y pidió penas de cárcel a los responsables de la página web noalaguerra.org por acusar al gobierno de asesino. ¿Habían incumplido la libertad de expresión? ¿Habían calumniado? Desconozco la resolución judicial, si la ha habido, pero entonces muchos criticamos la acción como limitadora de la justa crítica política. Porque los personajes políticos, pensábamos y algunos seguimos pensando, no pueden acogerse exactamente a los mismos derechos, en su actividad pública, que los individuos privados (otra cosa es su vida privada, por supuesto). Así, el intento de igualar dichos derechos, llevaría al absurdo de no poder opinar, hasta que fuera juzgado por ello y condenado, a cualquier dictador de asesino pues siempre sería, legalmente, “presunto asesino”. Por ello la querella de D. Ricardo va en contra del interés de la libertad de expresión porque, de prosperar, implica automáticamente un recorte del derecho en aras del derecho del personaje público. O dicho de otro modo, para que se entienda, D. Ricardo mismo no podría publicar su artículo titulado ¿A cuántos civiles irquíes han matado Bush, Aznar y Blair?

Argumento moral:
Pero alguien podría decir: puede no ser práctico legalmente por sus consecuencias, ¿pero y la moral? Bien, moralmente no es aceptable. Y no lo es porque todo este entramado implica la utilización de la ley en el beneficio propio y eso moralmente es reprobable. La idea de D. Ricardo viene a ser: como ya lo han hecho (implicando además que es una injusticia) y aunque no esté de acuerdo lo aprovecho. Se trata pues de eliminar al enemigo utilizando cualquier método aunque no sé esté de acuerdo con él lo cual implica el riesgo de aislar la moralidad de la acción política y presentar esta como pura eficacia de la facción.
Incluso hay algo más. La libertad de expresión debe ser siempre defendida y más cuando se trata de escuchar aquello que a uno no le gusta. Precisamente, la libertad de expresión es el derecho a decir aquello con lo que no estoy de acuerdo en absoluto. Luego, evidentemente, uno podrá decir que eso son tonterías, pero lo podrá decir porque es ahora al otro al que se le aplica la libertad de expresión: es él, ya, quien oye lo que no quiere oír. Así, los derechos no se aplican de acuerdo a nuestro interés sino frente a él. Lo contrario es creer en el derecho mientras me beneficie.

Y por último una apostilla. Que alguien de la inteligencia y valor político (en su doble significado) haya hecho esto no muestra sino el desastre de lo que actualmente es la izquierda. Que nosotros empecemos una caza de brujas debería espantarnos. Sin embargo, ahí están los comentarios a la acción de D. Ricardo para demostrarnos que lejos de ello estamos orgullosos. Cada día un poco más de derechas.

miércoles, octubre 05, 2005

LA PREGUNTA DE LA SEMANA/ 3

Referida al reciente eclipse. Se nos avisó que no podíamos mirarlo directamente porque sufriríamos daños en la retina. Yo también se lo dije a mis alumnos. Sin embrago, nunca se nos advierte que no miremos directamente al sol. Por tanto, la pregunta es: ¿qué cambia, si es que cambia algo, para que la luz del eclipse sí produzca daños y la del sol no?
Gracias por la respuesta.

lunes, octubre 03, 2005

PAYASOS EN LA PISTA CENTRAL


Durante años, más de cien y tal vez doscientos, la izquierda se ha reído de los nacionalistas.
Durante años, más de cien y tal vez doscientos, hemos considerado un trapo a la bandera, una estupidez sentirse unido a un sentimiento de tierra y sangre, eso es fascismo decíamos, y una incultura la exposiciones folclóricas, a las que tan acostumbrados nos tenía el Caudillo.
Durante años, más de cien y tal vez doscientos, hemos defendido que los seres humanos no son españoles, franceses o polacos (obsérvese la doble intención) sino prioritariamente seres humanos.
Durante años, más de cien y tal vez doscientos, hemos defendido que el sentimiento nacionalista sólo era una ideología de las clases privilegiadas para evitar la verdadera revolución de un mundo sin diferencias ni vallas.
Durante años, más de cien y tal vez doscientos, alabamos a Goya y su cuadro de Los fusilamientos porque no eran franceses y españoles sino crimen y libertad, oscuridad e Ilustración.
Sin embargo, ahora algo ha cambiado y los payasos aparecen en la pista central del circo con la senyera, un trapo, o la ikurriña, otro trapo.
Y sí, ahora algo ha cambiado porque si critico a los payasos de la pista central resulta que ya no soy de izquierdas.
Porque ahora para ser de izquierdas, guay y progre, debo extender la valla (cierra la muralla, ¿se acuerdan?) y defender el “hecho diferencial” (o sea: lo paleto como representación de lo humano).
Porque ahora para ser de izquierdas debo declarar que las operaciones económicas sólo tienen contenido político si las hace Cajamadrid, pero no si las hace una caja de, por ejemplo, Cataluña.
Y porque ahora, para ser de izquierdas, debería escribir un artículo hablando de Cataluña (payasada1: ¿qué es eso? ¿ya no hablamos de clases sociales?) como nación (payasada2) y de España (payasada3: ¿qué es eso? ¿ya no hablamos de clases sociales?) como nación de naciones (payasada4).
Pero me da igual.
Soy muy antiguo.
Prefiero Los fusilamientos.
Debo ser de derechas frente a Maragall.
Debo ser de derechas frente a Madrazo.
Debo ser de derechas frente a ZP.

Nunca llegaré a la pista central.