jueves, abril 26, 2012

VIDA INTERIOR/94: ¡TANTO INTELECTUAL!

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Cuando yo era niño los estadios de fútbol eran sitios más cordiales. Allí no había sección ultras y se podía comprar y beber alcohol: una cervecita o un coñac. Recuerdo, la publicidad de uno famoso en el estadio: 501 su calorcillo. 

El periódico Público anuncia que 500 intelectuales madrileños -ojo ¡500!- encabezados por el intelectual argentino Pérez Esquivel -no sé si quedan 499 firmantes o aún 500- han firmado un documento exigiendo al estado que claudique ante los terroristas de ETA. Bueno, Rajoy ya empieza también: no duda en quitar derechos laborales a los trabajadores; a los de ETA, con cariño. 

Pero volvamos a lo nuestro. 
Exclamemos 
Signos de admiración 
Signo de admiración 
Signo de admiración 
Quinientos 
Cerrar signo de admiración 
Cerrarlo 
Ya. 

No creo que ni en la Atenas clásica - o incluso en cualquier autonomía española- llegara a haber, como afirma Público, tanto intelectual por metro cuadrado. Por poner otro ejemplo, para el quinto congreso Solvay, donde se congregaron los principales científicos de la época en 1927 -y con ellos seguramente muchos de los fundamentales de la historia- solo lograron reunir a veintinueve: qué pocos. Sin embargo, en Madrid hay al menos 500. O sea, nos sobran aún 471 intelectuales. 

Y yo, modestamente, espero sentirme el 501. 
Como el coñac: su calorcillo. 
O como el coñá, que es como lo decimos los que no estamos en esos 500. 
O, se me olvidaba y lamento mi lenguaje machista, el coñá y la coña.

martes, abril 24, 2012

EL CAPITALISMO Y SU PRESUNTA CRISIS

¿Está en crisis el capitalismo? Por crisis entendemos un proceso que afecta estructuralmente al sistema y, por tanto, lo debilita de forma fundamental. Quienes defienden esta crisis argumentan que así es y que la problemática situación actual no sería sino una consecuencia de esto: el capitalismo se agota. Nosotros, sin embargo, no lo creemos e incluso consideramos que la progresión del capitalismo es demoledora: el capitalismo está más fuerte que nunca.

¿Quién tiene razón? 

La creencia de una crisis del capitalismo se ejemplifica, como síntoma, en la actual crisis financiera: esta sería una consecuencia de ese mismo debilitamiento del sistema económico. Así, el capitalismo, en este análisis, se habría agotado como sistema productivo y en su capacidad fundamental de producir beneficios y lo que ocurre ahora es que las clases altas pretenden arrebatar derechos a las clases trabajadora como única forma posible del mantenimiento de su situación privilegiada socialmente. La imposibilidad capitalista de seguir generando producción y beneficio llevaría así a la rapiña social. O diciéndolo de otra forma: el sistema económico ha llegado a un límite productivo que implica su fin. Mientras que, continúa esta teoría a nuestro entender errónea, el sistema fue expansivo -crecía sin parar- se generaban suficientes recursos para que el beneficio fuera compartido por la oligarquía y la población de los países ricos. Una vez ese ciclo expansivo ha desaparecido, la oligarquía solo encuentra su capacidad de beneficio en saquear a esa misma población directamente. El capitalismo así aparece enfermo y, como señala el slogan, otro mundo es posible. 

Este análisis presentado, sin embargo, es absolutamente erróneo. Y lo es por varios factores. Primero, porque en él subyace una idea falsa, y decimonónica, de lo que es el capitalismo en la actualidad. Segundo, porque mantiene una errónea concepción de la idea de producción capitalista. Y, tercero, y como conclusión, porque lejos de estar en un ciclo restrictivo el capitalismo se expande como nunca antes lo ha hecho. 

Efectivamente, en la idea de su agotamiento hay una concepción falsa del capitalismo como sistema. Tienen razón, sin duda, al señalar a la capacidad productiva como un hecho fundamental a la hora de analizarlo. Si un sistema económico está en crisis es porque su capacidad productiva ha colapsado: no puede aumentarla y comienza a disminuir, haciendo que se reduzca el beneficio que produce socialmente. Así, llega un momento en que el sistema se agota y produce crisis tras crisis hasta su extinción. Esto es teóricamente cierto y, por tanto, la clave para analizar si el capitalismo está en crisis o no es analizar si su producción ha bajado o aumenta. Parece fácil, pero el problema surge cuando hay que definir qué es esa capacidad productiva y cuál es la auténtica producción capitalista: ahí está la clave. Por ello, lo primero es ver qué es la producción en el nuevo capitalismo. 

La producción básica del nuevo capitalismo es la vida humana convertida en mercancía. Esto significa que no es la producción tradicional del trabajo y sus productos elaborados como mercancías, tal y como analizó Marx en el siglo XIX, sino que el individuo organizado como vida productiva es la clave del capitalismo: la actual producción capitalista somos las personas como mercancías que producimos constantemente beneficios. No son las fábricas, las industrias o las grandes corporaciones las claves productivas de nuevo capitalismo, sino los individuos cuya vida se ha convertido en explotación absoluta, trabajo y ocio, como generadora de beneficio económico -y ya no a tiempo parcial como lo era exclusivamente en el trabajo de la época de Marx-. Así las cosas, la producción capitalista aumenta cuando cualitativa o cuantitativamente se pueda explotar más a la humanidad, es decir: se aumenta la producción capitalista cuando se aumenta la explotación de la mercancía humana. 

La pregunta, ahora, viene automática. ¿Está aumentando la explotación de la mercancía humana? La forma de aumentarla de manera efectiva es cualitativa -que cada individuo sea más explotado- o cuantitativa -conseguir que más población, más personas, sea explotada-. En los paises desarrollados buscar nueva explotación de forma cualitativa resulta difícil: parece que, al menos actualmente, se ha llegado a un límite. Pero, hay todo un mundo sin explorar, un amplio margen de población, donde hasta ahora solo ha funcionado la explotación del trabajo clásica: se llaman países emergentes. Ahora, sí, podemos decir que otro mundo no es solo posible sino real: un mundo globalizado de explotación absoluta. 

El aumento cuantitativo de la población que puede ser explotada totalmente implica el aumento del nivel de vida de esa misma población para poder consumir, es decir: su conversión en clase media -nota: definimos clase media a nivel mundial, de acuerdo a una categorización estándar, como aquella población cuya renta anual estaría entre la renta per cápita de Brasil y la de Italia (de 13.000 a 37.000 $ al año)-. Esta clase media puede ser explotada en el trabajo y en el ocio y con ello convertir la totalidad de su vida como producción y beneficio capitalista. Así, el aumento mundial de este colectivo, que haya cada vez más población de clase media, implicaría un aumento de la producción capitalista: un aumento de mercancías. Y una demostración, con ello, de que el sistema capitalista crece y la crisis está lejos de producirse. 

Resumamos hasta ahora. Defendemos que no hay crisis en el capitalismo porque su producción aumenta. Defendemos que la clave de esta producción es la creación de la vida humana como mercancía absoluta. Por tanto, la clase media, clave de la explotación, debe aumentar como producción: tiene que subir significativamente el número de personas que puedan convertirse en mercancías. Y para ello, debe aumentar lo que comúnmente se conoce como su nivel de vida ¿Nos dan la razón los datos? ¿Sube la producción de mercancias? Es decir, ¿crece la clase media mundial y con ella la explotación capitalista? Esta pregunta solo hay una forma de contestarla con sentido: ir a los datos. 

Bueno, sin duda los hechos son claros. Tanto las predicciones del FMI (ver especialmente a partir de la página 51) como los datos del Banco Mundial señalan que la población de clase media y por ello con una tasa de explotación absoluta, fundamentalmente en los países BRIC -los páises emergentes-, aumentará extraordinariamente -por lo cual, además, es posible el proyecto de precarización de Europa como ya hemos repetido aquí-. Así, por ejemplo, se calcula que la clase media pasará de 430 millones en 2000 a 1.200 millones en 2030. La expansión del capitalismo, el aumento de la explotación, es absoluto. No existe crisis alguna.

¿Pero y la pobreza mundial? Anteponer el ideal a la realidad es un error muy grave y analizar exclusivamente con categorías morales el capitalismo, también. A usted puede ser que le interese la gente que se muere de hambre, al capitalismo le da igual. Para el capitalismo, los seres humanos no existen tal cuales, como sujetos, sino como mercancías o como materia prima. Los primeros producen beneficio en la explotación absoluta de su vida y por eso su existencia es valiosa: es rentable. Los segundos, la materia prima, solo importan o bien en cuanto productores, con lo que como las máquinas su cuidado es parcial a su nivel productivo y obsolescencia, o como yacimientos de los que se podría disponer en el futuro pero ahora prescindibles, con lo cual se les deja morir porque la materia prima es extensa al haber tantos pobres. No ser explotados de forma absoluta implica para el individuo el desinterés y la muerte. Que usted y yo seamos mercancía, totalidad de la vida como explotación, nos hace seguir vivos. La explotación absoluta es nuestra garantía para la existencia. Y ahora, sonría y piense en su vida interior. 

¿Está en crisis el capitalismo? Solo desde una perspectiva etnocéntrica - confundiendo la crisis de la zona euro, crisis sostenida por la oligarquía para su aprovechamiento, con una crisis mundial- es posible defenderlo. Nosotros, no lo creemos. Los niños pequeños luchan contra los monstruos cerrando con fuerza los ojos. Los ignorantes negando la evidencia. La filosofía, al menos desde Platón, comprendiendo que hay que salir de la paradójicamente cómoda estancia esclava en la caverna. Y hacer que los ídolos caigan. El capitalismo es más poderoso que nunca: preparemos bien nuestras armas.

sábado, abril 21, 2012

PAN Y TOROS (o ejemplificando la ideología en Marx)

El otro día explicaba yo a Marx en 2º de Bachillerato. Y ponía ejemplos de Ideología: aquellas ideas que buscan ocultar la realidad para preservar el dominio social. Puse varios porque es fácil.

Hoy, el miserable gobierno de Rajoy -que pugna con el de ZP por ser el peor gobierno de la democracia- me ha dado uno estupendo. En el consejo de ministro se ha decidido:
1.- Que el presidente de la televisión pública y pagada por todos sea del PP.
2.- Eso sí, que las radios puedan dar gratis fútbol para proteger el derecho a la información.

Sin duda, el partido de la libertad.

martes, abril 17, 2012

AUMENTANDO LA RATIO/1: NOTICIAS DE (falsa) ACTUALIDAD

La peor noticia para España hoy, no ha sido que el gobierno argentino haya nacionalizado REPSOL, sino que el ministro de Educación español, el Sr. Wert, ha dicho que va aumentar el número de alumnos por aula -la ratio-. 

 Deben ser más importantes los estudiantes españoles que los accionistas de una empresa privada.

domingo, abril 15, 2012

APOSTILLAS A EUROPA COMO PAÍS: ¿ES UNA UTOPÍA?

Otra acusación realizada a nuestro proyecto de Europa como país es su carácter utópico. Así, se nos señala que la creación de un solo estado europeo resultaría imposible y por tanto la propuesta políticamente inútil, esto es y dicho con una cortesía que agradecemos: utópica. 

En política algo es utópico cuando no se puede realizar socialmente: es imposible aunque resulte hermoso. Si algo no se pueda realizar socialmente puede ser debido a tres factores: que el objeto sea en sí mismo imposible; segundo, que las fuerzas sociales a favor sean escasas; o, tercero, que el poder de las fuerzas contrarias sea tan poderoso que pueda impedir su desarrollo. Reflexionemos -o sea: va un rollo- si nuestra propuesta -esto es: convertir a Europa en una nación- es en sí misma imposible de cumplir. 

Para ello, lo primero será analizar cuán lejos de la meta -un solo estado europeo- estaría el objeto -la propia multiplicidad de estados-. Y lo interesante aquí es que Europa ya funciona como una nación en aspectos fundamentales. Efectivamente, Europa ya es una nación en moneda única, y con ella en política monetaria y económica. 
Ah, ¿en política económica? Por supuesto, es la respuesta. Los presupuestos de los gobiernos nacionales han dejado de ser soberanos y se han convertido en la cuentas de protectorados de una metrópoli que es Bruselas, quien les marca las coordenadas fundamentales. Si a esto juntamos la unidad de mercado -en cuanto a la libre circulación de mercancías- aparece sorprendentemente que Europa ya es una nación, auqnue curiosamente -¿o no?- solo en lo que se refiere a lo que interesa a la oligarquía. Lo único prácticamente que falta, y no es extraño, es un único cuerpo electoral. Es decir, Europa ya es una nación económicamente y no lo es políticamente. ¿Pero, podría llegar a serlo políticamente? 

Cuando nosotros hablamos de política hablamos de interés. Efectivamente, algo es posible políticamente cuando congrega el suficiente interés como para llevarse adelante. Este interés podrá ser cuantitativo, que una parte importante de la población lo sienta, o cualitativo, que un grupo social con suficiente poder lo haga suyo, o bien, por supuesto, de ambos tipos a la vez. Además este interés, para realizarse, deberá ser manifiesto, esto es: hay que sentirlo como tal. Y es importante señalar esto: no basta conque algo sea lo mejor para un colectivo social, sino que este debe tener conciencia social de que lo es. Así, ¿es utópico Europa como país? Si nuestras premisas son falsas deberemos analizar entonces si hay intereses sociales en ello. 

Empecemos por la oligarquía: los grupos sociales con mayor control y poder social. A la oligarquía económica no le interesa esta medida por los motivos ya expuestos en las anteriores entregas: su interés es la precarización y esta medida la impediría. A la oligarquía política, tampoco le gustaría por lo mismo argumentado al final del artículo que aquí apostillamos: la fragmentación del mercado, incluso hasta el paroxismo regionalista, produce más puestos de trabajo. Y a la oligarquía social, es decir el sector de profesionales con poder o proyección social en los oficios liberales y la industria de la cultura, depende. Por un lado, no le interesa pues genera mayor competencia al aumentar los límites del mercado de consumo -un escritor, por ejemplo, vive mejor en la seguridad del reconocimiento provinciano que en el posible anonimato de la metrópoli-. Pero, también es cierto, el aumento del mercado de consumo implica -para un sector más emprendedor- una oportunidad. Resumiendo, la oligarquía parece estar fuera del proyecto.

 Pero, ¿qué ocurre con la mayoría de la población? En primer lugar, la mayoría de la población usa y necesita los servicios sociales para mantener su nivel de vida. Efectivamente, su eliminación o precarización les conlleva un hándicap importante pues carecen de recursos para pagarlos. En segundo lugar, es la menos interesada en un proceso de precarización porque en su condición de trabajadores o pequeños empresarios serían los que la sufrirían. En el primer caso, parece claro que como asalariados Europa como país interesa porque frenaría la propia precarización en dos aspectos: uno, en cuanto a nivel de vida pues la unidad del mercado de consumo -ver artículo- implicaría la imposibilidad de la depauperación; dos, porque a su vez, debido a la unidad legislativa y socioeconómica, se reduciría la deslocalización de las empresas al menos a nivel intereuropeo. Los pequeños empresarios y autónomos se beneficiarían, además, del fortalecimiento del mercado interior por el mantenimiento del nivel de vida, que ahora está frenado por la propia depauperación. Así, el grueso de la población -asalariados, autónomos y pequeños empresarios- tendría un interés real en el proyecto porque les permitiría mantener su status y prosperar. 
 Pero además, en tercer lugar, todo un sector de población al que denominaremos emprendedores -grupos sociales con alta cualificación y preparación que no pertenecen a la oligarquía y tienen deseo de emerger socialmente- encontrarían un campo abierto para realizar dicha acción, su emergencia social a niveles superiores, más amplio y por ello más posible para ascender socialmente: la unión de Europa multiplicaría su mercado y las posibilidades de éxito. Y, al tiempo, implicaría la ruptura de la estructura caciquil de las instituciones oligarcas nacionales -piensen ustedes por ejemplo en cómo funciona actualmente la universidad española o cómo se repiten los apellidos, generación tras generación, en los consejos de las principales empresas- que no podría mantenerse a un nivel continental. 
 Así, los asalariados, pequeños empresarios y grupos emergentes no solo no serían perjudicados con la unidad europea, sino que recibirían importantes beneficios. Es decir, tendrían interés en ello. 

Pero, alguien estará pensando que falta analizar el problema de la identidad nacional: ¿dónde queda la patria? -bueno, si es usted muy progresista lo llamará nación o pueblo-. En primer lugar esto pretende ser un proyecto de izquierdas y se supone que la izquierda, al menos la de verdad, no cree en patrias, naciones, pueblos y paletadas semejantes. Y se supone algo más. El sentimiento nacionalista ya no es sino la trampa ideológica con que la oligarquía -incluyendo la política como fundamental- acota su territorio de caza. Por tanto, la izquierda, si es que lo es, no debe dejarse llevar por él: no nos representan trapos -llamados también banderas- sino el nivel de vida de nuestros ciudadanos. Y si, como consideramos hemos demostrado, este se defiende mejor con la unidad europea, el nacionalismo -todo el nacionalismo- debe ser atacado como iniciativa política pues esconde detrás el proyecto oligarca de la fragmentación nacional para facilitar la depauperación. Así, el nacionalismo es un apoyo al proceso de depauperación socioeconómicamente hablando, aparte de una chorrada intelectual. Y nosotros pretendemos hacer un proyecto de izquierdas.

¿Es utópico Europa como país? No, al contrario es realista. Lo utópico es pretender enfrentarse desde perspectivas de izquierda política a los nuevos problemas de la globalización con estrategias anquilosadas. La economía del nuevo capitalismo requiere repensar la izquierda en un aspecto político, hacer lo posible por ahora para que la mayoría de la población no sea precarizada de nuevo -nota: por cierto, esta iniciativa incluso sería beneficiosa a nivel internacional-; y en un aspecto filosófico, analizar el capitalismo desde más allá de lecturas dogmáticas de Marx. Lo utópico es pretender que no ha pasado nada y seguir hablando con términos que ya carecen de sentido porque no hablan de la realidad sino que solo son fichas en viejos archivos de bibliotecas olvidadas. Lo utópico, en definitiva, siempre ha sido creer que el pasado cambia el presente.

viernes, abril 13, 2012

martes, abril 10, 2012

APOSTILLAS A EUROPA COMO PAÍS/1: CONSUMO

La reciente publicación del anterior artículo titulado Europa como país, ha provocado una cierta polémica, fundamentalmente por su enlace en el blog de D. Ricardo. Esta polémica provoca este nuevo escrito pues las objeciones puestas resultan muy interesantes para el análisis no solo de dicho artículo sino de todo el proyecto que pretendemos exponer como un programa de izquierdas e incluso para el análisis del capitalismo expuesto y a desarrollar en el futuro en nuestro blog. 

Ha habido, como no podía ser de otro modo, varias objeciones al texto. Las objeciones de las que pretendemos defendernos en primer lugar son aquellas más concretas al mismo y que se basan fundamentalmente en dos: objeciones a la idea de consumo y a que el proyecto de crear Europa como un solo país es utópico. Dejamos para más adelante dos objeciones más generales: una, sobre la crisis del capitalismo como sistema -nosotros defendemos que no hay tal crisis-; y, la segunda, sobre la identificación, gravemente errónea a nuestro entender, entre oligarquía y capitalismo como la misma cosa. 

En primer lugar, se nos ha acusado de ser inconsecuentes con nuestra teoría sobre el nuevo Capitalismo. En ella explicábamos que lo auténticamente novedoso del nuevo sistema era la explotación ya no referida a un ámbito de la vida humana - como era la explotación en el trabajo del capitalismo clásico- sino que ahora era toda la vida humana como explotación. Así, el consumo forma parte de esa misma explotación y él mismo es producción. El consumo, por tanto, no es una pata del capitalismo, como señala D. Ateo en su comentario, sino que forma parte de la producción capitalista de un modo esencial. Esto quiere decir que el consumo es una necesidad del desarrollo del capitalismo como producción e inseparable ya de la esencia del capitalismo. Por tanto, así las cosas, es imposible un capitalismo sin consumo. Y la conclusión filosófica de esto, que es fundamental, es que la mercancía ya no es trabajo humano explotado sino que la vida humana en su totalidad es mercancía. Y por eso el análisis de Marx, al menos el que podemos considerar estándar, ha quedado desfasado. 

Pero, señala D. Oyente de forma muy oportuna en otro comentario, si esto es así la precarización de un sector de Europa sería imposible pues bajaría su consumo y perjudicaría con ello al capitalismo y también a esa misma oligarquía que decimos es la causante de la precarización. Pero hay un error en este análisis. Efectivamente, en primer lugar, el consumo europeo va a bajar irremediablemente pero no el mundial y por eso es posible la precarización europea. Si suman solo la población de los llamados BRIC (China, India, Brasil y Rusia) verán que con solamente un 20% de su población ya sustituyen como consumo particular  con creces a la parte europea precarizada. Es posible, por tanto, mantener la base de consumo y precarizar Europa. 

Pero, segundo, ¿no sería mejor para la oligarquía mantener el consumo y lograr así una doble explotación? Eso sería así si el interés de la oligarquía fuera el interés del sistema: pero no lo es. Si bien hemos dejado para otro momento explicar por qué no se puede identificar oligarquía y sistema capitalista en general, un ejemplo claro de ello es este punto concreto. La oligarquía no tiene interés en el consumo de la población precarizada primero porque la puede sustituir, tal y como señalamos en el punto anterior, y, segundo, porque el proyecto de precarización implica una disminución del estado como agente económico y social y su sustitución por la empresa privada -esa misma oligarquía-. Esto, a su vez, significa que los servicios sociales van a desaparecer como públicos -lo que no quiere decir que dejen de ser universales- y se van a privatizar y concertar con la empresa privada - que pertenece a la oligarquía-. Así, la pérdida de consumo privado particular, evidente, va a ser sin embargo paliada por el consumo estatal de servicios -devaluados, eso sí-. Si a ello unimos la bajada sistemática de salarios y de cotizaciones sociales, la oligarquía tiene su beneficio inmediato mayor que con el consumo privado actual característico de la Europa del bienestar, pues este consumo continúa a nivel mundial -los BRIC y otros países- y al tiempo el margen de beneficio, por la bajada del coste laboral -en salario y cotizaciones-, aumenta en Europa. Es decir, aumenta la cuota de explotación. 

Así, la precarización europea es posible en el capitalismo porque se sustituye por otras mercancías -se sustituye su población en el mercado de consumo privado por otras poblaciones- y al tiempo es extremadamente rentable para la oligarquía continental porque aumenta su cuota de explotación en el ámbito laboral: miel sobre hojuelas. Pero, ahora viene una segunda parte. Si tan rentable es para la oligarquía, ¿no sería utópica la medida que presentamos como alternativa a este dominio oligarca? Es decir, ¿no sería directamente imposible de cumplir y por tanto una pérdida de tiempo políticamente hablando su presentación? Pues no, de hecho es al contrario. Lo utópico es pretender que el proceso puede ser parado desde políticas nacionales. Pero como el tema es muy importante le dedicaremos un nuevo comentario esperemos que esta misma semana.

domingo, abril 08, 2012

SEMANA SANTA/y 4: (y) DOMINGO DE RESURRECCIÓN.

La miseria religiosa es a un tiempo expresión de la miseria real y protesta contra la miseria real. La religión es la queja de la criatura en pena, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas embrutecido. Es el opio del pueblo. 

La superación de la religión como felicidad ilusoria del pueblo es la exigencia de que éste sea realmente feliz. La exigencia de que el pueblo se deje de ilusiones es la exigencia de que abandone un estado de cosas que las necesita. La crítica de la religión es ya, por tanto, implícitamente la crítica del valle de lágrimas, santificado por la religión. 

Karl Marx, Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel <1>

sábado, abril 07, 2012

SEMANA SANTA/3: SÁBADO DE GLORIA

El concepto de libertad constituye la clave de bóveda para todo el edificio de un sistema de la razón pura (...) Pero, además, de todas las ideas de la razón especulativa, la libertad es la única de la cual sabemos algo a priori, aun cuando no lleguemos a comprenderla, porque es la condición de la ley moral que sí conocemos. Las ideas de Dios y el alma inmortal no representan sin embargo condiciones de la ley moral.

Immanuel Kant,Crítica de la Razón Práctica, A 4-5.

viernes, abril 06, 2012

SEMANA SANTA/2: VIERNES SANTO

Era la hora tercia cuando le crucificaron.Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.».Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda.Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días,¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!.Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse.¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos. También le injuriaban los que con él estaban crucificados. 

Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?, -que quiere decir- ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado? 

Evangelio de S. Marcos, 15 25-34

jueves, abril 05, 2012

SEMANA SANTA/1: JUEVES SANTO

Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?
Respondió Jesús: ¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?
Pilato respondió: ¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Respondió Jesús: Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.
Entonces Pilato le dijo: ¿Luego tú eres Rey?
Respondió Jesús: Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.
Le dice Pilato: ¿Y qué es la verdad?

Evangelio de S. Juan, 18, 33-38.

miércoles, abril 04, 2012

LO QUE SOY ES GILIPOLLAS (o Amnistía Fiscal)

En cada nómina mensual el gobierno me retira exactamente el 20,0800% en concepto de Retención de IRPF (o sea, en impuestos directos). 
El gobierno de derechas del PP hace una amnistía fiscal por la cual quien declare ahora solo tendrá que pagar el 10% de lo declarado. 

Lo que yo soy es gilipollas. 
O es que no tengo amigos en el gobierno. 
O las dos cosas.

domingo, abril 01, 2012

UN PROGRAMA DE IZQUIERDAS/2: EUROPA COMO PAÍS

Si hay una consecuencia estructural de la crisis económica no es el agotamiento del Capitalismo, como cuenta la autoproclamada izquierda, sino su aprovechamiento por la oligarquía económica para un nuevo, y nefasto, proyecto europeo en su exclusivo interés. Este proyecto, como ya hemos analizado aquí (1 y 2), consiste fundamentalmente en la división de Europa en dos sectores: uno, con un alto nivel de vida, consumo y asistencia social -aquello que ha sido característico hasta ahora del bienestar europeo-; y otro, localizado básicamente en el sur y el este, precarizado y con una disminución sustancial de derechos sociales. Además de esto, y como fase previa y necesaria de este proyecto global, se produce una reducción extrema de la democracia política europea porque este proyecto dual se está realizando directamente desde Bruselas y a través de instancias alejadas de la soberanía popular y blindadas frente a ella. Por ello, de ser cierta nuestra hipótesis sobre el futuro de Europa, su efecto nos lleva necesariamente a la cuestión sobre el estado nacional y su importancia pues un proyecto supranacional se impondría sobre cada país dejando sin sentido la política nacional. Y, como consecuencia, surge la necesidad de realizar una propuesta sobre este tema desde un programa de izquierdas.

Nuestra tesis fundamental para solucionar este problema es sencilla: la única medida efectiva para evitar ese proyecto europeo de precarización y falta de democracia es tener como horizonte a medio plazo, y casi a corto, que Europa sea un único país, con un solo gobierno y un solo estado. Por ello, nuestro desarrollo buscará ahora explicarlo.

El proyecto europeo actual es la precarización de una parte de Europa y el mantenimiento de otra con el nivel actual. A su vez -no nos cansamos de repetirlo porque para una idea que tenemos, que luzca- el capitalismo actual necesita para desarrollarse una sólida base de consumo pues no se basa ya en la explotación exclusiva del trabajo sino en la explotación de la vida humana como producción de beneficio incluyendo trabajo y consumo -si se desea ver como se argumenta esto se puede ver en los artículos sobre el análisis del Capitalismo-. Sin embargo, ahora, se podría pensar con coherencia que esta necesidad resultaría contradictoria con el proyecto de precarización, pues si se empobreciera una parte de Europa lógicamente se reduciría ese mismo consumo. Pero, este proyecto, también lo hemos señalado, es posible económicamente porque la parte de consumo perdida en Europa viene a ser sustituida con creces por la población con poder adquisitivo de los países emergentes -sin hacer falta superar el 20% de esa misma población-. Así, el proyecto es económicamente viable y beneficioso para la oligarquía social porque una parte de sus beneficios -derivados del consumo- los mantiene y otra -el coste en la producción y por tanto el beneficio de su explotación en Europa- los aumenta: la oligarquía gana.

Pero, si bien resulta beneficioso para la oligarquía económica, ¿cómo será posible políticamente? La respuesta es que el proyecto está planificado para escapar al control democrático de los votos. Efectivamente, la oligarquía política nacional europea -es decir: de un país concreto- tiene manos libres para exigir sacrificios y precarización a las poblaciones de otros países porque ese voto nacional no cuenta para seguir siendo oligarquía y además así satisface a la oligarquía económica. Para poner un ejemplo, Merkel puede precarizar el sur de Europa porque su privilegio social proviene de Alemania y no de ese mismo sur donde nadie la vota. Así, la alianza entre oligarquía económica y política se facilita por la fragmentación nacional y el proyecto de precarización europeo puede ser llevado a cabo sin perjuicio para una y otra. Y las dos contentas.

Resumamos por tanto. Hay un proyecto de la oligarquía económica europea, no una necesidad del Capitalismo, para precarizar socialmente a una parte de la población de Europa. Este proyecto busca un beneficio económico para esa misma oligarquía y es posible, política y socialmente, por la fragmentación nacional de Europa.

Y aquí viene la propuesta de una verdadera izquierda. El proyecto de precarización en Europa se basa, ya lo hemos visto, en dos pilares. El primero es que la población precarizada, que permitirá mayores beneficios de rapiña a la oligarquía económica en la producción, podrá ser sustituida en el consumo por los países emergentes. El segundo, es que la población de estos países europeos precarizados está limitada en su propia defensa frente al proyecto global por su constitución como estados nacionales. Y esta fragmentación nacional es la clave de todo.

Imaginemos ahora que Europa fuera un solo estado. Y cuando decimos esto no lo hacemos en sentido figurado sino muy concreto: un único estado como hoy lo es Francia, por ejemplo. Y al ser un único estado sería un único mercado, primera clave, y, aquí está la segunda clave, un único cuerpo electoral. Y esto implicaría la inmediata suspensión del proyecto de precarización o, cuando menos, su máxima dificultad ¿Por qué?

Primero, analicemos el único cuerpo electoral. Esto implica, pues se trata de un solo estado, un único gobierno y parlamento nacional que depende del voto de cualquier ciudadano europeo. Así las cosas, esa oligarquía política estaría unida a toda Europa y no solo a su interés parcial actual: Merkel ya no depende solo del voto alemán. Y además ese gobierno respondería electoralmente ante todos los ciudadanos europeos. Con esto, primero, ya se elimina el déficit democrático actual en la toma de decisiones, pues la Bruselas no representativa sería ahora un gobierno europeo elegido en elecciones libres: primera consecuencia progresista.

Pero, habría una segunda consecuencia progresista relacionada con esta. Al estar el gobierno y el parlamento europeo -nota: hablamos de un parlamento real no la actual payasada- elegidos por sufragio universal de todos los ciudadanos del continente, los intereses de la oligarquía política y los de la económica no se identificarían con tanta precisión. Efectivamente, en la actualidad esta identidad es posible porque a la hora de precarizar los políticos nacionales afirman obrar de acuerdo al principio de obediencia debida a Bruselas y no se sienten, no se presentan, ante el electorado como responsables. Sin embargo, Europa como un único estado implicaría un único cuerpo electoral que responsabilizaría directamente a sus políticos y a su, único, gobierno nacional de las medidas tomadas. Y esto provocaría una inmediata ruptura de intereses entre la oligarquía económica, interesada siempre en su rapiña, y la política, relacionada ahora con un cuerpo electoral único y con un interés ya no coincidente porque se juega su cuota de poder. La identificación entre oligarquía económica y política se ha roto.

Pero incluso económicamente, y vamos a esto, que Europa fuera un solo país beneficiaría a la población por la formación de un único mercado de consumo y un único mercado laboral.

Efectivamente, ahora Europa es un único mercado de circulación de mercancías pero no de consumo por su estructura nacional. Esto implica que se pueda minimizar la presencia del consumo en una o varias unidades, un país o países, si en la balanza global se les sustituye por otros -los países emergentes-. Sin embargo, de ser una única unidad no cabría dicha precarización como objetivo: la precarización regional programada en la capacidad adquisitiva no es posible. Así, la no fragmentación política del mercado de consumo -y nada más que un lugar específico de mercado es una nación para quienes somos realmente de izquierdas- impide su fragmentación económica como proyecto. Porque ahora la unidad de consumo resultaría indivisible y por ello rentable su mantenimiento: la oligarquía puede prescindir de 100 o 200 millones, pero no de 500 -la población total de la Unión Europea- de golpe.

Y lo mismo ocurre con el mercado laboral. Un único mercado laboral europeo implica una inmediata mejora presente de toda la Europa ya precarizada y de futura precarización. Esto sería causado por dos motivos: el primero, porque el marco legislativo europeo tendría que cubrir tanto a un holandés como a un español; el segundo, porque la unidad de consumo europea -Europa como un solo país- no produciría beneficio con su precarización pues la pérdida global de poder adquisitivo tendría como primera consecuencia la bajada del consumo en ese mercado de 500 millones.

De esta forma, Europa como país es una solución progresista que impediría la precarización programada en el continente. Pero además, no solo lo sería para su propia población sino para la política internacional al convertirse en una potencia mundial en la diplomacia exterior. Pero, esto ya lo desarrollaremos en otro escrito.

Sin embargo, ya lo sé, todo esto no se hará. Y no se luchará no por su posibilidad, esto no es una utopía, sino por lo que perdería la propia oligarquía política de izquierdas.

Efectivamente, parece claro por qué no interesa a la oligarquía financiera que perdería parte de su capacidad de rapiña. Pero, sorpresa, tampoco interesaría a las organizaciones de izquierda por su pertenencia a la oligarquía política. Efectivamente, el creciente auge del nacionalismo entre organizaciones de izquierdas no solo hay que entenderlo desde el espíritu paleto, que también, sino desde el interés corporativo. Las organizaciones de izquierda y sus profesionales defienden el nacionalismo porque la fragmentación multiplica el mercado laboral de los políticos. No se trata, por supuesto, de que cada político sea malvado y piense así, pues lejos de eso la mayoría de los políticos son honrados y creen en lo que dicen -lo cual resulta sorprendente y habla de su capacidad intelectual-. Se trata de que las organizaciones se estructuran y objetivan de acuerdo a reglas propias y no a la suma de voluntades de sus miembros. Y como tales organizaciones, las políticas viven de la fragmentación de su mercado. O sea, dándole un nombre noble a esa política laboral, la Europa de los pueblos -y si es posible de las aldeas y villorrios-. Así, a la oligarquía política europea le interesa también esa fragmentación.

En 1863 en su discurso de Gettysburg -no nos cansamos de decirlo: el mejor discurso de la historia- Lincoln comprendió algo: el futuro de la Unión como un solo país formaba parte también del futuro de un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo: la democracia. En 2012, quizás alguien comprenda que la formación de Europa como país es la única salvación de ese mismo gobierno.