¿Está en crisis el capitalismo? Por crisis entendemos un proceso que afecta estructuralmente al sistema y, por tanto, lo debilita de forma fundamental. Quienes defienden esta crisis argumentan que así es y que la problemática situación actual no sería sino una consecuencia de esto: el capitalismo se agota. Nosotros, sin embargo, no lo creemos e incluso consideramos que la progresión del capitalismo es demoledora: el capitalismo está más fuerte que nunca.
¿Quién tiene razón?
La creencia de una crisis del capitalismo se ejemplifica, como síntoma, en la actual crisis financiera: esta sería una consecuencia de ese mismo debilitamiento del sistema económico. Así, el capitalismo, en este análisis, se habría agotado como sistema productivo y en su capacidad fundamental de producir beneficios y lo que ocurre ahora es que las clases altas pretenden arrebatar derechos a las clases trabajadora como única forma posible del mantenimiento de su situación privilegiada socialmente. La imposibilidad capitalista de seguir generando producción y beneficio llevaría así a la rapiña social. O diciéndolo de otra forma: el sistema económico ha llegado a un límite productivo que implica su fin. Mientras que, continúa esta teoría a nuestro entender errónea, el sistema fue expansivo -crecía sin parar- se generaban suficientes recursos para que el beneficio fuera compartido por la oligarquía y la población de los países ricos. Una vez ese ciclo expansivo ha desaparecido, la oligarquía solo encuentra su capacidad de beneficio en saquear a esa misma población directamente. El capitalismo así aparece enfermo y, como señala el slogan, otro mundo es posible.
Este análisis presentado, sin embargo, es absolutamente erróneo. Y lo es por varios factores. Primero, porque en él subyace una idea falsa, y decimonónica, de lo que es el capitalismo en la actualidad. Segundo, porque mantiene una errónea concepción de la idea de producción capitalista. Y, tercero, y como conclusión, porque lejos de estar en un ciclo restrictivo el capitalismo se expande como nunca antes lo ha hecho.
Efectivamente, en la idea de su agotamiento hay una concepción falsa del capitalismo como sistema. Tienen razón, sin duda, al señalar a la capacidad productiva como un hecho fundamental a la hora de analizarlo. Si un sistema económico está en crisis es porque su capacidad productiva ha colapsado: no puede aumentarla y comienza a disminuir, haciendo que se reduzca el beneficio que produce socialmente. Así, llega un momento en que el sistema se agota y produce crisis tras crisis hasta su extinción. Esto es teóricamente cierto y, por tanto, la clave para analizar si el capitalismo está en crisis o no es analizar si su producción ha bajado o aumenta. Parece fácil, pero el problema surge cuando hay que definir qué es esa capacidad productiva y cuál es la auténtica producción capitalista: ahí está la clave. Por ello, lo primero es ver qué es la producción en el nuevo capitalismo.
La producción básica del nuevo capitalismo es la vida humana convertida en mercancía. Esto significa que no es la producción tradicional del trabajo y sus productos elaborados como mercancías, tal y como analizó Marx en el siglo XIX, sino que el individuo organizado como vida productiva es la clave del capitalismo: la actual producción capitalista somos las personas como mercancías que producimos constantemente beneficios. No son las fábricas, las industrias o las grandes corporaciones las claves productivas de nuevo capitalismo, sino los individuos cuya vida se ha convertido en explotación absoluta, trabajo y ocio, como generadora de beneficio económico -y ya no a tiempo parcial como lo era exclusivamente en el trabajo de la época de Marx-. Así las cosas, la producción capitalista aumenta cuando cualitativa o cuantitativamente se pueda explotar más a la humanidad, es decir: se aumenta la producción capitalista cuando se aumenta la explotación de la mercancía humana.
La pregunta, ahora, viene automática. ¿Está aumentando la explotación de la mercancía humana? La forma de aumentarla de manera efectiva es cualitativa -que cada individuo sea más explotado- o cuantitativa -conseguir que más población, más personas, sea explotada-. En los paises desarrollados buscar nueva explotación de forma cualitativa resulta difícil: parece que, al menos actualmente, se ha llegado a un límite. Pero, hay todo un mundo sin explorar, un amplio margen de población, donde hasta ahora solo ha funcionado la explotación del trabajo clásica: se llaman países emergentes. Ahora, sí, podemos decir que otro mundo no es solo posible sino real: un mundo globalizado de explotación absoluta.
El aumento cuantitativo de la población que puede ser explotada totalmente implica el aumento del nivel de vida de esa misma población para poder consumir, es decir: su conversión en clase media -nota: definimos clase media a nivel mundial, de acuerdo a una categorización estándar, como aquella población cuya renta anual estaría entre la renta per cápita de Brasil y la de Italia (de 13.000 a 37.000 $ al año)-. Esta clase media puede ser explotada en el trabajo y en el ocio y con ello convertir la totalidad de su vida como producción y beneficio capitalista. Así, el aumento mundial de este colectivo, que haya cada vez más población de clase media, implicaría un aumento de la producción capitalista: un aumento de mercancías. Y una demostración, con ello, de que el sistema capitalista crece y la crisis está lejos de producirse.
Resumamos hasta ahora. Defendemos que no hay crisis en el capitalismo porque su producción aumenta. Defendemos que la clave de esta producción es la creación de la vida humana como mercancía absoluta. Por tanto, la clase media, clave de la explotación, debe aumentar como producción: tiene que subir significativamente el número de personas que puedan convertirse en mercancías. Y para ello, debe aumentar lo que comúnmente se conoce como su nivel de vida ¿Nos dan la razón los datos? ¿Sube la producción de mercancias? Es decir, ¿crece la clase media mundial y con ella la explotación capitalista? Esta pregunta solo hay una forma de contestarla con sentido: ir a los datos.
Bueno, sin duda los hechos son claros. Tanto las
predicciones del FMI (ver especialmente a partir de la página 51) como los
datos del Banco Mundial señalan que la población de clase media y por ello con una tasa de explotación absoluta, fundamentalmente en los países BRIC -los páises emergentes-, aumentará extraordinariamente -por lo cual, además, es posible el proyecto de precarización de Europa como ya hemos repetido aquí-. Así, por ejemplo, se calcula que la clase media pasará de 430 millones en 2000 a 1.200 millones en 2030. La expansión del capitalismo, el aumento de la explotación, es absoluto. No existe crisis alguna.
¿Pero y la pobreza mundial? Anteponer el ideal a la realidad es un error muy grave y analizar exclusivamente con categorías morales el capitalismo, también. A usted puede ser que le interese la gente que se muere de hambre, al capitalismo le da igual. Para el capitalismo, los seres humanos no existen tal cuales, como sujetos, sino como mercancías o como materia prima. Los primeros producen beneficio en la explotación absoluta de su vida y por eso su existencia es valiosa: es rentable. Los segundos, la materia prima, solo importan o bien en cuanto productores, con lo que como las máquinas su cuidado es parcial a su nivel productivo y obsolescencia, o como yacimientos de los que se podría disponer en el futuro pero ahora prescindibles, con lo cual se les deja morir porque la materia prima es extensa al haber tantos pobres. No ser explotados de forma absoluta implica para el individuo el desinterés y la muerte. Que usted y yo seamos mercancía, totalidad de la vida como explotación, nos hace seguir vivos. La explotación absoluta es nuestra garantía para la existencia. Y ahora, sonría y piense en su vida interior.
¿Está en crisis el capitalismo? Solo desde una perspectiva etnocéntrica - confundiendo la crisis de la zona euro, crisis sostenida por la oligarquía para su aprovechamiento, con una crisis mundial- es posible defenderlo. Nosotros, no lo creemos. Los niños pequeños luchan contra los monstruos cerrando con fuerza los ojos. Los ignorantes negando la evidencia. La filosofía, al menos desde Platón, comprendiendo que hay que salir de la paradójicamente cómoda estancia esclava en la caverna. Y hacer que los ídolos caigan. El capitalismo es más poderoso que nunca: preparemos bien nuestras armas.