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martes, diciembre 21, 2021

CONTRA LA LOMLOE/1: TITULAR BACHILLERATO CON SUSPENSOS Y LA NUEVA DOMINACIÓN SOCIAL

 Como todos ustedes saben, y si no lo saben ya se lo digo yo, la nueva Ley de Educación (LOMLOE) permite obtener el Título de Bachillerato con una asignatura suspensa. Esto es algo absolutamente novedoso pues, en todas las leyes anteriores, era imprescindible aprobar todas las materias. 

Los defensores de la ley señalan que en realidad hay que superar la idea de dividir el conocimiento en áreas concretas e ir a una capacitación más global, defendiendo eso que llaman evaluar por competencias, y que, por lo tanto, suspender una asignatura no implicaría la pérdida de esta globalidad. Aparentemente, suena bien e incluso parece una defensa de aquellos alumnos más desfavorecidos al lograr una mayor universalización del título.  Por tanto, pero sólo aparentemente, parecería una medida muy progresista: de autoproclamada izquierda, vaya.

Sin embargo, la medida es precisamente todo lo contrario.

En primer lugar, la idea de que el título de Bachillerato se pueda sacar con una suspensa no es una novedad en el mundo de la educación y ni tan siquiera es algo específico de España, sino que se relaciona con todo un proceso supranacional que ya se instaló aquí con la LOGSE, y en otros países con leyes afines a ella, y, en el mundo universitario europeo, con el Plan Bolonia. Efectivamente, la idea clave es que los títulos oficiales y, por lo tanto, concedidos fundamentalmente por la enseñanza pública y gratuita, vayan perdiendo prestigio social. Y como consecuencia, tener dicho título oficial no tendrá ya valor alguno (como ya pasa con la ESO). 

Y esto se ve muy bien en la nueva universidad. La transformación de la licenciatura en grado, con el Plan Bolonia, ha supuesto la pérdida de prestigio de la titulación. Además, otra clave, esto afecta al currículo personal donde al anotar dicho grado ya no se aporta nada de gran valor. Y por ello, el estudiante siente la necesidad de completar su formación, reducida por el propio Estado, con la adquisición de un máster en el mercado privado (que incluye ahora a las propias universidades públicas). De esta forma, la única manera de tener currículo, una vez se ha degradado la titulación oficial estatal, es acudir a los títulos complementarios y extraoficiales ofertados en el mercado educativo. La eliminación del valor del título oficial y público es la creación de un nicho de negocio para lo privado, que cubre el hueco dejado, voluntariamente y con políticas concretas, por lo estatal: un nuevo mercado de la educación con pingües ganancias. 

Y este modelo llega ahora por fin al Bachillerato. Destrozada ya la ESO, convertida en un aparcamiento de niños sin valor en su titulación, se destruye ahora el Bachillerato. A éste ya se le redujo a dos años con la LOGSE, frente a los cuatro anteriores, y una vez ya consolidado esto y no discutido por fuerza política alguna, se trata ahora de darle el golpe definitivo: negar cualquier valor a su título. Es, en el fondo, eliminar la importancia de la enseñanza pública en favor del mercado educativo.

Pero además, hay otra consecuencia de que los títulos oficiales educativos no tengan ya ningún valor: la conversión de la educación permanente en ideología social y la destrucción de la educación como ideal ilustrado de formación cultural del ciudadano. 

Sin duda alguna, la capacitación profesional podrá necesitar cursos de adaptación a su vez profesionales, pero no es eso lo que se esconde tras el eufemismo Educación Permanente o, aún peor, Educación para la Vida. La educación permanente, que oculta en realidad su verdadero nombre que sería “adaptabilidad a la explotación laboral”, va unida a la ideología social de la meritocracia y la degradación de la idea de que la educación tiene como fondo fundamental la extensión cultural y la formación de la ciudadanía. Educar para la vida es, en realidad, educar para el mercado.

En cuanto a la exaltación de la meritocracia, se hace presentando que hay una lucha justa de currículos y que al final el mejor será escogido por la empresa. Sin embargo, todo esto resulta evidentemente falso, pues la distribución meritocrática del mercado es puro mito. La educación permanente esconde así su verdadero objetivo: emplear a los individuos como puros medios ante las nuevas realidades precarizadas laborales, siendo por tanto una enseñanza meramente adaptativa al nuevo orden social de dominación, que sin embargo se presenta ideológicamente como la oportunidad de triunfar. 

Pero además, y como ya advertíamos, hay un segundo aspecto: la destrucción del ideal educativo ilustrado. Una vez realizada la idea de que los títulos públicos no tienen ningún valor, pues cualquiera los saca, late la consideración de que esos títulos, cuya finalidad declarada era distribuir la cultura de forma interclasista, carecen de cualquier valor práctico o útil. Así, se alimenta el desprecio absoluto hacia la propia cultura como tal, hacia el acopio de conocimientos y hacia el sujeto que lo realiza. Es decir, en el fondo la idea de que se pueda sacar un título de Bachillerato suspendiendo una asignatura quiere decir que la cultura general no tiene valor alguno, sino que lo que importa es que el alumno esté preparado, que sea competente, para el mercado laboral. O diciéndolo en palabras más contundentes: las competencias marcan el grado de adaptabilidad necesaria para soportar la explotación. Y si el alumno las tiene debe salir al mercado

La LomLoe no habla en realidad de educación, entendida esta como el ideal ilustrado de la formación de un sujeto capaz de comprender y transformar el mundo a través del conocimiento y la razón, sino de adiestramiento: enseñar al sujeto a adaptarse a las necesidades del mercado laboral a través de la adquisición de las competencias. La LomLoe, seguidora y heredera de la LOGSE o la LOMCE, no es más que la construcción de un nuevo sujeto sumiso para la dominación social.


domingo, mayo 09, 2021

LA NUEVA PEDAGOGÍA Y LA CONSTRUCCIÓN DEL NUEVO SUJETO DEL CAPITALISMO/y2

En el artículo anterior veíamos como el fin del Capitalismo Industrial y la aparición del Nuevo Capitalismo, había dejado fuera el modelo educativo anterior. Por lo tanto, para la adaptación de los sujetos a este Nuevo Capitalismo era necesario realizar a su vez un nuevo modelo educativo. Y precisamente de explicar las características de este modelo trata la segunda parte de este artículo.

La primera característica general de la innovación educativa es la negación de los contenidos y la memoria. Es, según estos presuntos rebeldes del sistema, ir contra la educación enciclopédica. El argumento es que todo está en internet y ya no tiene sentido aprenderlo pudiendo buscarlo. 

Por supuesto, y ya en un primer vistazo, destaca la falsedad. Google será un inmenso cementerio cultural que nadie visitará y, además, esta cultura desaparecerá del simbolismo colectivo, quedando reducida al conocimiento de la clase social alta y sus vástagos que serán, por la propia distribución desigual del conocimiento que ya la escuela no paliará, los únicos que conocerán esa cultura. Pero además, lo que se pretende no es solo mantener la ignorancia. El triunfo del Capitalismo es la conversión de todo en mercancía. Lo importante de la mercancía no es su contenido concreto, sino ser una mercancía: tan mercancía es una poesía, una salchicha o el propio dinero. La conversión de la persona en mercancía implica, por ello, la eliminación de contenidos estables y concretos. Y eso implica también la nula importancia de los contenidos culturales. La vacuidad absoluta, y más de contenidos culturales que podrían mostrar una diferencia entre lo que las cosas son y lo que deberían ser, implica la adaptación perfecta. El sujeto vacío en sí mismo, sin memoria ni contenidos culturales, es sencillo de dominar. Además, la cultura podría presentar una alternativa, un pedir algo más a la propia vida vacía del individuo, y por ello debe ser eliminada. 

La segunda característica propia de la innovación pedagógica oficial y dirigida es el canto a la interdisciplinariedad y al trabajo en grupo: los proyectos, la colaboración y la ahora famosa hiperaula ¿Por qué? 

Primero porque la escuela se concibe ya como modelo y adiestramiento para el futuro laboral. Lo que se está haciendo es entrenar a los alumnos en el nuevo modelo productivo, donde el trabajador deberá ser capaz de adaptarse a los distintos sectores productivos a lo largo de su vida laboral precaria y de ahí la importancia de lo interdisciplinar, que en realidad quiere decir aquello que no implica la profundización. Segundo, porque el trabajo en equipo, la actual cadena de montaje camuflada en el entorno chachi de la cooperación, es la nueva forma de acción de las grandes empresas. 

Pero, además, hay algo más y algo paradójico aparentemente: el Nuevo Capitalismo, y con él uno de sus referentes ideológico como es la nueva pedagogía y la innovación educativa, debe negar al individuo. La nueva sociedad capitalista no será individualista en la acepción moderna de la palabra. El individualismo moderno defendía que uno se construye a sí mismo y al hacerlo construye el mundo. Lo que está ocurriendo en la nueva sociedad capitalista es, frente al individualismo del liberalismo clásico, la idea de la exaltación de la singularidad:  uno ya es lo que debe ser. No es que haya que construirse como un sujeto fuerte, construirse a uno mismo, sino que se asume que lo que se ya se es es lo que se debe ser. Se niega la ruptura, clave de la Modernidad, entre el ser, lo que actualmente eres, y el deber ser, lo que podrías y deberías ser. Todo lo que hay, incluyendo mi yo, es lo que debe haber. Me asumo, en definitiva, como mercancía en cada selfie o vídeo que cuelgo en tik tok. Estoy encantado de haberme conocido. Soy guay, soy mercancía. Y en la cadena de montaje del beneficio capitalista cumplo mi función.

Tercero, la exaltación de la emoción ¿Por qué la nueva pedagogía exalta las emociones? Se trata de acabar con el discurso argumentado, racional, y sustituirlo por formas de expresión emotivas sin profundidad de análisis. Se renuncia a la racionalidad para eliminar la única arma que al enfrentarse a lo real puede descubrir aquello que no es aparente y se nos oculta, ir más allá de lo presentado social e ideológicamente como sombras de la caverna, y, segundo, plantear el problema de que lo que hay no es necesariamente lo que debería haber. Y así, frente al peligro de la razón se presenta como ideal lo emotivo. Es la exaltación de esa falsa subjetividad buscando la adaptación pura de estar a gusto: bien adaptado al mundo. Y es muy interesante observar que el auge de la nueva pedagogía coincide con el del pensamiento positivo y la autoayuda. La adaptación pura del sujeto, al que además se le culpabiliza si no la realiza, es la mayor emoción. Se trata, por tanto, de renunciar a la racionalidad frente a la emoción ¿Por qué? Porque la racionalidad se cuestiona de raíz el problema de la realidad frente a una emoción que lo único que hace es convivir con esa realidad y, de hecho, bajo ella.

En cuarto lugar, surgen las nuevas materias para la vida que deben sustituir a las materias excesivamente academicistas, se dice. Cada vez que se pide una nueva materia, no se pide por un contenido académico que haya que cubrir, sino que se exige un contenido ideológico. Desde una materia sobre feminismo, como pide Podemos, hasta la consabida educación financiera, como piden las grandes corporaciones bancarias, las nuevas materias lo que buscan es adoctrinar y amaestrar: no se trata que los alumnos aprendan contenidos culturales que les permitan tener herramientas para juzgar el mundo sino enseñarles a ser de una determinada manera. Es un catecismo. Y de hecho, y como paradigma, esa es la clave de la supresión, por parte del PSOE, de la materia de Ética en la nueva LOMLOE y su sustitución por Educación en valores éticos y cívicos: las materias de reflexión y contenidos deben ser sustituidas por un nuevo catecismo de formación del espíritu individual.

Y hemos dejado para el final el gran leiv motiv de la innovación pedagógica: la motivación y lo divertido. Hay que motivar, se repite. Hay que ser ameno, se dice ¿Qué esconde la motivación como criterio superior de la labor docente? La idea clave de la motivación es la idea de la desaparición de la voluntad personal y, con ello y como consecuencia, el que domina el estímulo motivador domina al otro sujeto. Hay que acostumbrar a los niños desde pequeños a responder a estímulos externos vivaces y cambiantes donde pierdan su voluntad de acción, que desarrollaría su voluntad, y se acostumbren a la heteronomía que es el control del estímulo por alguien ajeno: quien domina el estímulo va a someter al otro. El individuo en un entretenimiento permanente es controlado por el tratamiento del estímulo y su control. La finalidad de la clase ya no es dar contenidos sino pasar el tiempo: un consumo más. Un consumo para enseñar a consumir.

El panóptico de Foucault es la imagen favorita del educador autoproclamado progre. Te explica que eso es la educación clásica. Y añade con un guiño de superioridad moral: vigilar y castigar. Pero no entiende, o busca ocultar, que la realidad capitalista actual ya no es así. El auténtico símbolo, la edificación que mejor responde a la realidad del nuevo dominio capitalista es la oficina de Google. Se han creado, según dijo un portavoz de la compañía en el New York Times, con un solo objetivo: crear el lugar de trabajo más feliz, más productivo del mundo. Felicidad productiva. 

El panóptico se ha vuelto innecesario en su dimensión disciplinaria, la oficina Google es la nueva disciplina: el lugar feliz que promete también aulas llenas de niños y de niñas sonrientes, hiperaulas diáfanas, para ser falsamente felices pero auténticamente productivos. Se trata de construir el Nuevo Capitalismo: el lugar más (falsamente) feliz y más productivo del mundo. Es la destrucción, en una palabra, del sueño ilustrado que una vez prometió que la tierra sería un paraíso.