1.- Gallardón dimite.
2.- El gobierno pretende crear 622.000 empleos.
3.-Gallardón ya no es ministro y se va al paro.
4.- Catalá es nombrado nuevo ministro de Justicia.
5.- Gallardón entra en el Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid cobrando 8.5000 euros al mes.
6.- El gobierno ya sólo tiene que crear 621.998 empleos.
Saliendo de la crisis.
"Ilustración es la salida del hombre de su culpable minoría de edad."
lunes, septiembre 29, 2014
sábado, septiembre 27, 2014
jueves, septiembre 25, 2014
NUEVO CAPITALISMO, NACIÓN Y POLÍTICA
Los
acontecimientos históricos coincidentes se pueden dividir grosso modo en dos:
aquellos que son fruto puramente de la casualidad y aquellos otros que están
enlazados por una relación causa-efecto o, al menos, por una conexión necesaria.
Por ejemplo que yo naciera en tiempos de la guerra fría no es sino una
casualidad pues ello ni influyó en esta ni, a su vez, fue influido por ella –o
eso, al menos, me contaron mis padres-. Por ejemplo, y sin embargo, que la idea
de nación y en concreto el desarrollo del estado nación se originara durante el
despliegue del capitalismo en el siglo XIX es una conexión necesaria.
Efectivamente,
el capitalismo necesitó la creación de una política nacional para poder
desarrollarse y la forma más avanzada de esta era sin duda la creación de las
naciones estado. Así, nación y desarrollo del mercado capitalista van no solo unidos
sino conectados en la historia. Y no sólo lo hacían en un sentido conservador,
con la afirmación del estado nación como refrendo del capitalismo y viceversa, sino también en las políticas de la izquierda:
necesariamente la realidad política debía tener en cuenta fundamentalmente lo
nacional no tanto por un sentido patriótico como por un sentido realista. La izquierda era nacional, aunque no
nacionalista, porque las circunstancias lo exigían. Y por eso, a su vez y como
aquello que se llamaba programa máximo, la izquierda no podía ser esencialmente
nacionalista.
Sin
embargo, todo esto cambia a raíz de la aparición del nuevo capitalismo,
posterior a la segunda guerra mundial. Efectivamente, si el capitalismo
decimonónico y de principios del siglo XX es un capitalismo nacional –y el
imperialismo no es su contradicción sino su apogeo-, a partir del final de la
segunda guerra mundial el capitalismo empieza a formarse de acuerdo a una nueva
realidad internacional que se ve perfectamente reflejado en la preocupación por
la liberación de las transacciones internacionales y en la creación de mercados
internacionales como pueden ser por ejemplo la ya añeja Comunidad Económica
Europea reconvertido ahora en Unión Europea. Este proceso, al principio tímido,
va tomando cada vez mayor fuerza llegando a partir del inicio del siglo XXI a
una realidad absolutamente nueva: la economía es absolutamente internacional. Y
cuando hablamos de economía no estamos hablando sólo de la economía de las
altas finanzas o de las grandes corporaciones industriales sino también de por
ejemplo, la permanencia de cualquiera en su puesto de trabajo compitiendo con
gente de otros países que usted ni tan siquiera conoce -aunque también es justo
reconocer que ellos tampoco le conocen a usted-. Así, la internalización de la
economía es un hecho del nuevo capitalismo.
Sin
embargo, y aquí empieza el problema, está entronización de la economía como
fuerza universal no va en absoluto unida al aumento similar de la política sino
más bien al contrario: se da un
enclaustramiento, cada día y cada año mayor, de la propia política como
nacional o incluso como regional. Efectivamente, parece que la respuesta a la
internalización de la economía no es más que la petición desesperada de mayor
soberanía nacional. Pero resto, debería quedar claro, no es sino una utopía
reaccionaria. Y por eso, de nuevo, hay una sutil diferencia entre la derecha,
que es quién gobierna de facto, y la
izquierda, superguay y poco productiva.
La
política de la derecha se distingue por estar realizando un doble juego. Por un
lado, controla una serie de estructuras internacionales –la troika como
paradigma en Europa- que gestionan la reacción política ante la economía
mientras que, por otro, clama por la nación, sabiendo que ésta última acción
resulta estéril. Lo que la derecha ha logrado es precisamente deslindar toda la
economía de la acción política dejando exclusivamente a esta en el terreno inocuo
de las promesas electorales o bien convirtiendo al mismo gobierno, tal y como
por ejemplo ocurre actualmente en España, en un organismo administrativo
subsidiario de esos mismos órganos internacionales anteriormente citados. Pero
lo que importa destacar aquí de esta acción de la derecha es que desde su
perspectiva ideológica tiene un claro objetivo y es eficaz. La derecha gobierna
actualmente los países de forma independiente al resultado electoral pues ha
logrado deslindar absolutamente la política, basada en lo nacional y por tanto
inútil, de la economía que es producida de forma internacional y, por lo tanto,
absolutamente ajena a los avatares electorales propios de las democracias. La derecha
gana y, como deportistas, deberíamos felicitarla.
El
problema, por tanto, no están la acción de la derecha, que ha sido de una
astucia relevante, sino de la patética actuación de la política de izquierdas. Efectivamente,
lo único que la izquierda ha presentado frente a esta economía globalizada ha
sido la llamada Europa de los pueblos cuando no el nacionalismo más paleto
posible. Frente a una economía mundial, el discurso izquierdista está rondando
permanentemente las conexiones tribales, hablando de una soberanía nacional que
es imposible de reconquistar y situando el ideal en el propio siglo XIX con
eltodavía estado-nación. Y precisamente
ese es su error.
Creer
que la economía puede tener un fundamento internacional y que sin embargo la
política que debe plantarle cara puede ser de corte nacional forma parte del
infantilismo de la izquierda, cada día más extendido. Lejos de eso, la única
solución frente al desarrollo de una economía internacional es la creación de
una política de izquierdas que dé respuesta internacionales. Es una izquierda
internacional y no una izquierda paleta y de los pueblos.
Sin
embargo, alguien ante esta perspectiva podría intentar falsar esta teoría al presentar
la idea de que estos movimientos nacionalistas –o sea: paletos-, especialmente
los independentistas, no parecen estar apoyados por la propias grandes
corporaciones económicas y por lo tanto, concluyendo, que serían elementos
contrarios al propio capitalismo. Y de nuevo, tenemos aquí el pensamiento
infantil de la izquierda que cree que todo lo que es contrario al capitalismo
necesariamente debe ser fuente de progreso: si no, miren la payasada indigenista.
Por
supuesto, las grandes oligarquías económicas son totalmente contrarias a estos
desarrollos nacionales. Pero, esto no quiere decir que estos movimientos sean
contrarios al capitalismo en la condición que nos interesa. Efectivamente, no
todo elemento contrario el capitalismo debe ser necesariamente asumido por un
pensamiento de izquierdas al menos si es que por izquierda entendemos
pensamiento progresista y la emancipación de los sujetos. No cabe duda, por
poner un ejemplo, que el grupo terrorista del Estado Islámico es claramente
anticapitalista, pero ello no debería llevar a alegrarnos de sus
decapitaciones. Exactamente igual, no cabe duda de que el nacionalismo actual
es contrario al desarrollo del nuevo capitalismo pero lo es no en un sentido de
progreso sino en un sentido de reacción. El nacionalismo actual, como los autodenominados
procesos de Cataluña o Escocia, no son sino o elementos que pertenecen al siglo
XIX y por lo tanto elementos claramente reaccionarios en la crítica política..
De
esta forma sólo cabe plantearse un futuro para la izquierda, si quiere seguir
siendo un elemento emancipador. Este futuro es la internalización de la
política, es decir: frente al mercado económico internacional generar un
mercado político internacional. Alguien podría asustarse y echarse las manos a
la cabeza ante la mera expresión mercado
político internacional pero es de lo que se trata. Las elecciones generan
mercado político y la idea es que la respuesta al mercado político
internacional de las mercancías sólo puede ser respondida por un mercado
internacional de los seres humanos. Por ello, la respuesta de la izquierda
debería ser la internalización de la política y no la nacionalización o incluso
o la regionalización de esta. No se trata de una utopía sino de una absoluta
realidad: sí Europa es un mercado de libre circulación de las mercancías, es
decir es una pura internalización económica que gobierna sobre los estados
nacionales, la respuesta política es generar esta estructura económica como un
solo país para poder dominarla por la democracia.
¡Pero
todo esto es utópico!, clama el autoproclamado izquierdista. Sin embargo, lo que
habría que contestarle es que lo utópico resulta querer contestar a una
economía globalizada desde una política nacional. En otro artículo ya hemos
defendido la necesidad de constituir Europa
como un país. Sin embargo, la izquierda actual pretende reconvertir cada
región, provincia o aldea en un estado-nación. La boina y la barretina, cuando
no la toga de la monjita rebelde, ha venido a sustituir a la autentica lucha
por el progreso. Si la izquierda quiere seguir siendo izquierda debe olvidarse
de la tierra que pisaron sus antiguos dominados por la barbarie y pensar en la
que debería pisar cualquier ser humano por el mero hecho de serlo.
martes, septiembre 16, 2014
domingo, septiembre 14, 2014
UN NUEVO LEMA PARA LA (autoproclamada) IZQUIERDA
Nota: Reunión de gente rebelde y (presuntamente) izquierdista el día 11 de septiembre en Madrid. El colorido lo ponen los trapos ondeando al viento, pero no había viento. Algo de épica, la verdad, se pierde.
¡¡¡¡PALETOS DEL MUNDO, UNÍOS!!!!
miércoles, septiembre 10, 2014
CATALUÑA: ANÁLISIS DE IZQUIERDAS, ANÁLISIS DE DERECHAS
Cuando
se analiza un tema se parte siempre, se quiera o no, de una serie de ideas
previas que aunque no se expliciten están ahí. Precisamente, lo interesante de
analizar una teoría no es solo lo que ella misma particularmente dice sino también
los fundamentos de la misma y el grado de coherencia que se mantiene entre esos
fundamentos y los análisis hechos sobre los problemas y la búsqueda de
soluciones. Es decir, lo que marca la diferencia radical entre diversas teorías
son también los fundamentos.
¿Cuál
es la diferencia entre un análisis de izquierdas y uno de derechas? ¿Qué sería
lo que hace que se pueda decir que esta reflexión es de derechas y esta otra es
de izquierdas? A veces, las preguntas más simples son las fundamentales. Porque
igual una diferencia fundamental entre la izquierda y la derecha está en los
fundamentos de dichas visiones que conllevan una manera diferente de analizar
los temas.
¿Pero,
no íbamos a hablar de Cataluña y de eso que se llama soberanismo?
Efectivamente, el tema de este escrito es intentar explicar qué sería y por qué
un análisis de izquierdas sobre el soberanismo catalán y qué sería y por qué un
análisis de derechas. Y lo vamos a hacer analizando desde lo fundamental, es
decir: seremos radicales e iremos a la raíz del problema.
¿Cuál
es la diferencia de fundamento entre la izquierda y la derecha? Rápidamente
alguien podría decir que es que la derecha va con los ricos y la izquierda con
los pobres. Pero, esto es no decir nada pues la derecha estaría también en
contra de la pobreza y del sufrimiento. Hay que buscar en otro sitio y es desde
dónde se construye el discurso, es decir: analizar su fundamento.
La
izquierda tiene su fundamento en la idea de sujeto moderno concebido por la
Filosofía a partir del siglo XVII. Esto a su vez implica una triple
consecuencia.
Por
un lado, la idea de que la realidad debe ser creada desde la racionalidad
propia de ese mismo sujeto y que, por tanto, no existe un orden previo que deba
ser respetado. Esto, a su vez, implica la destrucción de las esencias en la
naturaleza y en la historia y la defensa de la idea de progreso.
Pero,
esta construcción racional podría ser considerada subjetiva pues aparentemente procedería
de la razón de cada uno. Sin embargo, segundo, la idea de la Modernidad es que
la Razón es la misma para todos -y por eso la importancia que tomará la ciencia
como forma universal de explicación-, lo que implicaba la universalidad del
sujeto y de ahí la idea de igualdad y el cosmopolitismo ilustrado.
En
tercer lugar, está la autonomía como clave de ese sujeto: debe pensar y actuar
por sí mismo. Y esta autonomía implica necesariamente la negación de que la
soberanía de los actos resida en otros y no en él mismo. Por ello, el sujeto
moderno defenderá en el discurso social la idea de ciudadano frente al
heterónomo súbdito.
Frente
a estas ideas que fueron el génesis de la izquierda surgen las ideas
conservadoras que -aunque no necesariamente pues hay un pensamiento derivado en
conservador desde la Modernidad como el liberalismo por ejemplo- parten de los
supuestos opuestos.
Efectivamente,
el conservadurismo tiene como fundamento básico la existencia de un orden
natural. Este orden natural no debe ser entendido solo como una creencia de que
la naturaleza rige la vida humana sino como la idea fundamental de que existen
estructuras, naturales o históricas, previas a lo sujetos y que tienen
características esenciales que contienen un valor moral positivo y que por tanto
deben gobernar a las personas. Estas esencias histórico-naturales, como por
ejemplo la familia o la pertenencia a un pueblo/patria, son elementos
fundacionales y tienen un valor moral positivo a priori que debe respetarse. De
esta forma, ese orden natural previo es bueno moralmente y toda acción en su
contra es negativa. Lo fundamental así no es la autonomía sino la heteronomía
con respecto a ese orden previo y a sus esencias históricas. El sujeto debe
respetar aquello que se constituyó antes de su racionalidad. Y por eso se
llaman conservadores.
Así,
la diferencia entre derecha e izquierda en relación, por ejemplo, a la idea de
nación se corresponde precisamente con
esta diferencia en el sentido de fundamento y en concreto al enfrentamiento entre
razón y autonomía frente a orden natural y heteronomía.
La
derecha cree que la nación se funda en la existencia previa y esencial de un
pueblo. Así, este pueblo tiene una idiosincrasia, una forma ser, propia y
característica que le hace diferenciarse de otros pueblos (que, por supuesto,
siempre reúnen menos virtudes aunque no se explicite). Así, el orden natural
previo ha generado una esencia que es el pueblo catalán, por ejemplo, y que
tiene un valor moral excelente pues ser catalán es lo que debe ser, como hecho moral,
cualquiera que viva en Cataluña para ser
completo y bueno: cumplir su esencia previa y externa. Es decir, lo a priori
determina al individuo imponiendo la heteronomía sobre él.
Sin
embargo, en la visión de izquierdas el pueblo es la ciudadanía sin mas que se
construye desde derechos y deberes y cuya finalidad no es el desarrollo de una
esencia preexistente sino la creación de una nueva sociedad justa que permita,
precisamente, el desarrollo pleno del sujeto. No existe un apriori sino que lo
que se busca es una forma nueva donde debe predominar la autonomía y la
universalidad.
Y
ahora volvamos al tema.
Cuando
se defiende el derecho a decidir del pueblo
catalán solo se puede hacer desde una perspectiva conservadora pues implica
necesariamente asumir la existencia a priori del sujeto de dicha acción: existe
efectivamente un pueblo catalán a priori. Y como consecuencia esto requerirá
creer en una esencia histórica previa a los individuos que además se debe
imponer sobre ellos por su valor moral extraordinario: un orden natural que se
debe cumplir. La esencia ser catalán
exige su cumplimiento sobre los individuos: la heteronomía de lo apriori se
impone sobre la construcción de la autonomía. Creer eso se llama Pensamiento
Conservador.
Este
11 de septiembre, miles de catalanes, que se consideran de izquierdas, cantarán
emocionados una tonadilla patriótica sobre labriegos y hoces y mirarán
embelesados un trapo con rayas. Pero al atento pensamiento de izquierdas, que
también debe asumir a la Filosofía que desde sus orígenes avisó ya contra el
mito al distinguir la verdad de la apariencia, solo se le aparecen presuntos catalanes
y, también, presuntos españoles. En realidad, en verdad, nada de patrias, nada
de pueblos.
Pero,
en realidad también y sobre todo, presuntos izquierdistas.
viernes, septiembre 05, 2014
PROFESORES SIN NOMBRAR (y el curso empieza el día 10)
Ustedes no lo saben, yo se lo cuento. La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid todavía no ha nombrado a los profesores para el curso 2014-2015. Es decir, aún no sabemos dónde daremos clase ni de qué. El curso empieza, según el calendario que dicha Consejería ha hecho, el día 10 y todavía no sé, y como yo muchos, dónde voy a dar clase. Ni los institutos saben quienes van a ser sus profesores.
Uno no sabe en qué tómbola del mundo, de Génova para quizás concretar geográficamente, les ha tocado el puesto a esta pandilla de incompetentes. Pero uno sí sabe que hay que hacerlo público.
Por todo esto, ayer leí en mi claustro el texto que aparece abajo y he pedido, hoy lo llevo, que conste textualmente en el acta con la adhesión de aquellos compañeros que quieran unirse (estoy ya recogiendo firmas). Y lo expongo aquí por si le sirve a alguien para hacer lo mismo o algo similar.
Quería mostrar mi indignación y rechazo ante la incompetencia de la Consejería de Educación de la Comunidad Autónoma de Madrid por no ser capaz de nombrar definitivamente a la plantilla de profesores a una semana de inicio de curso con lo que esto conlleva de dificultad a los centros y perjuicio a los alumnos y a la educación.
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