martes, agosto 28, 2012

PRECARIZACIÓN EUROPEA (un resumen)

Nota: este artículo es un resumen de otros ya publicados en este blog. Si se desea aumentar la argumentación, se pueden seguir los enlaces que llevan a otros artículos en este blog. 

¿Qué entendemos por precarización europea? 
La precarización europea es un proceso auspiciado y apoyado por la oligarquía socioeconómica y política de Europa que pretende la conversión de Europa del sur (España, Portugal, Italia y Grecia) en un inmenso BRIC (países emergentes como Brasil, Rusia, India y China). Así, la Europa del sur tendría una población precarizada social y económicamente con las siguientes características: bajos sueldos, escaso nivel de protección laboral en las leyes, ausencia de un auténtico estado de bienestar con pérdida de derechos sociales comparado con lo actual, una baja política democrática con parlamentos de escasa soberanía nacional, una población con capacidad de consumo muy baja y una oligarquía numéricamente escasa pero con un gran control social. Es convertir a la actual Europa del sur en China.

¿Qué gana la oligarquía económica al hacer eso? 
Al hacerlo, la oligarquía aumenta sus beneficios pues aumenta su explotación concreta, no del sistema capitalista, sobre los otros grupos sociales. Efectivamente, al empeorar las condiciones laborales y de protección social, genera un chantaje típico que consiste en el famosos esto son lentejas… Así, la depauperación de los asalariados en España aumenta el margen de beneficios de la oligarquía empresarial, no de las PYMES o autónomos, al pagar menos sueldo y menos protección social.

¿Y qué gana la oligarquía política? 
Realmente nada, pero no pierde lo que perdería de enfrentarse al proyecto. Efectivamente, enfrentarse al proyecto de precarización implicaría situarse frente a la oligarquía económica europea, algo que los principales partidos no piensan hacer. Y no lo hacen porque eso sería su fin como partidos políticos institucionales, pasarían a ser partidos a secas, y además no pueden hacerlo, como tales partidos, porque su financiación ha sido la propia oligarquía. Y si acaso lo hicieran engrosarían sus señorías -y señoríos, prometo no olvidar usar un lenguaje no sexista- la lista de parados –y paradas, casi se me olvida-.

¿Y si la oligarquía gana tanto al hacer esto, por qué no lo hicieron antes? 
 No porque no quisieran, sino por un problema de estructura del sistema capitalista. Efectivamente, el capitalismo actual parte de la vida como producción económica y no solo de la producción en el trabajo -nota: para desarrollar esta parte, puede leerse los artículos donde se analiza el capitalismo. Son la serie situada en la columna de "Lo básico" y que comienzan por "Capitalismo y..."-. Esto quiere decir que se genera beneficio económico en el trabajo y en el resto del tiempo vital por el consumo: todo es producción. Así, hace falta una población con un determinado nivel económico para poder consumir y con ello producir beneficio. Esta población se centró en los países occidentales y por eso la oligarquía económica europea no podía depauperarla so pena de eliminar la parte productiva del consumo.

¿Y por qué sí pueden ahora? 
Porque todo cambia con los países emergentes -los BRIC: Brasil, Rusia, India y China-. La estructura social de los BRIC no es la occidental ni necesita serlo, pues su amplísima población permite que solo sea necesario que una parte de su población consuma para que el nuevo capitalismo se mantenga -por ahora- y por eso en los BRIC se puede generar una sobreexplotación de la oligarquía sobre el resto de la población que en Europa no era posible. Así, con un 20% de población de los BRIC consumiendo, el capitalismo se encontraría con 700 millones más de nuevos consumidores produciendo beneficio. Toda la población de la UE (los 27) suma unos 500 millones y la de los países del sur europeo apenas 130 millones. La condición de posibilidad está servida: se puede intercambiar su consumo con ganancias para la oligarquía europea y precarizar a la población. La oligarquía europea gana y los asalariados pierden.

¿Pero, no sería todo este proceso una necesidad del capitalismo? 
Por supuesto que no. Al revés, la tendencia del capitalismo es la contraria a la precarización. Esto no es porque el capitalismo sea humano y se preocupe por el bienestar, sino porque busca la máxima explotación posible y esta solo es posible cuando el individuo ya no solo es explotado en el trabajo sino en cada momento de su vida. La auténtica globalización del capitalismo no es la expansión mercantil fuera de las fronteras de Europa, algo que comenzó en el siglo XIX, sino la conquista de la vida humana. La precarización europea, por tanto, no es una necesidad del sistema sino una acción coyuntural de la oligarquía europea y por eso puede ser derrotada sin necesidad de cambiar el sistema económico.

¿Y no es todo esto una teoría de la conspiración? 
En absoluto. Una teoría de la conspiración se basa en dos cosas fundamentales: primero, la existencia de datos ocultos imposibles de verificar; la segunda, forzar los hechos ocurridos hasta que coincidan con la versión conspiratoria. Aquí, sin embargo, las pruebas presentadas son públicas y la teoría se puede contrastar –o es falsable, ya puestos a demostrar todo lo que sé-.

¿Y qué pruebas tenemos de esta teoría?  
Las pruebas son varias. Aauí ponemos algunas fundamentales.
Desde Europa, hay varias pruebas como son:
El pacto del euro (1 y 2), que priorizó el control del déficit sobre la creación de riqueza.
La carta del 5 agosto de 2011, donde se señalan a Italia y España la hoja de ruta a seguir en política económica y social y que tanto Zapatero como Rajoy han cumplido como buenos vicerreinatos de puesto colonial.
La acción del BCE negándose a comprar deuda, lo que presiona a los países implicados a cumplir las condiciones impuestas que son medidas de precarización.
Las declaraciones del gobierno alemán y de cierta prensa económica, cuyo ejemplo más claro es el Financial Times.
Las pruebas en España son:
Las acciones (1 y 2),del gobierno español, Zapatero y Rajoy, que siempre han priorizado el ajuste del déficit a la creación de riqueza o la reducción del paro. Esto va contra la racionalidad económica, pues el problema de España, y por el que la deuda pública y privada ha subido, es el paro y no el gasto social. Así, en España el verdadero problema económico es el paro. Sin embargo, todas las acciones del gobierno, Zapatero/Rajoy, son y han sido contra el déficit público a pesar de saber que estas acciones no iban a bajar el paro sino, como así ha pasado, empeorarlo. Asimismo, todas las leyes han ido restando derechos a la población y depauperando a la clase media.
El acuerdo para cambiar la constitución e incluir en ella el tema del déficit, tal y como exigía la carta del 5 de agosto.
La creación de una opinión publicada que busca poner como objetivo prioritario esa misma reducción del déficit cuando, según el CIS, para los españoles el principal problema es el paro.

¿Y cómo puede ser derrotado el proyecto de precarización?
Hay dos procesos distintos: uno a largo plazo sería la construcción de Europa como un país. Eso llevaría a convertirla en un mercado laboral, de consumo y una estructura legal única. Así, la precarización cesaría pues no sería posible mantenerla frente a 500 millones menos de consumidores.
El segundo, sería a corto plazo. Se trataría de hacer una coalición política en España para salvar el estado de bienestar. Esta coalición estaría compuesta, fundamentalmente, por aquellos partidos de ámbito estatal que se han opuesto a los recortes: UPyD, IU y PSOE. El hecho de contar con partidos ya existentes y no con la creación de uno nuevo, se debe a la urgencia de la situación. Cualquier partido de nuevo cuño necesitaría un mínimo de tres legislaturas para lograr algo, de hacerlo, y eso implicaría ya enfrentarse al proceso realizado. El pacto se fijaría sobre la base de recuperar la situación de protección y bienestar anterior a los recortes.

¿Y por qué iban a querer unirse estos tres partidos? 
Lejos de nosotros está el idealismo adolescente: lo harían por interés.
El PSOE porque sabe que no puede ganar unas elecciones después del desastre Zapatero. Sin embargo, necesita mantener a su casta y por lo tanto que su partido no se hunda en el voto.
UPyD porque busca presentarse como el partido progresista de la clase media, y al actuar así lograría el objetivo de presentarse como efectivo y útil.
IU porque necesita distanciarse de la izquierda no parlamentaria, que leva comiendo terreno, presentándose como un partido de poder y no meramente revoltoso –es que revolucionario sonaba muy fuerte- que es capaz de llevar políticas progresistas y no solo hacer actos simbólicos ridículos.

¿Y no sería mejor hacer un movimiento social de izquierdas? 
 Aquí hay dos respuestas.
Por supuesto, un movimiento de izquierdas con presencia social es muy necesario. De hecho, nosotros, por ejemplo, nos hemos adherido hace poco a Socialistas en Red porque creemos que es el momento de generar una opinión pública mayoritaria.
Sin embargo, para que este movimiento, o incluso un partido de nuevo cuño, funcionara con suficiente poder habría que esperar demasiado. Por ello, la coalición de partidos. Por ahora.

Yo he llegado hasta el final del artículo, ¿qué he ganado?
Mi gratitud y mi solidaridad. Siempre es bueno conocer a alguien con tan poca vida como yo, que he escrito este rollo. Y eso, que en el Facebook insisten en hacerme una biografía

viernes, agosto 24, 2012

HORARIOS DE LIGA (Confeccionados por la LFP, Canal Plus, Mediapro y una señora que pasaba por allí).


Valladolid-Levante: el sábado a las 19 h.
Espanyol-Zaragoza: el sábado a las 20’50
Málaga-Mallorca: el sábado a las 22’43
R. Sociedad-Celta: la primera parte el sábado a las 23,30; la segunda, el domingo a las 12 de la mañana.
Osasuna-Barcelona: Depende. Puede ser el domingo a las 13,38, pero igual no.
Valencia-Deportivo: Este ya no se juega hasta mayo.
Getafe-R. Madrid: entre los anuncios de la tele.
Granada-Sevilla: la madrugada del martes, a eso de las 2.
Betis-Rayo: ¿Ahhhhhhhh? Es sorpresa.
Atlético-Athletic: ¡Anda!, se nos había olvidao. Ya le encontraremos un hueco.

lunes, agosto 20, 2012

UN PROGRAMA DE IZQUIERDAS/5: LA CASA COMÚN (otra más) DE LA IZQUIERDA

¿Se juntan cuatro personas de izquierdas y qué hacen? Cuatro partidos políticos distintos pero un único lema: la casa común de la izquierda. Este simpático gracejo fruto de mi inspiración viene al caso, aparte de para demostrar de nuevo mi ingenio, por la nueva creación de otra casa común de la izquierda: Construyendo la izquierda. El lema de su primera asamblea, sin embargo, ya no puede ser más ñoño: por un frente antineoliberal y de los pueblos.

En primer lugar, un movimiento político no se puede definir solo como contrario a algo, en este caso el neoliberalismo o lo que sea, a no ser por una alianza coyuntural a posteriori e haberse constituido. Se podría dar el caso de que entonces, por ejemplo, un fascista, un carlista, un democratacristiano o un liberal pudieran entrar en la constitución de dicho partido pues todos ellos son antineoliberales -a no ser, claro, que el término neoliberal se entienda como todo aquello que no soy yo-. Es decir, ser contrario al neoliberalismo no es ser necesariamente de izquierdas y, por tanto, ser antineoliberal no dice gran cosa.

El segundo punto, lo de los pueblos, no hace sino el ridículo otra vez. Primero por lo que ya se presume como ñoño espíritu nacionalprovinciano: uno pertenece a su terruño. Segundo, porque ya puestos a ser paletos seamos coherentes y si existen los pueblos, se supone que de España –riau, riau- y del universo todo, debe existir también el pueblo español -riau, riau otra vez-. En fin, sería un lío incluso para un espíritu paleto: demasiado pueblo hasta para Paco Martínez Soria. ¿Por qué no hablar entonces de ciudadanos o de personas? Porque, a al fin y al cabo, la casa común se construye siempre desde la tontería común.

Sin embargo, en realidad, esto no es más que una anécdota y el problema real es de fondo. Efectivamente, el problema es explicar por qué cada izquierdista –bueno, a veces de dos en dos- necesita fundar su propio partido. Como nosotros huimos de las explicaciones exclusivamente psicologistas, esas que únicamente tienen en cuenta determinados factores de la personalidad de los individuos, tendremos que buscar una plausible explicación ideológica en la idea que tiene la izquierda de lo que es un partido político.

Para el espíritu izquierdista un partido no es un instrumento formado por individuos que busca una efectividad concreta, sino una congregación de fe: una esencia. Cuando se genera un partido partiendo de la idea de efectividad lo que se intenta es buscar los intereses comunes y las tácticas o estrategias para defenderlos y desarrollarlos: todo ello a través de un acuerdo entre sus miembros. Así, estos partidos no pretenden un acuerdo absoluto en todo sino solo en los mínimos pactados y las formas para conseguirlos. Son, si se quiere decir, partidos a corto plazo que se renuevan de acuerdo a los intereses concretos de sus integrantes permitiendo que sean muy adaptativos a las nuevas circunstancias y, a la vez, dando una gran libertad de acción a sus integrantes para ejercitar su libertad individual. El partido es básicamente un instrumento y no una esencia: no existe el partido.

Frente a ellos, los partidos tradicionales de izquierdas, y los nuevos son ya viejos, lo que buscan es una organización esencial con una cosmovision -nota: hubiera puesto Weltanschauung que siempre queda mejor, pero nunca supe escribirlo- que determine, cuando menos, una nueva sociedad, un nuevo hombre –hubiera escrito y una nueva mujer, pero no sé escribirlo- y un nuevo mundo. Y por supuesto, eso lleva hasta a hablar del corte de pelo realmente revolucionario –nota: estoy comiendo en el VIPS y de pronto un camarada o compañero, yo les llamo señores, del sindicato me ve, se acerca a saludar y me pregunta: ¿cómo puede alguien de izquierdas llevar corbata?-. Así, es imposible.

Suena a burla fácil pero no lo es. El auténtico problema de la izquierda en la constitución de sus partidos políticos es que estos no se forman como la unión de una serie de individuos que se unen para defender más eficazmente sus intereses concretos, sino como una congregación de iluminados que no solo saben qué no les gusta y qué reformarían en concreto sino también cómo debería ser el mundo justo hasta el final de los tiempos en sus más mínimos aspectos: piensan en la futura revolución. Así, es imposible llegar a un acuerdo mayoritario porque la idea que subyace es que el partido como movimiento político debe legislar cada momento de la vida presente y venidera: el partido es una iglesia. Y esto se ve muy bien en como los partidos de izquierdas han ido asumiendo ideologías, que no soluciones concretas, hasta llegar a ser una especie de tienda de los chinos: socialistas, ecologistas, feministas, federalistas, laicos, republicanos, ... Nada puede faltar en el mundo del mañana aunque el de hoy sea pobre.

Así, y de acuerdo a este proyecto de partido, la casa común de la izquierda no solo es imposible por su amplitud de miras, en realidad su espíritu de vigilancia orwelliana, sino que cuando se forma es peligrosa: esconde sus muertos en el sótano justo debajo del huerto ecológico. Y los es por lo siguiente.

Primero, porque una casa común de izquierdas, constituida tal y como acabamos de analizar, implica necesariamente que quien no esté en ella será considerado como traidor a la causa –no es de izquierdas- pues no es alguien que discrepe solo de la táctica a seguir o de ciertos aspectos concretos, sino del gran ideal y de la esencia: es un hereje. Efectivamente, la casa común de la izquierda ya no define un grupo determinado con objetivos concretos sino el propio ideal de la izquierda: quien no esté ahí no es de los nuestros -al fin y al cabo, esa ha sido la historia de los distintos partidos comunistas-. De esta forma, esa aparente pluralidad de ir añadiendo adjetivos no esconde sino el totalitarismo: cada individuo debe ser todo lo que aparece en la definición. No se trata, por tanto, de un acuerdo concreto y puntual, sino de una esencia. Y una esencia implica ser así y no de otra manera. 

Segundo, porque así es imposible construir un lugar de debate. La petición de principio no son unos mínimos, sino unos máximos: la sociedad futura y la definición de quiénes somos. Así, el debate está viciado de antemano pues la petición de principio es en realidad el final. Para la construcción de una casa común se debería empezar por lo más sencillo, qué hay que reformar y los mínimos, y sin embargo se empieza por los máximos: la esencia de ser algo en concreto y de ahí tanto interés en ser socialistas, ecologistas, laicos, federales y demás. De esta forma, la casa común es, como ha demostrado la historia por otra parte, la cárcel común: quien no cumpla la definición corre peligro.
Tercero, porque los partidos de izquierdas aún no se han liberado de su carga leninista ni gramsciana.
Leninista en cuanto a considerarse no solo como grupos sociales coyunturales y por lo tanto con una necesidad periódica de pacto, sino esencialmente como vanguardia del proletariado. Esto, que puede parecer exagerado y ya no ocurrir, tiene su traslación dospuntocero en la cantidad de blogueros que hablan, por ejemplo, ya no en su nombre sino en el de la clase trabajadora. 

Pero el drama es que Gramsci, que suena más moderno y en el que ahora se amparan, es igual –o peor-. Efectivamente, en los partidos políticos de izquierdas todavía resuena la idea leninista de vanguardia del proletariado. Pero, los partidos políticos más modernos, contemporáneos en realidad, siguen el directorio de Gramsci y se componen desde la idea gramsciana de la hegemonía: la creación de una serie de ideas y creencias que se constituyen como sentido común. Y aquí viene el rollo porque es necesario. 

Para Gramsci la idea de hegemonía cultural es que la dominación social no solo es una dominación económica a la fuerza y desde una imposición violenta, sino que es ideológica pura: la gente la admite desde sus creencias. Esto es posible porque se ha educado –o socializado- a la gente de una forma determinada y esta acepta que el mundo, el dominio social en realidad, debe ser así: se conforma un sentido común que es pura ideología. Por ello, la clase dominante domina no solo por el ejercicio de la violencia sino también por el convencimiento ideológico creando un sentido común popular que coincide con la defensa del statu quo. Hasta aquí Gramsci es muy interesante. El problema surge, y para ser justo en Gramsci es un problema histórico comprensible en él pero su perpetuación es errónea, con la solución dada: el partido generará una nueva hegemonía cultural. Así, el partido pierde su carácter de asociación de individuos para convertirse en un mesías, no en vano su modelo es la iglesia católica. El partido educa al pueblo y le guía. De esta forma, el partido de izquierdas, la casa común de la izquierda, pasa de ser un hogar a una cárcel pues acaba dirigiendo ya no solo la acción política sino incluso el pensamiento. El partido toma el rango de escuela filosófica. Mejor aún, de iglesia porque la racionalidad queda perdida. El partido pasa a ser el sujeto exclusivo de la acción política y sociocultural y los individuos lo obedecen. Y quien no crea lo que dice, no cumple con la historia.

Todo esto puede parecer que hoy en día que no se cumple, pero todo esto explica la causa por la que cada pocos años, IU-Equo-Construyendo la izquierda, surge algo que busca ser la casa común de la izquierda. El problema está en la idea de fondo sobre la cual se construye el movimiento político-su construcción como sujeto esencial de la política-, y que impide que la gente menos dogmática pueda integrarse cuando debe asumir tantas ideas a priori que subyace a cada discurso.

Alguien podría gritar: ¡eso son principios! Pero, solo los idiotas y los fanáticos toman por principios las conclusiones.

miércoles, agosto 15, 2012

VIDA INTERIOR/100: CIEN ENTRADAS DE UNA VIDA

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

No sé cómo hemos llegado hasta aquí. Se lo aseguro, no da para tanto.

jueves, agosto 09, 2012

domingo, agosto 05, 2012

ALGO (más) SOBRE EL ABORTO


1.- Al tratar ciertos temas, uno debe retratarse primero para no hacer trampas. Yo estoy en contra del aborto libre. Por tal, entiendo aquel que se puede realizar sin ningún tipo de restricción. El motivo de tal postura está en la idea de la humanidad del feto. No tanto, como se explica aquí exhaustivamente, de que el feto sea ya un ser humano sino en que podría serlo.
Por tanto, podría pensar alguien, debería estar a favor de la reforma que el gobierno de derechas, ya saben ustedes que la derecha siempre es real y nunca solo autoproclamada, va a hacer del aborto eliminando los supuestos de violación y malformación del feto. Bien, me parece vergonzosa. Pero no solo vergonzosa, que es un término impreciso y vago, sino moralmente repugnante. Estoy a favor del derecho al aborto en esos supuestos y, añadiendo por supuesto, el de peligro para la madre. Pero como parece que el debate lanzado por el otrora interesante político y ahora solo fiel ministro de derechas Gallardón se refiere fundamentalmente al aborto por malformación del feto, nos vamos a centrar en ello.

2.- ¿No es tan humano un niño con malformaciones graves como un señor sano y robusto? Sí, son tan humanos los dos. Y por eso, y es por su humanidad, soy partidario de que se pueda abortar al primero. De hecho, soy partidario de que no nazca. Y precisamente todo lo que sigue a continuación es defender esta idea.

3.- Hay distintas maneras de defender algo. Nosotros aquí vamos a analizar primero por qué desde una óptica cristiana, pues en este caso de eso se trata, se está en contra del aborto por malformación grave del feto. Con ello, por supuesto, no queremos decir que para estar en contra del aborto haya que ser cristiano, nosotros estamos en contra del aborto libre y andamos escasos de fe, pero sí que los argumentos otorgados por el ministro y sus secuaces tienen el trasfondo de la concepción cristiana de la existencia individual. Y eso es lo que, primero, queremos explicar para, segundo, rebatir.
 
4.- Y, por supuesto, pretendemos huir de los ridículos argumentos que repiten nosotras parimos nosotras decidimos. Pero, esa crítica ya está en el artículo anteriormente citado.

5.- El cristianismo es sin duda la religión con mayor desarrollo intelectual de la historia. Tanto fue así que el ateísmo es su coherente desarrollo filosófico. Y dentro de ese proceso racional que existió en el cristianismo, y que debemos agradecer, surgió una dificultad extraordinaria: el problema del sufrimiento humano y de la existencia del mal. Efectivamente, y esto fue un problema para los cristianos, si Dios era bueno, era amor según el evangelio, ¿cómo podía permitir el sufrimiento humano tan evidente? Surgió así un problema filosófico de primer orden al que la tradición denominó el problema del mal.

6.- ¡Ya empezamos con chorradas filosóficas!, clama alguien. Pero, ¿no era esto sobre el aborto?, pregunta disgustado el otro. A veces, casi siempre, limitar los problemas incluye su falsificación: aquí no se reparten lemas. Siempre hemos pretendido ser radicales: por eso, tratamos los problemas desde su raíz. Y también por eso llevamos corbata, pero eso es otra historia.

7.- La explicación y resolución del problema del mal, y con él del problema del sufrimiento humano, es fundamental. Dependiendo de cómo se haga, uno podrá defender, como nosotros haremos, la eutanasia y el aborto por malformación o uno no defenderá, como hace la iglesia, ninguna de las dos cosas. Así, un problema filosófico tiene, otra vez, consecuencias prácticas.

8.- El problema del mal consiste, como todo el mundo sabe, en lo siguiente: Dios es el creador de todo, incluso en la actualidad para el cristianismo lo sigue siendo como diseñador se oculte o no, y por tanto si existe el mal como realidad, y no como mera apariencia, Dios ha creado el mal. Pero, si creó el mal sería malo. Pero, Dios es bueno.
Se ve, demasiados peros. Y este problema no lo inventaron los malvados ateos sino los cristianos –de ahí, su grandeza intelectual, valga el sincero piropo-. Y lo resolvieron de una forma muy inteligente y muy falsa: el sufrimiento, el mal, realmente no existe.
Efectivamente, la resolución para el problema del mal por parte del cristianismo tuvo dos respuestas: en la primera, metafísica, el mal no existía sino que era una ausencia de bien. Dios había creado todo bueno y el mal no era sino esa imperfección que había en los objetos del mismo modo que la oscuridad solo es, y el ejemplo fundamental no era baladí, por la ausencia de luz. La segunda, que es la que nos importa para este tema, era que todo mal personal, y todo sufrimiento humano, se resolverían en el futuro con la generación de un bien mayor. Había un plan pergeñado por Dios en la historia del universo y todo tenía su explicación al final de los tiempos. Por ejemplo, el sufrimiento de un individuo siempre encontraría una satisfacción posterior para él individualmente, y la gran satisfacción personal final era el cielo, y para la humanidad en su conjunto, con el fin de los tiempos. Lo que ocurría es que la mente humana era imperfecta y se le escapaba esta visión igual que el niño no quiere sufrir el pinchazo momentáneo de la vacuna porque no comprende que eso le garantiza la inmunidad ante la enfermedad -bueno, y ahora también algunos padres analfabetos-. Así, el cristianismo solucionó el problema.

9.- Pero, ¿cuáles eran las consecuencias de esta resolución? Dos fundamentales.
Primera, el escaso valor de la vida humana individual y concreta. Efectivamente, la vida terrenal resultaba desvalorizada de acuerdo al plan divino y la compensación celestial. Y con ello, el sufrimiento perdía importancia. Así, igual que la letanía de Job, la vida humana concreta carecía de
valor y con ella sufrir o no -por supuesto, también porque el sufrimiento, en el curioso plan divino, estaba socialmente poco repartido-. La vida terrenal era superflua y con ella todo su dolor.
La segunda consecuencia era la heteronomía absoluta. Efectivamente, la explicación del sentido de la vida de uno mismo no estaba en él sino en la divinidad. De hecho, y esto es esencial al cristianismo, nunca la salvación podía venir por uno mismo sino por la redención de Jesucristo. Los seres humanos eran criaturas de Dios en todos los sentidos y para todo.
Así, desvelando, la iglesia defiende la prohibición del aborto por malformación del feto no por defensa de la vida sino por desprecio a la vida individual y concreta: el sufrimiento tangible y real de la criatura en cuestión y de sus padres no es importante ante la magnificencia del plan divino. Abortar al que sufre es fastidiar el espectáculo: el payaso tonto no tiene derecho a pedirle al clown que no le abofetee.

10.- ¿Y por qué a favor? Precisamente por humanidad. Si el sentido de la vida personal solo puede resolverse individualmente –lo que no quiere decir que el sentido de la vida sea subjetivo absolutamente- entonces un niño que vaya a nacer con una malformación grave –y por supuesto estamos hablando de malformaciones graves y no de cualquier cosa- nace condenado a no resolverlo. Y así, su sufrimiento es absurdo como el sufrimiento de sus padres porque es innecesario: su vida carece de sentido a priori, antes de vivirla pues nunca podrá resolverla como tal vida humana. Efectivamente, el sufrimiento innecesario es aquel que no conduce a nada y la civilización consiste, también, en eliminarlo. Hacer nacer a un niño cuya vida está condenada inútilmente al sufrimiento es un acto de crueldad. Por humanidad, porque un ser racional no debe ser un objeto que viva para otro o que forme parte solo del plan de otro, debemos evitar su dolor: se llama dignidad humana.

y 11.- El aborto es un problema moral fundamental. Por eso su respuesta no puede ser el lema.