miércoles, diciembre 26, 2012

DEFENSA DE LA FILOSOFÍA/1


Primero, una breve historia del caso. Cuando entró en vigor la LOGSE, con el PSOE gobernando, la Historia de la Filosofía, hasta entonces obligatoria en el antiguo COU -hoy 2° de Bachillerato-, pasó a ser solo para los de letras puras. Así siguió hasta que llegó el PP al poder y la puso obligatoria de nuevo haciendo, además, que la Ética de 4° de ESO pasará a ser exclusiva de los departamentos de Filosofía. El gabinete Aznar defendió la Filosofía.

Segundo, un poco de actualidad. El actual anteproyecto de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) del PP ha vuelto, sin embargo, a la LOGSE. Historia de la Filosofía desaparece como materia obligatoria así como la Ética, reconvertida ahora en alternativa a la religión.

Y ahora, la trama. Como parece claro que esto implica un cambio de opinión radical en el PP -de hecho, en el primer borrador LOMCE la Filosofía seguía siendo obligatoria- cabe plantearnos dos cosas: primero, por qué el PP, hasta ahora abanderado de las Humanidades, ha cambiado de opinión; segundo, por qué deben ser obligatorias la dos materias eliminadas, Ética en la ESO e Historia de la Filosofía en 2° de Bachillerato. Por ello, nosotros intentaremos -a veces me puede mi proverbial modestia- realizar esta doble tarea en dos artículos distintos, empezando ya mismo con la primera cuestión.
¿Por qué el PP ha quitado la Filosofía?

Ha corrido por ahí una teoría grandilocuente: la Filosofía en la educación resulta peligrosa para el poder porque hace pensar. La idea de esto sería, más o menos, que como la Filosofía genera un pensamiento crítico extraordinario entonces el gobierno de derechas la retira por miedo, buscando impedir a la ciudadanos pensar y, por consiguiente, la revuelta social próxima. Pero el argumento es, más o menos, exagerado.

En algún lugar hemos señalado que Filosofía es pensar triste. Con ello, queremos destacar que el espíritu de la filosofía nunca es, a pesar de Boecio, consolador. Lejos de eso, la filosofia conlleva la desdicha al comparar lo que es, la realidad, con lo que debería ser, la racionalidad. Su compromiso así es con la verdad y no con el deseo. Por ello, creer que una materia que ha estado presente sin problemas durante, por ejemplo, el franquismo es retirada ahora para impedir pensar no cumple con ese compromiso con la verdad. Que haya clases de filosofía no implica, a los hechos nos remitimos, una sociedad más crítica -nota: y esto plantea para qué entonces debe darse esta materia, pero a eso responderemos el próximo artículo-. Por tanto, resulta grandilocuente, y lo grandilocuente es a su vez ridículo, defender esta postura. El gobierno del PP, en definitiva, no quita filosofía por temor a que su presencia desemboque en una revuelta social. Entonces, ¿por qué la quita?

Recordemos algo: el PP, hasta ahora, siempre ha defendido la materia de filosofía. Por tanto, la pregunta está incompleta si no se le añade un término temporal: ¿por qué el PP quita ahora la filosofía? Y ese término ahora implica un cambio: ¿qué ha cambiado? Lo que ha cambiado es el modelo social que defiende ahora el PP. Y este modelo social tiene una repercusión en el modelo educativo.
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el modelo social básico en los países desarrollados estaba consensuado para las principales opciones políticas: su meta era una población con recursos económicos suficientes y cuya imagen ideal, en su doble significado de utopía y meta, era la clase media. Así, en este modelo social la discusión era de matiz pero no de fundamento. Y una parte de ese matiz era la idea de cultura: para la derecha tenía que ver con la tradición y para la autoproclamada izquierda con la ruptura. La derecha, así, defendía una visión cultural erudita, en cuanto a adquisición de conocimientos, y tradicional, en cuanto a que esta adquisición garantizaba la continuidad entre generaciones y la convivencia social. Sin embargo, la izquierda defendía la ruptura con lo anterior y de ahí una visión educativa que desprestigiaba la memoria y la erudición, entendidas como lo que conservaba la tradición, fomentando lo instrumental.

Desde estas dos visiones contrapuestas se entiende la problemática de la Filosofía. Para la izquierda, la Filosofía representaba ese viejo mundo con el que quería romper. Además, creían que la Filosofía había sido ya superada por las ciencias naturales -que habían acabado con la metafísica- y las ciencias sociales -psicología, antropología, sociología, filosofía del derecho y política que habían acabado con la epistemología, antropología filosófica, ética y filosofía política-. Sin embargo, para la derecha, al contrario, la filosofía, que ella calculaba estaba en su apogeo con el jesuíta Suárez y la escolástica, era el arquetipo de la tradición y por ello de la cultura y la continuidad social. Por eso, el modelo educativo debía incorporarla como garantía de la no ruptura histórica.

Pero lo más interesante aquí es como la necesidad de la filosofía para la educación no era debida a la propia filosofía y lo que ella misma era sino al modelo cultural defendido que, a su vez, se relacionaba con el ideal social. Y ahí está la clave del problema, pues si el proyecto social de la derecha cambiara, y al no ser la defensa de la filosofía por ella misma, el papel de la filosofía en la educación podría variar e incluso llegar a hacerse prescindible.
¿Ha cambiado el proyecto social de la derecha? 

Resulta claro que sí. El nuevo modelo social de la derecha es el modelo BRIC, resultado final del proceso de precarización. Este modelo -analizado en este blog- se basa en una pérdida de derechos sociales, reducción del nivel económico de la mayoría de la población, depauperación de la clase media y una oligarquía con un absoluto control social. Es China su ejemplo y constituye una ruptura radical con el modelo occidental hasta ahora vigente que consistía precisamente en lo contrario: expansión de la clase media y de los derechos sociales.

Así, y como hemos advertido antes, la ruptura con el modelo social implicará a su vez la ruptura con el modelo educativo. Y esto implica a la Filosofía de manera general y particular.

De manera general porque, como señalábamos más arriba, la presencia de la Filosofía en el currículo escolar, y del resto de Humanidades en general, tenía su fundamento para el PP en la tradición y la continuidad. Así, si se rompe con esta, que es lo que se hace con el nuevo proyecto social, la presencia escolar de las Humanidades carece de sentido pues se constituye como mero fósil del pasado. Y por eso se puede quitar la Filosofía, la Ética o la Historia de 4° de ESO.

Pero además, en este aspecto general, hay otro problema. Efectivamente, el sueño de la clase media era también un sueño de extensión cultural. La cultura era vista como un ideal y, al tiempo, como una forma de medración social. Así, la cultura tenía un valor erudito y una utilidad para ascender social y económicamente. Si desaparece la posibilidad real de ascenso social -y una de las medidas del proyecto de precarización es impedir esta posibilidad de ascenso y esto es, a su vez, uno de los motivos para acabar con los servicios públicos- la cultura solo queda como erudición, algo que pertenece en sí a la oligarquía. Las clases depauperadas, sin opciones ya de mejora social, solo deben conocer lo indispensable.

Y, de nuevo junto a este último, hay además otro factor fundamental. El proceso de precarización implica una sociedad de una mayoría con baja cualificación académica y una minoría cualificada. Esto se busca por tres motivos. Primero, porque la cualificación laboral implica generación de expectativas y estas pueden conllevar frustración social y disconformidad al no cumplirse. Segundo, porque una población mayoritariamente cualificada sería una competencia para la propia oligarquía y sus retoños –ya sabes, técnicamente se llaman “hijos de papá”-. Y, tercero, porque la mayoría de los trabajos puede que necesiten una cualificación técnica pero, una vez producida la ruptura con la tradición ilustrada, aquella no precisará de una alta cultura. Una sociedad precarizada necesita ser idiota y olvidar la promesa de liberación que estaba implícita en la cultura del pasado. Las materias instrumentales, como el software de las herramientas, son lo fundamental.

Pero hay, además, dentro de este proyecto, un factor propio contra la Filosofía. Precisamente si hay un conocimiento, como bien sabía el PSOE y por eso la quitaba, que llevase en sí todo el contenido de la tradición occidental desde su origen en Grecia era la Filosofía. Pero además, este contenido no solo se llevaba como erudición -que también y es algo muy importante- sino como reelaboración constante. Así, la ruptura radical con el pasado, el nuevo modelo social del PP, tal vez se podría reforzar dando a Confucio pero no, desde luego, dando Filosofía occidental. No es, por tanto, que la filosofia sea peligrosa sino que es el testimonio de un proyecto ya traicionado. Y como tal, testimonial -fíjense en el juego de palabras- y ya prescindible. La filosofía se quita, y tal vez coherentemente, no por su valor para pensar sino por su inutilidad social en el nuevo proyecto. La lechuza de Minerva se ha quedado trasnochada.

Pero, explicar el motivo de una supresión no es, evidentemente, defender aquello que desaparece. Por eso, en el siguiente artículo de la serie intentaremos defender -ay, mi proverbial modestia- que la Filosofia debe darse de forma obligatoria en la Educación Secundaria. Pero eso, otro año.

domingo, diciembre 23, 2012

UN NUEVO FASCISMO

Romper la entrañable navidad resulta extraño. Pero la cosa es peligrosa. Monti, actual primer ministro italiano, no se presenta a las elecciones. Pero, señala que si un partido se lo pide será primer ministro de nuevo de acuerdo a su propio programa. Y entonces, ¿para qué elecciones? Y entonces, ¿para qué democracia?  

sábado, diciembre 22, 2012

VIDA INTERIOR/108: EL FIN DEL MUNDO/y 3

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

 Y al final, no ha pasado nada.

jueves, diciembre 20, 2012

VIDA INTERIOR/107: EL FIN DEL MUNDO/2

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Queda poco.Si no tuviera sueño, me quedaba.


miércoles, diciembre 19, 2012

VIDA INTERIOR/106: EL FIN DEL MUNDO/1


¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

A ver, ¿es el 21 o el 22
Lo digo por organizarme.

domingo, diciembre 16, 2012

PRIVATIZACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS Y PRECARIZACIÓN


1.- La idea de que lo malo de la privatización de los servicios públicos es la pérdida de empleo para los interinos y el personal contratado es un argumento corporativo. Usarlo en un país con un 26% de paro, unos seis millones, suena mínimamente a burla. Al fin y al cabo, si los empleados públicos, como tal colectivo, nunca se mostraron preocupados con la pérdida de empleo del resto de los trabajadores, resulta impertinente pedirles ahora a esos mismos trabajadores, o ya parados, que protesten por la pérdida de empleo de los interinos o laborales de la administración. Habrá, por tanto, que buscar el mal universal -es decir, que se extienda de forma general en la sociedad- en otro aspecto de la privatización.

2. Igualmente, resulta ñoño pretender realizar un argumento político como el que se está haciendo en relación a la escuela pública. Efectivamente, esa tontería sobre la escuela democrática e integradora, sin diferencias y solidaria –superguay en definitiva en el mundo de la abeja Maya- muestra el fracaso de un servicio público que no ha sabido ser realmente eficaz y no puede defenderse como tal. Resulta ingenuo, cuando no directamente totalitario, pretender que los padres manden a sus hijos a un centro educativo para que solamente se socialicen en el buen rollito pseudoprogresista. La escuela debe enseñar y no solo formar ciudadanos integrados, que al fin y al cabo es el sueño del fascismo. La escuela pública, frente a eso, debe ser eficaz como transmisora de cultura y pensamiento crítico. Y la sanidad pública como transmisora de salud. Eficacia es la palabra. Pero, y esta es la clave, eficacia universal: independiente del estrato social al que se pertenezca.

3.- Entonces, ¿qué tendría de malo la gestión privada de los servicios públicos? ¿Acaso no sería más eficaz siempre? Precisamente aquí es donde viene la falacia pues la -presunta- eficacia de la empresa privada no es la eficacia para el cumplimiento de un derecho ciudadano. Efectivamente, la gestión privada tiene como finalidad el beneficio económico; en el servicio público, diferente, es la prestación eficaz de ese derecho. Y eso no es lo mismo. Por esto, resulta falaz la idea que se quiere vender de que la gestión privada sea capaz de hacerlo mejor. Lo que sí será capaz es de gastar menos pero, precisamente, a costa del servicio concedido. La forma así del beneficio privado implicará el empeoramiento necesario del servicio.

4.- Sin embargo, y frente a lo anterior, lo que busca la empresa privada, y repiten sus medios propagandísticos, es presentar que el abaratamiento del servicio implica mayor eficacia en el mismo. Pero olvidará citar, o sea: lo ocultará, que ese abaratamiento se deberá al ahorro de costes en personal -rebajar el salario haciendo dumping social y por ello su cualificación- y en prestar peor servicio tanto en cantidad como en calidad de la oferta y, en consecuencia, en la atención universal al usuario.

5.- Se añade a lo anterior que esta privatización resulta un negocio redondo para la empresa. En primer lugar, porque cuenta con una clientela cautiva pues no existe la competencia. Pero además, la clientela descontenta si abandona el servicio público irá al privado que estará, cerrando el círculo de la cautividad, en manos de las mismas empresas por culpa de las cuales abandonó el servicio anterior. Es el monopolio perfecto que niega, curiosamente, las reglas del mercado. La banca, como en los casinos con leyes ya propias, siempre gana.

6.- Así, la privatización de los servicios públicos tiene un solo ganador, la empresa privada, y un gran perdedor, la ciudadanía y el cumplimiento de sus derechos. Y, por eso, la primera razón para esta privatización es precisamente el beneficio económico que para la oligarquía económica implica. Era un sueño hasta ahora irrealizable: ganar dinero privado directamente de los impuestos. O dicho de otra forma, los impuestos reconvertidos en diezmo al señor feudal.

7.- Pero que una razón sea la primera no significa que sea la única. Y el beneficio económico inmediato no es, tampoco, la razón exclusiva. Efectivamente, hay otra razón fundamental para la privatización del servicio público. Y tiene que ver con lo que aquí denominamos como proceso de precarización de la población de los países hasta ahora desarrollados. La precarización de la población en el proyecto BRIC, ya analizada profusamente en este blog (1, 2 y 3), implica la pérdida del poder adquisitivo de la mayoría de la población, la depauperación de la clase media, y el extremo beneficio económico de la oligarquía. Pero, ¿qué tiene que ver esto con la privatización?

8.- En primer lugar, la desaparición de la clase media conlleva a su vez la pérdida de un mercado tradicional en la empresa privada de servicios que, sin embargo, con esta medida de privatización no solo se recupera sino que mejora: más clientes sin competencia. Así, el proceso de precarización, prioritario para la oligarquía, necesita la privatización como medida económica de rescate, pero excelente. Ya se puede precarizar de forma general ganando aún más en el sector servicios.

9.- Pero más importante aún que este beneficio económico es el beneficio social que la privatización de los servicios públicos implica para la oligarquía. Todo grupo social dominante tiende a generar medidas que impidan al resto de los grupos el ascenso social eliminando así a la competencia futura. La eliminación de los servicios públicos cumple esta medida a la perfección: impedirá a la gente llegar a competir con la oligarquía por los puestos socialmente relevantes.

Efectivamente, la privatización va unida a un servicio público menor y menos eficaz. Así, por ejemplo, todo lo que esconde la nueva reforma educativa no es sino, por primera vez en
democracia, rebajar la cualificación de la población española pues una presencia importante de capital humano cualificado implicaría una posible competencia para los hijos de papá -nombre técnico para los retoños de la oligarquía-. Para evitar esa competencia lo mejor es acabar con la causa que no es otra cosa que un sistema público universal, accesible y eficaz. Una vez acabado con él, el nepotismo social de la oligarquía hará el resto.

10.- Además, en el futuro, va a haber dos revoluciones fundamentales: una en educación y la otra, en sanidad.

En educación porque va a haber una necesidad de formación permanente y esto implica, si se mantuvieran las condiciones de igualdad que harían posible unos servicios públicos eficaces, una mayor competencia social para la oligarquía ¿Por qué? En realidad es el mismo esquema de antes: la existencia de una educación pública produciría una gran masa social altamente cualificada que buscaría medrar socialmente. Así, como ya hemos visto, la forma de eliminar dicha aspiración, y posible realidad, es acabar con su causa: la educación pública. La posibilidad de ascenso social es así cortada de raíz al eliminar la existencia de unos servicios públicos eficaces pues el proyecto de precarización implica una oligarquía dominante y una mayoría obediente.

La segunda gran revolución futura es la sanitaria. Efectivamente, la nueva tecnología y las terapias génicas van a dar un vuelco absoluto a la práctica médica y farmacológica. Ello podría llevar a un aumento no solo de la esperanza de vida sino de la mejora de esa vida. Pero esta revolución puede tomar dos rumbos: o bien universalizarla con una sanidad pública, como se hizo con la anterior y que llevó a duplicar la esperanza de vida en un siglo; o para una minoría social. Si no hay sanidad pública la solucìón será clara. La oligarquía será más guapa y vivirá más.

y 11.- Los derechos sociales en democracia no son abstracciones legislativas sino que deben ser realidades. Para su cumplimiento hace falta la presencia de los servicios públicos que garantizan la igualdad en el ejercicio de la ciudadanía. Por eso, eliminarlos forma parte de un proceso que busca acabar con ese ejercicio. Su defensa no es, por consiguiente, una lucha entre opciones democráticas legítimas sino algo radicalmente distinto. Su defensa es la defensa de la democracia frente a la sociedad soñada por la oligarquía.

CARGADOS DE ILUSIÓN


Seis millones de parados.

viernes, diciembre 07, 2012

MATAR LA FILOSOFÍA


Le ha costado pero el PP al final lo ha comprendido.

Hasta ahora, el gobierno que cada vez que hacía una reforma educativa eliminaba la Filosofía de la Enseñanza secundaria era el del PSOE. La consideraban cosa antigua y superada, en su idea tecnócrata, por la ciencia (sustituta de la metafísica), el derecho (sustituta de la ética), la psicología (sustituta de la antropología) y la sociología (sustituta de la filosofía política). Sin embargo, también hasta ahora, el PP siempre había defendido la presencia de la Filosofía y, ya desde la oposición, criticaba su eliminación o, cada vez que asumía el gobierno, rectificaba la ley del PSOE y volvía a situarla en los planes de estudio.

Eso, hasta ahora.
Ya ha cambiado.

Ha sido el propio PP quien ha eliminado la Ética de la Educación Obligatoria y, con mayor sorpresa, la Historia de la Filosofía de Bachillerato: es su nueva ley. Y este cambio de una posición tradicional merece una explicación. Y una explicación doble: primero, explicar qué ha cambiado para que el PP defienda ahora, y antes no, la supresión de la Filosofía en los planes de estudio de la Educación Secundaria. Segundo, defender desde la argumentación racional por qué  la Filosofía resulta imprescindible en esa misma educación.

Ahora, yo también en la actualidad, corrijo exámenes de ética y de 2º. Estoy corrigiendo un total de once grupos, unos 320 alumnos. Luego, eso también es actualidad, me pongo.


martes, diciembre 04, 2012

REMATAR A SÓCRATES


El PP acaba con todo aquello que una vez significó democracia. También, ahora, contra la Filosofía en la educación: no hay sitio para ella. 

Mientras corrijo exámenes de 310 alumnos, el ministro Wert presenta su nuevo proyecto sin educación donde la Ética desaparece de la ESO como materia común y se convierte en alternativa a la religión, tal vez con buen criterio porque en los tiempos ya actuales o se es moral o se es fiel, y la Historia de la Filosofía deja de ser obligatoria.

Para precarizar socialmente hay que idiotizar.


martes, noviembre 27, 2012

VIDA INTERIOR/105: CORRIGIENDO


¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

¿Por qué no escribo? De vez en cuando trabajo. Pero, intento que solo sea de vez en cuando.

martes, noviembre 20, 2012

CARIDAD Y JUSTICIA SOCIAL


Ante la reciente huelga general se hizo una campaña buscando desincentivizarla basada en una llamada a la caridad. La vieja huchita con carita china del Domund volvió a salir a través de una petición, incluso apoyada por un diario tan equilibrado y fuera de toda sospecha sectaria como es La Razón –curioso nombre para quien debería llamarse El Dogma-,  que señalaba que mejor que hacer huelga era donar el dinero a un banco de alimentos o a, cómo no, Caritas. Y acababa señalando su rechazo a los sindicatos. Así lo que la campaña planteaba era la primacía moral  de la acción caritativa frente a la política. O tal vez, lo que en realidad señalaba era una defensa extrema del statu quo actual.

Por esta doble posibilidad, parece conveniente analizar la idea de caridad no tanto como ejercicio estrictamente individual sino como modelo social a imponer. Y al analizarla, desmontar esta visión de privilegio moral que luce la caridad presentando no solo su insuficiencia frente a la acción política por la justicia social, que resulta así superior moralmente, sino también su carácter integrador con el statu quo actual. A partir de ahora analizaremos la caridad como hecho social.

¿Qué es la caridad? Por supuesto, la caridad implica, y esa es su única verdad, una capacidad de sentir con el otro,  una compasión. Efectivamente, quien es sincero en su caridad lo es por su capacidad de empatizar con el otro en, al menos, un cierto grado. Pero sería erróneo identificar sin más la caridad con la compasión porque la primera es solo una forma de resolución, de varias posibles, de la segunda. Y no precisamente, como veremos,  la más moral.

La caridad se fundamenta sobre una acción individual exclusiva –aunque no por ello, por supuesto, ajena al análisis social- más o menos encomiable, que incluso permite ir al cielo. Como tal acción individual se corresponde con una interactuación determinada con el mundo desde una perspectiva subjetiva en un doble sentido: como acción y como fundamento teórico

Como acción, quien es caritativo pretende cambiar un momento de realidad pero no busca cambiar con ello, en su acción caritativa, ni el momento anterior que produjo este ni los momentos posteriores acaecidos por el mismo. Así, la acción caritativa soluciona el momento, lo cual por cierto individualmente no es poco, pero no soluciona la situación estructural. De esta forma, la caridad como solución resulta insuficiente, aunque pueda ser necesaria evidentemente en casos concretos.

Y ahí entra el problema del fundamento intelectual de la caridad cuando se quiere presentar como un proceso social. Efectivamente, para la caridad no existe la injusticia sino exclusivamente la situación de pobreza porque solo se puede hablar de injusticia cuando existe un discurso social sobre la realidad. Y para dicho discurso es necesario entender la realidad como una estructura interrelacionada de causas y efectos con una temporalidad de sucesión. Con este discurso, en el que se tiene en cuenta la estructura social, la partícula que une es porque como nexo causal; sin este discurso, como hace la caridad, es y como mera sucesión de datos. Para la caridad, hay pobres y ricos, y nada más que decir. Si acaso exclamar: ¡¡pobres pobres!!

Y precisamente en esto se inscribe su defensa del status quo. No se da esta defensa porque la caridad mitigue el sufrimiento de los derrotados por el proceso objetivo de la precarización, como clama cierta izquierda que parecería preferir su muerte por inanición para sacar fotos de pobres, preferentemente en blanco y negro que siempre luce más aquí, y esperar  así un levantamiento social por cierto improbable. Esta crítica, efectivamente, equivoca su objetivo por un doble motivo. Primero, porque deshumaniza precisamente a aquellos que presume defender al utilizarles como medios, que sufran más para que su situación sea insostenible, arrebatándoles su presente: bien está quien les ayude a seguir viviendo. Segundo, porque los pobres nunca han sido elemento revolucionario alguno y menos ahora: el capitalismo es más complejo que una lucha, o luchita, de ricos y pobres.

La defensa del statu quo, eso sí, está en el discurso implícito de la caridad como modelo social. Y con esto, y no curiosamente, la caridad se convierte en una garantía de la realidad de dominación en un doble sentido. Efectivamente, al presentar el mundo como ajeno a un proceso y solo como un perpetuo presente, la caridad genera una mentalidad de fatalidad: la pobreza es vista como una forma de ser sin conexión con circunstancias objetivas socioeconómicas. La pobreza es así una manera de existencia y la riqueza otra. La caridad, de esta forma, no desarrolla discurso explicativo sobre la realidad, un discurso filosófico explicando por qué hay lo que hay, sino meramente un catálogo de buenas acciones. De hecho, por eso el evangelio únicamente es un conjunto de anécdotas bienintencionadas de Jesús y hay que esperar primero a S. Pablo y luego a la patrística para que surja algo parecido a una doctrina explicativa.

Pero algo más, y aquí está lo segundo: la pobreza como forma de ser es vista como santa. Efectivamente, la forma de la pobreza es presentada, por ejemplo en el cristianismo, como el ideal de vida. Si no hay una explicación de la realidad como un desarrollo, esta se presenta como un esencialismo: cada cosa cumple lo que debe ser. Así debe haber ricos y pobres y, a través de la compasión, se está con los pobres porque son los que sufren, pero no porque sea lo justo. El pobre Lázaro irá al cielo y el rico Epulón al infierno, pero eso es venganza postrera y no justicia social: lo actual es lo que debe ser.

Sin embargo, la justicia social es al contrario. Y lo es tanto por la acción como por su discurso. En su discurso porque para ella es necesaria, precisamente para dotarla de sentido, la existencia de una racionalidad que sitúe razones y causas para poder definir esa justicia. Efectivamente, frente al criterio subjetivo de la caridad, la justicia social pretende un hecho objetivo: hay pobres y ricos por algo y al descubrir sus causas se puede actuar. Por ello la realidad no se presenta como momento sino como historia, como proceso de causas y efectos.

Pero, también la justicia social es contraria a la caridad en su acción. Esta, la caridad, realiza una acción concreta e individual, la justicia social busca cambiar la realidad injusta de forma global. Y por eso, quienes nos consideramos, tal vez también de forma autoproclamada, de izquierdas estamos contra esa idea de solidaridad que cubre el, escaso, panorama intelectual de los actuales movimientos progresistas: no queremos solidaridad, queremos justicia social. No queremos ser subjetivos, queremos ser, nada más y nada menos, objetivos.

Pero,no deseamos acabar este artículo -¿hay alguien ahí?- sin reponer objetivamente una injusticia. Jesús no es una figura que intelectualmente nos resulte atrayente: bueno, tampoco está mal pero vaya... Sin embargo, aún hay algo en él contemporáneo. Recientemente se anunciaba a bombo y platillo que Amancio Ortega había donado 20 millones a Caritas: un ejemplo, se nos decía. Es ingenuo pensar que Jesús, hace dos mil años, podía pensar en la caridad como actualmente pensamos. Pero, también es ingenuo que una figura fundamental de la historia de occidente en este problema nada tuviera que decir. Mucho del evangelio está pasado, pero sin embargo pervive aquello que aparece cuando la caridad es estrictamente personal y hay compasión –lo único cierto que pervive de Jesús-. Y también, sobrevive un pasaje sobre la caridad como hecho social. Un pasaje extraño para el autobombo. Dice Jesús que cuando deis limosna no seáis como los fariseos  que mandan tocar la trompeta para que así se conozca su acción; cuando vosotros deis limosna, remarcó, que no sepa vuestra mano derecha lo que hace la izquierda. Es sin duda, actual; tal vez, por eso, ningún obispo se lo remarcó a Amancio Ortega. 

miércoles, noviembre 14, 2012

VIDA INTERIOR/104: DE HUELGA GENERAL (antes de que acabe)

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Por cierto, un recuerdo imprescindible. Igual que hay derecho a hacer huelga lo hay a trabajar. Y quien coacciona en uno u otro lado es un fascista (e igual la próxima vez debo cambiar el orden de las entradas).


VIDA INTERIOR/103: DE HUELGA GENERAL

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.




Una lección diferente.


lunes, noviembre 12, 2012

MOTIVOS DE OTRA HUELGA


EL próximo día 14 de noviembre está convocada una huelga general. La pregunta es entonces evidente: ¿debemos o no hacer huelga? Obsérvese que la pregunta tiene un verbo determinado: deber. Es decir, no nos planteamos ya solo si hay que hacer huelga o no sino algo más. Efectivamente, nuestra pregunta es si debemos hacerla y nos habla de un compromiso que va más allá del interés.

Si nuestro análisis es cierto -bueceeno, lo es- estamos asistiendo a la precarización del sur de Europa y con ella de España. Desde este blog, como ya hemos señalado antes, defendemos que existe un proceso de precarización: la conversión del sur europeo, y tal vez del mundo, siguiendo el modelo chino (modelo BRIC). Este proceso no es una necesidad propia del desarrollo del capitalismo, lo que es muy importante de saber para poder actuar contra él, sino una acción de la oligarquía que busca con ello aumentar aún más su ganancia a costa de la depauperación socioeconómica de la mayoría de la población y de la pérdida de derechos. Así este proceso implica un cambio absoluto en el modelo social vigente del mundo desarrollado y con ello de España.

En España, en concreto, esto implica un nuevo modelo constituyente pues una parte fundamental del proceso de la transición -hoy tan denostado y como atestiguan los pactos de la Moncloa, el estatuto de los trabajadores o el propio artículo primero o el 128 de la constitución- estuvo fundado en ese modelo de bienestar social –que resultó siempre menor que el europeo, por cierto-. Así lo que está haciendo el actual gobierno, y que ya inició el anterior, es cambiar ese proceso constituyente bajo el mandato de la oligarquía social. Efectivamente, mientras los autoproclamados izquierdistas claman por hacer una nueva constitución, la oligarquía política y económica ya la está haciendo. El nuevo proceso constituyente, que comenzó con el artículo constitucional sobre el déficit pactado por el PP y el PSOE y ha continuado con todas las reformas y recortes, implica un nuevo marco de relación entre el estado y los ciudadanos. En la constitución original de 1978, surgida de la transición, la relación era de soberanía por parte de los ciudadanos y de garantía de derechos por parte del estado. Sin embargo, el nuevo proceso de la oligarquía implica una depauperación doble: los ciudadanos pierden soberanía y el estado se convierte en subsidiario.

Efectivamente, toda la política de Rajoy y del PP no es sino eliminar el estado social y democrático de derecho en aras de un nuevo estado al total servicio de la oligarquía y de su proyecto de precarización. Por eso, porque no se trata del enfrentamiento entre dos opciones de política económica sino entre dos configuraciones del estado y de la sociedad, esta huelga es tan importante. Se quiere imponer un nuevo modelo social y político sin pasar por la soberanía popular ya desterrada. Así, todo este proceso de cambio social y político no ha sido legitimado ni a través de su presencia en un programa electoral ni tampoco en un referéndum que se pueda considerar constituyente: el nuevo modelo, que niega al anterior que sí fue legitimado por elecciones y referendos, se impone a la población.

Por eso evidentemente y como no podía ser de otra forma, esta huelga es política. Pero lo es en un sentido distinto, mucho más noble, que la acción electoral. Nosotros, los huelguistas, no pretendemos imponernos a la fuerza sino mantener el único proceso constituyente actualmente legítimo que hay y defender la soberanía popular y nuestro modelo de convivencia como un estado social y democrático de derecho. El gobierno, sin embargo, rompe el modelo no solo en lo social, la precarización económica, sino también en lo político, con la pérdida de derechos y la reducción de la democracia. Puede que no haya nunca buenos absolutos pero demasiadas veces está claro quienes son los peores.

Hay un discurso indispensable. Lo hizo Abraham Lincoln tras la batalla de Gettysburg y apenas duró dos minutos. En él se responde a nuestro deber sobre la huelga ¿Por qué hacer huelga? No es solo porque me hayan quitado la paga extra o me suban impuestos. Es por algo más. Nuestra tarea el próximo día 14 es menos épica, menos arriesgada que una batalla. Sin embargo, en ambos lugares luchamos por lo mismo. Y esto por lo que luchamos es simple: para que un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparezca de la tierra.

martes, noviembre 06, 2012

NACIONALISMO E INTERÉS SOCIAL


El sentimiento de amor patrio es tan ridículo que de haber nacido unos kilómetros pa'llá se tendría otro. Sin embargo, aquello que sirve de coartada a acciones políticas relevantes no debe desdeñarse. Amar a Cataluña es tan idiota como amar a España -bueno siempre hay gente, como aquellos osos, llenos de amor- pero el hecho de que eso sea tema fundamental en un país con seis millones de parados y con deshaucios diarios debe llevarnos al análisis ¿Qué se esconde detrás de los nacionalismos en España? ¿Qué hay detrás del clamor por la independencia de Cataluña?

Alguien cándido podría pensar que el tener una lengua propia y una idiosincrasia particular. Pero hay ahí una trampa intelectual. Todo individuo, incluso aunque no quiera, tiene una lengua propia y una idiosincrasia con lo cual no es este el motivo. Pero el nacionalista nos señalará que él habla de pueblo patrio –oh, el pueblo patrio- y no de particulares. Y ahí empieza la trampa pues lo que es una abstracción intelectual de la filología -gente que habla una misma lengua- se convierte -por mor del romanticismo, el interés geopolítico prusiano y la burguesía alemana decimonónica- en sujeto político. Se puede hacer sin duda, pero también se puede negar. De hecho, si la lengua propia y la idiosincrasia fuera la causa última del nacionalismo este habría existido desde siempre y aún con más fuerza antes que ahora cuando las condiciones de aislamiento eran mayores. Sin embargo, no se tiene noticia de que los cavernícolas fueran nacionalistas patriotas –hasta ahora-.

Así, la causa última del nacionalismo no es lengua y patria sino algo más prosaico. Vengamos a España -uy, perdón, al estado español- y pongamos el caso, paradigmático, de Cataluña -uy, perdón de Catalunya mientras pienso en London- ¿A qué viene la cuestión independentista?

Los datos sociales son interesantes, los datos sociales son básicos. Y hay un dato muy curioso en la cuestión catalana: qué apoyos explícitos y claros tiene la aventura independentista. Resulta curioso, en primer lugar, que la idea de catalanidad como hecho relevante traspase las fronteras ideológicas. Efectivamente, el antiguo tripartito catalán, colmo de la izquierda en aquellos tiempos de ZP, se presentó a sí mismo, con la simpatía de la autoproclamada izquierda nacional, como catalanista y de izquierdas - ¿alguien se imagina algo así como españolista y de izquierdas? Pues eso, sin duda, es importante-. Efectivamente, mientras que el ferviente sentimiento nacional español ha quedado reducido, justamente, a la derecha y al fútbol, sin embargo el sentimiento patriótico de provincias escapa a una definición política precisa: todos compiten por ser catalanes –y por supuesto, del Barça-

De esta forma, hay algo en el nacionalismo catalán que va más allá de la ideología política. Alguien podría decir que es un sentimiento. Pero los sentimientos con implicaciones políticas y sociales, como el fascismo, deben ser explicados. Y como en el fascismo, detrás del sentimiento late el interés.

Pero cuando hablamos de interés en sociología no nos referimos a algo consciente individualmente, sino al interés objetivo de un grupo que puede ser explícito en un individuo o no. Así, un integrante de dicho grupo puede defender esas ideas por altruismo personal, incluso en emocionante amor patrio, pero lo importante es por qué su grupo social lo defiende como tal grupo. Por esto, hay que conocer qué grupos defienden el independentismo de una forma desaforada para desentrañar el sentimiento.

Además, lo citamos como quien no quiere la cosa, durante cuatro años el tema estrella de Cataluña fue el estatuto. La cosa parecía fundamental políticamente y un hecho básico para la población y de una magnitud popular sin precedentes: uno se imagina al pueblo catalán emocionado. Al final, ni el 50% fue a votarlo.
Unamos cabos sobre ese espíritu de independencia ¿Quién puede estar interesado en ella?

El grupo social que más gana con la independencia es, no curiosamente, una oligarquía: la clase política. Efectivamente, tal y como ya demostró el estatuto, quien está detrás del triunfo independentista, o de su amenaza, es la oligarquía política catalana. Esta sabe que, como en los virreinatos, en España tiene un techo de poder regional mientras que en un presumible estado independiente, o con su amenaza, su cuota de poder, y lo que ella implica, aumenta. Así, la clase política ama una Cataluña independiente -o su amenaza- que la permite multiplicar su poder. No es la razón de un sentimiento sino de algo más prosaico: una Cataluña independiente implicaría inmediatamente una subida de escalafón.

El segundo grupo social que más ganaría es la pequeña y mediana empresa. Efectivamente, el proteccionismo económico realizado por las administraciones catalanas, y eso y no otra cosa está detrás de las políticas lingüísticas que han servido para convertir Cataluña en un campo económico cerrado a la competencia a través de una lengua minoritaria como el catalán, ha generado un interés en la pequeña y mediana empresa sobre cuánto aumentaría este proteccionismo con un estado independiente. Así, el sueño del tendero de un país catalán se cimenta sobre la base de que la pequeña empresa no nacional no pueda competir: no sabrá decir calcetín en la lengua adánica. Y esto explica que, sin embargo, la gran empresa dude del fervor patrio. Por ejemplo, el presidente del Barca ya ha anunciado que su club, bueno más que un club, jugaría la traidora liga española aunque desde la catalanidad de Messi –por cierto, ¿hablará Messi, sin duda actualmente el mejor jugador del mundo, catalán?-. El Barça sueña con España y Europa mientras, la pequeña empresa sueña con un Hospitalet luchando por un puesto para la Champion desde la liga catalana.

Pero, ¿esta sucesión de ideas marxistas puede explicar tanto interés por la independencia? ¿Y la gente que acude a manifestaciones? ¿Y, descreído traidor marxista, el pueblo catalán? Dejando de lado que imagino que la mayor manifestación habida en Barcelona debe seguir siendo la celebración de la Champion 2011, por supuesto hay ahí una aparente dificultad. Resulta difícil de creer que todos y cada uno de los patriotas catalanes tengan un interés pecunario concreto: incluso imagino que ni tan siquiera se han parado a preguntarse la causa de su patriotismo. Pero, tampoco, hay que olvidar algo. Todo este estallido patrio se produce, como el fascismo, en época de crisis. Así, la gente cree que la culpa de los hospitales cerrados en Cataluña por el gobierno independentista, ya este ya el anterior, la tiene sin duda la población de Extremadura a la que también le cierran sus hospitales. Al fin y al cabo, lo que la izquierda no desea permitir y con razón socialmente, que quien más tenga más reciba, sin embargo sí parece que quiera permitirlo folclóricamente –en su, eso sí, sentido alemán, que cuando me pongo pedante me pongo pedante; o sea, sí se admite si se trata ya no de un individuo sino de un presunto pueblo-. Así, el catalán medio piensa que sus impuestos solo deben servir para su comarca del mismo modo que el rico medio piensa que sus impuestos deben contribuir a la subvención del caviar. Y eso en España tiene un nombre: cupo vasco (o navarro). Y ahí se encierra todo el problema: la oligarquía catalana quiere ser como la navarra o la vasca y como no ha tenido un grupo terrorista pues tarda un poco más en conseguirlo –uy, lo que he dicho-.

Efectivamente, detrás de todo el ferviente nacionalismo catalán y el somos una nación solo hay una unidad de destino en lo universal: ser una entidad financiera a servicio de la oligarquía como cualquier patria. Ya lo señaló Mas: si Rajoy hubiera aceptado el pacto fiscal… Cataluña, oh el pueblo, quiere pagar menos impuestos. Traduzco del catalán: la oligarquía provinciana quiere pagar menos impuestos a la chusma universal que incluye a los trabajadores que viven en Cataluña.

Ser marxista tiene un componente triste: la teoría se aplica también a uno mismo. España es una unidad de destino en lo financiero, es cierto. Por eso, también Cataluña: cualquier nación. Hoy, intentaba explicar qué es el bosón de Higgs en Filosofía y acababa diciendo que cuando se confirme su descubrimiento un grupo pensamos ir a Cibeles –la fuente donde en Madrid se celebran los triunfos de la selección- para celebrarlo. Una alumna ha señalado educadamente que iremos tres frikis y yo he dicho que si va tanta gente a celebrar un mundial o una Eurocopa sin duda irán millones a celebrar algo más importante: ¿o no?. Y un alumno, entonces, ha preguntado que si yo no me alegraba del triunfo de España. Me da igual, he contestado con sinceridad. Y él, costernado, ha añadido,
pero es que es España,
pero es que es España…

jueves, noviembre 01, 2012

martes, octubre 30, 2012

¿HACIA UN BRIC MUNDIAL?/2


En el artículo anterior de esta serie nos planteábamos si al igual que hay un proceso de depauperación planificado para el sur europeo, sería posible uno a nivel mundial y analizábamos cómo la principal condición a cumplir sería mantener el consumo. Se trata por tanto, ahora, de ver si con el modelo BRIC a escala mundial podría mantenerse esto, es decir: hacer compatible la necesidad objetiva del Capitalismo de una producción económica determinada -en producción y consumo- y el interés subjetivo de la oligarquía en el modelo expuesto de depauperación modelo BRIC que le reporta mayor beneficio.

¿Como puede ser posible unir ambos intereses? La incorporación de los BRICs y su modelo da la respuesta. La necesidad del consumo por parte del capitalismo, y como consecuencia de esto la necesidad de un nivel de vida determinado para que un amplio número consuma, implica un hecho numérico pero no personal. Da igual quién en concreto consuma sino que lo que importa es que haya volumen suficiente de consumo. Por supuesto, esto implica un alto número de consumidores y, a su vez, un mínimo del cual no se puede bajar pero no implica de dónde sean dichos consumidores o del tipo de sociedad del que surjan. Es, por tanto, sólo una cuestión aritmética.

Echemos sencillas cuentas. Hoy en día la población con nivel de consumo -entendemos por tal aquella que vive en una economía desarrollada de corte occidental -aunque, por supuesto, reconocemos que no cada habitante puede consumir- estaría más o menos en torno a los 1000 millones -UE (a 27 y exagerando), EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur (no siendo exhaustivos y tomando estos países en toda su población)-. La clave sería pues si precarizando estos países según el modelo BRIC, la economía mundial, es decir: el nuevo capitalismo, podría mantener su base de consumo. Si la respuesta es afirmativa, no habría problema objetivo en ese proceso de precarización. Sin embargo, de ser la respuesta negativa eso implicaría una contradicción que solo podría resolverse o con la no realización del proyecto de precarización o con la finalización del nuevo capitalismo, ambas cosas improbables.

¿Cuál es la respuesta? Dios mío, qué nervios.

Tomemos que la precarización universal se ejerce como proceso absoluto llegando en estos países hasta un 70% de la población que reduce, aunque no de forma absoluta pero sí significativa, su consumo. Habría por tanto unos 300 millones de consumidores fuertes en los llamados todavía países desarrollados. Pero, a ello habría que sumar los 700 millones, ya explicados en el artículo anterior, de consumidores de los países BRIC -y hablamos exclusivamente de los BRICs aun cuando sabemos que habría además otras oligarquías implicadas que comienzan a asumir el modelo como el mejor posible-. Así, las cuentas mejoran en
la base de consumo pues habría como mínimo la misma base de consumidores fuertes -1000 millones con un ritmo de consumo además seguramente mayor- pero aumentando espectacularmente la de los consumidores débiles, de consumo esporádico, en unos, por lo bajo, 2000 millones de personas más al unirse la población depauperada de los países desarrollados con la emergente de los BRICs. Así, la base del consumo se amplía.

Segundo, y añadido a esto, el modelo BRIC es muy sencillo de exportar a los países menos desarrollados pues la oligarquía no pierde nada en ello, si acaso gana, y la población general gana, comparado con lo anteriormente establecido en estos países, mejores condiciones de vida. Y al exportarlo, pensemos en América Latina, norte de África o sudeste asiático, incorpora masas de consumidores de ambos estilos, fuertes y débiles, que aumentan la base para la explotación.

Así, el modelo BRIC es perfectamente posible de aplicar dentro del nuevo capitalismo. Pero, esto no nos debe llevar a engaño en cuanto a que sea una necesidad del capitalismo. Ya hemos señalado que una parte del interés objetivo del capitalismo actual es el consumo. Dándose este, lo demás es accesorio. Es decir, si el modelo BRIC garantiza el consumo necesario, y ya sabemos que lo hace, entonces puede ser posible. Pero, tan posible como otro modelo alternativo, por ejemplo, donde el nivel económico de la población suba para generar una sociedad mayoritaria de consumidores fuertes. Es decir, la precarización no es una necesidad del sistema sino algo accidental al mismo: puede haberla o no. No es un hecho objetivo sino una decisión de la oligarquía.

Pero parece que solo hablamos de economía ¿Acaso iba a permitir la mayoría de la población occidental que vive en países democráticos este cambio? ¿Sería compatible así el modelo BRIC con la democracia actual?

Quienes niegan esta posibilidad basándose en la tradición política occidental señalan que el BRIC sería incompatible con el modelo democrático. Y lo es, desde luego. El problema surge de confundir democracia con libertad personal. Por supuesto, la gran diferencia entre los BRICs genuinos y occidente como BRIC va a ser la libertad personal pero, a su vez, esta implantación implicará necesariamente la reducción de la democracia en los segundos. Efectivamente, la democracia es más que esa libertad personal de poder vivir de cierta manera. De hecho, la libertad personal ha sido un factor clave en el desarrollo del nuevo capitalismo pues su cumplimiento implicaba necesariamente una necesidad de consumo –nota: por cierto, que nadie vea en esto una crítica a esta libertad porque el asunto es mucho más complejo-. Así la libertad personal, entendida como poder vivir de una manera u otra, se ha desarrollado con el capitalismo porque a su vez era un desarrollo para este –nota otra vez: que nadie entienda esto como una alabanza a la ñoña espiritualidad-. Sin embargo, y como contraposición a esto, la democracia, al implicar una participación social en asuntos de gobierno, ha ido sufriendo permanentes retrocesos, o al menos no avances, con el desarrollo del nuevo capitalismo. Efectivamente, el sistema totalitario ve como innecesario, más que como enemiga, a la democracia. Y de ahí que su ideología sea la alienación negativa ya presentada aquí. Así, los individuos se representan su libertad en la esfera estrictamente personal que, a su vez, se toma como la vida auténtica frente a lo social y productivo.

De esta forma, mientras la implantación del BRIC no afecte a esa forma de alienación, y aunque haya una bajada del nivel de consumo no es necesario que ocurra, la libertad individual -esa falacia actual como forma de vida- será preservada. Y de hecho toda esa estúpida espiritualidad privada de nuevo cuño -aunque toda espiritualidad es estúpida- responde adelantándose a la imposición del modelo BRIC: es mejor ser que tener.

Por supuesto, no ocurrirá lo mismo con la democracia. La intervención ciudadana en el gobierno será reducida al máximo y la oligarquía será quien gobierne. De hecho, es algo que ya ocurre en el proceso de precarización del sur europeo donde la democracia está secuestrada y los gobiernos ni tan siquiera se preocupan de cumplir su programa electoral. Así, una suave libertad individual seguirá existiendo mientras que la democracia desaparecerá.

¿Estamos condenados a que el modelo BRIC se imponga? El apoyo efectivo de la oligarquía económica, política y social genera sin duda una extraordinaria fuerza al proyecto de depauperación. Sin embargo, el hecho de que el modelo no sea una necesidad objetiva del desarrollo capitalista implica que es posible no solo resistirse sino derrotarlo sin necesidad de revoluciones ahora utópicas o lucha antisistema. Sería realmente más simple que todo eso pero por ello políticamente más complicado.

jueves, octubre 25, 2012

(¿ya aburre?) LOS BLOGS DE MIS ALUMNOS 2012-2013

Igual ya aburre. Esperanza Aguirre se ha ido, yo no. Y volvemos a intentarlo. Los pueden encontrar ustedes en La Lechuza de Minerva (ahí también seguimos), por supuesto a la izquierda donde dice Blogs.

martes, octubre 23, 2012

¿HACIA UN BRIC MUNDIAL?/1


En este blog, se mantiene una idea sobre qué es el capitalismo. Según ella, la diferencia fundamental entre el nuevo capitalismo, surgido a partir de la Segunda Guerra Mundial, y el clásico de la revolución industrial es cómo ha variado la explotación. En el segundo, el capitalismo clásico, la explotación se realizaba exclusivamente sobre el trabajo; en el primero, el nuevo capitalismo, la explotación es realizada sobre toda la vida humana. Esto quiere decir que la vida humana completa, el trabajo por la producción y el ocio por el consumo, se ha convertido en beneficio económico. Y, a su vez, esto implica necesariamente que la inmensa mayoría de la población de los países con este capitalismo debe tener un determinado nivel económico para poder tener acceso al consumo y producir beneficio económico. Surge, de esta manera una nueva economía de superávit, en tanto es necesario que la población gane más de lo indispensable para poder consumir y, a su vez, se produzca para tal consumo, frente a la economía tradicional de subsistencia. Así, el Capitalismo ha llegado a una explotación total donde la vida humana es mercancía, trayendo una serie de consecuencias que han sido, y están siendo, analizadas en este blog.

No obstante, la aparición de los BRICs –Brasil, Rusia, India y China, como ejemplo- y su modelo socioeconómico, junto a la crisis de la zona euro, puede variar accidentalmente el modelo presentado arriba y que ha sido el característico del mundo occidental. Efectivamente, Occidente se ha conformado, de acuerdo al nuevo capitalismo, con una mayoría de la población disfrutando de un alto nivel económico que permitía la explotación por el consumo. Así, que la población tuviera dinero para consumir era una necesidad del capitalismo. Sin embargo, estamos viendo ahora que hay un proceso de depauperación en estos países desarrollados. Y surge así una pregunta: ¿es un cambio de modelo o es un cambio accidental en ciertas características pero el modelo general seguirá siendo el mismo? Más preguntas, ¿cómo puede cambiar esto con los BRICs y la crisis económica? ¿Podría ocurrir una depauperación a nivel mundial de la población y que occidente, lo que se conoce como el mundo desarrollado, pasara a convertirse internacionalmente en un BRIC?

Antes de nada, repasemos qué es un BRIC. Por BRIC -acrónimo de Brasil, Rusia, India y China- se entiende un desarrollo socioeconómico del Capitalismo en el cual los derechos sociales son muy bajos, con una escasa participación democrática, una alta desigualdad social y una alta producción total -aunque no necesariamente en la productividad de cada trabajador-. Ahora bien, si nuestro análisis del Capitalismo es cierto, ¿cómo con una población con un bajo nivel económico es posible que el nuevo Capitalismo triunfe? ¿Cómo se produciría entonces la explotación por el consumo? ¿No implicaría este proceso que nuestro modelo teórico es errado?

La respuesta para los actuales BRIC –es decir: para eso que se llama países emergentes- es doble. Primero, son posibles por el consumo exterior de, precisamente, los habitantes absolutamente explotados de los países desarrollados. Segundo, por la inmensa población de los propios BRICs. Si sumamos la población solo de estos cuatro países, sin contar la de otros que siguen su modelo, obtenemos un total de unos tres mil millones de habitantes. Conque solamente un 20%, un grupo social dirigente, alcance el nivel de consumo presente en los países occidentales obtenemos seiscientos millones de nuevos consumidores: por ejemplo, más de lo que suma toda la población de la UE a 27 miembros más la población de Japón. Puede haber también comercio interior en el modelo.

Pero, además, este capitalismo, y de ahí su elección como modelo en el sur de Europa, obtiene un mayor beneficio inmediato y próximo para la oligarquía. A nivel económico porque la oligarquía territorial se ahorra pagar mayores sueldos a sus empleados lo que reporta directamente en su beneficio propio a través de la rapiña social. A nivel político porque toda la cuestión legislativa, sin ningún contrapoder social efectivo, no es sino la certificación de su dominio. A nivel social, porque, como resumen las otras dos, el mayor control pertenece a la propia oligarquía que no encuentra trabas para afán predador.

Pero, ahora, surge un problema de equilibrio: el sistema tiene una necesidad objetiva de consumo; la oligarquía busca cumplir su sueño de aumentar la rapiña y para eso necesita pagar menos a los asalariados ¿Es posible equilibrar ambas pretensiones?

Y aquí viene una breve disquisición muy importante. Efectivamente, en el Capitalismo se puede distinguir entre el interés objetivo y el subjetivo. El objetivo es el que tiene el propio sistema en sí y cuyo cumplimiento se necesita para la existencia del sistema como tal. El interés subjetivo es el de un grupo social determinado, pero cuyo cumplimiento no implica nada sustancial para el sistema. Nosotros, además, al defender esto defendemos, como consecuencia, dos cosas: primera, que el interés del sistema actual no se identifica ya con el de un grupo social determinado -ni aún la oligarquía-; segundo, que solo se podrá cumplir el interés subjetivo cuando sea compatible con el objetivo del sistema porque en caso contrario haría falta acabar con el sistema y hacer, por consiguiente, una revolución.

Así, el interés objetivo del sistema es una base suficiente de consumo, el subjetivo de la oligarquía es acrecentar su rapiña social que implica hacer desaparecer nivel de vida en un amplio sector social.
Volvemos ahora a la cuestión: ¿es posible que ambos intereses sean compatibles? Porque, si la oligarquía pudiera mantener ese necesario beneficio capitalista y al tiempo aumentar el suyo
subjetivo seria el paraíso oligarca en la tierra: Amancio Ortega, o los herederos de Steve Jobs, en el cielo. ¿Qué tienen que ver los BRICs con todo esto?

Y aquí, con este interrogante, los dejamos hasta la próxima entrega. Aunque la emoción, y tal vez el banco, nos embargue.

jueves, octubre 18, 2012

POR UN REFERÉNDUM SOBRE LOS RECORTES

El PP ganó legítimamente unas elecciones, pero sin señalar nada en su programa sobre los recortes que luego, y por tanto de manera ilegítima, ha realizado. Por ello, firmen ustedes, si lo consideran oportuno, para exigir un referéndum sobre los recortes sociales. A continuación, aparece la carta al presidente de Gobierno exigiendo dicho referéndum.





Señor Presidente del Gobierno de España: 

Nos dirigimos a usted en nombre de la ciudadanía y del profundo malestar que experimenta ante la situación de deterioro político, económico e institucional en el que nuestro país parece a punto de naufragar. 

No cuestionamos la legitimidad de su gobierno, pero queremos hacer constar que la legítima victoria electoral que el PP obtuvo el 20 de noviembre de 2011, se fundó en un programa donde no constaba ninguna de las medidas que usted ha aplicado desde entonces, con el pretexto de resolver la atroz crisis económica que padecemos sin lograr otra cosa que agudizarla aún más. 

En su programa electoral ni siquiera se insinuaban los brutales recortes que han sufrido las inversiones y servicios públicos de nuestro país. Tampoco se anunciaron en el debate de investidura, y a partir de entonces, los miembros del gobierno que usted preside se han dedicado a desmentir sistemáticamente sus propias políticas, en un ejercicio de hipocresía sin precedentes desde la instauración de la democracia española. Como consecuencia de sus prácticas, amplios sectores de la sociedad sentimos que nos hallamos ante un flagrante incumplimento del "contrato electoral" establecido entre el PP y sus votantes. Y consideramos que esta situación sólo puede  resolverse democráticamente si el programa de gobierno que antes ignorábamos y ahora padecemos se somete a consideración de los mismos electores que le llevaron al poder. 

El deterioro al que están siendo sometidos los derechos sociales y laborales y las redes de protección, los recortes en materia educativa, sanitaria y de servicios sociales, el deterioro y abandono al que se ve sometido el medio rural, el empobrecimiento de la mayoría de la población, la eliminación de derechos de las mujeres, la injusticia de las medidas que se vienen adoptando y la constatación de que los más ricos y poderosos de nuestro país no sólo no contribuyen a paliar esta situación, sino que están consiguiendo eludir sus responsabilidades, y hasta enriquecerse aún más a costa de todos, están alimentando un sentimiento de indignación popular que se traduce en una profunda animadversión hacia quienes aplican unas políticas que agreden a los ciudadanos en lugar de proteger sus intereses. En esta situación, afrontamos un serio y creciente riesgo de desafección democrática -como ha quedado reflejado en la última encuesta del CIS- 

Parte de la desafección que siente la ciudadanía hacia las instituciones democráticas se justifica por la distancia que se percibe entre lo que los representantes políticos dicen cuando están en campaña electoral y lo que hacen cuando llegan al poder, en cómo se ejerce la actividad política y en la relación que instituciones y formaciones políticas establecen con los ciudadanos. 

Por estas razones, y amparándonos en el artículo 92.1 de la Constitución española, que establece que: "Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos", reclamamos que se celebre una consulta popular vinculante acerca de los recortes que están cambiando la realidad de nuestro país y la vida cotidiana de sus habitantes. 

Su gobierno no puede seguir escudándose en el argumento de que los ciudadanos les votaron para superar la crisis y que las medidas que ahora aplica van en esa dirección. Porque si los ciudadanos queremos que se supere la crisis, también queremos y tenemos derecho a saber cómo se hará, qué supondrá en nuestras condiciones y expectativas de vida, y si los esfuerzos a realizar se practicarán de forma equilibrada. 

El 20 de noviembre nadie pudo pronunciarse sobre el abaratamiento del despido, sobre la individualización de las relaciones laborales, sobre los recortes en educación, sanidad y servicios sociales, entre los que figura la atención a la dependenia, sobre el incremento de los impuestos, sobre la reducción de salario y pérdida de empleo en las administraciones y empresas públicas, sobre los recortes en dependencia, sobre la reducción de las prestaciones por desempleo... Esos son los temas responsables de que muchos de sus votantes se sientan estafados por su gobierno. Nuestra iniciativa pretende darles la oportunidad de opinar sobre lo que su campaña y su programa electoral les escamoteó hace un año. 

No estamos planteando nada estrafalario. Ningún gobernante democrático debería temer las consultas populares, y además, existen precedentes. En la década de los ochenta el Gobierno socialista, pese a contar con una mayoría absoluta de 202 diputados, sometió a referéndum la entrada de España en la OTAN. Se trataba entonces, como ahora, de una decisión política de especial trascendencia que no había figurado previamente en su programa electoral. 

Volvemos a encontrarnos ante "decisiones políticas de especial trascendencia", ya que pueden limitar drásticamente el ejercicio de derechos civiles garantizados por la Constitución de 1978. Si entonces los ciudadanos fuimos llamados a aprobarla en referéndum, ahora nadie debería negarnos la oportunidad de volver a opinar sobre las modificaciones que, de hecho, los recortes imponen a aquel texto. Si a esto le añadimos el efecto universal de unas medidas que padecemos todos los españoles sin que ninguno de nosotros haya podido opinar sobre ellas, nadie puede extrañarse de que pidamos al Gobierno que usted preside que convoque un referéndum en el que la ciudadanía pueda expresar libremente su opinión sobre si este es el camino a seguir para superar la crisis.