viernes, noviembre 30, 2018

DE ELECCIONES (o La tierra será un paraíso...)

Parezco, lo sé, el de la Policía Secreta vigilando al grupo, pero es que nos presentamos todos por la Federación CC.OO. de Madrid a las Elecciones Sindicales.
Y piensen ustedes en la cara de los de la Consejería del PP cuando me vean aparecer con mi corbata de Armani...
No me abandonen, yo nunca lo haría (bueno, sí, pero es otra historia...)

#EPMesaSindicalistaElegante


domingo, noviembre 25, 2018

VIDA INTERIOR/167: PROLETARIOS UNÍOS ( y a ver si nos ponemos corbata)

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser  feliz.

Pues, aquí me tienen. En la lucha sindical. Y el próximo día 4 de diciembre hay elecciones sindicales en educación. Yo me votaría: que la única corbata de la Junta de Personal no sea la del PP...
Un líder sindical,
un filósofo crítico,
un atractivo maduro.
#EPMesaSindicalistaElegante


domingo, noviembre 11, 2018

¿TIENEN DERECHOS LOS ANIMALES?/3: LA UNIVERSALIDAD DE LA RAZÓN

La presente serie de compone de 4 artículos:

Empezamos resumiendo. Señalábamos al principio de esta serie (artículo 1 y artículo 2) que el problema de los derechos de los animales no se agotaba exclusivamente en el ámbito de un concepción estrecha de la moral, entendida esta en su sentido lato tal y como piensa de ella la posmodernidad, sino que requería una explicación fundamentada y esto implicaba a la metafísica. Esta fundamentación metafísica empezaba por plantearnos la realidad y cómo, defendíamos, esta existía de dos formas: una como Ser, que se correspondería con la realidad natural, y otra como Deber Ser, que sería aquella realidad creada por la racionalidad, pero que no era algo trascendente sino también inmanente. Precisamente, y por ello, anticipábamos, los seres racionales tenían derechos inalienables por sí mismo mientras que el resto de los seres no racionales podían ser objetos de derecho, pues se les podían conceder o donar derechos, pero nunca sujetos de derecho ni tener, por tanto, derechos por sí mismos.

Corresponde ahora, lógicamente, explicar ya esto último y desarrollar, por fin, por qué los seres racionales, y los seres humanos como tales, son sujetos de derecho.
Hay una explicación muy errónea sobre los derechos humanos que los sitúan como si su fundamento fuera un acuerdo y ellos mismos por tanto fueran convencionales. Se dice: los derechos humanos son un convenio. Es un mantra, sin embargo equivocado. En realidad, los derechos humanos, los derechos de cualquier ser racional existente, son universales y van unidos necesariamente a su propio condición de ser racional. Y conviene explicar por qué.  Y la clave de toda la explicación es la propia racionalidad.

El sujeto racional se caracteriza por la posesión de la capacidad de la razón. La razón no es una experiencia particular o un forma de discurrir peculiar sino, y esto es clave, universal. Efectivamente, la racionalidad, y no solo en las reglas de inferencia lógica o el razonamiento de la matemática, sino también el anhelo que la racionalidad lleva en sí, implica la universalidad. La razón necesariamente tiende a generar universalidad y de ahí surge su figura clave que es el concepto. Este anhelo de universalidad, que no está exento de peligro por cierto en su realización política,  implica a su vez el tratamiento de lo real como universalizable y de ahí que podamos conocer: sólo transformado lo particular en universal, en concepto, es posible llegar a conocer, pues la infinitud de la experiencia particular nos impediría llegar a conocer nada. Así, al situar el universal “perro” podemos conocer intelectualmente la experiencia y no solo tenerla o padecerla como hecho perceptivo.

De esta forma, el sujeto racional en cuanto tal no es un mero individuo concreto, como el resto de los animales, sino un sujeto universal y creador material, y esta es la fundamental diferencia con el Idealismo, de la universalidad en cuanto transforma permanentemente  la realidad solo particular en una realidad del deber ser universal. En el mundo fáctico donde solo hay seres particulares sin sentido, y la razón impone un orden racional ajeno a ese mismo mundo natural. Y de ahí, por ejemplo, que la crítica auténtica a la Teoría del diseño inteligente no sea una prueba científica, que también puede ayudar, sino definitivamente comprender que en la realidad natural no existe ese diseño armónico que se pretende justificar: nada hay tan falso como la idea de una armonía natural. El mundo del Ser es un caos y solo la racionalidad lo transforma en orden o bien explicándolo o bien dominándolo materialmente.

Así, el sujeto racional reúne dos condiciones muy diferentes respecto al resto de los seres vivos: primera, la creación material y vivencia en un mundo nuevo que es el mundo del Deber Ser que se diferencia del natural; segundo, la capacidad de constituirse como sujeto universal. Y ahí están las claves de los derechos inalienables.

En primer lugar, los seres racionales tienen derechos inalienables como tales seres racionales, y no como individuo o especie animal, porque no pertenecen como tales sujetos racionales al mundo del Ser, la realidad fáctica natural. En la naturaleza no hay derechos ni deberes ni condición moral alguna. Sin embargo, esta condición sí aparece en el Deber Ser pues surge desde y exclusivamente la racionalidad. Por ello, los seres que solo viven en el mundo natural no tienen carga moral en sí mismos.

En segundo lugar, los animales no son universales sino particulares y concretos. Las especies no existen como tales y solo hay individuos. Sin embargo, los seres racionales son sujeto de universalidad, pues la están permanentemente formando en su pensamiento, y sujetos en el Deber Ser, pues este solo existe, y esto es importante de entender, a través de ellos. Así, el ser racional no es solo un ser individual sino que actúa como agente universal y transforma el mundo en esa dirección. El ser racional, le guste o no y esto también es importante, es un legislador universal en sí mismo al tener en su racionalidad el concepto de que todo lo que ocurre podría o debería ser de otra forma y que esa forma debería asumir todas las acciones relacionadas con esa.

Además, en tercer lugar, esta misma racionalidad le hace a su vez existir en la moral, repetimos: quiera o no, y poder pensar en la ética. Los seres racionales al vivir en el Deber Ser viven a su vez en la moral de una forma permanente y consciente. Esto es así porque son capaces de conocer las consecuencias de sus acciones; además, de juzgar y juzgarse; y, por último, de situarse a sí mismos como la causa última de su comportamiento. Así, el ser moral no pertenece al mundo natural sino al mundo racional. Y la moral, por ello, no es propia de los animales pero sí de los sujetos racionales. Aunque no queramos, aunque no nos guste, construimos un mundo moral, como muy bien sabía Nietzsche por cierto y de ahí toda su teoría.

¿Pero por qué derechos universales? Porque en esa perspectiva moral el ser racional, aquí y ahora el ser humano, actúa siempre como legislador universal. Cuando alguien piensa “Esto está mal/bien”, y lo pensamos constantemente, no lo dice de la situación concreta sino de la acción universal: cualquier acción en esa misma circunstancia estaría mal/bien. Y no lo dice solo para sí o para el sujeto responsable de la acción, sino para todo sujeto causante de la acción. E incluso el relativista lo plantea de modo universal al señalar que para todos debe ser relativo el juicio moral. La razón exige el juicio moral universal y por ello el sujeto universal. Y al hacerlo, exige que ese sujeto universal tenga universales derechos y universales deberes: ambos unidos.

Y así surgen los derechos universales. No son una mera convención, un acuerdo, sino una conquista y una construcción de la racionalidad. En la dialéctica Ser frente a Deber Ser –nota: es que me estoy emocionando- la racionalidad va ganando terreno y sitúa su afán de universalidad en la realización no solo de realidades materiales sino también culturales, que es en concreto donde cobran sentido los derechos universales. Los derechos universales, y los deberes universales a los que se asocian, forman parte de ese mundo del Deber Ser, como la tecnología o el mundo artificial: son realidades objetivas construidas, y no meras convenciones, por la racionalidad. Pero, como tales, no pertenecen al mundo natural y solo al mundo formado por la racionalidad.

Resumo –ya sé que me lo agradecen-. Los derechos universales pertenecen al sujeto racional porque es a su vez como tal ser racional un sujeto universal que vive en un mundo moral de derechos y deberes universales. Por supuesto, pueden, y en cierta medida deben, extenderse más allá como acción de ese mismo sujeto racional a otros seres no racionales. Pero, dicha extensión es producida precisamente porque esos seres no racionales no son sujeto de derecho sino objeto del mismo: los animales no racionales no tienen derechos en sí mismos.

Y ya viene el final –nota: no se emocionen, queda uno más-  ¿Pero esto del animalismo y demás ñoñerías posmodernas qué significado real tiene a nivel político? Pues, ya contesto: es pensamiento  reaccionario. Pero esto ya se lo explicamos en breve.

viernes, noviembre 09, 2018

SINDICALISTA ELEGANTE

Hay motivos por los que no escribo tanto como me gustaría.
 La siesta,
 el pacharán,
 el fútbol,
 el gin tonic,
 y este.
 El próximo 14 de Noviembre les informamos sobre el Concurso De Traslados.
 Piensen ustedes en mi cálida voz al tiempo que mi inconmensurable presencia liderando a la causa trabajadora.
 En fin, si es que me emociono de pensarlo.
#EPMesaSindicalistaElegante
#EPMesaVanguardiaProletaria


domingo, noviembre 04, 2018

PROTESTA CONTRA EL PROGRAMA INFORMÁTICO RAÍCES

He leído esta protesta contra el programa informático RAÍCES y, de acuerdo al artículo 19.5 de la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público, he pedido que se transcriba literalmente en el acta. Creo que es importante que no solamente protestemos en privado sino también públicamente sobre aquello que afecta a nuestra docencia diaria y nos la dificulta. La pongo aquí por si acaso alguien más desea usarla. 

 PROTESTA POR EL PROGRAMA INFORMÁTICO RAÍCES 

 Como profesor del Instituto Las Musas (Madrid) deseo expresar lo siguiente en relación al programa informático Raíces. 

El programa informático Raíces no solamente no ha mejorado el anterior programa utilizado (AFDI/WAFD/SICE), ya de por sí bastante pobre, sino que claramente lo ha empeorado. Este empeoramiento se da tanto en las circunstancias diarias de la docencia -el engorroso sistema para poner las faltas, la aparición o desaparición imprevista de alumnos, el no reconocimiento y unificación de grupos por materias e incluso el propio no reconocimiento del docente- como en las propias de las evaluaciones –no poder conocer el número de faltas del alumno o tener que poner las notas por clases y no directamente por materias- . Así, el programa Raíces no solamente no iguala las escasas prestaciones del anterior programa sino que nos perjudica aún más y nos hace perder más tiempo en las labores administrativas. 

 Además, el programa informático Raíces ha generado un caos en las Secretarías de los centros, no solo no facilitando el trabajo, que es el fin de cualquier programa informático, sino haciendo de él una carga y complicando más que nunca la matriculación y tratamiento de los datos de los alumnos.

Por todo ello, deseo expresar mi sorpresa y rechazo ante el hecho de que un programa que es claramente inferior al anterior, que ya era muy malo, y que aumenta extraordinariamente el trabajo administrativo y burocrático de todos, se haya impuesto en la Comunidad de Madrid. Sabemos por una campaña de plena actualidad que la Consejería de la Comunidad de Madrid considera a los profesores prácticamente como superhéroes, y por ello tal vez no hubiera estado de más que nos hubiera dado una capa en condiciones para ejercitar nuestra labor y no una chapuza de programa que parece pensado por los acérrimos enemigos de los superhéroes que no pueden ser sino los supervillanos.