Este artículo surge de la necesidad de contestar el, como siempre, interesante
comentario de D. Guapo sobre el anterior escrito publicado en este blog en relación a las pensiones. En ese artículo se señalaba que la llamada de alerta sobre la previsible quiebra del sistema de pensiones, y en el que basa la propuesta de trabajar hasta los sesenta y siete años, no respondía a una realidad técnica sino al intento de favorecer a las entidades financieras privadas. Efectivamente, se argumentaba en contra de tal medida, en España se podía aumentar el número de cotizantes a las pensiones disminuyendo el número de parados -de un 20% actual- el de trabajadores en la economía sumergida -que ocupa seguramente otro 20% del Producto Interior Bruto- y, por último, el de mujeres, cuya población activa está por debajo de la media europea y muy por debajo de, por ejemplo, los países del norte del continente por motivos relacionados, además, con el escaso gasto público español. Pero había algo más, pues actualmente el dinero de las pensiones se saca solo de las cotizaciones sociales cosa que era factible de cambiar haciendo que dicho presupuesto fuera también enriquecido vía impuestos.
En definitiva, en el artículo se pretendía demostrar que generar inquietud sobre la viabilidad de las pensiones públicas no era sino una estrategia que buscaba favorecer a las entidades financieras privadas con el fin de generar una doble vía, pública y privada, tal y como ya se ha hecho en educación y sanidad. No era tanto privatizar, nunca se pretendió eso, como repartir el negocio.
Tras este brillante, cuando menos, análisis vinieron los comentarios. Todos ellos resultaban muy interesantes, pero había uno radical, en cuanto a que venía a criticar la raíz del artículo y era el firmado por D. Guapo. Decía así:
Sólo acierta en la primera parte de la exposición.En lo demás, no. La razón del anuncio era propagandística, y los destinatarios, los mercados.No se pueden crear nuevos impuestos para cubrir el déficit del sistema de pensiones porque está prohibido. Y no se pueden incrementar los que existen porque drenarían la demanda y afectarían a la competitividad.Cambiar el destino de los existentes (acabar con las CCAA, como insinúa) es un brindis al sol, ya que éstas gastan casi todo en sanidad, educación y servicios sociales, y el aparato administrativo que gestiona se gasto, no es fácil de reducir.El sistema de reparto funciona bien, y el pacto de Toledo (tanto se ingresa, tanto se gasta) es su garantía.El impuesto que significan las cotizaciones (30% del salario para las empresas y 7% para los trabajadores) es finalista y bien gestionado por la TGSS. Lo único que se hace es adecuar el cálculo (que es lo que se hará) aumentando el prorrateo de años. Se hizo en 1985 y en 1995, pasando de 2 a 8 años, en el primer caso y hasta 15 en la actualidad.Perder parte de la pensión es un efecto intrínseco de cualquier sistema de reparto, ya que siempre estará sometido a los avatares demográficos y económicos.Lo del si trabajaran más mujeres... si no hubiera economía sumergida...etc es desconocer cómo se forma el minuendo que, como le dije, es el que es, y siempre lo ha sido así en cualquier época y en cualquier sociedad.Por cierto, la patronal que agrupa a los gestores de fondos de pensiones, ya se manifestó en contra de la reforma fiscal que limitó la deducción en IRPF por aportaciones a fondos y planes de pensiones. Fue una reforma absurda, pues esos instrumentos de ahorro capitalizado, ilíquidos y conservadores, son un fabuloso instrumento de inversión. En el futuro, sólo significará más carga para el sistema público.En los temas económicos de carácter estructural, como el de las pensiones, utilizar el futuro pluscuamperfecto del subjuntivo y llegar a conclusiones filo conspirativas, es una equivocación.
De verdad.
El comentario -por cierto y volvemos a repetir, muy brillante- presentaba desde nuestro punto de vista dos ideas fundamentales. La primera era una serie de hechos particulares en contra de nuestras ideas. La segunda, y de ahí su radicalidad antes enunciada, iba a más pues pretendía señalar que el problema concreto, como otros económicos, escapaba a la interpretación política y se trataba exclusivamente, y ahí esta palabra es clave, de una cuestión técnica. Y es esta parte la, sin duda, más interesante por ir más allá de un tema que, creo que ahí estamos ambos de acuerdo, no se va realmente plantear en, por lo menos, esta legislatura fuera de proclamas propagandísticas.
Empecemos por la parte más técnica. Siendo de letras, entre otras cosas porque una mayoría de pésimos profesores de matemáticas y física nunca me enseñaron a admirar la ciencia como ahora la admiro y lamento no saber más, la idea de minuendo, la primera cifra de una resta, al principio me desconcertó. Imagino que D. Guapo, y con él todo el elenco que defiende dicha medida, se refiere al número de cotizantes que pueden contribuir y al que se le restaría el sustraendo, esto es: los pensionistas. Bueno, según D. Guapo este número es fijo, pero, y para eso se puede volver al artículo, la idea es falsa pues precisamente en España, donde la población activa no es estructural en cuanto a que se mantenga constante, este número varía obviamente. Así, en el artículo se señalaba cómo precisamente se podía aumentar dicho minuendo a través no del coito reproductivo sino de la ampliación de la propia población activa, mujeres y parados, de carácter legal, economía sumergida. Es decir, el minuendo no era permanente.
Pero, cubriendo posibilidades, tal vez D. Guapo se refiera con el minuendo precisamente a lo contrario: el número de pensionistas, que al aumentar generan, restando como sustraendo, o sea la cifra de abajo, tal diferencia que resultaría inviable el sistema. Para ejemplificarlo: un número muy alto de pensionistas llevaría al traste el reparto pues no habría suficiente dinero para hacerlo. Pero también esto es una falacia. Y lo es porque olvida tres cosas: la producción de riqueza, Producto Interior Bruto, la posibilidad de generar más dinero al fondo con otros impuestos, y no solo cotizaciones, y el escaso gasto social de España en comparación con la UE. Efectivamente, si el problema ya no es el número de cotizantes sino de pensionistas, es decir: demográfico, lo importante no es el número de personas que cotizan sino el total de dicha cotización: cuanto dinero se consigue. Ahí es donde entran los tres factores citados anteriormente.
En primer lugar, al aumentar el número de cotizantes aumentaría el dinero de las cotizaciones, como ya se ha señalado.
En segundo lugar, si se recogiera este dinero, el de las pensiones, además de las cotizaciones de los impuestos se podría aumentar sin duda su contenido. Sin embargo, esto D. Guapo lo evita señalando dos cosas: es ilegal y, segunda, provocaría una caída de la actividad económica. Al argumentar lo primero D. Guapo, por primera vez, reconoce que el tema ya no es estrictamente técnico sino político: es ilegal. Aquí, y ahora viene un ejemplo con cierta trampa, D. Guapo se desenmascara: dice es ilegal, pero no dice es imposible. Nadie señalaría que es ilegal que los objetos no cumplan la ley de la gravedad pues enunciaríamos, sin duda, que es imposible. Pero al señalar su ilegalidad no se señala su imposibilidad sino que se reconoce que es motivo de elección. Y tal vez presuponiendo esto, como D. Guapo es sin duda un adversario muy inteligente, señala algo: eso implicaría subir los impuestos pues no hay de donde recortar. Dos cosas sin embargo: sí hay donde recortar -por ejemplo, y es la guinda y se reconoce, en
altos cargos-; pero, segundo y más importante, cabe negar la mayor. Efectivamente, la carga impositiva en España
es baja en comparación con la UE. Pero hay más. Resulta que, al contrario que lo que mantiene D. Guapo, las cargas impositivas altas
van parejas a mayor nivel de vida y de libertad política.
Así, cuando no se quieren utilizar los impuestos para garantizar el gasto de pensiones no es por motivo estrictamente técnico sino político.
Pero queda el tercer punto: el gasto social. El gasto social español es
más bajo que la media de la UE. Y al tiempo, frente a lo que pueda creerse, el salario real medio
no ha aumentado en los últimos años. Además, la
media salarial es ínfima. Así las cosas, un español necesita un alto salario neto, es decir, una baja carga impositiva porque no es un salario real alto, para vivir pero al tiempo, y esto es la clave, para que el estado ahorre dinero y lo pueda gastar en otras cosas, sin duda imprescindibles, como estatutos a provincias leales o altos cargos. Ello conlleva que ni el salario neto ni las pensiones puedan ver aumentadas, o creadas, una carga impositiva pues significaría la pérdida de la supervivencia. Es decir, si hubiera un mayor gasto social el sueldo neto se podría reducir aún con ganancias para el individuo, pero al no haberlo se necesita hasta el último céntimo. ¿Problema técnico?, no, problema político.
Así, vemos como el primer punto, el problema técnico, nos muestra el camino para el segundo: el problema radical de la realción entre política y accion técnica. Efectivamente, el problema de las pensiones no es algo puramente estructural y técnico sino político. Esto quiere decir que en él no rige la necesidad, como en la gravedad antes citada, sino la contingencia: se puede asumir desde una perspectiva u otra. Sin embargo, y ya tal vez extrapolando, creemos que la idea de D. Guapo iría más allá y sería, y repetimos que extrapolamos y quizás no recojamos su pensamiento, señalar que hay ciertas cuestiones que no deberían ser políticas, sujetas para enterdernos al pensamiento ideológico, sino solamente técnicas. Sin embargo, las consecuencias a extraer de esto son tantas que ya rendidos, y ustedes si han llegado hasta aquí sin duda aburridos nos lo agradecerán, las dejamos para otra ocasión.