viernes, junio 28, 2013

VIDA INTERIOR/120: APARIENCIA, REALIDAD Y BOMBONES.

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser  feliz.

Hay cosas que parecen poco pero son mucho. 
Dar solo una hora semanal de clase de Ética sin duda es poco. El gobierno del PP de Madrid se encarga de ello. Solo hay una hora de Ética el mismo curso que hay dos de religión.
Dar una hora de clase, en definitiva, es poco.
Que a uno que da una hora de clase a la semana, y encima Ética, le regalen dos alumnas unos bombones parece también poco. 
Pero la Filosofía empezó con algo fundamental: la distinción apariencia/realidad.

Los bombones están ahí, al lado de Kant, a la espera de ser devorados. Kant decía que lo importante no era ser feliz, sino ser digno de serlo. Pero eso son cosas que se enseñan en Ética, solo una vez a la semana. Que nadie se preocupe.

Mientras tanto, otra vez gracias.





lunes, junio 24, 2013

UNA PEQUEÑA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA/2: QUÉ ES (más o menos) FILOSOFÍA.

Pero, ¿qué es Filosofía? Si vamos a iniciar una historia de la Filosofía tal vez sería bueno comenzar fijando de qué va a ir esto por si acaso alguien quiere ya dejar de leer -iluso, como si alguien hubiera empezado a hacerlo-. 

La Filosofía es algo. Esto parece una perogrullada pero es importante que se entienda desde el principio. Detrás de la idea que señala la Filosofía como inefable, algo que no se puede definir, seguramente solo haya un problema de  escaso léxico -aunque en realidad se esconda la derrota de la razón-. Por supuesto, eso va por descontado, cuando uno da una definición general siempre habrá alguien que matice alguna cosa, y seguramente con sentido. Pero en bueno señalar que la Filosofía es una disciplina concreta y que no todo es Filosofía:  por ejemplo, los libros de autoayuda no lo son; por ejemplo, la poesía tampoco.

Definimos Filosofía como buscar racionalmente una explicación última a los temas fundamentales sobre la totalidad. No hemos dicho, parece, mucho -aunque ha sonado profundo, eso sí-. Sin embargo, hemos dicho bastante. Analicemos.

Primero observamos que la filosofía es buscar. Podíamos haber puesto encontrar pero hemos preferido el verbo buscar. Y lo preferimos por algo. La Filosofía busca porque hasta cuando encuentra una respuesta se la cuestiona permanentemente. En eso, Filosofía y Ciencia se parecen. Existe historia de Filosofía porque hay búsqueda y no solo una respuesta. Pero, aviso al sector ñoño, hay búsqueda porque se espera que haya respuesta. Es decir, no se hace filosofía solo al preguntarse sino que necesariamente tiene que haber una respuesta para que dicha labor pueda ser calificada como filosofía. Incluso el escepticismo radical, aquel que defiende que nada se puede conocer, es una respuesta a qué puedo conocer y por qué.

Pero la religión, por ejemplo, también se pregunta y se responde -yo mismo fui campeón de catecismo llevado por un anhelo de espiritualidad que el tiempo colmó con la siesta- y sin embargo no es Filosofía. ¿Por qué? Volvamos a la definición. En ella se señala que es buscar y se añade racionalmente. No solo buscar sino algo  más que es buscarlo de forma determinada: racionalmente. ¿Qué significa esto? Que cuando se hace Filosofía no se busca de cualquier manera sino de una determinada: de forma racional. Racional significa, aquí y basicamente por ahora, de forma argumentada. Es decir, dando razones de las ideas. Incluso filosofos que presumen de irracionales necesitan explicarse racionalmente. La religión se basa en un discurso de la fe, la Filosofía no puede.

Ya sabemos, por tanto, que la Filosofía se pregunta y que busca racionalmente su respuesta. Pero entonces ¿cuál es la diferencia con la Ciencia? Porque sin duda la Ciencia es una búsqueda racional. ¿Son Filosofía y Ciencia lo mismo?

Volvamos a la definición. Nos queda una segunda partes: una explicación última a los temas fundamentales sobre la totalidad.

Explicación última se refiere a que busca la cadena absoluta de respuestas. Y también por ello hace todas las preguntas posibles. Pongamos un ejemplo. Yo puedo averiguar la ley de la gravedad. Ahora me pregunto por qúe las masas se atraen.  Ahora, por qué el universo se curva. Parecen todas preguntas científicas -no en vano, la Ciencia es hija de la Filosofía- pero llegará un momento en que la cadena de preguntas escape al dominio científico. Y, sin embargo, seguiré teniendo preguntas: por qué hay orden en lugar de caos o por qué la naturaleza se puede explicar con matemáticas o si la explicación científica comprende la realidad en sí misma o nuestra percepción de la realidad o…

La Ciencia se plantea preguntas y busca resolverlas de forma racional. Sin embargo, tiene un límite que ella misma se fija. Surge así algo nuevo para nuestro tema. Y es aquí donde se separan la Filosofía y la Ciencia. La Ciencia delimita su objeto estudio en un doble sentido. Primero lo hace determinando la realidad, al señalar que -excluyendo matemáticas y lógica- solo se ocupará de lo empírico, o sea, de aquello que es perceptible por los sentidos (o que lo sería por máquinas que amplíen estos sentidos). Y esto es importante: la Ciencia no es que diga que lo no empírico no exista o diga que efectivamente existe, como sí se planteara siempre la Filosofía, sino que autolimitará su campo de estudio sin entrar en más consideraciones. Segundo, su método se reduce a las matemáticas y, por tanto, a aquello que a su vez pueda explicarse desde las matemáticas. El sueño científico de encontrar una sola fórmula matemática que explique todo el universo es un sueño maravilloso. Pero se sostiene sobre un principio de reducción que a su vez se da por supuesto. La Filosofía va más alla que la Ciencia.

Efectivamente, la Filosofía se pregunta sobre todo, empírico o no.  La Filosofía busca ir más allá de lo empírico incluso cuando niega su existencia. La Ciencia no trata de si existe Dios o no, el ateísmo -que es filosofía y  de la buena- sí. La ciencia no busca conocer si el alma es inmortal o no. La Escolástica -que es filosofía y de la buena-, sí. Así, la Filosofía es radical en relacion a cualquier otro conocimiento.  Radical quiere decir que siendo una disciplina determinada busca sin embargo conocerlo todo, el conocimiento total sin autolimitación alguna. Busca el fundamento último de todo, aquello que contestado ya no dará pie a  más preguntas: los fundamentos de la realidad. La Filosofía exige el conocimiento racional absoluto que implica tanto saber si se puede o no se puede llegar a la Verdad: por eso Nietzsche y Descartes son, ambos, filósofos.  Y qué filósofos.

La Filosofía en su deseo de este conocimiento absoluto -para afirmarlo o negarlo- es el mayor pecado de soberbia para la ñoña espiritualidad, pero en realidad no es sino el cumplimiento de lo humano. No de lo humano en su sentido prístino sino de lo que la propia Filosofía ha llegado a exigir de lo humano: ser sujetos racionales, críticos y autónomos. Y ese cumplimiento de una forma determinada de ser humano se desarrolla en la historia de la Filosofía.

No todo es Filosofía, pero la Filosofía tampoco es nada. La Filosofía es algo muy concreto que empezó en Grecia hacia el siglo VI antes de Cristo y esta pequeña historia es su narración. Pero incluso antes de ponernos a contarla como historia es conveniente conocer qué trata ya en concreto esta disciplina a la que no en vano, y tal vez de forma accidental pero con resultado maravilloso, se ha llamado Filosofía.

Pero, tranquilos, eso otro día.  


viernes, junio 21, 2013

VIDA INTERIOR/119: ¡¡¡DÍA DE LOS PASTELITOS!!!

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser  feliz.

¡De nuevo, de nuevo!
Como cada año, gran día de los pastelitos con mis alumnos de 1º de bachillerato. La emoción nos embargaba. Preocupémonos todos de que a partir de ahora quien nos embargue no sea el banco.
Además, me han regalado mi -sin duda fidedigno- retrato.



Pero, sobre todo, gracias.


jueves, junio 20, 2013

VIDA INTERIOR/ 118: ENSEGUIDA VUELVO

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser  feliz.

Soy un tío comprometido con la sociedad.
Ustedes me echaban de menos.
Lo sé, soy como tantos y tantos individuos que cada día hacemos la lucha contra el capitalismo. 
Y se lo contamos por internet, por la tele,  por los periódicos o, los más rebeldes, quemando contenedores.
Sí, sin duda soy un tío comprometido.

Pero he estado corrigendo los exámenes de los 190 alumnos que me quedan (ya excluyo a los 125 de segundo de bachillerato, ya hicieron selectividad).
Y es que gano casi 2000 euros así. Y claro, no puedo compaginar mi trabajo, la lucha revolucionaria y la siesta.
Pero ya casi está.
Enseguida vuelvo.

Tiembla el sistema capitalista.


miércoles, junio 12, 2013

MIS ALUMNOS ME CRITICAN (yo soy el pesado, ellos son nuevos)

Otra vez, entre gritos de júbilo y satisfacción -nota: ¿alguien pronuncia satisfacción tal cual? ¿No decimos todos sadisfacción?- mi alumnos me vuelven a criticar. Ahí, en La lechuza de minerva, donde pone a la izquierda blogs- pueden leerlo.


viernes, junio 07, 2013

VIDA INTERIOR/ 117: ESTHER WILLIAMS Y YO.

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser  feliz.

Yo en selectividad como especialista (¡especialista!) de Filosofía (o algo así creo que era).
Y me entero que ha muerto Esther Williams.
Y yo pienso, ¡pobre!
Y ustedes piensan, ¿quién era?

Me estoy haciendo viejo.


Escuela de sirenas (1944)  Dir: George Sidney.

lunes, junio 03, 2013

¡¡QUE SE JODAN!! (un programa de gobierno)

La derecha siempre se ha presentado a sí misma como mejor gestora que la izquierda: era su, aparente, valor electoral máximo. Este lema publicitario le ha permitido ir ganando poco a poco el voto de la clase media pues esta veía ya consolidada su condición social a través de los servicios públicos que le permitían ascender socialmente y por los que, creyendo en su eternidad, pretendía ahora pagar menos impuestos. Así, la corriente política que llevara adelante este proyecto -mantener un nivel de servicio social suficiente para hacer posible que la clase media medrara y al tiempo bajar los impuestos para lograr su beneficio particular- se convertía en su principal opción política. La propia conquista política de la izquierda, el estado del bienestar, era ahora la clave para que el voto acabará en la derecha una vez las necesidades de esa misma clase media ya estaban, aparentemente, cubiertas.

Yo soy de clase media –me avergüenzo de ello porque soy un tío de izquierda radical: querría ser de clase muy alta como la luna ¡ay!, ¡ay!- y viajo en metro –me avergüenzo de ello porque soy un tío de izquierda radical: me gustaría viajar con chófer privado porque es mi sueño, como la luna ¡ay!, ¡ay!-. El metro de Madrid, justo es reconocerlo, funcionaba muy bien: tiempo pasado. Era un metro moderno, relativamente cómodo y con una muy buena frecuencia de paso: otra vez pasado. Además, su precio, sin ser barato, no era excesivo: ya la melancolía me asalta. Así, ese metro, obra básicamente del PP, era el ejemplo que la propia derecha ponía de su política social.

Sin embargo, ahora ocurre algo curioso que se puede tomar como paradigma de la nueva situación: el metro de Madrid es malo en su servicio y carísimo. Esto sí es presente.

El metro de Madrid ha sido recortado, como la sanidad o la educación, y el metro de Madrid, como todo el servicio de transporte, ha subido escandalosamente su precio. Es decir, se empeora el servicio y a la vez se paga más. La frecuencia de los trenes ha subido, tardan más en llegar, y con ello, pues el principal factor de competencia del metro es su rapidez, se ha empeorado radicalmente. Además, al bajar la frecuencia, es decir: menos trenes por hora, sube el nivel de ocupación por cada vagón y con esto la incomodidad, dándose una curiosa paradoja: se sube el precio  y a cambio se da peor servicio que cuando era más barato. La gestión de la derecha como desastre.

De esta manera,  ningún usuario del transporte público se ha visto beneficiado con el gobierno actual de la derecha. Es más, todos ellos, sin excepción, han sido perjudicados incluida, fundamentalmente, la clase media. Pero, esto mismo pasa en sanidad o en educación o en pensiones o en prestaciones sociales: se pagan más impuesto que nunca y se recibe el peor servicio. ¡¡Que se jodan!! ha pasado de ser el grito estentóreo de una hija de papá histérica a programa de gobierno.

Pero, ¿por qué la derecha ha cambiado su política social? Porque, efectivamente, aquí ha habido un cambio radical en los intereses políticos de la propia derecha. Hasta no hace poco el metro de Madrid era la joya de la comunidad, el ejemplo de la gestión derechas: el mejor metro, decían, del mundo. ¿Por qué dejar ahora que se hunda? ¿Acaso no son conscientes de que actuando así van a perder sin duda las siguientes elecciones?

Resulta extraordinariamente erróneo pretender analizar los hechos sociales como realidades particulares sin conexión con el conjunto. Esto nos lleva a una especie de solipsismo –yo tampoco he sabido nunca lo que es, pero ha quedado bien- en que estos hechos aparecen como aislados y producto exclusivo de la pura voluntad individual. Nosotros creemos, frente a lo anterior, que un hecho social debe ser explicado desde esa misma sociedad como un todo. Pero sin pasarse, porque efectivamente si resulta equivocado lo anetrior resulta ridículo reducirlo todo al sistema capitalista: el fallo es el sistema no se puede convertir en un mantra. El análisis debe ser  mas fino si quiere ser verdadero.

Analicemos. El proyecto de precarización tiene que ver con todo esto: una realidad solo se entiende en conjunto. Aunque hayamos hablado mucho aquí de él -tampoco se nos ocurren muchas más ideas-, no está de más resumirlo. La tesis fundamental de este proyecto es la conversión de Europa, especialmente la del sur y el este, en una realidad socioeconómica como China, aprovechando el tirón del consumo de los países emergentes. Y esto implica  algo novedoso en política y por lo que a la derecha social, aunque como veremos no al PP, le da ya igual ganar las elecciones.

A raíz del pacto del euro, inicio político de la precarizacion europea, los partidos políticos de derechas ya no necesitan ganar elecciones para gobernar -aunque sí para seguir colocando a su gente-. Efectivamente, el gobierno de políticas de derechas viene dado a priori desde Bruselas. Así, da igual perder o ganar las elecciones siguientes, excepto para mantener cargos de poco trabajo y jugoso sueldo en lo público que tanto se critica -y por eso el PP toca educación o sanidad, donde ellos no pueden medrar, pero mantiene todo un elenco de puestos nombrados a dedo en las  empresas públicas, las administraciones o las diputaciones-. Por todo esto, la política adquiere una nueva realidad.

La macropolítica ya no interesa porque la soberanía nacional ha sido cedida, ilegítimamente, a Bruselas. Por tanto,  la política de derechas se hará aunque sus partidos políticos pierdan las elecciones nacionales. Ganar las elecciones, como consecuencia, ya no es una prioridad para la oligarquía social sino un hecho accesorio. La política económica, que es la clave de cualquier política, está prefijada para cumplir el interés de esa misma  oligarquía social, que no es otra cosa que el proceso de precarización. La oligarquía cree, razonablemente, que su destino triunfante está escrito y que ya no solo en España, sino en Europa también, vuelve a amanecer.

Sin embargo, para un partido político como el PP, entendido como institución determinada, es decir: como sujeto social, sigue siendo necesario ganar las elecciones por el interés concreto de sus integrantes que, por supuesto, viven mejor por ejemplo de diputados o senadores -trabajo arduo donde los haya- que de trabajadores a los que se les podría aplicar su propia reforma laboral -en clave política pepera, no se joden-. Por eso, la micropolítíca sigue siendo importante y por eso el PP hace ridículos guiños al electorado y promete todo para el año de advenimiento del 2015: año electoral. Y mientras llega fecha tan señalada el gobierno funciona como si fuera un protectorado, asumiendo la hermosa metáfora de Rajoy, de la Unión Europea.

Por esto, el metro de Madrid se hunde y por esto se le puede dejar que se hunda. Imagino que el de Barcelona, también. Y el de cualquier otra ciudad española. Como se hunde la educación pública, es decir: universal, o la sanidad pública, es decir universal. Permitir su hundimiento ya no tiene precio social pues la política responsable de ello seguirá mientras se mantenga la situación en Bruselas: es irrelevante lo nacional. La soberanía ha pasado del pueblo a las coles: cero absoluto para la democracia.

Pero eso no quiere decir que todo esto no tenga remedio. Repetimos -ya saben que tenemos pocas ideas-: todo el proceso es reversible pues no responde a una necesidad del sistema capitalista, en cuyo caso habría que cambiar el propio sistema, sino a un interés de la oligarquía europea. Pero solo es reversible desde un pensamiento de izquierdas que se plantee como auténticamente supranacional. Si Bruselas es el problema Bruselas se convierte en la solución. Esto no se refiere a que la izquierda proclame la ñoña solidaridad entre los países del continente o resucite lemas paletos como la Europa de los pueblos. Todo eso no es más que política decimonónica en el siglo veintiuno y por eso es falsa. La solución debe ser algo más radical: política de izquierdas para el siglo veintiuno.

La realidad marca la política. La realidad actual es la de una economía mundial. Hay que asumir esa economía mundial para derrotar el interés de rapiña de la oligarquía. Por ello, la izquierda tiene que dejarse de tonterías y construir una opción real de, al menos, reforma y que tenga en cuenta está economía internacionalizada. Los pueblos nacionales están en el basurero de historia, al lado del folclore y en el mismo estante que la religión: lo paleto no salva.

No seremos nosotros los que lloremos la inutilidad del sentimiento paleto. Y menos cuando ese sentimiento le hace el juego al interés de la oligarquía al dividir el mercado de mercancías. Efectivamente, en el Capitalismo la realidad social no es sino un mercado y el tamaño del mismo es clave para desarrollar el proceso de precarización. Un mercado pequeño es fácil de dejar a un lado pues se convierte en prescindible frente al auge de solo el veinte por ciento de la población de los países emergentes o los BRIC. El nacionalismo juega así a favor de la precariedad al atomizar la fuerza que el mercado interior de consumo pueda tener contra esa misma precarización. Va en contra de la creación de un mercado interior tan numeroso que resulte irremplazable. Y esto es clave para esta lucha. Es momento, en realidad lo fue hace mucho por motivos intelectuales pero ahora también políticos, de quitarse la boina calada hasta las cejas y abandonar el terruño.

Las condicines reales marcan la política. Y la única  forma de parar este proceso de precarización es convertir al continente europeo en un país único donde Bruselas sea un gobierno elegido por la soberanía popular. Ese es el auténtico proyecto político inmediato –sí, inmediato- para la izquierda. Mientras tanto, sin embargo, una monja y un economista hacen un manifiesto por la Cataluña independiente y la autoproclamada izquierda lo difunde orgullosa por internet al tiempo que IU asume el derecho a decidir de eso que se llama pueblo catalán. Y por encima de ellos, como suprema figura de esa izquierda  radical, el personaje paleto  interpretado por el gran actor Paco Martínez Soria, guíña un ojo a la oligarquía mientras se recoloca la boina, o la barretina. Pero eso sí, con gesto rebelde.


sábado, junio 01, 2013

VIDA INTERIOR/116: SIEMPRE REBELDE

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser  feliz.

Tras mi exitosa campaña: ¡Mourinho vete ya!, empieza mi nueva campaña: ¡Rajoy dimisión! 
El sistema tiembla. 
Qué rebelde soy, pero qué rebelde.