domingo, julio 09, 2006

EL PARAÍSO PERDIDO







Ellos volvieron
su mirada hacia el Este del Paraíso
y contemplaron la que había sido su morada feliz,
bajo la onda de la llameante espada
y la puerta cubierta de terribles
semblantes y de centelleantes armas.
Derramaron, como era natural,
unas lágrimas que pronto se secaron;
el mundo se extendía frente a ellos
para escoger su mansión de reposo
mientras la Providencia era su guía.
Cogidos de la mano y con paso
incierto y tardo, a través del Edén,
emprenden su solitario camino.

Jonh Milton, El Paraíso Perdido, final.
(traducción de Esteban Pujals)

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