1.- Al tratar ciertos temas, uno debe retratarse primero para no hacer trampas. Yo estoy en contra del aborto libre. Por tal, entiendo aquel que se puede realizar sin ningún tipo de restricción. El motivo de tal postura está en la idea de la humanidad del feto. No tanto, como se explica aquí exhaustivamente, de que el feto sea ya un ser humano sino en que podría serlo.
Por tanto, podría pensar alguien, debería estar a favor de la reforma que el gobierno de derechas, ya saben ustedes que la derecha siempre es real y nunca solo autoproclamada, va a hacer del aborto eliminando los supuestos de violación y malformación del feto. Bien, me parece vergonzosa. Pero no solo vergonzosa, que es un término impreciso y vago, sino moralmente repugnante. Estoy a favor del derecho al aborto en esos supuestos y, añadiendo por supuesto, el de peligro para la madre. Pero como parece que el debate lanzado por el otrora interesante político y ahora solo fiel ministro de derechas Gallardón se refiere fundamentalmente al aborto por malformación del feto, nos vamos a centrar en ello.
2.- ¿No es tan humano un niño con malformaciones graves como un señor sano y robusto? Sí, son tan humanos los dos. Y por eso, y es por su humanidad, soy partidario de que se pueda abortar al primero. De hecho, soy partidario de que no nazca. Y precisamente todo lo que sigue a continuación es defender esta idea.
3.- Hay distintas maneras de defender algo. Nosotros aquí vamos a analizar primero por qué desde una óptica cristiana, pues en este caso de eso se trata, se está en contra del aborto por malformación grave del feto. Con ello, por supuesto, no queremos decir que para estar en contra del aborto haya que ser cristiano, nosotros estamos en contra del aborto libre y andamos escasos de fe, pero sí que los argumentos otorgados por el ministro y sus secuaces tienen el trasfondo de la concepción cristiana de la existencia individual. Y eso es lo que, primero, queremos explicar para, segundo, rebatir.
4.- Y, por supuesto, pretendemos huir de los ridículos argumentos que repiten nosotras parimos nosotras decidimos. Pero, esa crítica ya está en el artículo anteriormente citado.
5.- El cristianismo es sin duda la religión con mayor desarrollo intelectual de la historia. Tanto fue así que el ateísmo es su coherente desarrollo filosófico. Y dentro de ese proceso racional que existió en el cristianismo, y que debemos agradecer, surgió una dificultad extraordinaria: el problema del sufrimiento humano y de la existencia del mal. Efectivamente, y esto fue un problema para los cristianos, si Dios era bueno, era amor según el evangelio, ¿cómo podía permitir el sufrimiento humano tan evidente? Surgió así un problema filosófico de primer orden al que la tradición denominó el problema del mal.
6.- ¡Ya empezamos con chorradas filosóficas!, clama alguien. Pero, ¿no era esto sobre el aborto?, pregunta disgustado el otro. A veces, casi siempre, limitar los problemas incluye su falsificación: aquí no se reparten lemas. Siempre hemos pretendido ser radicales: por eso, tratamos los problemas desde su raíz. Y también por eso llevamos corbata, pero eso es otra historia.
7.- La explicación y resolución del problema del mal, y con él del problema del sufrimiento humano, es fundamental. Dependiendo de cómo se haga, uno podrá defender, como nosotros haremos, la eutanasia y el aborto por malformación o uno no defenderá, como hace la iglesia, ninguna de las dos cosas. Así, un problema filosófico tiene, otra vez, consecuencias prácticas.
8.- El problema del mal consiste, como todo el mundo sabe, en lo siguiente: Dios es el creador de todo, incluso en la actualidad para el cristianismo lo sigue siendo como diseñador se oculte o no, y por tanto si existe el mal como realidad, y no como mera apariencia, Dios ha creado el mal. Pero, si creó el mal sería malo. Pero, Dios es bueno.
Se ve, demasiados peros. Y este problema no lo inventaron los malvados ateos sino los cristianos –de ahí, su grandeza intelectual, valga el sincero piropo-. Y lo resolvieron de una forma muy inteligente y muy falsa: el sufrimiento, el mal, realmente no existe.
Efectivamente, la resolución para el problema del mal por parte del cristianismo tuvo dos respuestas: en la primera, metafísica, el mal no existía sino que era una ausencia de bien. Dios había creado todo bueno y el mal no era sino esa imperfección que había en los objetos del mismo modo que la oscuridad solo es, y el ejemplo fundamental no era baladí, por la ausencia de luz. La segunda, que es la que nos importa para este tema, era que todo mal personal, y todo sufrimiento humano, se resolverían en el futuro con la generación de un bien mayor. Había un plan pergeñado por Dios en la historia del universo y todo tenía su explicación al final de los tiempos. Por ejemplo, el sufrimiento de un individuo siempre encontraría una satisfacción posterior para él individualmente, y la gran satisfacción personal final era el cielo, y para la humanidad en su conjunto, con el fin de los tiempos. Lo que ocurría es que la mente humana era imperfecta y se le escapaba esta visión igual que el niño no quiere sufrir el pinchazo momentáneo de la vacuna porque no comprende que eso le garantiza la inmunidad ante la enfermedad -bueno, y ahora también algunos padres analfabetos-. Así, el cristianismo solucionó el problema.
9.- Pero, ¿cuáles eran las consecuencias de esta resolución? Dos fundamentales.
Primera, el escaso valor de la vida humana individual y concreta. Efectivamente, la vida terrenal resultaba desvalorizada de acuerdo al plan divino y la compensación celestial. Y con ello, el sufrimiento perdía importancia. Así, igual que la letanía de Job, la vida humana concreta carecía de
valor y con ella sufrir o no -por supuesto, también porque el sufrimiento, en el curioso plan divino, estaba socialmente poco repartido-. La vida terrenal era superflua y con ella todo su dolor.
La segunda consecuencia era la heteronomía absoluta. Efectivamente, la explicación del sentido de la vida de uno mismo no estaba en él sino en la divinidad. De hecho, y esto es esencial al cristianismo, nunca la salvación podía venir por uno mismo sino por la redención de Jesucristo. Los seres humanos eran criaturas de Dios en todos los sentidos y para todo.
Así, desvelando, la iglesia defiende la prohibición del aborto por malformación del feto no por defensa de la vida sino por desprecio a la vida individual y concreta: el sufrimiento tangible y real de la criatura en cuestión y de sus padres no es importante ante la magnificencia del plan divino. Abortar al que sufre es fastidiar el espectáculo: el payaso tonto no tiene derecho a pedirle al clown que no le abofetee.
10.- ¿Y por qué a favor? Precisamente por humanidad. Si el sentido de la vida personal solo puede resolverse individualmente –lo que no quiere decir que el sentido de la vida sea subjetivo absolutamente- entonces un niño que vaya a nacer con una malformación grave –y por supuesto estamos hablando de malformaciones graves y no de cualquier cosa- nace condenado a no resolverlo. Y así, su sufrimiento es absurdo como el sufrimiento de sus padres porque es innecesario: su vida carece de sentido a priori, antes de vivirla pues nunca podrá resolverla como tal vida humana. Efectivamente, el sufrimiento innecesario es aquel que no conduce a nada y la civilización consiste, también, en eliminarlo. Hacer nacer a un niño cuya vida está condenada inútilmente al sufrimiento es un acto de crueldad. Por humanidad, porque un ser racional no debe ser un objeto que viva para otro o que forme parte solo del plan de otro, debemos evitar su dolor: se llama dignidad humana.
y 11.- El aborto es un problema moral fundamental. Por eso su respuesta no puede ser el lema.
5 comentarios:
Esta vez me ha sorprendido, profesor. Creo que este artículo complementa muy bien el que escribió hace tiempo sobre el asunto. Creo que da una visión más rica, con más matices, al extender aquél. De la humanidad que allí defendía se desarrolla aquí la dignidad humana y la posibilidad de realizarse humanamente.
Creo que hace bien en advertir que por malformación grave no se entendería cualquier cosa. Las prácticas de mal entendida eugenesia llevadas a cabo en el pasado con directrices racistas o, incluso, genocidas (p.ej. en el III Reich), bien se merecen un estrecho marcaje.
El ministro Gallardón creo que está realizando una importante labor estratégica (y sin escrúpulos) en beneficio de su carrera personal: está en una cartera donde no se está quemando ante la opinión pública por asuntos económicos (a diferencia de muchos de sus compañeros de gobierno) y, desde la cual, está pudiendo aprovechar para mejorar su imagen entre esos simpatizantes de su partido a quienes hasta ahora él les parecía tibio o poco conservador.
Lo de la corbata (yo también la uso) y la radicalidad me ha intrigado, por cierto.
Saludos,
Como la libertad y la justicia la razón es otra impostura más de su “autodenominada izquierda”
Otro producto falsificado más, que venden sus manteros ideólogos.
Pero muy rentable. Cuando antes de Pajín se hacían públicos los datos (luego se ocultaron), en la clínicas abortistas se hacían 120.000 abortos a 300€ la pieza nos da un total de 36.000.000€ al año.
La “Ley de Plazos”, podría tener un fundamento científico en la Edad Media y justificaría que una ministra socialista limitada intelectualmente diga que el feto “no es un ser humano, es un ser vivo”. Seguro que ni siquiera lo diría pensando en Aristóteles.
Milagrosamente, hemos llegado al siglo 21 y, aunque esa señora no se lo crea, se invento el microscopio.
¿En que momento pensaría esa señora que un ser vivo se convierte en ser humano? Mejor dicho ¿pensaba algo esa señora?
Ud. en este caso tampoco está a la altura de el buen filósofo materialista que es. Se ha dejado llevar por el folclore calimochero y su fobía al catolicismo.
Dice Ud. : “De hecho, soy partidario de que no nazca.”
¿Cuándo nace, Don Enrique? ¿Cuando le late por primera vez el corazón? ¿ Cuando sale del coño o de la panza? ¿Cuando se le inscriben en el registro? ¿O, como decía Aberroes, cuando dice papá y mamá?
Lo mismo con “la felicidad”. Desde hace mucho, la ciencia ya sabe que la felicidad es un sistema limbico bien cargadito de endorfinas. Si usted tiene una necesidad urgente de felicidad, se va a la Glorieta de Embajadores de donde salen unas kundas que por 3€ le llevan a la Cañada Real, y por 20€ más se compra una dosis de felicidad. Así no tendría que ir rematando a nadie para que no sea infeliz.
¿Ha visto Ud. a algún afectado por el Síndrome de Down infeliz? Quizá no luzcan una camiseta del Che tan bien como Bose, no sepan mantener una conversación sobre el Zen en el tiro con arco y no combinen bien con las cortinas y el diseño interiorista de las casas de los progres de Rivas. Pero son felices.
El pretexto de la felicidad no sirve en este caso, pero a lo mejor le sirven otros muy de izquierda como “que son costosos” o “que quitan tiempo libre”.
Obvia Ud. La verdadera razón y el motivo de la modificación de la Ley de Plazos.
Y falsea o inventa Ud. los motivos por los que la Iglesia Católica condena el aborto.
Su error en este caso y que no cometió en su anterior comentario sobre el tema, lo confirma Ud. en el apartado 11, “El aborto es un problema moral”. No es un problema moral, Don Enrique, es un problema ético.
¿Es una vida humana o no es una vida humana?
Si no lo es, ni la Iglesia ni nadíe tendría nada que decir. El Cristianismo (como heredero del judaismo) prioriza la “vida humana” por encima de todo, incluido lo ritual y lo sagrado para ellos.
Si lo es, como los nazis y los comunistas, estaría Ud. justificando el exterminio de especímenes no aptos para su profético “Hombre Nuevo”.
Mientras tanto, deje que las monjitas sin problemas estético y con mucha ética cuiden y quieran a sus desechos sociales.
Esta vez no ha estado Ud. a la altura de si mismo en “ALGO SOBRE EL ABORTO”
Un Oyente de Federico
D. SrM: estoy de acuerdo en que este artículo era necesario para que no se malinterpretera el primero con la nueva polémica.
D. Oyente: no escriba bajo altas temperaturas que se me indigna y me recuerda a D. Ricardo Royo. A ver, lo que se defiende en el artículo no es la ley de plazos, de hecho como señalo estoy contra el aborto libre, sino en concreto abortar por malformación grave del feto. Se señala, además, que el feto es un ser humano y la argumentación explica que popr eso se le debe dejar de hacer sufrir, por tanto la polémica sobre cuándo se es persona es ajena a m,i argumentación.
Lo delhombre nuevo y el nazismo creo que sobra. No es eugenesia lo que se defiende sino compasión, loque es diferencia. De hecho, el artículo es una comparación entre la compasión atea y la religiosa.
Por último, lo de que el cristianismo, o el judaismoaún menos, priorizan la vida humanaya lo discutimos en otro rato.
Que mi comentario le recuerde a Don Ricardo, es un halago (inmerecido por supuesto),. Los textos de Don Ricardo, son precisos, bien redactados y honestos. Le falta, quizá, la fina ironía, además de tras cosas, que tienen los suyos. Pero ya quisiera yo…
Releyéndome si detecto “indignación” en mi texto, pero acháquelo a la mala redacción, al intento de economizar palabras y al escribirlo discontinuamente en los momentos libres que me dejan mis obligaciones.
Y si, que alguna vez, a posteriori, me he dado cuenta que no le he contestado a Ud. si no a lo que los medios de comunicación dicen sobre el tema que Ud. comenta.
Un Oyente de Federico
Este comentario suyo es el de un moralista de izquierdas, cuando, lo pertinente en este caso, debería ser el planteamiento ético del filósofo.
Entre el ateo y el cristiano la única diferencia sobre la vida humana está en la concepción teleológica de esta por el cristiano, pero ambos se rigen por los mismos principios morales y éticos. Aquí el ateismo es judeo-cristiano.
Tampoco tiene en cuenta que “la dignidad” es intrínseca al ser humano. Se la podrán quitar (los totalitarismos “indignan”), pero no necesita que nadie se la de.
Al feto, la dignidad, le viene de serie, ya sean modelos económicos o de alta gama.
Ya me contará Ud. que malformación trae el feto consecuencia de una violación.
Yo, posiblemente, querría que mi hija abortara si se quedara embarazada tras ser violada. Pero también querría deshollar desentrañar y descuartizar lentamente al violador sin juicios ni leches.
Pero la mía no es la moral de la sociedad democrática que yo quiero para ella.
El estado democrático ha de ser mejor que yo.
Habla de “compasión”. Ud. en otro comentario lo explicaba, “compadecer es ponerse en el lugar del otro”
Dependería la vida de un ser humano, de la moral de quién se pusiera en su lugar.
Imagine que es un terrorista islámico el que compadece a ese feto con sindrome de Down y prefiere, por su bien, que nazca y utilizarlo como niño bomba (en Irak y en Gaza ha ocurrido. En Irak el niño reventó y el Gaza los soldados israelís le desctivaron y el niño sobrevivió) para que se gane el paraiso con derecho a las macizas uríes.
¿Donde ponemos la medida de “malformación grave”? mejor dicho ¿quien la pone? .
Hace años tenía amigos que estaban muy implicados con una asociacion de ayuda a minusválidos “Auxilia”. No se si existe todavía,.
Además de autistas y paralíticos cerebrales de buen aspecto físico ayudaban a chavales con anatomías extravagantemente retorcidas y con muy poca movilidad (en silla de ruedas la mayoría).
Una de ellos la tengo como vecina, se casó tuvo hijos y se divorció.
Un paralítico cerebral se partió de risa cuando le dije que si quería una caña, yo no entendía el porqué de aquella risa. Me explicó, entre risas de todos los que estábamos presentes, lo que supone un paralítico cerebral con un vaso lleno de cerveza en la mano. Aprendí, entoces, que los paralíticos cerebrales beben botellines.
¿Su infelicidad, sería causada por la percepción que sobre ellos tienen los demás? ¿o porque les ponen vasos en vez de botellines?
Gallardón modifica la ley de plazos, independientemente de planteamientos éticos o morales y de lo sinverguenza y repugnante que sea según su criterio, porque una comisíon europea de discapacitados lo propuso con objeto de eliminar toda discriminación por discapacidad.
Un Oyente de Federico
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