En
primer lugar, que la pregunta correcta no es si el Capitalismo puede ser o no
respetuoso con la naturaleza, entidad esta que explicábamos no existía como tal,
sino si era posible que el desarrollo capitalista continuara de forma
sostenible. Es decir, si era posible desarrollar el Capitalismo sin que hubiera
un colapso ecológico que, a su vez, impidiera el desarrollo del propio
Capitalismo.
En
segundo lugar, vimos que la clave de la respuesta a esta pregunta no estaba en
la conservación o no de un espacio ajeno al propio Capitalismo, una naturaleza
virgen o un jardín del Edén, sino si el
sistema podría llegar a convertir a aquello que hasta ahora solo era materia
prima para la explotación de recursos en algo diferente: mercancía. Y
concluíamos que si esto era posible entonces el Capitalismo podría realizar un
desarrollo sostenible al integrar a la naturaleza a su desarrollo.
Se
trata ahora de analizar esto y contestar afirmativa o negativamente.
¿Puede
ser que el Capitalismo transforme la naturaleza en mercancía? Analicemos –y va
a ser aburrido-.
Hasta
la aparición del Nuevo Capitalismo, el posterior a la Segunda Guerra Mundial, la
naturaleza formaba parte del sistema económico exclusivamente como materia
prima para la depredación. Esto quiere decir que la naturaleza solo se usaba
como materia informe sobre la cual se ejercitaba la fuerza de trabajo humana
explotada. Así, la naturaleza no era entendida como mercancía en sí misma sino
como, en analogía con el alfarero, el barro sobre el cual el trabajo humano
desarrollaba la ganancia económica al crear nuevos productos –incluyendo en
esto la agricultura y la ganadería- . Por ello, la naturaleza en cuanto tal era
una realidad de explotación en su faceta depredadora y la idea era esquilmarla
al máximo. Y si acaso no se producía esto, no era por un ideal de respeto
sublime hacia ella, como demuestra incluso la extinción de especies en
sociedades primitivas como ocurrió con el moa, sino por una limitación técnica de desarrollo
que pudiera llegar a una explotación absoluta.
Esto
sin embargo empieza a cambiar con la aparición del Capitalismo industrial
decimonónico. Por supuesto, la depredación absoluta de la naturaleza continúa e
incluso se acrecienta. Pero, efectivamente, con la industrialización surgen dos
fenómenos interesantes para nuestro análisis que van a implicar una nueva
visión de la naturaleza. Esos dos factores son la aparición de nuevos productos
sintéticos, que implican la independencia del proceso industrial de los límites
naturales y, a la vez, la cada vez mayor importancia que se concede a la
preservación de la naturaleza y que se ejemplifica en la creación, como ejemplo
paradigmático, de la primera especie protegida, el búfalo americano, y los
primeros parques naturales ambos en EEUU, paradigma del Capitalismo. Y así,
este proceso iniciado en el anterior Capitalismo será desarrollado ahora.
¿Qué
cambia con el Nuevo Capitalismo?
Como
ya hemos observado, los sistemas anteriores al Nuevo Capitalismo tenían una
idea de la naturaleza exclusivamente como material gratuito a explotar. Así, la
clave de todo era que la naturaleza ofrecía los recursos necesarios para lograr
hacer, a través de la explotación del trabajo humano fundamentalmente, algo con
valor. Esta idea de explotación por supuesto persiste en el Nuevo Capitalismo,
pero con un cambio fundamental basado en una serie de novedades.
El
primer factor es que el Nuevo Capitalismo ya no solo produce riqueza
exclusivamente a través de la fabricación de elementos materiales sino a través
de mercancías. Esto, implica que el desarrollo del Nuevo Capitalismo no va
unido necesariamente y de forma directamente proporcional para su expansión con
la obtención de recursos naturales. Por supuesto, sin embargo, el Nuevo
Capitalismo necesita seguir explotando la naturaleza para la obtención de
ciertos recursos, pero con diferencias importantes con respecto a cualquier
otro momento de la humanidad. La riqueza del Capitalismo ya no es
necesariamente la acumulación de bienes materiales.
El
segundo factor de diferencia es que la ya referida aparición de materiales
sintéticos se ha disparado. Ya no se trata de un sistema productivo que procese
los productos naturales y los transforme en algo nuevo teniendo como materia
prima ese algo natural, sino un sistema capaz de generar nuevos productos como
materia prima, nueva naturaleza, sobre los cuales procesa y transforma. Por
supuesto, este ideal ya estaba presente en la agricultura y ganadería, de hecho
esa es la esencia de la agricultura y la ganadería, pero el Nuevo Capitalismo lo
ha llevado a un punto sin retorno. Los materiales artificiales, en el sentido
de no producidos directamente por la naturaleza, están presentes en la vida
cotidiana ya no solo en la comida, como siempre ha sido desde el neolítico,
sino en cualquier actividad que se realice, desde el vestir hasta la higiene o
el transporte. El Capitalismo ha entrado en el séptimo día de la creación.
Así,
ya tenemos dos elementos en los cuales el nuevo sistema productivo se ha
independizado de lo natural. Por un lado, la mercancía, que es la célula de
todo el sistema, ya no es necesariamente un producto procesado a partir de la
naturaleza sino que puede ser incluso una abstracción objetiva como en el
capitalismo financiero. Segundo, la aparición de los materiales sintéticos, que
liberan al sistema industrial de su dependencia absoluta de lo natural como
materia prima, generan una segunda creación.
Pero
hasta aquí no ha habido transformación de la propia naturaleza en mercancía
sino liberación proporcional de esta de la expoliación. La transformación
radical solo se da esta cuando ya no se explota sobre los elementos de la
naturaleza determinados para usarlos como materia prima sino cuando es la misma
naturaleza como totalidad la que produce el beneficio económico al ser
convertida en mercancía. Y esto ya ha ocurrido en el nuevo
Capitalismo en tres elementos distintos: la industria del reciclaje, la
industria energética renovable y la conversión de la naturaleza en paisaje.
En
la industria del reciclaje la naturaleza es mercancía pues a través de ella y
su conservación se instaura el negocio. Y para comprenderlo lo mejor será
comparar el reciclaje actual con el anterior. El reciclaje anterior era un
reciclaje de ahorro en el consumo: su finalidad era individual y consistía en ahorrar.
Recuerdo, todavía, como al devolver el casco de cristal te pagaban o rallar el
pan que quedaba. Sin embargo, hoy en día el reciclaje se hace gratis por los
consumidores pero genera beneficio a las empresas. El consumo individual no
acababa en el sistema; el beneficio empresarial, sí. La preservación de la
naturaleza es un negocio: bienvenidos al Nuevo Capitalismo.
En
segundo lugar, están las empresas de energías renovables. Lo interesante de
estas es que su acción con la naturaleza como mercancía es doble. En primer
lugar, detrás de la idea general de estas energías está la idea de la
explotación de la naturaleza de una forma absolutamente novedosa. Mientras que
la explotación anterior implicaba a aquella como lo otro que se enfrentaba al
sistema productivo y era contrario a él, sin embargo, detrás de la idea de la
industria de la energía renovable lo que hay es la integración absoluta de la
naturaleza tal cual. La energía renovable no pretende extraer material de la
naturaleza y enfrentarse a ella con la depredación sino que la propia
naturaleza forme ya parte del sistema productivo en su ciclo biológico
respetado. Eso es así porque la clave de la industria de las energías renovables
no es la extracción de una materia prima para procesar sino el aprovechamiento
de la propia naturaleza tal cual y dejándola tal y como se encontró: el viento
entre los sauces. Las energías renovables es la conversión de lo natural en
mercancía.
Y
por último, pero no menos importante, está la conversión de la naturaleza en
paisaje a través de la industria del turismo. De nuevo surge aquí la superación
radical del concepto tradicional anterior al Nuevo Capitalismo, pasándose de
una concepción de la naturaleza como enemigo -el lobo feroz- a
la naturaleza como mascota. Efectivamente, la domesticación absoluta de la
naturaleza, incluso ya sin procesar sino precisamente porque no está procesada,
y su conversión en paisaje es el triunfo definitivo del Capitalismo sobre ella.
En todo sistema productivo anterior la naturaleza había sido un sujeto contrario a la
civilización y se presentaba como lo ajeno al propio desarrollo del sistema, lo
imposible de integrar. Sin embargo, con el Nuevo Capitalismo la naturaleza
pierde su condición de sujeto enfrentado y pasa a ser una parcialidad: un
parque temático.
Cuando
Robinson Crusoe, héroe fundador de la mentalidad capitalista –y, por ello
revolucionario y progresista en su época- llegó a su isla desierta sólo pudo
intentar explotar la naturaleza para su propia supervivencia. Luego, vino la
máquina de vapor, la industrialización y la mercancía.
La
isla desierta de Robinson hoy le ofrece su temporada turística.
2 comentarios:
Yo lo de que ese sistema “funcione” (desarrollo sostenible ligado al Capitalismo) sigo sin verlo muy claro.
Propone tres, llamemos, motores asociados a la naturaleza y que se incluirían en el modelo capitalista como mercancía, perdurable, y a la vez compatible con la “preservación” de la naturaleza (usaré naturaleza con el mismo significado que Ud. le atribuye), reciclaje, energías renovables y paisaje.
He puesto entre comillas “preservación” porque me ha llamado la atención la selección del término. No se si está elegido con intención, en lugar de “conservación”. Yo optaría por el segundo, pero claro, ya no creo que encaje al cien por cien en el esquema que presenta. Por conservación entiendo evitar cualquier alteración del medio, mientras que por preservación es más bien un “bueno, se hará lo que se pueda, pero si hay algún cambio pues tampoco para nada”.
Creo que este Nuevo Capitalismo, aunque haya sufrido un lavado de cara sigue con su alma depredadora (ha modificado su aspecto de monstruo terrible a muñeco de peluche, pero para “venderse” mejor, ¿qué puede ser más capitalista?) puesto que sigue queriendo extraer el máximo provecho de todo lo que sea posible…y el hecho de que lo haga convirtiendo la naturaleza en mercancía es la expresión clara de esa depredación.
Es lo mismo que Ud. dice, pero yo no lo veo como un cambio de “modelo” (no se si podría llegar a considerarse así al paso del Capitalismo al Nuevo Capitalismo), para mí es “solo” un cambio de imagen, es pasar de usar solo las materias primas (talar los árboles para usar la madera) a ir a ver los árboles (porque son bonitos o para respirar el aire).
...sigo
Entiendo la idea, la segunda opción parece que es perdurable en el tiempo (evitar la esquilmación) e integrada en el modelo capitalista, corriendo ambas parejas.
Pero, talar un bosque también se podría considerar sostenible, a fin de cuentas los árboles vuelven a crecer, ya se encargan de repoblar para que el negocio no acabe.
Así que el tema de la sostenibilidad en el tiempo no es suficiente. Y desde luego no subyace ninguna idea de “amor” o respeto al medio natural, así que en ese sentido no existe tampoco modificación con el sistema “antiguo”. Se mueve por el interés económico que lleva aparejado (es más rápido el rendimiento visitando el paisaje, que esperando que crezcan los árboles).
Pero más allá de este planteamiento (muy teórico para mí) lo que veo no es más una adaptación del modelo natural de los ecosistemas a un modelo económico:
Se parte de una cierta cantidad de energía inicial (flujo) que permite la transformación de las materias, en un ciclo que perdura en el tiempo.
Y aquí surgen los dos problemas. Por mucho que las materias sean sintéticas van a requerir de un producto inicial, que sí, va a entrar en un sistema cíclico, el reciclado, y aparentemente, al igual que en la naturaleza (ecosistemas), la cantidad de materiales va a ser estable.
Pero, los residuos que se forman, aun en el propio proceso de reciclaje no son al cien por cien reutilizables (ejemplo emisión de gases), ya estamos perdiendo materia que habrá que suplir…
Y por otro lado la energía, aunque se utilicen renovables, habrá siempre un tope máximo de “extracción” en cuanto a cantidad obtenida, y eso es lo que marca el límite del ciclo de la materia comentado antes.
La naturaleza ya tiene “inventado” esto, flujo de energía y ciclo de materia…y da lugar a como máximo unos 4 niveles tróficos…de ahí la pregunta ¿por qué son escasas las fieras, pero no los conejos?...
El caso es que, aunque los límites puedan permitir un aumento de la población, ésta no podrá mantener el crecimiento, y volvemos a Malthus…
Al margen por supuesto de que, creo que no puede haber algo más totalitario que el hecho de que todo lo existente en este planeta y fuera de él (el Sol) sean piezas de este sistema capitalista……todo acaba convertido en tornillos, y no con ánimo de mejorar la sociedad, no, es solo para que unos cuantos estén por encima del resto de esa sociedad.
No hay espacio para el respeto a la naturaleza (ahora incluyendo en ella al ser humano), y cuando no produzca beneficio, pues a por otra cosa. Este sistema productivo tampoco está independizado de la naturaleza, solo ha cambiado el nombre de como lo usa.
Y luego se junta el hambre con las ganas de comer, el Capitalismo necesita “colocar” sus mercancías…y los humanos tenemos un espíritu de búsqueda constante, muy bueno para algunas cosas, pero ha sido muy bien captado por este sistema y crea esa incesante ansiedad por el cambio, lo nuevo, el perfecto círculo vicioso que mantiene la rueda girando, y que obviamente no están dispuestos a abandonar…así que el Capitalismo requeriría de una incesante innovación para satisfacer las ansías del propio monstruo consumista que ha creado…el flujo de energía del que se parte llegaría a no ser suficiente….por tanto, no serían compatibles desarrollo sostenible y capitalismo.
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