Los profesores nos sentimos abandonados. De un lado,
por nuestra Administración, cuyo modelo es la privatización y la subordinación
de la enseñanza pública a la privada concertada. De otro lado, también por los
sindicatos. Y dentro de este abandono, debemos señalar concretamente a nuestro
sindicato, Comisiones Obreras, que ha desaparecido de la lucha cotidiana en los
centros.
Se aproxima el Congreso de la Federación de Enseñanza de Madrid, que en nuestra
opinión constituye una excelente oportunidad para intentar
cambiar esta dinámica. Consideramos que el problema de nuestro sindicato, lo
que le impide desarrollar efectivamente su labor de defensa de los
trabajadores, es un problema estructural. Hablamos de “problema estructural” porque no se trata únicamente de la presencia
de determinadas personas
en los cargos ejecutivos, sino
que la situación objetiva va mucho más allá. No son solo ni prioritariamente
nuevas caras lo que necesita nuestro sindicato, sino una nueva forma de
organización que le permita afrontar la situación laboral y social que estamos sufriendo. Por eso queremos
acentuar que no se trata solamente de cambiar a la Secretaria General por otra persona, aunque pueda resultar necesario, sino
que se trata de transformar la propia estructura, de abajo a arriba: desde el modelo
de liberación hasta la continuidad de los cargos
ejecutivos; y con ellos la forma de actuación,
que ha resultado fracasada ante la embestida
neoliberal.
En primer lugar, consideramos que el sindicato, como
tal organización, está absolutamente alejado de esa realidad laboral
a la que con voz hueca dice representar. Y lo está porque sus cuadros, desde
los delegados liberados hasta la Comisión Ejecutiva, se
constituyen como una realidad aislada de ese mismo ambiente laboral. El
contacto del propio sindicato con los profesores que están realmente en activo,
es decir, quienes estamos dando clase, se reduce a visitas esporádicas a los
centros para hacer asambleas semidesiertas en los recreos. Por ello,
consideramos que la primera
acción que debe tomar el sindicato, si aspira a ser , en efecto,
un sindicato de trabajadores, a recuperar
su fundamento laboral y de clase, pasa necesariamente por la organización tanto
de las liberaciones como de los puestos ejecutivos.
En cuanto a las liberaciones, se debería proceder
a la eliminación generalizada de aquellas otorgadas
a tiempo completo, excepto en
aquellos cargos muy concretos donde resulte absolutamente imprescindible, de
modo que se favorezcan y estructuren en base a liberaciones parciales en los
propios centros, para que el liberado se sitúe como figura de referencia (ahora
sí) “permanente” y conozca los problemas laborales
de primera mano, y no por referencias bibliográficas o por mensajes
de whatsapp. Se trata, por tanto, de acabar con la figura de los liberados
totales que llevan años alejados de la práctica docente y que por lo tanto
desconocen realmente la situación laboral por la que se está pasando en la actualidad.
En segundo lugar, hay que evitar por todos los medios
que el sindicato se convierta en una carrera profesional cuyo éxito radique en
entrar lo antes posible y salir ya jubilado y habiendo pisado, por tanto, el
menor tiempo posible el centro de trabajo. Tiene que existir, en consecuencia,
una limitación de mandatos estricta para los cargos ejecutivos que les haga
regresar al centro escolar para o bien disfrutar de todo lo ganado durante su
ejercicio o bien, sufrirlo. La única puerta giratoria digna y legítima es la
que nos hace regresar al aula.
Por otra parte, estamos convencidos de que el
sindicato debe concebirse como tal sindicato y no como un seguro de defensa
jurídica que se base únicamente en la Ley para su actuación. Por supuesto, el
sindicato deberá tener un fuerte elemento jurídico y los mejores abogados
posibles, pero la finalidad última del sindicato no puede reducirse a su
transformación en un seguro jurídico o en un sindicato de servicios (cuya
federación ya existe, por otra parte). El sindicato ha de responder
a un proyecto de futuro
y de mejora permanente de las relaciones laborales y no a la mera defensa del estatuto jurídico actual.
En este sentido, es decir, en el de la esencia de
nuestra federación desde un punto de vista no vicario, debemos destacar
un tema de especial importancia. El sindicato nunca debe ser la sucursal
de algún partido
político. Por supuesto, Comisiones Obreras debe considerarse a sí mismo
como un sindicato defensor y promotor de las ideas políticas de la izquierda,
pero no como un sindicato subsidiario de un determinado partido o vinculado a
su proyecto ideológico concreto. La independencia del sindicato en este caso
resulta primordial para, en primer lugar, poder actuar como tal sindicato, de
modo que mantenga también sus reivindicaciones cuando esos partidos que se
proclaman de izquierdas tengan poder. Además, debe ser también independiente
para poder presionar desde fuera a esos mismos partidos para que elaboren, con
su presencia en el poder legislativo, resoluciones y legislaciones favorables a
los intereses de los trabajadores.
Por último, siendo
nosotros del sector
de la enseñanza pública, queremos
añadir algo más. El sindicato
debe reconocer y apoyar
a nuestros compañeros de la enseñanza privada, que forman
con nosotros clase trabajadora. Los profesores de la enseñanza concertada
y privada son nuestros compañeros y apoyaremos sus reivindicaciones para
mejorar sus condiciones laborales. Pero ello nunca debe confundirse con
defender o callar ante el modelo de la enseñanza concertada, que como tal
sindicato de izquierdas y de clase trabajadora, debemos rechazar claramente.
Como sindicato defendemos y apoyamos a los trabajadores, no a su patronal.
Por todo lo expuesto y argumentado en este escrito,
consideramos primordial no tanto un cambio de personas concretas en los cargos
ejecutivos -que pudiera ser también imprescindible para realizar el proyecto
que proponemos- como fundamental y radicalmente un cambio en la estructura del
propio sindicato. El problema de nuestra federación no reside exclusivamente en las personas
concretas, sino en que su estructura y organización está actualmente pensada casi de forma
exclusiva para la defensa de la propia institución como tal y de los intereses
privados de sus miembros, y no para la defensa de la clase trabajadora. Por lo
tanto, no podemos sentirnos representados en ninguna
de las candidaturas, ya caducas
antes de nacer,
que pretenden gobernar
nuestro sindicato.
Así pues, desde nuestra militancia y desde nuestro
compromiso con las Comisiones Obreras publicamos este texto con la intención de advertir sobre los problemas
que hemos señalado
y que queremos solucionar para bien
de nuestro sindicato y para mantener de esta manera la lucha de la clase trabajadora.
En Madrid, a 9 de febrero de
2021
Israel Prados Benítez: Profesor de E. Secundaria y afiliado a CCOO
1 comentario:
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