miércoles, abril 01, 2009

BOLONIA Y EL PROBLEMA

Hay gente para la que le es sencillo decir sí o no a algo. Y cuanto más complicado es ese algo, más fácil es su consigna a favor o en contra. Los partidos políticos son expertos, como las empresas para vender sus productos, en hacer algo así: una sencilla lista de lemas. Sin sombra como las religiones. Y mítines como eucaristías.

Hay sin embargo otros que necesitamos explicarnos a nosotros mismos y al resto. Porque no es sí y no es no. Porque, tal vez, es una negación mayor. A partir de mañana, espero, intentaremos explicar nuestra posición sobre el denominado proceso de Bolonia, esto es: sobre la reforma universitaria. Y queremos huir, tal vez no lo consigamos, de fáciles pancartas. Porque Bolonia, como todo, no se puede analizar desde palabras fetiches ni rechazos de monjitas bienintencionadas sino desde un análisis de la realidad de una institución universitaria que nunca estuvo al servicio de la sociedad y que tampoco en Bolonia se busca que esté.
Pero eso luego.

Ahora sólo queda un final iluminado. Fue Marx el que señaló que había que ser radical. Y añadió: tomar las cosas desde su raíz. Y luego se encerró en la biblioteca del Museo Británico.
Para estudiar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo sólo aporto que el movimiento más interesante de los propios universitarios, asambleario, en estricto sentido, y participado también por bastantes profesores, reivindica fundamentalmente, es decir, en su funda(r)mento, que el proceso autodenominado "Bolonia" sea negociado con toda la comunidad educativa y no impuesto por una tecnocracia de políticos. Reivindicar que la acción sea el resultado de un logos compartido, pues en ningún sitio está el absoluto, ni siquiera en forma de verdad, se responde fundamentalmente, es decir, en su funda(r)mento, con la porra. Aquella que Mafalda decía que era el aparato para abollar ideologías. Mundo este. Proclamo.

El Sanfe