Hamlet es una obra imprescindible: por eso, tal vez, un alumno puede acabar la educación obligatoria sin conocerla. Shakespeare es, sin duda, el mayor escritor de todos los tiempos. Pero no solo por escribir bien sino por algo más: porque nos comprende. O tal vez, seamos nosotros quienes imitemos a sus personajes. Hay una escena en Hamlet imprescindible en una obra imprescindible. Hamlet contempla al rey pidiendo perdón por sus pecados en una ocasión única para matarlo. Sin embargo, el protagonista frena su ira pues comprende que asesinar ahora al hombre que mató a su padre sería un error: iría al cielo. Shakespeare nos enseñó a odiar con sentido.
¿Tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema?, se preguntó doña Patricia Flores Cerdán, viceconsejera de asistencia sanitaria de la Comunidad de Madrid y del gobierno Aguirre, hace más de una semana. Yo también estuve a punto de insultarla inmediatamente, pero la pregunta no es tan tonta. ¿Tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema? Pues es, en realidad, una buena pregunta.
La semana pasada explicaba en las clases de 4º de ESO la diferencia entra la moral como un hecho social y la ética como reflexión personal y filosófica. ¿La diferencia?, aunque todos la saben lo cuento, que me gusta. La diferencia estriba en que la moral, en el primer significado, es social y no precisa reflexión personal: la moral surge de inmediato y ese es su peligro. Sin embargo, la ética precisa de argumentación: hay que explicar y desarrollar el hecho de que creamos que algo está bien o mal.
¿Tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema? Analicemos despacio la frase.
En primer lugar la frase es falsa: el sistema no sale gratis. Todos y cada uno de los españoles, por impuestos directos o indirectos, pagamos religiosamente nuestro seguro sanitario. Porque la seguridad social no es una obra de caridad del estado, ni tan siquiera del gobierno Aguirre, sino un derecho ganado por el pago previo. Y mucho pago previo con el que, por cierto, estamos de acuerdo. No lo olviden, de cada cosa que compran, así tan simple, una parte va para financiar su sanidad: no se la regalan. Por tanto, muy pocos viven gratis del sistema. Tal vez, las monjas de clausura.
Pero, es cierto, no vivir gratis del sistema no implica, necesariamente, que uno se pague todos sus tratamientos. Depende, en la mayoría de las ocasiones, de la suerte. Por ahora, yo mismo creo ser muy rentable al sistema; tal vez luego, a largo plazo con suerte o a corto sin ella, no. Y entonces empiece sin duda, a vivir sin pagar del sistema: tendré tratamientos que no he pagado directamente. Es lo que podríamos denominar como riesgos de un seguro. Gratis, sin embargo, no es.
Pero hay, también, algo más. Porque lo que en realidad está preguntándose doña Patricia Flores Cerdán es otra cosa.
¿Tiene valor económico una vida humana? ¿Cuánto vale una vida humana? Esa es la pregunta de doña Patricia. Y es una buena pregunta porque ya señala una idea detrás. Efectivamente, doña Patricia considera, de ahí que se cuestione esto, que una vida humana sí tiene precio y por eso un enfermo crónico debe tener un límite de gasto. ¿Cuál? Aquí doña Patricia nos falla: no responde.
Tengo entendido que las aseguradoras tienen un catálogo de precios por miembros: a tanto un brazo, a tanto una pierna. Parece algo práctico y no creo que se deba criticar de primeras. ¿Pero cuánto vale una vida completa? Tal vez podamos ayudar a doña Patricia.
¿Cuánto vale la vida de doña Patricia Flores? No he podido ver su currículo, pero no creo que sea extraordinario. Igual es como el mediocre de la consejera de educación: menos sin duda que el mío. Así que su vida vale menos que la mía. ¿Tiene sentido que doña Patricia Flores viva entonces gratis del sistema algún día? ¿Que viva más días que yo del sistema? ¿Para qué? Creo que en un ejemplo de honradez doña Patricia Flores debería hacer público cuánto ha pagado a la seguridad social para que cuando lo gaste no le demos más servicio. Que muera en paz con la economía.
Resumo, ¿tiene sentido que una viceconsejera -es que no es ni consejera en el gobierno Aguirre con lo bajo curricularmente que está el puesto, qué ridículo- viva gratis del sistema?
Los hermanos Marx siguen siendo imprescindibles. En una escena de Una noche en Casablanca, hablo de memoria, Chico y Harpo se ofrecen para proteger la vida de Groucho al módico precio de 50 centavos por día. Y Groucho, indignado, se gira y contesta: mi vida no vale tanto.
¿Tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema?, se preguntó doña Patricia Flores Cerdán, viceconsejera de asistencia sanitaria de la Comunidad de Madrid y del gobierno Aguirre, hace más de una semana. Yo también estuve a punto de insultarla inmediatamente, pero la pregunta no es tan tonta. ¿Tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema? Pues es, en realidad, una buena pregunta.
La semana pasada explicaba en las clases de 4º de ESO la diferencia entra la moral como un hecho social y la ética como reflexión personal y filosófica. ¿La diferencia?, aunque todos la saben lo cuento, que me gusta. La diferencia estriba en que la moral, en el primer significado, es social y no precisa reflexión personal: la moral surge de inmediato y ese es su peligro. Sin embargo, la ética precisa de argumentación: hay que explicar y desarrollar el hecho de que creamos que algo está bien o mal.
¿Tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema? Analicemos despacio la frase.
En primer lugar la frase es falsa: el sistema no sale gratis. Todos y cada uno de los españoles, por impuestos directos o indirectos, pagamos religiosamente nuestro seguro sanitario. Porque la seguridad social no es una obra de caridad del estado, ni tan siquiera del gobierno Aguirre, sino un derecho ganado por el pago previo. Y mucho pago previo con el que, por cierto, estamos de acuerdo. No lo olviden, de cada cosa que compran, así tan simple, una parte va para financiar su sanidad: no se la regalan. Por tanto, muy pocos viven gratis del sistema. Tal vez, las monjas de clausura.
Pero, es cierto, no vivir gratis del sistema no implica, necesariamente, que uno se pague todos sus tratamientos. Depende, en la mayoría de las ocasiones, de la suerte. Por ahora, yo mismo creo ser muy rentable al sistema; tal vez luego, a largo plazo con suerte o a corto sin ella, no. Y entonces empiece sin duda, a vivir sin pagar del sistema: tendré tratamientos que no he pagado directamente. Es lo que podríamos denominar como riesgos de un seguro. Gratis, sin embargo, no es.
Pero hay, también, algo más. Porque lo que en realidad está preguntándose doña Patricia Flores Cerdán es otra cosa.
¿Tiene valor económico una vida humana? ¿Cuánto vale una vida humana? Esa es la pregunta de doña Patricia. Y es una buena pregunta porque ya señala una idea detrás. Efectivamente, doña Patricia considera, de ahí que se cuestione esto, que una vida humana sí tiene precio y por eso un enfermo crónico debe tener un límite de gasto. ¿Cuál? Aquí doña Patricia nos falla: no responde.
Tengo entendido que las aseguradoras tienen un catálogo de precios por miembros: a tanto un brazo, a tanto una pierna. Parece algo práctico y no creo que se deba criticar de primeras. ¿Pero cuánto vale una vida completa? Tal vez podamos ayudar a doña Patricia.
¿Cuánto vale la vida de doña Patricia Flores? No he podido ver su currículo, pero no creo que sea extraordinario. Igual es como el mediocre de la consejera de educación: menos sin duda que el mío. Así que su vida vale menos que la mía. ¿Tiene sentido que doña Patricia Flores viva entonces gratis del sistema algún día? ¿Que viva más días que yo del sistema? ¿Para qué? Creo que en un ejemplo de honradez doña Patricia Flores debería hacer público cuánto ha pagado a la seguridad social para que cuando lo gaste no le demos más servicio. Que muera en paz con la economía.
Resumo, ¿tiene sentido que una viceconsejera -es que no es ni consejera en el gobierno Aguirre con lo bajo curricularmente que está el puesto, qué ridículo- viva gratis del sistema?
Los hermanos Marx siguen siendo imprescindibles. En una escena de Una noche en Casablanca, hablo de memoria, Chico y Harpo se ofrecen para proteger la vida de Groucho al módico precio de 50 centavos por día. Y Groucho, indignado, se gira y contesta: mi vida no vale tanto.
3 comentarios:
D. Enrique, comparto su reflexión y según estudios recientes, parece que la vida de un español está valorada en doscientos mil(200.000) euros.
Datos obtenidos de la inversión por país de la CEE en prevención de muerte por accidente de tráfico.
Como una hipoteca...y no de las más grandes.
Don Enrique, hágase ya un Twitter que le echo mucho de menos. Además, se morirá usted de envidia cuando sepa en dónde me encuentro
Aun podríamos llevar la pregunta un poco más allá.
¿Tiene sentido que un/a político/a, una vez terminada su vida política, siga viviendo del sistema?
Y aquí la pregunta es tal cual, que en el caso de la sra Flores ni siquiera hace bien la pregunta. Yo que sí soy enferma crónica (diabetes) y la seguridad social me provee de insulina, agujas, tiras reactivas para medir la glucosa, pero no las lancetas, (aquí que cada cual use su método favorito para pincharse un dedo y sacarse una gotita de sangre), aun con todo el gasto que le hago a la seguridad social me saldría más barato ir a la farmacia y pagármelo yo misma. Que esta señora se haga esta pregunta demuestra que no conoce en absoluto las cuentas de su departamento.
En cuanto a la pregunta que planteaba,... ¿tiene sentido que un político siga viviendo del sistema cuando ya no esté "trabajando" para los y las ciudadanas?
Teniendo en cuenta que la mayoría de nuestros políticos se retiran jóvenes y que en muchos casos les rescatan empresas como Endesa, Vodafone, Movistar,... para sus consejos de administración (lo que viene a ser mas de 100.000 euros de sueldo al año), que sigan cobrando del estado una pensión o una indemnización resulta insultante.
La conclusión a la que llego una vez más es que nos han tomado por tontos. Pero que nadie se preocupe, este verano hay Eurocopa, la revolución tendrá que esperar.
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