1.- ¿Hay razones para hacer huelga general el día 29? Sí, las hay. De hecho, este escrito pretende presentar los motivos por los cuales yo voy a hacer huelga. Empecemos.
2.- La reforma laboral es uno de los aspectos del proyecto de precarización social de una parte de Europa -aquí un análisis más detallado de la reforma y de dicho proceso 1 y 2-. Este proceso, no obstante, no es una necesidad del capitalismo como sistema económico sino un interés de rapiña de la oligarquía económica que busca con su consecución un aumento de sus beneficios. Es decir, es un proceso reversible desde la mera reforma política -pronto, una propuesta de izquierdas para derrotarlo-.
3.- El hecho de que la reforma laboral implique un modelo social determinado, y no un mero cambio en la legislación laboral, hace necesaria a su vez una respuesta general. Es decir, el proyecto de precarización social, del que la reforma es parte, implica a toda la sociedad y no solo a los trabajadores asalariados pues no es un cambio sectorial sino global: lo que está en juego no es un modelo de contrato, sino un modelo de sociedad futura.
4.- Por eso, quienes tengamos interés, parcial en nuestro caso en cuanto a defender el mal menor o total en otros casos, en mantener y defender el modelo social que se quiere destruir -al que llamaremos aquí en aras de la simplificación estado del bienestar- debemos actuar. Y como primera táctica de lucha -nota: utilizamos aquí este término lejos de la ridícula grandilocuencia pseudoépica característica de la autoproclamada izquierda- hay que comprender que un problema global debe tener una respuesta general.
5.- Aunque alguien sin duda podría plantear que puesto que es un proceso global la respuesta de un solo día de huelga general resulta timorata. Y se equivoca. Porque la huelga general no debe plantearse como la respuesta a esto, sino como una demostración, también sin ánimo épico, de fuerza. Es decir, quienes vamos a hacer huelga el 29 no pretendemos parar con ello todo el proceso de precarización europea, pero sí hacer ver, desde perspectivas muy diversas -y seré políticamente incorrecto pero lógico- y solo la mía válida, que nos negamos a la aceptación de ese modelo. El día de huelga general es un día de protesta y no un día de construir modelos alternativos y, por ello, podemos unirnos quienes en la respuesta al modelo nos situamos, sin embargo, en las antípodas: no siempre uno tiene que buscar su protagonismo personal. Y hay algo más lo que tenemos que buscar aquellos que nos sentimos de izquierdas no es derribar gobiernos a golpe de huelgas o del poder de eso que se llama la calle, sino ganar elecciones.
6.- Pero, ¿es lo mejor para el país una huelga? El problema aquí radica en la definición de país: ¿de qué habla usted cuando habla del país? Si el país es la mayoría de la población y la defensa de una democracia como modelo social, y no meramente legislativo, la agresión que implica la reforma laboral debe ser parada. Es decir, España debe hacer huelga general porque el país lo necesita. Sin embargo, si como España se entiende el interés de la oligarquía europea, que no solo nacional, en precarizar la situación social de la mayoría de la población, entonces en buena lógica el país no debe hacer huelga. Un problema de vida interior y sentimiento profundo -ah, la patria: soy español, soy catalán, soy vasco,...- es, otra vez, un frío problema conceptual.
7.- Vale, ¿pero debemos la gente que siempre hemos alardeado de independientes hacer el juego a los sindicatos? Indudablemente, el papel de los sindicatos en la legislatura del peor presidente de la democracia, Zapatero, ha sido ridículo. Pero hay algo importante aquí. Los sindicatos convocan huelga general porque son los que pueden hacerlo, pero en una huelga no se apoya al convocante, sino que se ataca al objeto de la convocatoria. Es decir, vamos a la huelga contra la reforma laboral no apoyando a los patéticos sindicatos. No hago huelga por UGT o por CCOO, la hago porque el modelo social subyacente a la reforma laboral es terrible.
8.- Sale así un aspecto muy curioso sobre la independencia política y personal. La independencia auténtica es aquella en que el individuo hace lo que él cree; la falsa es, típica de la adolescencia, aquella en que cuenta qué hacen los otros para ver qué hago yo. Así, del mismo modo que uno puede estar a favor de medidas del PP y estar contra el PP, uno puede apoyar la huelga a pesar de los sindicatos. La identidad auténtica se construye desde dentro, no contra fuera: pero eso otro día.
9.- ¿Y cuál será la utilidad de la huelga? Ante esto hay un problema extraño. En primer lugar, lo inútil es lo que no cambia nada y lo que es seguro es que no hacer huelga es inútil: la reforma laboral, y el proyecto de precarización, continuarán. En segundo lugar, hay precedentes históricos de la importancia inmediata de una huelga general. Hasta ahora todas las huelgas generales, excepto la última que fue un fracaso por su bajísima participación propiciada por la acción de los sindicatos, acabaron impidiendo las medidas contra las que luchaban. Por tanto, los precedentes son de éxito. Y no cabe duda de algo, una huelga exitosa sería un serio problema contra el gobierno. Y más, con los resultados electorales de Andalucía y Asturias. Y cuando hablamos de serio problema para el gobierno queremos decir una oportunidad para negociar o, al menos, de obligarles a que cumplan su programa electoral: no abaratar el despido.
10.- Pero cabe considerar también la legitimidad de una huelga a un gobierno que ha ganado hace escasos cuatros meses unas elecciones con mayoría absoluta. ¿Acaso la gente no votó estas medidas? Pues la realidad es que no. La huelga es no solo legítima sino que el gobierno ha actuado en este punto, y algún otro, de forma ilegítima. Efectivamente, las dos medidas fundamentales del gobierno del PP han traicionado no solo su programa electoral, sino también sus repetidas promesas de campaña: no subiremos los impuestos y no abarataremos el despido. Y al hacerlo habiéndolo negado se convierten en medidas democráticamente ilegítimas en cuanto a la coartada de las elecciones. Por eso, cualquier ciudadano que en su legítimo derecho haya votado al PP -y aquí no hay una gota de ironía porque desgraciadamente a veces hay que recordarle a cierta gente que es perfectamente legítimo votar al PP- no solo puede hacer huelga sino que debe hacerla: le han traicionado su confianza en solo cuatro meses.
y 11.- Volvemos a 5: ¿y solo un día de huelga general? ¿No habría que hacer algo más contundente? ¡Claro que sí, compañero/camarada/excelso revolucionario!: ganar las elecciones. Pero, no solo ganarlas sino realizar un programa realmente de izquierdas que sea posible y progresista. Por eso, lo próximo es explicar la principal medida que debe tener esa nueva izquierda. Pero eso, luego.
2.- La reforma laboral es uno de los aspectos del proyecto de precarización social de una parte de Europa -aquí un análisis más detallado de la reforma y de dicho proceso 1 y 2-. Este proceso, no obstante, no es una necesidad del capitalismo como sistema económico sino un interés de rapiña de la oligarquía económica que busca con su consecución un aumento de sus beneficios. Es decir, es un proceso reversible desde la mera reforma política -pronto, una propuesta de izquierdas para derrotarlo-.
3.- El hecho de que la reforma laboral implique un modelo social determinado, y no un mero cambio en la legislación laboral, hace necesaria a su vez una respuesta general. Es decir, el proyecto de precarización social, del que la reforma es parte, implica a toda la sociedad y no solo a los trabajadores asalariados pues no es un cambio sectorial sino global: lo que está en juego no es un modelo de contrato, sino un modelo de sociedad futura.
4.- Por eso, quienes tengamos interés, parcial en nuestro caso en cuanto a defender el mal menor o total en otros casos, en mantener y defender el modelo social que se quiere destruir -al que llamaremos aquí en aras de la simplificación estado del bienestar- debemos actuar. Y como primera táctica de lucha -nota: utilizamos aquí este término lejos de la ridícula grandilocuencia pseudoépica característica de la autoproclamada izquierda- hay que comprender que un problema global debe tener una respuesta general.
5.- Aunque alguien sin duda podría plantear que puesto que es un proceso global la respuesta de un solo día de huelga general resulta timorata. Y se equivoca. Porque la huelga general no debe plantearse como la respuesta a esto, sino como una demostración, también sin ánimo épico, de fuerza. Es decir, quienes vamos a hacer huelga el 29 no pretendemos parar con ello todo el proceso de precarización europea, pero sí hacer ver, desde perspectivas muy diversas -y seré políticamente incorrecto pero lógico- y solo la mía válida, que nos negamos a la aceptación de ese modelo. El día de huelga general es un día de protesta y no un día de construir modelos alternativos y, por ello, podemos unirnos quienes en la respuesta al modelo nos situamos, sin embargo, en las antípodas: no siempre uno tiene que buscar su protagonismo personal. Y hay algo más lo que tenemos que buscar aquellos que nos sentimos de izquierdas no es derribar gobiernos a golpe de huelgas o del poder de eso que se llama la calle, sino ganar elecciones.
6.- Pero, ¿es lo mejor para el país una huelga? El problema aquí radica en la definición de país: ¿de qué habla usted cuando habla del país? Si el país es la mayoría de la población y la defensa de una democracia como modelo social, y no meramente legislativo, la agresión que implica la reforma laboral debe ser parada. Es decir, España debe hacer huelga general porque el país lo necesita. Sin embargo, si como España se entiende el interés de la oligarquía europea, que no solo nacional, en precarizar la situación social de la mayoría de la población, entonces en buena lógica el país no debe hacer huelga. Un problema de vida interior y sentimiento profundo -ah, la patria: soy español, soy catalán, soy vasco,...- es, otra vez, un frío problema conceptual.
7.- Vale, ¿pero debemos la gente que siempre hemos alardeado de independientes hacer el juego a los sindicatos? Indudablemente, el papel de los sindicatos en la legislatura del peor presidente de la democracia, Zapatero, ha sido ridículo. Pero hay algo importante aquí. Los sindicatos convocan huelga general porque son los que pueden hacerlo, pero en una huelga no se apoya al convocante, sino que se ataca al objeto de la convocatoria. Es decir, vamos a la huelga contra la reforma laboral no apoyando a los patéticos sindicatos. No hago huelga por UGT o por CCOO, la hago porque el modelo social subyacente a la reforma laboral es terrible.
8.- Sale así un aspecto muy curioso sobre la independencia política y personal. La independencia auténtica es aquella en que el individuo hace lo que él cree; la falsa es, típica de la adolescencia, aquella en que cuenta qué hacen los otros para ver qué hago yo. Así, del mismo modo que uno puede estar a favor de medidas del PP y estar contra el PP, uno puede apoyar la huelga a pesar de los sindicatos. La identidad auténtica se construye desde dentro, no contra fuera: pero eso otro día.
9.- ¿Y cuál será la utilidad de la huelga? Ante esto hay un problema extraño. En primer lugar, lo inútil es lo que no cambia nada y lo que es seguro es que no hacer huelga es inútil: la reforma laboral, y el proyecto de precarización, continuarán. En segundo lugar, hay precedentes históricos de la importancia inmediata de una huelga general. Hasta ahora todas las huelgas generales, excepto la última que fue un fracaso por su bajísima participación propiciada por la acción de los sindicatos, acabaron impidiendo las medidas contra las que luchaban. Por tanto, los precedentes son de éxito. Y no cabe duda de algo, una huelga exitosa sería un serio problema contra el gobierno. Y más, con los resultados electorales de Andalucía y Asturias. Y cuando hablamos de serio problema para el gobierno queremos decir una oportunidad para negociar o, al menos, de obligarles a que cumplan su programa electoral: no abaratar el despido.
10.- Pero cabe considerar también la legitimidad de una huelga a un gobierno que ha ganado hace escasos cuatros meses unas elecciones con mayoría absoluta. ¿Acaso la gente no votó estas medidas? Pues la realidad es que no. La huelga es no solo legítima sino que el gobierno ha actuado en este punto, y algún otro, de forma ilegítima. Efectivamente, las dos medidas fundamentales del gobierno del PP han traicionado no solo su programa electoral, sino también sus repetidas promesas de campaña: no subiremos los impuestos y no abarataremos el despido. Y al hacerlo habiéndolo negado se convierten en medidas democráticamente ilegítimas en cuanto a la coartada de las elecciones. Por eso, cualquier ciudadano que en su legítimo derecho haya votado al PP -y aquí no hay una gota de ironía porque desgraciadamente a veces hay que recordarle a cierta gente que es perfectamente legítimo votar al PP- no solo puede hacer huelga sino que debe hacerla: le han traicionado su confianza en solo cuatro meses.
y 11.- Volvemos a 5: ¿y solo un día de huelga general? ¿No habría que hacer algo más contundente? ¡Claro que sí, compañero/camarada/excelso revolucionario!: ganar las elecciones. Pero, no solo ganarlas sino realizar un programa realmente de izquierdas que sea posible y progresista. Por eso, lo próximo es explicar la principal medida que debe tener esa nueva izquierda. Pero eso, luego.
2 comentarios:
En estos momentos la tasa de cobertura fiscal de la hacienda española es un 66% aproximadamente. Es decir, por cada dos euros que recaudamos hemos de pedir otro más prestado.
Esto no va a cambiar. Lo que estamos viviendo no es una crisis. Es un cambio de época, en la que los recursos de un mundo que antes explotábamos unos pocos países desarrollados son ahora aprovechados por miles de millones de un planeta emergente hambriento por crecer. Esto no es una crisis señores, es globalización. Y mientras nosotros bajamos, ellos suben. No es una crisis, es un cambio de época. Profesores de historia, explicádselo a vuestros alumnos.
Y ni el PP, ni el PSOE, ni IU, ni Santa Klaus si gobernara, podrá cambiar que en el próximo lustro o dos nuestra renta baje un 20%, un 30% o un 40%.
Ahora bien, ¿no se puede hacer nada?. Sí, claro que se puede hacer. Se puede repartir el peso de la crisis entre todos consiguiendo que todos los sectores ayuden a la economía española a ser más competitiva y no solo a costa de los salarios. Para conseguir que después de ese 30% de pérdida, no venga un 40%, un 50%, un 60% ...
Se puede liberalizar el suelo para que los pisos valgan la mitad y se construyan el doble, se puede enseñar a admirar a los científicos y denostar a los especuladores, quitar el master de los abogados, a los pedagogos que clasifican palabras, quitar las tarifas regladas de arquitectos, notarios, abogados, dentistas…que encarecen todos los servicios a cambio de nada, se puede permitir a los alumnos con vocación estudiar medicina quitando el MIR al colegio de médicos, se puede acabar con la endogamia en la universidad y la administración con exámenes objetivos y tribunales aleatorios, se puede quitar los cursos de formación a los sindicatos que no enseñan nada y se puede quitar la prescripción de los delitos fiscales a 4 años, y mandar a quien roba dinero público a la cárcel igual que si hubiera robado dinero privado. Se puede introducir primarias entre afiliados para que el político que sube no lo haga apoyado entre la camarilla de amigos y el mercadeo de favores, perseguir a quien tiene un patrimonio que no puede justificar, exigir a los opositores de secundaria que sepan algo o preguntar a quienes enseñamos que hemos sido capaces de aprender últimamente…
Se pueden hacer muchas cosas.
Ninguna de las cuales vamos a pedir el jueves
Así que. Como pienso que seguimos haciéndolo todo mal. Que en la izquierda no estamos entendiendo nada . Y que vamos de culo y sin remedio. ¡Ojalá sea yo el equivocado!. Abelardo F.B.
Un pequeño matiz. Hace ya unos cuantos años que los arqutectos no tienen tarifas regladas, sus honorarios son totalmente libres y cada cuál puede cobrar lo que estime oportuno.
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