martes, junio 05, 2012

CAPITALISMO Y MALDAD/2: El límite, y la grandeza, de la crítica de Marx.

Así como el hecho de que algunos esclavos anduviesen mejor vestidos y mejor alimentados, de que disfrutasen de un trato mejor y un peculio más abu­ndan­te, no destruía el régimen de esclavitud ni hacía desaparecer la explotación del esclavo, el que algu­nos obreros, individualmente, vivan mejor, no suprime tampoco la explotación del obrero asalariado. El hecho de que el trabajo suba de precio por efecto de la acumulación del capital sólo quiere decir que el volumen y el peso de las cadenas de oro que el obrero asalariado se ha forjado ya para sí mismo, pueden tenerle sujeto sin mantenerse tan tirantes.(...) Es decir, que por muy favorables que sean para el obrero las condiciones en que vende su fuerza de trabajo, estas condiciones llevan consigo la necesidad de volver a venderla constantemente y la reproducción constante ampliada de la riqueza como capital.
Karl Marx, El Capital, volumen I, cap. XXIII
          

¿Qué tiene de malvado el capitalismo? ¿Por qué hay que estar en su contra? Dedicamos el artículo anterior de esta serie a resumir qué entendemos por capitalismo. De hecho, hasta ahora nuestra principal labor ha sido la descripción de ese mismo sistema. Ahora, sin embargo, se trata de algo distinto: hacer un juicio de valor. Y algo así necesita un análisis diferente.

La crítica de Marx al Capitalismo se desarrolla en dos frentes. Por un lado, hay una crítica filosófica y por otro una crítica económica. La pregunta es si Marx fue capaz de unificarlas o sustituyó una por otra en su trayectoria crítica. Si sustituyó una por otra, entonces Marx dejó un camino para seguir solo otro, tal vez pensando que el camino abandonado ya no tenía sentido. Si no lo hizo, es decir: buscó unificarlas, debemos señalar cómo y si realmente lo consiguió.

La crítica filosófica de Marx al Capitalismo se basa en la idea de sujeto que el propio Marx tiene. Para Marx, el ser humano  se desarrolla como tal cuando realiza la praxis: a través de su acción transforma la realidad y la hace humana. Así, la crítica al Capitalismo se produce porque el sistema no permite este desarrollo en el trabajador sino que este solo trabaja para producir más capitalismo. Y al producir más capitalismo, y de acuerdo a lo anterior, el ser humano, ya convertido solo en trabajador, únicamente produce Capital traicionando su praxis y su humanidad: no humaniza el mundo. El Capitalismo, por ello, es culpable porque impide ser realmente sujeto.

La crítica económica se basa en el concepto de plusvalía. El capitalista no paga con su salario al obrero su trabajo -que para Marx se identifica con el valor del producto- sino la fuerza de trabajo -lo que necesita el trabajador para seguir produciendo, su combustible-. De esta forma, el trabajador se ve estafado pues entre lo que él realmente ha producido y lo que recibe hay una diferencia que se queda ilícitamente el empresario, descontado ya el gasto en la producción, que es la famosa plusvalía. Así, al cobrar menos de lo debido, existe explotación. Y esta explotación es el beneficio capitalista. El sistema capitalista, así, sobrevive necesariamente explotando el trabajo del proletariado. 

Esta última crítica, la económica, parece un esquema perfecto y de hecho es la que tuvo éxito: incluso hoy en día se emplea. Marx debería haberla defendido abandonando al tiempo la filosófica: demasiado metafísica. Sin embargo, no lo hizo ¿Por qué?

Si la explotación era debida a la plusvalía parecería evidente, como defendían muchos movimientos socialistas y anarquistas, que esta explotación acabaría si el obrero conseguía  la devolución íntegra del producto del trabajo, es decir: que la injusticia de la situación acababa pagando todo el dinero debido al trabajador. Así, una restitución económica  terminaba una injusticia económica. Sin embargo, y no curiosamente, Marx estaba en contra de esto. Es más, llegó incluso a señalar que daba igual la cantidad de sueldo cobrado porque la explotación capitalista seguiría. Así, un obrero podría cobrar un sueldo altísimo y sin embargo seguir siendo explotado: pero esto era una incongruencia con su crítica económica. Y entonces la pregunta surge inmediatamente ¿Por qué Marx defendía esto? ¿No estaba en la economía la explotación? ¿No hay entonces sueldo justo? Marx parece que se lía solo. No lo parece, se lía.

Ahora un aparte.  Se está generalizando una costumbre muy peligrosa en filosofía: hacer decir a los autores lo que nos gustaría que hubieran dicho. Así, todo autor acaba siendo absolutamente actual en el sentido de que acaba ofreciendo soluciones a los problemas contemporáneos. Pero, esto es un gran error y una gran injusticia. Es un error porque acaba convirtiendo la crítica filosófica en algo parecido a esas iglesias protestantes donde todo se soluciona con un versículo bíblico  -no en vano, la hermenéutica procede de la teología-. Y es una injusticia porque niega la obra del autor y de la tradición: parece que nadie ha sido capaz de descubrir lo que quiso decir el autor hasta que llegó su gran intérprete actual -y  lo vende en un libro-. Nosotros, sin embargo, queremos ser absolutamente justos con Marx. Marx no soluciona el problema porque era imposible que lo hiciera. No era un profeta, solo era un filósofo: no deliraba, pensaba. En fin, no mentía, filosofaba. Un filósofo no pretende hablar de las ideas en su mente, sino de la realidad. Pero al tiempo, exige a esa realidad una racionalidad que puede superarla. Eso le ocurrió a Marx. Eso le ocurrió a toda la filosofía moderna. Y después de esta frase enigmática -pero chula- expliquemos. ¿Cuál es el problema de la crítica de Marx?

En primer lugar, toda la crítica económica de Marx -aunque no su análisis del capitalismo- está centrado en el factor trabajo. Al igualar valor del producto y trabajo depositado en él, Marx está dejando de lado otros factores económicos que estructuralmente en su momento podían no ser fundamentales pero ahora sí lo son. Curiosamente, Marx emplea varios para su análisis general, de hecho comienza El Capital por la mercancía, pero para fundamentar la injusticia del capitalismo se centra solo en el trabajo. Así, la crítica económica de Marx no puede mantenerse: es demasiado parcial. La crítica económica de Marx, producto de su contexto histórico, es demasiado limitada. El Capitalismo ya no es eso.

Sin embargo,  ocurre al revés con su crítica filosófica que es demasiado extensa: la exigencia de racionalidad de su teoría va más allá de lo inmediato. Marx es un pensador moderno -el último de los grandes- y su idea de sujeto es demasiado absoluta para el capitalismo decimonónico pero, al tiempo, es la clave de su todavía actualidad.

La idea clave de la modernidad es la idea de sujeto. Una interesante diferencia entre la tragedia griega y la obra de Shakespeare es que mientras Edipo no ha hecho nada voluntario para escribir su destino, Hamlet o Macbeth, o don Quijote, construyen su historia: son sujetos. Así, la idea de sujeto es fundamental en la Modernidad. Pero esto también nos señala que  sujeto y ser humano no se identifican necesariamente. Efectivamente, el ser humano es la base para el sujeto pero no todo ser humano es sujeto. De hecho, este solo existe como ideal desde la filosofía moderna, en occidente y a partir del siglo XVII. Y este ideal, que recorre toda la filosofía desde entonces, es el que defiende Marx. Y ahí está la clave del límite de su crítica y, al tiempo, de su permanencia.

La clave del pensamiento de Marx estriba en que en realidad la auténtica crítica marxista al capitalismo es la crítica filosófica y de ahí la imposibilidad de un sueldo justo aunque este restituyera la plusvalía. El problema, a su vez, viene porque dicho sujeto –que es la clave- solo es un ideal filosófico y Marx pretende hacer una filosofía antimetafísica. Así, Marx intenta fundamentar la crítica en el concepto de plusvalía por su interés materialista pero a su vez comprende, muy a su pesar y yendo incluso contra su sistema, que dicho concepto es insuficiente. Es imposible unir las dos críticas. Marx defiende que el capitalismo no explota al ser humano, pues entonces cabría el sueldo justo, sino al sujeto. Pero Marx, a su vez, no puede fundamentar esta idea de sujeto.

Efectivamente, Marx es consciente de que el capitalismo decimonónico no explota al sujeto como tal sino a una realidad parcial del mismo en un doble sentido.
Primero, como unidad en su producción económica, su trabajo que es solo una parte parcial de su vida.
Segundo, como parcialidad social: solo implica al proletariado. Así, sujeto solo acabaría siendo el proletariado lo que iría en contra del discurso ilustrado, universal, de la emancipación.

Por todo ello, para Marx el concepto de praxis va más allá del de trabajo asalariado y es más amplio. Y es consciente de que todo ser humano, es decir: todo ser racional, debería ser sujeto. Y por eso, en Marx el trabajo asalariado no iguala a la praxis y ahí viene su problema. La explotación parcial del primer capitalismo no puede considerarse como explotación de sujeto como tal sino de solo una parte como ya hemos señalado: solo de una parte de su vida que es el trabajo; solo de una parte de la sociedad que el proletariado.

Por ello, Marx señala la plusvalía como hecho económico explotador en su afán de fundamentar materialmente la explotación pero –en su afán de verdad-  no como el hecho económico que superado implique el fin de la explotación. La idea de sujeto es la clave. Y sigue siéndolo.

La grandeza de Marx no es darnos soluciones, es delimitar el problema. Ya no seguimos igual. Bueno, tal vez sí, pero vaya rollo he metido.

1 comentario:

Ibarra dijo...

Muy buen artículo.

Pero el concepto de sujeto me resulta un poco confuso. Parece que detrás está la idea de libertad. Hamlet o Macbeth labran su propio destino, cierto. Edipo, el pobre, no. Pero ¿esa libertad depende de una determinada organización económica? ¿La sustitución de un sistema por otro nos haría más libres? ¿O ser sujeto es más bien una actitud, realizable en cualquier circunstancia? Antes de responder hay que delimitar esa idea de libertad. Y tendría que hacerse con ejemplos materiales. Incluso acompañados de dibujitos como hacía en clase.

Es verdad que ahora nuestra libertad material está muy limitada, sujeta a macro-fuerzas que no dominamos. Pero también es cierto que esto ha sucedido siempre. Por poner un ejemplo tonto, pero que nos llevará lejos, el ser humano es un animal, y como tal está sujeto a necesidades físicas. Hay que humanizar el mundo, sí, pero mientras tanto hay que comer algo, y no tenemos la elección de no trabajar para buscar alimento. Libertad absoluta es imposible. Cualquier organización económica, sea capitalismo o no, implica la sumisión del individuo, en cierto grado, a unas reglas que buscan la satisfacción de necesidades.

Entonces, si un sujeto absoluto es imposible, ¿qué sujeto (en qué grado y calidad) buscamos? ¿Cuáles son las actividades de la praxis marxista, la que nos hace, según él, sujetos? En concreto, quiero decir. Es esto lo que no conozco, seguramente por ignorancia de la obra de Marx. Lo digo porque sí que es posible que un determinado sistema nos impida esas libertades, las de la praxis, y entonces tiene sentido buscar otro. Pero hay que delimitarlas en concreto.

Supongo, lo mismo me equivoco, que las prácticas propiamente humanas son más o menos:

-Filosofía
-Arte
-Ciencia
-Perfeccionamiento ético del mudo (que no se puede dar por completo sin las anteriores)

Hamlet y Macbeth (y el pobre Edipo también, por cierto) eran nobles: podían desarrollarse como sujetos porque tenían tiempo libre. Así de tonto.

Pues bien, imagine un capitalismo con leyes que protejan a los individuos. La plusvalía se reparte y se traduce en tiempo libre. Parece que esto es posible (hemos llegado a un desarrollo tecnológico que lo permite). Somos esclavos con cadenas de oro. Ya hemos dicho que un cierto grado de esclavitud es ineludible. Pero las cadenas son tan holgadas que nos permiten realizar la praxis. Tiempo para hacer filosofía, reflexión ética, etc. Tiempo para organizarse en movimientos sociales que transformen el mundo (esto es importantísimo).

Quizás el problema es que el capitalismo es incompatible con dichas leyes de protección. Quizás inevitablemente tiende a la acumulación de dinero (poder) por parte de algunos que desde luego no van a defender esas leyes, ya sea por iniciativa propia o por la inercia del sistema: las cadenas se inclinan a ceñirse más y más. Y estos señores además aprovecharán el control mediático para eliminar cualquier posibilidad de réplica. Lo cierto es que hoy en día hay en España más tiempo libre que nunca (multipliquemos 5 millones de parados por 24 horas al día) y menos réplica que nunca.

¿Alternativas? ¿Un Estado omnipotente y redentor? No me gusta un pelo por razones obvias. Lo del cooperativismo creo que va por buen camino. Aunque es cierto que también conduciría a superestructuras abstractas, auto-organizativas, podemos suponer que serán más manejables colectivamente debido a la ausencia de acumulación de poder.

Lo que nos lleva a otra pregunta. Cuando decimos que la humanidad ha de ser dueña de su propio destino, ¿nos referimos a cada individuo o a la humanidad como colectivo? ¿Qué significa que un colectivo sea sujeto? ¿Es posible algo así?

Me deja en un mar de dudas.

Un cordial saludo