El pasado martes día 18 falleció Santiago Carrillo. El día 25 de septiembre está convocado Ocupa el Congreso. A veces la casualidad temporal une dos acontecimientos de forma tal que ambos llevan a la reflexión sobre un mismo tema: este es el caso y ambos hechos nos conducen al análisis político y a cómo debe hacerse esa política.
Carrillo fue siempre un leninista –nota: como consecuencia de esto fue estalinista-. Como tal, tenía una visión doble de la política: de cálculo racional, en cuanto que la clave no era el voluntarismo revolucionario sino la circunstancia histórica que se pudiera aprovechar; de ideal totalitario, porque la finalidad última no era la construcción de una sociedad democrática sino de un estado comunista. Era esa, también, la teoría general del partido comunista. Cuando comenzó la transición fue precisamente ese concepto el que hizo que Carrillo apoyara el proceso democrático. No fue su amor a la libertad -¿libertad para qué?- o que se volviese un traidor a la causa del proletariado el motivo de su apoyo a la democratización de España sino su idea del proceso histórico: buscaba generar las bases, aún no existentes, para la revolución. Así, Carrillo fue coherente con su ideario. Pensaba, sin equivocarse sin duda, que la España postfranquista no estaba madura para la revolución que él mismo soñaba. De hecho, su gran invención, el eurocomunismo del que hoy nadie habla, era precisamente una socialdemocracia táctica con un final comunista clásico: el estado totalitario.
Pero, esta actitud de coherencia política es una diferencia fundamental entre Carrillo y la oligarquía franquista, incluyendo en ella a Fraga. Esta aceptó la democracia por conveniencia personal: comprendió, a su pesar, que la única forma de mantenerse en la zona alta de la sociedad era dejarse llevar por la corriente esperando mejores tiempos. Por eso, la oligarquía franquista, y Fraga con ella, odiaba a Suárez hasta la muerte pues era la figura visible de ese proceso que les había quitado el control nacional absoluto de la finca. Suárez era así visto, como siempre le retrató la derecha durante la transición, como un advenedizo que había roto el orden natural de la idea de España como cortijo del Movimiento, es decir: de la oligarquía. Sin embargo, la visión de Carrillo sobre Suárez era, precisa y lógicamente, de admiración. En la idea leninista del desarrollo histórico que conduciría a la revolución, Suárez era una figura esencial precisamente porque era el que al romper con el franquismo generaba la nueva situación: modernizaba España y preparaba las condiciones que harían posible la revolución final. Para la visión histórica de Carrillo, Suárez era sin duda un estadista de talla mundial –para la nuestra también, aunque por distinto motivo- porque representaba la entrada definitiva de España en la edad contemporánea, la edad en que el ideal se haría posible.
De esta forma, para Carrillo el ejercicio de la política era una tarea de doble perspectiva: realista e idealista. Realista en el trabajo a corto plazo, buscando situar las bases para la revolución posterior; idealista, porque todo el sacrificio respondía a un futuro hipostasiado. Así, Carrillo fue una figura clave de la democracia española sin ser el mismo un demócrata, como no lo era ningún comunista ni casi ningún español, porque su idea de la política, que el siguió con extraordinaria coherencia, era esa mezcla de realismo e idealismo.
La política es curiosa. A veces si uno pierde más ganan. Fue precisamente lo que le ocurrió a Carrillo: lo que era el partido por excelencia fue fagocitado y desaparecido. Sin embargo, justo es reconocerlo, el partido comunista en la transición hizo más, y sacrificó más, que ninguna otra institución para traer la democracia a España. Y, más justo aún, hay que decir que Carrillo fue una figura clave. Por todo ello, quienes creemos que la democracia es mejor que la dictadura no podemos sino rendirle tributo y darle las gracias. Porque sin Carrillo, sin duda, este país hubiera sido peor: nada más grande se puede decir de un político. Y este es nuestro homenaje.
¿Y qué tiene esto que ver con Ocupa el congreso? Tiene que ver con la idea de política que está detrás. La política para Carrillo, como leninista, era futuro pero también presente y la relación entre ambas era un cálculo racional de acciones y posibilidades: curiosamente por eso acabó siendo tan humana y alejada del totalitarismo. El cálculo racional implicaba, ciertamente, contar con la realidad social. La política, para los movimientos como Ocupa el congreso, es algo distinto.
En primer lugar, la idea de tiempo. Para estos movimientos, el tiempo es un presente permanente. No existe diferencia alguna entre aquello que se busca como ideal y la acción actual. El futuro es el presente. Por eso, no hay necesidad de cálculo racional alguno y, al igual que en el 15-M, la clave de todo está en el rechazo visceral a la realidad -nota: hay una diferencia notable no obstante: el 15M como tal carecía de la vena totalitaria que, luego analizaremos, se vislumbra ya en Ocupa el congreso-. La realidad sociopolítica así no es vista como una condición de posibilidad, o de imposibilidad, sino solo como un freno a la utopía. Y por ello, no se debe contar con ella. La realidad, tan vulgar, está desterrada del análisis.
Además, este rechazo visceral lleva a la glorificación del voluntarismo.Como la realidad es malvada referirse a ella para ver si algo es posible o no es absurdo, es estar vendido a esa misma realidad. La lucha ya no es desde la realidad sino solo contra ella: la realidad solo existe para negarla. Esto lleva a una idea de trascendencia en el movimiento: se está por encima de lo que ocurre. De esta forma, el análisis de lo actual no se realiza desde conceptos inmanentes sino trascendentes: la retórica ocupa el lugar de la reflexión y todo ya cabe en los caracteres del twitter. Como consecuencia, el análisis se reduce a la moral personal -se habla de robo o de estafa o de indignación- pero no hay análisis socioeconómico: España, por ejemplo, no es una democracia, porque este concepto se entiende en una realidad tan sublime que no hay país que la cumpla, y como conclusión la democracia actual es igual que el franquismo –por cierto, que se lo explicaran a Carrillo-. La idea de condición histórica desaparece en aras de una idea de política como ideal puro. El momento histórico concreto deja paso a las categorías abstractas.
Y con ello surge así otra característica: la pureza. Efectivamente, la llamada ya no es al interés posible, por eso la eliminación del discurso de la clase media que es quién más sufre los recortes y debería ser figura clave de todo movimiento político actual, sino a una mezcla repugnante entre ética y estética. Y es una mezcla repugnante porque acaba siendo un problema absolutamente personal, de llamada a la pureza en la lucha de los santos. Los que están con nosotros son los puros frente a los otros. El movimiento se transforma así en iglesia, en cuerpo místico.
Y consecuente a esta característica de la pureza, y las otras, está el carácter totalitario del movimiento. Ocupa el congreso no pretende llenar el hemiciclo de votos individuales, ganar unas elecciones, sino de la acción de masas: en eso es coherente. Y lo es porque al tener el concepto de pureza ya no todos los votos deberían valer lo mismo: todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros. Detrás de la simpática cara del rebelde social se oculta la fachada del totalitario. El desprecio a la votación que emana de Ocupa el congreso, no se prepara un movimiento para ganar las elecciones con votos particulares sino para como masa tomar la sede parlamentaria, no es un desprecio hacia los representantes -que objetivamente es un rebaño que solo está ahí para apretar el botón que les dice el jefe, seamos claros-, sino hacia los representados porque existe el paso previo en el cual se ha dividido ya a la población entre puros, los que nos siguen, e impuros, cuya voluntad no cuenta. Así, los integrantes de Ocupa el congreso estarían encantados en realidad, y ahora señalan que no con la boca pequeña pero en sus carteles sigue saliendo, de hacer ese proceso constituyente primero que pretendían. Lo podrían hacer de acuerdo a la ley, de hecho se puede reformar la constitución como bien nos enseñaron torticeramente el PSOE y el PP, pero eso implicaría mezclar a los impuros en una votación democrática así que es mejor hacer una representación estética de cuántos somos y qué guays: política de alto nivel.
Volvemos a Carrillo. Él era, como el leninismo, un totalitario: su ideal era el estado comunista. Pero, fue ese camino había una mediación que era la circunstancia histórica lo que le obligó a admitir el proceso democrático en España. Ocupa el congreso, y esta serie de movimientos, son hijos también del leninismo -en su teoría de élites como vanguardias- pero de ellos ha desaparecido el ideal de la historia como gran relato: papá es Lenin pero mamá es la posmodernidad. El tiempo no existe como proceso histórico y por tanto el presente es futuro: los rasgos místicos, también presentes en el leninismo y especialmente en el anarquismo, se disparan. Carrillo, buscando esa circunstancia histórica que conduciría a la revolución, resultó decisivo para hacer a los españoles más libres. Ocupa el congreso llegará a ser, tal vez, trending topic en twitter justo antes de que Mourinho vuelva a hacer el imbécil y siente a otro buen futbolista.
8 comentarios:
En esa foto que Ud pone, es muy simbólica.
En ella se ve como unicamente mantuvieron el tipo los que realmente habían hecho de la Tansición su proyecto de futuro.
Solo falta en ella, el diseñador, Torcuato Férnandez Miranda.
Suarez había conseguido convencer a los militares de que legalizar el PCE era imprescindible para la normalización de la nación. Y con algunas dimisiones, lo admitieron.
Carrillo ya había sufrido las burlas de la Pasionaria “cabezas de chorlitos” les llamó a el y a Claudín, por su proyecto de “eurocomunismo” que le hizo perder el apoyo de la URSS y tener que refugiarse únicamente entre los lujos de Chauchescu o los dólares falsos de Kim Il Sung.
Carrillo, como todo (encuestas, el ambiente de la calle y las ganas de cambio) indicaba en una o dos elecciones hubiera sido Presidente del Gobierno y el lider de la izquierda moderada que fué Felipe Gonzalez o Betino Craxi en Italia (y posiblemente tan corrupto como ellos).
Si Carrillo hubiera querido, España hubiera acabado en una carnicería de tal magnitud que a nuestro lado Yugoslavia hubiera sido el duo Pimpinella.
¿Porqué no lo quiso? Con seguridad que no fue por ahorrarnos sufrimientos. Carrillo no tuvo nunca capacidad mental para la compasión. No lo quiso porque no tenía clara su victoria por lo militar, ya se dio la hostia en Andorra y no quería volver a arriesgarse. Según las encuestas si la tenía bastante clara por medio de elecciones democráticas.
Lo malo, para el, es que eso también lo sabían en USA. Rapidamente los sindicatos americanos juntaron dinero para que la CIA se lo hiciera llegar a Oloff Palmer y Willy Brandt para que nos compraran un lider de sienes plateadas y buena planta. Y tras unas campañas publicitarias muy profesionales, en un instante el Señor X había desplazado a Carrillo al trastero de la historia.
Con Paracuellos, Carrillo no pudo llevarse el título de genocida, como otras bestias depredadoras que produjeron los totalitarismos de la primera mitad del siglo XX, porque cuando el ordeno los asesinatos todavía no estaba tipificado ese crimen contra la humanidad.
Pero le ha servido para victimizarse entre los de su calaña y así hacer pasar desapercibidos otras responsabilidades en crímenes cometidos entre los suyos.
Ordeno ejecuciones de cualquiera que le hiciera sombra. Destrozó las esperanzas de personas generosas que ingenuamente creían que el comunismo era progreso y libertad.
Si tiene oportunidad eche un vistazo al libro de Gregorio Morán (dirigió Mundo Obrero): ”Miseria y grandeza del Partido Comunista de España 1939-1985“.
Sólo ahí encontrará la literalidad de los documentos del PCE relativos a Carrillo. Cuando Morán los transcribió, todavía Carrillo no había ordenado su destrucción o modificación.
El año y medio que estuvieron desclasificados los archivos del NKVD/KGB ya aparecieron documentos en que los asesores soviéticos de la república, en sus informes, le responsabilizaban de las matanzas Paracuellos. Si vuelven a desclasificar y hacerlos públicos se podrán recuperar algunos de los documentos del PCE sin falsificar que le relacionen con crímenes internos.
En las guerras, las personas buenas, de un bando y del otro, luchamos para defendernos de las bestias como Carrillo que hay en el otro bando.
Pero cuando ganamos, nadie nos protege de las bestias como Carrillo que hay en el nuestro.
Gane quien gane, siempre ganan ellos.
Y además, seguro que les ponen una calle.
Un Oyente de Federico
Disiento, en parte, del análisis sobre la acción política de Carrillo.
Sin discutir (no perdamos tiempo en lo obvio) lo muy positivo de su acción durante la transición, no creo que lo que buscara con ella fuera una especie de paso previo a otra realidad política distinta.
Buscaba situarse, al estilo del PCI, como la segunda fuerza, sabiendo sus limitaciones y sin aspiraciones revolucionarias, pero olvidó que las tensiones que sufría la otra península, pusieron en alerta a terceros. De ahí la irrupción del PSOE, que le quitó el puesto (aceptó el sistema electoral del que sus herederos reniegan), partido más templado, también histórico y con un nuevo líder sin reminiscencias fraticidas.
Hay algo que, creo, suele olvidar con frecuencia en sus análisis (aunque en los económicos, ya no): la definitiva influencia exterior en la política española, como vamos a ver, por cierto, si la jornada particular del desafío nacionalista sigue adelante.
Fraga y Carrillo vivieron largos periodos en el extranjero. Ese hecho es crucial en sus biografías y en sus acciones políticas durante la transición, acciones que, a modo de pastores de rebaños descarriados, no se entienden sin la afortunada experiencia europea tan necesaria (qué pesadez el revolucionarismo low cost!) siempre.
Los ciudadanos griegos que se manifiestan en la plaza Sintagma (frente a su Parlamento), ¿cabrían ser considerados también como una horda totalitaria?
Don EP, no creo que haya escrito en su vida un artículo más plagado de tópicos, lugares comunes, frases hechas, idealizaciones y, sencillamente mentiras.
Mire, don EP: el mundo no es como a usted le gustaría que fuera para poder responder a él con sus elaboradas argumentaciones difícilmente comprensibles con una sola lectura. Sí, quedamos epatados con su labia, pero no habla usted de nada que sea real ni vierto.
Este post necesita, como respuesta otro post, y no voy a resolverlo aquí, pero:
1.- Todo es que dice de Carrillo está muy bien, pero es una interpretación muy libre de usted. Durante el franquismo, Carrillo fue situándose en el PCE, y deshaciéndose por diversos medios de potenciales competidores, y llegado el momento actuó para que el PCE fuera el partido mayoritario en la democracia que viniera, fuera la que fuese. Aceptó el bipartidismo para ser uno de los dos partidos seleccionados. Punto. Y creyó que era "su momento".
2.- En canto al "rodea el Congreso", habla usted, sencillamente de algo que no existe más que en su imaginación. Se ha negado durante estas semanas a comprobar si sus primeras opiniones -que coincidían con las mías- se correspondían a la realidad que iba evolucionando. Y ahora, habla de algo que no existe.
Si tengo tiempo, escribo una entrada, pero la verdad, aunque no sé si merece la pena, la verdad.
En desacuerdo con sus dos tesis claves profesor, aunque no dejo de valorar el toque filosófico del desarrollo.
¿Carrillo era un Leninista? Pues lo fue, pero si tengo que tomar partida por una opción sobre lo que fue al final de su vida diría que ya no era Leninista. El eurocomunismo no era Leninista, y desde que lo implantó en el PCE hasta el momento de su muerte nunca volvió a él, de hecho si cambió en algo fue en que se escoró aún más hacia la socialdemocracia.
Para mi entrar en averiguaciones sobre el verdadero pensamiento de Carrillo a pesar de lo que defendía en público es algo que me supera, y por lo tanto no voy a especular.
Segundo punto: Ocupa el congreso será todo lo utópico o irreal que se quiera, y probablemente eso de entrar en el congreso era un disparate; pero de ahí a llamar al movimiento totalitario hay un trecho.
Tengo la sensacíón de que intentamos ser absolutamente "puros", que queremos hacerlo todo desde la pureza de los métodos escrupulosamente democráticos. Pero ahí entra la pregunta ¿es posible en esta situación ser escrupulosamente democrático?
Creo que perdemos la perspectiva de donde estamos: Vivimos en una dictadura de formas democráticas dominada por un país extranjero, y estamos en una situación de destrucción a la carrera del bienestar construido desde hace décadas.
Por lo tanto hay dos cosas que no tenemos: Ni tiempo, ni un gobierno democrático al que se le puedan anteponer métodos de oposición democráticos.
Yo no me considero una persona revolucionaria, pero hay momentos en que las revoluciones son inevitables. No sé si estamos en ese punto pero temo cada vez más que lo estemos y, si la revolución se convierte en necesaria, lamentablemente se van a tener que superar los escrúpulos democráticos y los mecanismos democráticos de protesta.
Las personas no pueden asistir pasivamente a la destrucción del mundo que les rodea ni tampoco tienen el tiempo de crear un movimiento que se consolide de aquí 5 ó 10 años. La necesidad aprieta y es absolutamente necesario comenzar a plantar cara al poder actual.
Saludos,
1.- D. Oyente: como verá usted, en ningún punto se dice que Carrillo hiciera lo que hizo por bondad. Se intenta dar una explicación objetiva del tema y,por eso, no se entra en cuestiones personales sino sociales.
2.- D. Güapo: usted insiste,parece, en comparar a Fraga y Carrillo. No lo creo. El primero creyó siempre en su papel como Churchill, de provincias, en España y por tanto en su propia figura personal y oportunista. El segundo, tenía una idea leninista más compleja, no más cierta, intelectualmente. Fraga en Inglaterra solo aprendió que él era la élite necesaria para salvar España (por eso, odiaba a Suárez).
3.- D.Chure: que yo sepa yo no he hablado de horda. Ahora, quien pide ocupar el congreso, ¿ahora ya es rodear, no?, hacer dimitir a los diputados y empezar un proceso constituyente por efecto de la masa, no es demócrata. Lo de Grecia, no lo sé.
4.- D. Ricardo: su teoría sobre Carrillo no es excluyente de la mía. El leninismo incluye la eliminación del disidente.
En cuanto a Rodea, que no, que era ocupa hasta que sonó la voz de alarma, estoy tan enterado como usted. En su último cartel seguían pidiendo la dimisión de los diputados: ¿con qué derecho? Pues que hemos venido aquí.
5.- D. Pedro:
a) El eurocomunismo era unleninismo en sus fines y admitía, como tal, medios distintos. la democracia en él solo era un medio para conseguir el fin.
b) Tres cosas sobre ocupa -o rodea, o haz picnic- el congreso
Primera, quien pretende hacer dimitir a los diputados elegidos en sufragio creo que es totalitario.
Segunda, no creo lo que usted señala cuando dice que esto es una dictadura dominada por un país extranjero. es más grave: elmundo es una realidad totalitaria dominada por el capitalismo. Por eso, este blog pretende analizarlo.
tercero, si la futura revolución,para usar sus palabras, no es democrática en sus formas no quiero esa revolución. De todas formas, si me lo permite, me parece un problema muy importante que merece un desarrollo mayor, así que me voy a poner en ello. Que lo sepa, la culpa del rollo que meteré es suya.
Muy bien profesor, espero y asumo su desarrollo en futuras entradas. Yo también desarrollaré el tema, como ya llevo haciendo meses, pero esta vez más concretamente en Ocupa el congreso y realidades asociadas.
Dos puntualizaciones quiero hacer a su réplica.
1/ Esto de Leninismo en los fines no le veo mucho sentido. El Leninismo, tal y como yo lo entiendo, se basa en las formas de ocupar el poder y de hacer la revolución. Si al leninismo le quitas las formas queda si acaso un Marxismo con una intepretación más o menos parecida a la que le dieron los rusos, pero nada más.
2/ Cuando hablo de la dictadura de un país extranjero (Alemania) no me refiero que el fin de esa dictadura sea la dominación nacional de una nación sobre otra, sino simplemente que ese país ejercer de potencia imperial. Otra cosa es que el gobierno de ese país esté efectivamente sirviendo a los intereses del capitalismo financiero, pero no cabe duda que Alemania ejerce como punta de lanza.
Por otro lado en ningún caso nadie está planteando una revolución soviética ni antidemocrática. Precisamente lo que se critica es que la democracia formal que tenemos no es real por varias circunstancias. Nadie quiere un fin antidemocrático y nadie lo está planteando.
Saludos,
Don EP:
1.- Mi tesis sobre Carrillo no es excluyente con la suya, pero si introduce algo que usted no tiene ne cuenta: Carrillo no era un gran estadista con una visión de futuro envidiable, sino un político de izquierdas normal y corriente, con mucha ambición que supo ver su momento. Quiso que su partido fuera uno de los del bipartidismo, y quiso ser el lider de ese partido en cualquier democracia que viniera. Y eso le puso ató las manos para negociar con el franquismo en pleno proceso de reforma. Y cedió, cedió y cedió. Que no digo yo que no hubiera que ceder en algunas cosas, pero a cambio de contrapartidas. No hubo ni una como estamos comprobando ahora.
2.- Claro que fue ocupa el congreso hasta que se dió la voz de alarma. Y se corrigió. Y después fue rodea el cogreso. Sí, hasta que dimitan. ¿Con qué derecho? Con varios:
a) Libertad de expresión.
b) Libertad de reunión
c) Libertad de circulación.
d) Libertad de pensamiento.
Vamos, con los mismos derechos que se pide en otras protestas la dimisión del Ministro de Agricultura, del presidente del Gobierno o del Jefe de Personal de El Corte Inglés.
Espero que no tenga ningún problema con ello, y espero que no siga llamándome idiota, dando por supuesto cosas que sabe que no son ciertas, don EP, Que nos conocemos.
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