Mañana, por lo visto, en el Barça-Madrid, aparte de no sé qué mosaico hortera y de llevarse la estelada de casa, que a pesar de lo que pueda parecer no es una merienda, exactamente a los diecisiete minutos y catorce segundos, ni uno más ni uno menos,
o sea, a los diecisiete minutos y catorce segundos
porque no cabe el error
y entonces uno se imagina a todos los allí presentes sincronizando relojes antes del partido
y, por supuesto, vigilando la estelada –que igual no se la coma otro-
y además, por supuesto, ensayando el mosaico
entonces los espectadores del partido están invitados a dar un grito
aaaaaahhhhhhhhhhhhh
oooooohhhhhhhhhhhhh
por la independencia.
Y uno comprende que puede que sea muy hermoso sentir tanto amor a la tierra. Pero que sin duda es muy cansado ser tan paleto.
Y surge un sentimiento de mi interior: ¡Que pereza!
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