La
reciente presencia pública de una nueva candidatura electoral presentada como
progresista y de izquierdas, que responde al curioso nombre Podemos,
debe llevarnos a una reflexión. Esta debe, a su vez, dividirse en dos partes
fundamentales. Primero, analizar la propia candidatura en sí misma; segundo,
reflexionar sobre ella en el contexto actual.
Va
el rollo.
En
primer lugar para analizar la candidatura nos fijaremos en su manifiesto. Por supuesto,
somos conscientes de que un manifiesto no es algo definitivo ni tampoco es un
texto de contenido filosófico, a veces sí, pero, a su vez, al escribirlo como
tal manifiesto se le presenta públicamente como algo que se cree sin duda
fundamental. Y esta idea se acrecienta al conocer que en su redacción se ha contado
con la crema de la intelectualidad que representa el profesorado universitario
español. Además, atenernos a un escrito creemos que nos permite ser más justos
que juzgar la candidatura desde una perspectiva personalista fijándonos solo en
sus protagonistas.
En
primer lugar, al leer el manifiesto, destaca que un proyecto político que surge
para, o al menos temporalmente localizada en, las elecciones europeas hable tan
poco de Europa. Efectivamente, leyéndolo detenidamente vemos como el tema
europeo apenas aparece en alguna alusión del discurso norte-sur y no se propone
ninguna cosa sobre Europa en las medidas. No se sabe, porque no se dice, qué se
quiere hacer con respecto a Europa, excepto alegrarnos porque en Escocia
se vaya a votar -e igual celebrar que en
Gales haya liga de fútbol como hermoso ejemplo de desarrollo de los pueblos-.
Es decir, el discurso es inexistente en lo continental. Y esto ya nos señala
algo muy importante: no hay una comprensión real de lo que está ocurriendo.
Porque lo que ocurre no es algo exclusivamente español sino un fenómeno global.
La precarización del sur de Europa, en realidad de toda Europa y del mundo, no
está generada por la gobernanza nacional sino por una determinada opción europea
e internacional. Y la solución, por tanto, no es tampoco nacional y menos aún
regional o tribal, sino a su vez, y como en el título de la hermosa copla,
internacional. Cuando en el manifiesto Europa
solo está presente en breves apuntes, tendemos
a pensar, y luego este pensamiento
aumentará por otros motivos, que se trata de una visión política del siglo XX
pero en absoluto del XXI.
En
segundo lugar, y ahondando en lo anterior, surge de nuevo el problema del
nacionalismo y en una partida doble. Primero con la consabida cantinela
plurinacional -Como decía César sobre lo plurinacional: Gallia
est omnis divisa in partes tres…, pero yo
me quedo con toda- y luego con referencias que deberían ser extrañas a la
izquierda como la soberanía de los
pueblos –eso qué significa y qué es un pueblo-. Así, aparte del espíritu paleto
que esto tiene, y que ya hemos analiza en este blog varias veces, hay ademas un
hecho curioso. Durante todo el manifiesto se está utilizando un espíritu que
podría denominarse al menos como cercano a la concepción de la lucha de clases.
Y si algo nos enseñó la I Guerra Mundial, ahora se cumplen 100 años, es que la
lucha de clases y el nacionalismo son incompatibles: al fin y al cabo la
socialdemocracia alemana votó a favor de los créditos de guerra –el
nacionalismo- traicionando a la clase obrera –la lucha de clases- que sería la
carne de cañón para los trapos coloreados llamados comúnmente banderas. Sin
embargo, en el manifiesto se baila una yenka extraña –sí, suelo citar música de
radiante actualidad a lo spotify- en la cual no se duda en dar dos saltitos adelante
con la lucha de clases y dos atrás con las folclóricas. Y si alguien va a soltar
ese lugar común de que el nacionalismo no tiene que ser excluyente, que piense que
todo hecho nacional tiene necesariamente
que serlo, pues la idiosincrasia es la clave del nacionalismo: hablar una misma
lengua te hace hermano de tu explotador y te separa de los extranjeros.
Así,
la defensa de esta sustancialidad de los pueblos impide dos cosas: la primera
llevar la perspectiva del análisis a la realidad socioeconómica; la segunda,
buscar soluciones globalizadas a la propia globalización. Y surge ahí el auténtico
problema político pues la única solución de izquierdas que queda al proyecto
del precarización es la construcción urgente no de comunidades pura sangre sino
de Europa
como un único país.
En
tercer lugar, cabe destacar la ausencia de un análisis argumentado de qué
ocurre. Obsérvese que estamos hablando no de un programa electoral, donde lo
fundamental son los propuestas, sino de un manifiesto. Y curiosamente todo el
manifesto tiene básicamente un aspecto descriptivo desde eso que se llama la indignación. Efectivamente, todo el
problema se reduce a una cómoda descripción elemental entre el 1% y el 99% que, sin dejar de tener cierta verdad, no
permite explicar con exactitud la magnitud de lo que pasa. Además, toda la base
del discurso se orienta sobre la la avaricia pero nada hay de un análisis
económico acerca de la novedad de la globalización y por qué ese arranque de
avaricia oligarca es posible ahora y no antes y qué condiciones novedosas en lo
socioeconómico lo permiten. En realidad, el análisis de Podemos, al basarse solo en categorías morales como la avaricia, es
un análisis válido para cualquier circunstancia histórica sin excepción y de ahí que las medidas sigan centradas en el
estado nación del siglo XX.
Pero,
alguien podría pararnos y decir: se trata solo de un escrito político testimonial,
no de un artículo sociopolítico. O dicho de otra forma: estaríamos haciendo trampas
pues exigimos algo que nada tiene que ver con lo que es al uso un manifiesto.
Sin embargo, la candidatura Podemos
se presenta a sí misma como una forma nueva de hacer política Y por eso resulta
llamativo que en dicha y anunciada novedosa actuación no sobresalga la
exigencia permanente de la argumentación y el análisis. Efectivamente, el
manifiesto, a nivel de análisis político, no pasa de los lugares comunes y la
consigna del manifestante. Es decir, no pasa de la publicidad electoral y la
política entendida como el lema y la consigna.
Pero,
si las propuestas de una candidatura son la clave, ¿qué pasa con las propuestas
de Podemos? Imaginemos que los
duendes de internet -víctimas de un ERE en la imprenta- hubieran publicado este
mismo manifiesto en la página web de IU o de cualquier otro partido de la autoproclamada
izquierda: ¿alguien se hubiera percibido de la errata? Los mismos lugares comunes
y el mismo tono grandilocuente. Y por eso surge la pregunta inevitable: ¿qué
hay de nuevo en Podemos que no
hubiera podido ser asumido por, por ejemplo, IU? Alguien podría señalamos que,
una vez más, no hemos entendido nada y que Podemos
es una candidatura abierta con afán integrador. El problema es que eso mismo
pretende ser Izquierda Unida –y estaba antes-. Pero ese mismo alguien –u otro- podría
insistir y decir que seguimos sin entender: lo importante es que Podemos es un movimiento horizontal, una
nueva forma de hacer política.
Y
aquí surgen dos problemas: el primero es que si realmente es una candidatura horizontal
–es decir , que parte de las bases- y realmente pretende una forma nueva de
hacer política no se entiende muy bien que todo su marketing gire en torno a un
candidato estrella y de alto contenido mediático; la segunda es que al votante común –y
yo mismo soy bastante vulgar- le da igual si el movimiento es horizontal,
vertical u oblicuo -aunque podamos entender que para el militante sea con razón
fundamental- y lo que le interesará será el contenido de sus propuestas.
De
esta forma, Podemos viene en realidad
a hacerle la competencia a IU pero con un discurso asumible por IU - como antes
hizo EQUO- con lo cual ya no se entiende
nada. La crítica no es que se divida a la izquierda, pues si las propuestas y los
análisis fueran diferentes todos nos enriqueceríamos, sino que es la misma
izquierda que sin aportar nada fundamentalmente nuevo restará votos. Y hasta
tal punto es así, que como divertimento conspiratorio podríamos llegar a pensar
que en realidad Podemos es una astuta
maniobra del PP para, justo cuando las encuestas hacían un favor a la coalición
izquierdista, dividir y reducir su voto.
Concluimos
-¡por fin!-.
Realmente,
estamos en guerra. Todo aquello que se puede considerar como un estado social y
democrático de derecho, eso pretendía ser la España
de la transición, está siendo desmantelado por el proceso de precarización
analizado en este blog. Tan en guerra estamos que a la hora de la política, no
así del análisis intelectual –o casi-, corresponde sensatamente unir fuerzas. En
la guerra, lo primero es ganar y votar ahora a Izquierda Unida, con quien tanto
me separa, nos parece una buena opción para ayudar a esa victoria necesaria aunque
solo sea porque ya es una candidatura hecha. Podemos podrá traer aire fresco a la política, como dirían los
cursis, pero las guerras no se ganan con la brisa.
3 comentarios:
Es verdad que Podemos nace lastrado por ciertas contradicciones internas. Se podría alegar que está construido sobre la figura de Pablo Iglesias para darle presencia y empaque al conjunto y a la candidatura, y también que están poniendo y tendiendo puentes a IU. Es verdad que su manifiesto es cortoplacista y que trata de canalizar la indignación y el asco popular hacia el voto sin mayor profundidad y reflexión, pero en ello es hijo de su tiempo.
A la gente no le importa demasiado el análisis de fondo de las propuestas de los partidos, sino, por decirlo así, el montaje. Vivimos en la época del videoclip político y de la memoria débil.
Si tienes dudas: ¿cuántos post te han dejado de la punzante reflexión sobre esta nueva formación?
Quizás eres demasiado optimista, y estas esperando ese verdadero partido o formación de izquierdas que canalice teoría y acción aportando algo distinto del marxismo de toda la vida y sin traicionar sus principios. Es una buena opción, pero dudo de que algo tan bueno pudiera llegar. Y si llegara, hay muchos intereses en que durara poco.
Esta vez firmo: Miguel.
Tres videos que ayudan a entender de qué van los de Podemos. Me parece muy relevante la idea, en el fondo, de entenderse como la élite que guía al pueblo hacia la libertad, porque el pueblo es demasiado tonto como para entenderlo (y que en el fondo, en contra de las apariencias, ¡son superelitistas! aunque sea una élite que a guiar a la gente hacia una sociedad mejor). Creo que saben bien lo que hacen y que son MUY conscientes de los problemas que tiene su retórica, pero que lo hacen porque creen que es lo que funciona. Las ideas que vierten por aquí sobre hegemonía son muy interesantes para entender esto, y hay otro video de Errejón en la misma línea, que se llama "explicando la hegemonía" o algo así, en donde comenta "en el nombre del hijo":
http://www.youtube.com/watch?v=gWq63c5mH3s
http://www.youtube.com/watch?v=UYni8w_tTCo
y
http://www.youtube.com/watch?v=SlUq-SdTI8Y
La diferencia fundamental entre IU y Podemos es la forma, no el fondo.
Y con forma no me refiero a que sea horizontal o no, sino a la manera de estructurar el discurso político de tal forma que reconfiguran el marco en el cual se libra la batalla política. A la manera de estructurar los símbolos y articular la retórica. Todo basado en lo que ha tenido éxito en Latinoamérica.
Y si se consigue reconfigurar eso bien, hasta el adversario hace política en tus términos. El objetivo al final es ese, hacer lo que hizo Margaret Thatcher pero en versión izquierda.
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