La
abdicación del rey no cabe duda de que es noticia. Tanta, al menos, como para
que yo no concluya un escrito sobre la victoria del Madrid en la Champions –sí,
la décima-. Total, que me debo a la realidad –y al banco-. Y es importante
contestar a la realidad, y más al banco.
¿Por qué el rey abdica ahora?
Lo
primero es lo primero. Al parecer, el rey tomó la decisión el pasado cinco de
enero, su cumpleaños. El problema de las filtraciones a posteriori es uno:
pueden ser ciertas o no. Es decir, en un mundo en que se sabe todo resulta
extraordinario que durante cinco meses nada de esto se supiese. Otros medios, sin embargo, niegan esto y señalan que si
bien se barajaba ya, la decisión se toma por los resultados de las elecciones
europeas. Nosotros ya hemos hablado aquí de ellas considerándolas como un fracaso de la izquierda,
pero con fracaso y todo pintaban un panorama claro: la mayor probabilidad sería
un gobierno de una coalición de izquierdas tipo Andalucía. O, al menos, con una
fuerte presencia de izquierdas en el
parlamento y necesaria, por tanto, para los principales pactos. Y eso tenía un
problema de cara a la sucesión monárquica. Seamos crudos: el rey temía morir
durante esa legislatura y encontrarse un panorama para sus genes -Dawkins ya
habló del gen egoísta- terrible. Esta
perspectiva era una mayoría de izquierdas influyente que viera en la
posibilidad de impedir la sucesión una batalla publicitaria de primer orden:
¡contra la casta! Así, ahora y con una mayoría conservadora en la cámara, es
más fácil.
¿Ha sido un buen rey?
Juan
Carlos I no ha sido un buen rey, ha sido
un magnífico rey. Diremos más: D. Juan Carlos de Borbón ha sido el mejor jefe
de estado de la historia de España. Decir otra cosa, sería claramente injusto.
¿Y
no sería entonces lo normal la sucesión dinástica en su hijo?
La
normalidad se puede entender, como el ser –ya saben que a veces me pongo
pedante-, de muchas maneras. En cuanto a la normalidad como racionalidad no
parece que el resultado de una coyunda, por muy estupenda y laboriosa que esta
fuese, legitime una jefatura de estado democrática. Tampoco, parece muy normal defender
que como ya se votó la constitución no cabría ahora poner en duda la sucesión
monárquica. Al fin y al cabo, la monarquía se admitió como un mal menor en una
coyuntura –que no coyunda- especialmente grave de la historia de España, la
creación de una democracia, que hoy en día afortunadamente no existe.
Por
tanto, lo normal sería, al menos, preguntar pues las circunstancias
fundamentales del anterior pacto han cambiado.
¿Pero esto, que la sucesión sea coital
o racional, sería un asunto crucial para la izquierda?
Por
supuesto que no, y aquí se produce un hecho curioso: sí es, sin embargo, un
hecho crucial para mantener el proceso de precarización existente en España.
Ahora
viene lo importante.
¿Por qué la sucesión monárquica es
fundamental para el proceso de precarización?
El
proceso de precarización necesita eso que se llama de forma rimbombante
estabilidad. Efectivamente, la estabilidad institucional, es decir: que nadie
mueva ficha más allá de las ordenanzas de la oligarquía –nota: obsérvese que no
decimos casta, pero eso otro día- implica el caldo de cultivo ideal para
limitar los derechos políticos y sociales. Así, la condición indispensable para
precarizar la sociedad, y España no es una excepción tampoco en esto, es que
haya una estabilidad institucional que vaya más allá de la opción política de gobierno.
Por eso, la sucesión monárquica no es la clave de todo esto, daría igual que ya
hubiera república o consejo de ancianos, sino la estabilidad concebida como normalización
que refiere, en realidad, a obediencia. Es decir, la objetividad, y no la opinión
que no nos importa, de la defensa de la sucesión monárquica no está en la propia dinastía sino
en la defensa de la estabilidad y, con ella, de la propia precarización. Se
defiende al príncipe porque la estabilidad es la clave de ese proceso que
persigue la oligarquía y no por espíritu monárquico.
¿Y entonces no sería algo crucial
para la izquierda en cuanto a la posibilidad de luchar contra el proceso de
precarización?
No,
porque la estabilidad es condición necesaria para la precarización pero no para
luchar contra ella y su negación. Todo el proceso de precarización necesita una
estabilidad institucional, al menos eso que se llama así y que consiste en un
acuerdo fundamental de la oligarquía política, porque no se quiere llevar realmente al campo
de la política democrática de confrontación de ideas.
Sin
embargo, la lucha contra ese mismo proceso de precarización no es necesario que
se produzca desde una inestabilidad institucional. De hecho, lo ideal sería una
estabilidad para acometerla y por eso, como señalábamos antes, no se trata de
un asunto crucial para la izquierda. Es decir, hay que darle la importancia
justa y tampoco perder fuerzas innecesarias en esto. Lo fundamental ahora es luchar
contra el proceso de precarización y en esa lucha monarquía o república es solo
otro medio. Y con ambas, la lucha es posible.
¿Y si se proclamara la república?
Si eso ocurriera espero que nadie cambie la bandera
ni tan siquiera el himno. Si alguna vez hay una III república -así con
minúsculas es como está bien- en España –es
que es nombre propio- nos gustaría que fuese una república de todos y no solo
de un grupo. Creemos que las naciones, otro nombre rimbombante, se definen por
su sociedad y nos gusta que haya sociedades donde todos tengan cabidas en la
forma de su estado. Ah, se me olvidaba decirlo: y esto se llama democracia.
¿Ganará España el mundial?
Ni
lo sé ni me importa. Yo soy del Madrid, no de la selección española. Pero que
nadie vea aquí un acto reivindicativo de los pueblos oprimidos por el estado
español. Al contrario, es porque no soy de pueblo.
3 comentarios:
¿Que ha sido un magnífico rey? Y eso, ¿en qué medio de comunicación lo ha visto exactamente? Claro, en todos. Francamente, le creía menos permeable a la propaganda.
Que ridiculez la de este país con izquierdosos republicanos que prefieren Monarquía Parlamentaria Corrupta a República Corrupta.
Si Sr Mesa, estoy de acuerdo con eso que dice de la precariedad.
Pero sus gustos le delatan: Traje, corbata, Magnifico Rey, jem jem jem, que tos me ha entrao!
Ostras, ¿he entendido mal, o resulta que ahora ir de traje y corbata son aspectos que definen tu ideología? eso si es una ridiculez
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