En
un
artículo anterior nos preguntábamos cómo era posible que el Capitalismo
permitiera los derechos sociales y la libertad individual en la sociedad. Esta
pregunta venía el caso porque nosotros mismos siempre
hemos defendido que el Capitalismo es un sistema totalitario y por lo
tanto, creemos, debería extrañar que un sistema totalitario permita el
desarrollo de la libertad de los individuos que lo conforman.
Así,
en ese mismo artículo anterior, comenzábamos muestra explicación reflexionando
sobre cómo todos los sistemas económicos anteriores al Nuevo Capitalismo habían
realizado una dominación sobre sus súbditos para poder permitir su explotación
económica. Así, analizábamos que en todos los sistemas anteriores existía una
diferencia clara entre explotación y dominación. La explotación era la meta
final que buscaba conseguir una producción económica determinada que permitiera
la vida ociosa de una oligarquía social a través de la producción en el trabajo
de la inmensa mayoría de la población. Para conseguir que esta inmensa mayoría
se plegara a los intereses de una minoría surgía necesariamente la dominación
como medio para conseguir el fin arriba descrito. Esta dominación podía ser de
dos tipos. Podía ser, primero, una dominación puramente ideológica en la cual a
través de la creación de una serie de pensamientos, teorías, costumbres y demás
elementos se buscara al final la entrega voluntaria de esa producción o, al
menos, la pasividad ante la expoliación de trabajo. Pero, segundo, también había
sin duda una coacción violenta y física, es decir: una dominación donde a
través de la violencia y la fuerza física se impedía la sublevación –traduzco:
la defensa de sus derechos- de la
mayoría de la población así expoliada. La consecuencia de todo esto,
señalábamos, era que la dominación, en este doble proceso, había sido la regla
durante toda la historia de la humanidad hasta la llegada del Nuevo Capitalismo.
Sin
embargo, resulta curioso como en el Nuevo Capitalismo ha desaparecido la
dominación y este es absolutamente compatible con la democracia. Pero, también
señalábamos en el anterior artículo que quizá alguien podría decir que esto no
era cierto y que en el Capitalismo actual la dominación se seguía ejerciendo del
mismo modo. Indudablemente, la realidad puede observarse de muchas maneras
incluso de una que es absolutamente falsa.
Por más que las viejas ideologías incapaces de explicar el mundo real se
empeñen en falsificarlo para mostrarlo como el mundo anterior y hacer sencillo
y compatible su análisis con sus teorías críticas obsoletas –y por tanto, ya no
críticas- no cabe duda de que el Nuevo Capitalismo respeta la democracia y, por
ejemplo, cualquier teoría puede ser dicha públicamente y defendida. Igualmente,
no cabe duda que cada vez un mayor número de países llegan a ser una democracia
donde sus gobiernos se eligen a través del sufragio universal y respetan de
manera general los derechos humanos. Sería una tarea estadística muy
interesante analizar en cuántos países antes de la llegada del Nuevo Capitalismo
existía la designación de los gobiernos a través del sufragio universal y en
cuanto existe en la actualidad. Parece por tanto, que la democracia no se ha
extendido merced al desarrollo del comunismo o de los sistemas alternativos al Capitalismo
sino por este mismo sistema de explotación. Por tanto, para quienes creemos que
debemos dar respuesta la realidad y no a nuestra visión soñadora y conformista de
ella, surge una pregunta que tenemos que responder radicalmente: ¿cómo es
posible que el Capitalismo permita la democracia?
La
clave de todo el problema, creemos, radica precisamente en un análisis
económico de la realidad del Nuevo Capitalismo. En todos los sistemas
anteriormente existentes los individuos debían ser obligados a producir
beneficio para el propio sistema pues, lógicamente, nadie estaba dispuesto a
que de su propia producción le fuera quitada una parte en aras de una clase
ociosa. Pero, tampoco conviene confundir aquí los términos. Todos los sistemas
anteriores buscaban efectivamente la supervivencia de esa misma clase ociosa y
para ello era necesario quitar parte de la producción a la inmensa mayoría de
la población que, lógicamente, veían esto como una merma en su propia vida. Por
ello, y para realizar esta explotación, había que dominarles, es decir:
controlar su voluntad de forma absoluta. El control de esta voluntad, como ya
señalamos más arriba, se podía hacer, evidentemente, o bien por medios
puramente ideológicos, la mayoría de las veces, o bien a través de la pura
acción violenta, las menos veces. Pero lo que nos importa aquí es reflexionar
sobre que este proceso era necesario porque la explotación era objetivamente, y
era vista como consecuencia de lo anterior, como algo ajeno a la propia vida
individual, algo superpuesto a la misma e innecesario.
Y
es aquí, donde el Nuevo Capitalismo sorprendentemente cambia de forma radical frente
a cualquier sistema anterior. Lo que ha logrado el Nuevo Capitalismo es precisamente
integrar de manera esencial la explotación en la propia vida y que esta misma
explotación ya no sea algo adyacente a la existencia particular. Y tras esta
frase tan brillante corresponde una explicación.
Lo
que ha logrado el Nuevo Capitalismo es integrar absolutamente y de forma
objetiva, es decir: no en las conciencias sino en la realidad, la explotación a
la propia vida. Esto se ha logrado a través del consumo. Efectivamente, la vida
actual es esencialmente consumo y este hecho es la clave de la integración de
la explotación no como un elemento suplementario de esa misma vida particular sino
como la propia vida en sí. Cada uno de los individuos dentro del Capitalismo, y
ello nos incluye a nosotros a pesar de nuestro porte radical, vivimos la vida
como consumo y por ello como producción de beneficio capitalista. Este
beneficio capitalista es una parte fundamental del actual explotación. Así, la
explotación ya no es algo que haya que imponer sino algo que por el mero hecho
de vivir resulta dado. Cada uno de los sujetos que forman parte del Capitalismo,
y esto incluye a todos y cada uno de los individuos que se integran dentro de
las sociedades capitalistas, al vivir produce beneficio económico lo quieran o
no y por ello su propia vida es explotación: la dominación ya es innecesaria.
Por
ello, esto tiene un significado fundamental en relación al propio proceso de
dominación. Efectivamente, veíamos que en los sistemas anteriores la dominación
era el medio para conseguir el fin que era la explotación. Se trataba de
obligar a los individuos, ideológicamente o bien a través de la pura acción
violenta, a entregar una parte de su producción laboral. Sin embargo, ya lo sabemos,
en el Nuevo Capitalismo todo esto cambia
y cambia radicalmente.
En
primer lugar, y esto hay que entenderlo definitivamente para llegar a
comprender de forma esencial el nuevo sistema, la explotación ya no se va a
producir para mantener a una clase ociosa sino para el mantenimiento del propio
sistema que se
ha vuelto una realidad objetiva. Es decir, el Nuevo Capitalismo ha superado
la concepción de un mero sistema de clases sociales y se ha situado como un
sistema que universalmente explota a todos y cada uno de los individuos que lo
conforman ya sean éstos oligarcas, clase media, trabajadores precarios, o
incluso muy radicales. De esta manera, el Nuevo Capitalismo se ha convertido en
un sujeto en cuanto a que ya no puede ser visto como la mera suma de sus partes
sino como una realidad diferente a la propia estratificación social.
En
segundo lugar, el hecho de que la explotación se sitúe en la vida de cada
individuo no de forma accesoria como una coacción ejercida desde fuera sino de
forma esencial como parte fundamental de la propia vida, implica la inutilidad,
o al menos el carácter innecesario, de la dominación. Si la dominación era un
medio para conseguir el fin de la explotación y el Nuevo Capitalismo ha
resuelto esto situando la explotación como hecho sustancial a la vida
lógicamente, y de acuerdo a la propia argumentación, la dominación ya no es
necesaria. La explotación se garantiza más allá de la actitud individual del
sujeto o sus ideas pues este para realizar cada uno de los hechos propios de su
vida, incluyendo opinar en internet, debe consumir y con ello producir
beneficio económico al Capitalismo. Para explotar a los sujetos ya es
necesario, por consiguiente, ni una coacción física ni la creación de una
ideología. La propia vida se ha convertido en el proceso de explotación y con
ello ha hecho innecesaria la dominación.
Sin
embargo, alguien podría señalar que si nuestro análisis fuera cierto no se
estarían produciendo los recortes en libertades individuales y colectivas que
se están dando en Europa en los últimos años –y que nosotros hemos
analizado-. Igualmente, alguien podría echarnos en cara que nuestra visión
del Capitalismo resultaría extraordinariamente apologética pues si el Capitalismo
elimina la dominación haría a los individuos libres. Y a estas dos muy
interesantes críticas tenemos responder pero nos parece que por hoy ya hemos
aburrido bastante así pues emplazamos a un nuevo artículo.