La
irrupción exitosa de nuevos partidos políticos es siempre algo digno de
análisis. Efectivamente, que de la noche a la mañana una formación consiga no
solo expectativas de representación parlamentaria sino disputar el puesto
de partido más votado señala el
excelente momento del espíritu
emprendedor en nuestro país. Y,
también, merece una reflexión: del mismo
modo que hablamos de Podemos corresponde ahora hablar de Ciudadanos (C’s).
En
primer lugar, debemos situar el objeto de análisis. Ciudadanos es un partido de implantación en Cataluña que ha dado el
salto al resto del territorio nacional en estas elecciones. Por tanto, parece
lógico que surja aquí la primera cuestión y es el porqué del salto en este momento y por qué no se
produjo antes.
Para
estudiar esto, es importante analizar qué factores han cambiado en el panorama
político español pues partimos de la hipótesis, cual grandes científicos que
somos, de que si algo nuevo ocurre, que C’s dé el salto al territorio nacional,
es porque alguna o algunas novedades han surgido.
¿Por
qué Ciudadanos, que ya existía, no se
convirtió en partido nacional para las elecciones de 2011 y sí lo ha hecho para
las de 2015? Indudablemente, la vocación
de servicio de quienes han venido a servir y no a servirse etc etc implicaría que cuanto antes se cumpliera ese
objetivo todo sería mejor. Sin embargo, C’s –por cierto, sus siglas C’s: qué
bilingüismo, qué echaos pa’lante- esperó hasta esta legislatura, hasta su final
concretamente, para presentarse como partido nacional. Y de esta forma,
nuestra investigación se recorta en el
tiempo y ahora hay que ver qué ha
ocurrido de 2011 hasta aquí, y especialmente de 2014 hasta aquí, para que el
nuevo partido haya sentido ahora, y no antes, esta vocación de servicio
nacional.
En
primer lugar, está el problema del techo electoral catalán. Y en un doble
significado. Las idioteces reaccionarias de la autodeterminación han
convertido la política catalana en un erial. Así, en estas provincias –nota: la
verdad es que a veces tengo mala leche pero siempre soy salao- toda la política
ha quedado reducida a una disputa de nacionalidades y trapos coloreados. Con
ello, y como todos ya se han retratado en este sencillo tema –resumido: ¿a
quién quieres más, a papá o a mamá?-, los votos tienen un límite pues no pueden
existir nuevas propuestas -bueno, quizás la independencia del Ampurdán- que
generen nuevos clientes. De esta forma, C’s ya ha llegado a ese tope y su cuota
de mercado allí ya está cubierta. Y la expansión comercial es necesaria.
En
segundo lugar, está el hundimiento del PP.
La posibilidad, y la esperanza, de que pierda el PP no cabe duda de que
tiene una serie de consecuencias para nuestro análisis.
Primero
y en términos de mercado, abre la posibilidad para una nueva derecha de generar
una nueva cuota de consumidores. Esto permite sin duda que empresas periféricas
acudan al mercado central para captar nuevos compradores, y así C's puede
desembarcar en el territorio nacional.
Pero,
segundo, este desembarco hay que hacerlo siguiendo las reglas del marketing
bien aplicado. Y para ello, Ciudadanos ha copiado fielmente la estrategia del maestro Podemos
frente al suspenso Vox.
Efectivamente, la distinta estrategia presentada entre Podemos y Vox explica el
éxito del primero y el fracaso del segundo. Vox
se presentó directamente como un partido que quería sustituir al PP con sus
mismas ideas y elementos proveniente del propio partido: Vox se presentaba sí mismo como otra vez el PP revivido, pero para
eso se vota al PP. Podemos, sin
embargo, no intentó presentarse como un nuevo PSOE, ni tan siquiera como una
regenerado IU, sino como un producto absolutamente novedoso. Así, pudo explotar
el discurso de la casta, incluso siendo ellos profesores de universidad, y
vender la idea de pureza reflejada en su juventud. Ellos nunca habían estado
allí.
Ciudadanos ha hecho
otro tanto. Como si su inane labor en Cataluña nunca hubiera existido, se ha
presentado como un producto nuevo y, al igual que Podemos, nadie sabe lo que piensa mas allá de generalidades y
regeneracines decimonónicas -nota: este país se llena regenarando desde Joaquín
Costa-. Así, la juventud representada como ausencia de pasado y por tanto
pureza es la clave comercial -perdón, política- para Podemos y Ciudadanos.
¿Ausencia
de ideas? ¿No tiene Ciudadanos programa?
Y de nuevo vamos a Podemos. Lo
importante aquí no es que estos nuevos partidos tengan o no programa sino que
todo su discurso público se establece no en el terreno de las ideas, o al menos
los ideales, sino del maquillaje estético. La idea fuerte del relato -como se
verá manejo la (pos)moderna nomenclatura- no es la gestión de la realidad sino
la denuncia y el rechazo del presente desde una situación de presunta pureza:
no somos casta, somos la nueva política, nosotros nunca estuvimos allí.
Pero,
seamos optimistas y defendemos por un momento que Ciudadanos, y Podemos,
tienen programa. Lo interesante aquí es que dicho programa no se diferenciaría
sustancialmente del de UPYD e IU, respectivamente. Entonces ¿por qué un nuevo
partido o saltar a la arena nacional?
Ya
explicamos cómo funcionó la operación Podemos;
toca ahora explicar realmente la operación Ciudadanos.
Empecemos
por repetir la la evidencia de que la operación Ciudadanos se fragua durante el último año 2014. No surge de los
recortes, que empiezan ya en 2011 o antes, ni del desastre Zapatero sino que
aparece solo a partir de 2014.
¿Cuándo?
Cuando
el PP va perdiendo progresivamente voto en las encuestas y se pone en duda que
pueda volver a gobernar.
Cuando
el PSOE ve parar su sangría y se estabiliza.
Cuando
Podemos ha dejado de ser un partido
superrebelde -de la renta básica al subsidio- y tiene pinta de girar aún más al
centro con sus inevitables pactos con el PSOE. Porque la primera idea era un Podemos que solo restara pero un giro de
los acontecimientos ha dado un vuelco a la teoría: Podemos puede tener poder, y mucho, pactando. Y si Podemos pacta, el PP pierde.
Así,
Ciudadanos aparece en un momento
determinado y por tanto podemos plantear, sin que resulte irreflexivo, que para
lograr algo en ese contexto ¿El qué?
El
contexto, sin contar con C’s es que el PP pierde ¿Qué ocurre entonces? Que la
previsión sería que el PP abandonará el poder. Y ahí entran UPYD y Ciudadanos
Podemos y su giro
han generado una conmoción en el PP. Pensado como el partido que debía romper
el binomio PSOE-IU y eliminar la posibilidad de un pacto que desalojara al PP, no
se podía pactar con la casta, su giro al centro hace pensar que las alianzas ya
no sean imposibles. Así, se puede perfilar un acuerdo con el PSOE a través de
breves retoques estéticos. Y eso implica la posibilidad de que, aunque hundida Izquierda Unida, el PP necesite de nuevo
mayoría absoluta para gobernar. De esta forma, la estrategia Podemos por parte de la derecha ha
fracasado. Y hay que buscar otro método.
Como
diría el dictador Lenin ¿Qué hacer?
Y
de nuevo Podemos, la mejor operación
de marketing de los último años, es la solución. Si Coca Cola triunfa, Pepsi
Cola también gana. Había que generar una nueva organización muy moderna -traduciendo
al lenguaje político actual con efebos y, seamos aún más modernos, efebas- y
que diera un discurso cargado de embates contra la vieja política y elogios a
la nueva política -aunque nadie sepa lo que en eso-. Es decir, sin discurso
pero con retórica.
Pero,
¿y por qué no elegir a UPyD? Porque este partido, como IU en la otra operación de
marketing, estaba lastrada por su discurso y eso le impedía un fácil voto al PP.
Así que, del mismo modo que la operación Podemos
eliminaba a IU, la operación Pepsi Cola, perdón: Ciudadanos, debía eliminar a UPyD.
El
PP ya tenía con quien pactar. Como Henry Ford cuando subió el sueldo a sus
trabajadores para que compraran el coche que ellos mismos habían fabricado y
conseguir así doble beneficio, la derecha ha propiciado la operación C’s, como
antes la de Podemos, para que los
votos perdidos del PP, es decir: favorables al cambio de modelo social español
hacia la convergencia con China, vuelvan al proyecto de precarización social.
Pero
hay un claroscuro. Al igual que la operación Coca Cola, perdón: Podemos, al superar el éxito de su propia expectativa inicial reconvirtió
al partido en una búsqueda de poder y por tanto hizo posible el pacto, con Ciudadanos puede ocurrir lo mismo pero
en sentido contrario. Sabedores de su tirón, pactar con el PP tras las
elecciones autonómicas puede hundir sus expectativas de nueva política -es
decir: de tocar poder- y por tanto el dilema está abierto. Rivera estaba
pensado como compañero de viaje de la derecha y al final puede resultar ese turista
pesado que al querer ver todo fastidia el tranquilo tour ya programado. Porque
ahora Rivera sabe que no puede pactar con el PP, al menos hasta las generales,
sin sufrir una sangría de votos en las elecciones de noviembre de 2015. Y por
eso, salvándose la espalda, Rivera no ha puesto condiciones sociales al PP, de
sanidad, educación, socioeconómicas o de derechos, sino, ¡ay la nueva política!,
corporativas: elecciones primarias. Tal vez, pensando en que en noviembre ya
pueda disolver su partido en el PP y entrar en él como dirigente.
La
nueva política está marcha. Ya no se habla de educación, sanidad, economía o
derechos. Se habla de casta y corrupción política. Esto tiene pinta de ser peor
aún que la antigua. Pero eso, ya, otro día.
1 comentario:
Había mercado (El desplome del PP) y bueno, los medios (Máximos accionistas la banca y el Estado, controlado por Mariano) han apostado por apoyar en esta ocasión a Ribera (Que ofrece el control férreo del Partido, justo como Iglesias en PODEMOS) Pero es coyuntural, la solución definitiva viene de Grecia y se llama Golpe de Estado. ¿Como? Dar mayoría absoluta a la lista de partido más votada. CiU hace años que viene defendiendo esta solución y Renzi acaba de preparar el golpe de Estado en Italia.
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