domingo, mayo 17, 2015

CIUDADANOS (¿pero solo si son del PP?)

La irrupción exitosa de nuevos partidos políticos es siempre algo digno de análisis. Efectivamente, que de la noche a la mañana una formación consiga no solo expectativas de representación parlamentaria sino disputar el puesto de  partido más votado señala el excelente momento  del espíritu emprendedor en nuestro país.  Y, también,  merece una reflexión: del mismo modo que hablamos de Podemos corresponde  ahora hablar de Ciudadanos (C’s).

En primer lugar, debemos situar el objeto de análisis. Ciudadanos es un partido de implantación en Cataluña que ha dado el salto al resto del territorio nacional en estas elecciones. Por tanto, parece lógico que surja aquí la primera cuestión y es el porqué  del salto en este momento y por qué no se produjo antes.

Para estudiar esto, es importante analizar qué factores han cambiado en el panorama político español pues partimos de la hipótesis, cual grandes científicos que somos, de que si algo nuevo ocurre, que C’s dé el salto al territorio nacional, es porque alguna o algunas novedades han surgido.

¿Por qué Ciudadanos, que ya existía, no se convirtió en partido nacional para las elecciones de 2011 y sí lo ha hecho para las de 2015? Indudablemente, la vocación  de servicio de quienes han venido a servir y no a servirse etc etc  implicaría que cuanto antes se cumpliera ese objetivo todo sería mejor. Sin embargo, C’s –por cierto, sus siglas C’s: qué bilingüismo, qué echaos pa’lante- esperó hasta esta legislatura, hasta su final concretamente, para presentarse como partido nacional. Y de esta forma, nuestra  investigación se recorta en el tiempo y ahora hay que  ver qué ha ocurrido de 2011 hasta aquí, y especialmente de 2014 hasta aquí, para que el nuevo partido haya sentido ahora, y no antes, esta vocación de servicio nacional.

En primer lugar, está el problema del techo electoral catalán. Y en un doble significado.  Las idioteces reaccionarias de la autodeterminación han convertido la política catalana en un erial. Así, en estas provincias –nota: la verdad es que a veces tengo mala leche pero siempre soy salao- toda la política ha quedado reducida a una disputa de nacionalidades y trapos coloreados. Con ello, y como todos ya se han retratado en este sencillo tema –resumido: ¿a quién quieres más, a papá o a mamá?-, los votos tienen un límite pues no pueden existir nuevas propuestas -bueno, quizás la independencia del Ampurdán- que generen nuevos clientes. De esta forma, C’s ya ha llegado a ese tope y su cuota de mercado allí ya está cubierta. Y la expansión comercial es necesaria.

En segundo lugar, está el hundimiento del PP.  La posibilidad, y la esperanza, de que pierda el PP no cabe duda de que tiene una serie de consecuencias para nuestro análisis.

Primero y en términos de mercado, abre la posibilidad para una nueva derecha de generar una nueva cuota de consumidores. Esto permite sin duda que empresas periféricas acudan al mercado central para captar nuevos compradores, y así C's puede desembarcar en el territorio  nacional.

Pero, segundo, este desembarco hay que hacerlo siguiendo las reglas del marketing bien aplicado. Y para ello, Ciudadanos ha copiado fielmente la estrategia del maestro Podemos frente al suspenso Vox. Efectivamente, la distinta estrategia presentada entre Podemos y Vox explica el éxito del primero y el fracaso del segundo. Vox se presentó directamente como un partido que quería sustituir al PP con sus mismas ideas y elementos proveniente del propio partido: Vox se presentaba sí mismo como otra vez el PP revivido, pero para eso se vota al PP. Podemos, sin embargo, no intentó presentarse como un nuevo PSOE, ni tan siquiera como una regenerado IU, sino como un producto absolutamente novedoso. Así, pudo explotar el discurso de la casta, incluso siendo ellos profesores de universidad, y vender la idea de pureza reflejada en su juventud. Ellos nunca habían estado allí.

Ciudadanos ha hecho otro tanto. Como si su inane labor en Cataluña nunca hubiera existido, se ha presentado como un producto nuevo y, al igual que Podemos, nadie sabe lo que piensa mas allá de generalidades y regeneracines decimonónicas -nota: este país se llena regenarando desde Joaquín Costa-. Así, la juventud representada como ausencia de pasado y por tanto pureza es la clave comercial -perdón, política- para Podemos y Ciudadanos.

¿Ausencia de ideas? ¿No tiene Ciudadanos programa? Y de nuevo vamos a Podemos. Lo importante aquí no es que estos nuevos partidos tengan o no programa sino que todo su discurso público se establece no en el terreno de las ideas, o al menos los ideales, sino del maquillaje estético. La idea fuerte del relato -como se verá manejo la (pos)moderna nomenclatura- no es la gestión de la realidad sino la denuncia y el rechazo del presente desde una situación de presunta pureza: no somos casta, somos la nueva política, nosotros nunca estuvimos allí.

Pero, seamos optimistas y defendemos por un momento que Ciudadanos, y Podemos, tienen programa. Lo interesante aquí es que dicho programa no se diferenciaría sustancialmente del de UPYD e IU, respectivamente. Entonces ¿por qué un nuevo partido o saltar a la arena nacional?
Ya explicamos cómo funcionó la operación Podemos; toca ahora explicar realmente la operación Ciudadanos.

Empecemos por repetir la la evidencia de que la operación Ciudadanos se fragua durante el último año 2014. No surge de los recortes, que empiezan ya en 2011 o antes, ni del desastre Zapatero sino que aparece solo a partir de 2014.

¿Cuándo?
Cuando el PP va perdiendo progresivamente voto en las encuestas y se pone en duda que pueda volver a gobernar.
Cuando el PSOE ve parar su sangría y se estabiliza.
Cuando Podemos ha dejado de ser un partido superrebelde -de la renta básica al subsidio- y tiene pinta de girar aún más al centro con sus inevitables pactos con el PSOE. Porque la primera idea era un Podemos que solo restara pero un giro de los acontecimientos ha dado un vuelco a la teoría: Podemos puede tener poder, y mucho, pactando. Y si Podemos pacta, el PP pierde.

Así, Ciudadanos aparece en un momento determinado y por tanto podemos plantear, sin que resulte irreflexivo, que para lograr algo en ese contexto ¿El qué?

El contexto, sin contar con C’s es que el PP pierde ¿Qué ocurre entonces? Que la previsión sería que el PP abandonará el poder. Y ahí entran UPYD y Ciudadanos

Podemos y su giro han generado una conmoción en el PP. Pensado como el partido que debía romper el binomio PSOE-IU y eliminar la posibilidad de un pacto que desalojara al PP, no se podía pactar con la casta, su giro al centro hace pensar que las alianzas ya no sean imposibles. Así, se puede perfilar un acuerdo con el PSOE a través de breves retoques estéticos. Y eso implica la posibilidad de que, aunque hundida Izquierda Unida, el PP necesite de nuevo mayoría absoluta para gobernar. De esta forma, la estrategia Podemos por parte de la derecha ha fracasado. Y hay que buscar otro método.

Como diría el dictador Lenin ¿Qué hacer?

Y de nuevo Podemos, la mejor operación de marketing de los último años, es la solución. Si Coca Cola triunfa, Pepsi Cola también gana. Había que generar una nueva organización muy moderna -traduciendo al lenguaje político actual con efebos y, seamos aún más modernos, efebas- y que diera un discurso cargado de embates contra la vieja política y elogios a la nueva política -aunque nadie sepa lo que en eso-. Es decir, sin discurso pero con retórica.

Pero, ¿y por qué no elegir a UPyD? Porque este partido, como IU en la otra operación de marketing, estaba lastrada por su discurso y eso le impedía un fácil voto al PP. Así que, del mismo modo que la operación Podemos eliminaba a IU, la operación Pepsi Cola, perdón: Ciudadanos, debía eliminar a UPyD.

El PP ya tenía con quien pactar. Como Henry Ford cuando subió el sueldo a sus trabajadores para que compraran el coche que ellos mismos habían fabricado y conseguir así doble beneficio, la derecha ha propiciado la operación C’s, como antes la de Podemos, para que los votos perdidos del PP, es decir: favorables al cambio de modelo social español hacia la convergencia con China, vuelvan al proyecto de precarización social.

Pero hay un claroscuro. Al igual que la operación Coca Cola, perdón: Podemos, al superar el éxito  de su propia expectativa inicial reconvirtió al partido en una búsqueda de poder y por tanto hizo posible el pacto, con Ciudadanos puede ocurrir lo mismo pero en sentido contrario. Sabedores de su tirón, pactar con el PP tras las elecciones autonómicas puede hundir sus expectativas de nueva política -es decir: de tocar poder- y por tanto el dilema está abierto. Rivera estaba pensado como compañero de viaje de la derecha y al final puede resultar ese turista pesado que al querer ver todo fastidia el tranquilo tour ya programado. Porque ahora Rivera sabe que no puede pactar con el PP, al menos hasta las generales, sin sufrir una sangría de votos en las elecciones de noviembre de 2015. Y por eso, salvándose la espalda, Rivera no ha puesto condiciones sociales al PP, de sanidad, educación, socioeconómicas o de derechos, sino, ¡ay la nueva política!, corporativas: elecciones primarias. Tal vez, pensando en que en noviembre ya pueda disolver su partido en el PP y entrar en él como dirigente.

La nueva política está marcha. Ya no se habla de educación, sanidad, economía o derechos. Se habla de casta y corrupción política. Esto tiene pinta de ser peor aún que la antigua. Pero eso, ya, otro día.

1 comentario:

POCHOLO dijo...

Había mercado (El desplome del PP) y bueno, los medios (Máximos accionistas la banca y el Estado, controlado por Mariano) han apostado por apoyar en esta ocasión a Ribera (Que ofrece el control férreo del Partido, justo como Iglesias en PODEMOS) Pero es coyuntural, la solución definitiva viene de Grecia y se llama Golpe de Estado. ¿Como? Dar mayoría absoluta a la lista de partido más votada. CiU hace años que viene defendiendo esta solución y Renzi acaba de preparar el golpe de Estado en Italia.