Señor Presidente del Gobierno
Mi nombre es Enrique P. Mesa
García y soy funcionario del cuerpo de Profesores de Secundaria.
Me he enterado por la prensa que
está usted pensando en devolvernos a los funcionarios la paga extra que nos
sustrajo y además en subirnos el sueldo. Curiosamente, bueno usted y yo tenemos
estudios y sabemos que esto es una figura retórica, esta decisión ocurre justo
antes de las elecciones. Pero como usted no es un populista sino un oligarca no
mezclaré temas.
Señor Presidente del Gobierno,
lo que deseo aclararle en primer
lugar es que si bien estaría encantado en recuperar mi legítima posesión puede
usted guardarse su botín. Lo llamo botín porque llamarlo ahorro hubiera
implicado que su gobierno lo hubiera empleado en un uso social justo pero solo
recuerdo que hay un
40% más de ricos y que la renta media, y observe que no pongo “sin
embargo”, ha vuelto a
los niveles de 1998. Efectivamente, ha sido un botín.
Señor Presidente del Gobierno,
puede que usted está acostumbrado
a tratar con gente cuya máxima es el beneficio individual pero esta vez se ha
equivocado. Ahora, sin duda, usted espera una charla desde mi dignidad personal
y mi excelsa moralidad: pero ahí también se equivoca. Porque Señor Presidente
del Gobierno, usted y yo tenemos la misma dignidad personal e incluso la misma dignidad
moral -aunque créame que con ello no estoy afirmando nada necesariamente elogioso-.
Así que le aseguro que el asunto no es personal.
Señor Presidente del Gobierno,
yo soy un profesional y soy
funcionario. Ser funcionario puede parecer, y permítame el lenguaje, un chollo:
muchísimas ventajas y casi ningún inconveniente. De hecho, no le mentiré,
conozco funcionarios basura. Pero ser
funcionario en democracia debe ser la más noble tarea social que se puede
tener: damos fe de un estado que es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Todos los trabajos tienen una dignidad, sin duda, pero ser funcionario es algo
más que un trabajo: es un ejercicio de y para la democracia.
Señor Presidente del Gobierno,
usted está intentando comprarme. Es
ingenuo pensar que no me gustaría recibir en mi cuenta bancaria un aumento
salarial o la paga extra que me sustrajo –verá que fino hablo- pero ya le he
señalado que no escribo aquí desde lo personal, podemos discutir en otro
momento mi precio, sino desde algo que está más allá de la mera subjetividad.
Este algo que está más allá es mi condición de funcionario de un Estado
democrático que me impide aceptar su limosna por creer que lo que los
ciudadanos deben tener no es un estado caritativo y subsidiario con funcionarios
satisfechos y comprados sino un estado social y democrático de derecho.
Señor Presidente del Gobierno,
tal vez usted se sonría al oír
eso de estado social y democrático de
derecho. Cuando yo llegué a mi cargo, que fíjese que tampoco es muy alto
pues sólo soy profesor, prometí defender al estado y a la Constitución como ley
fundamental. Y no sé si le suena que ésta, en su artículo primero, dice que
España se constituye como un estado social y democrático de derecho.
Señor Presidente del Gobierno,
usted considera, al negociar para
devolverme un dinero particular, que lo que usted me ha robado es un sueldo, una
mera retribución económica. Sin entrar aquí en disquisiciones filosóficas sobre
el trabajo asalariado, me gustaría señalar algo. La única forma que tiene usted
de devolverme lo que me ha quitado es que su gobierno deje de dirigir este país
y que cese el Proceso
de Precarización que ustedes han llevado a cabo reduciendo drásticamente
los derechos sociales y políticos de la población española. Usted me robó la
paga extra, permítame la figura retórica, y su gobierno me ha robado los
derechos sociales y políticos, a veces hablo sin retórica. Quédese con lo
primero si le place, pero no pretenda que no le exija lo segundo.
Señor Presidente del Gobierno,
ustedes, y cuando digo ustedes me
refiero al gobierno del Partido Popular, han incumplido sistemáticamente el
mandato constitucional de defender a España como un estado social y democrático
de derecho y mi obligación como funcionario es recordárselo. Por todo ello le
exijo que si quiere devolver aquello que nos ha robado vuelva a situar los
derechos políticos y sociales como una realidad en este país. Como para ello
considero que va a resultar indispensable que ustedes pierdan de forma
abrumadora las elecciones próximas solo puedo coherentemente desear no volver a
verle nunca como Presidente del Gobierno.
Señor Presidente del Gobierno,
espero que a partir de noviembre
nunca tenga más, ni a usted ni a ningún representante de este Partido Popular,
que volver a llamarle Presidente del Gobierno. Pero si desgraciadamente ustedes
vuelven a gobernar yo seguiré siendo profesor. Y no lo dude: cada día cumpliré
con mi obligación de funcionario al explicar a mis alumnos que España debe ser un
estado social y democrático de derecho y educarles para que trabajen por ello. Y
con ello, al defender la Constitución y educarles lo haré necesariamente contra
su proyecto de precarización.
Señor Presidente del Gobierno,
ya le digo que no es algo
personal; sólo es mi trabajo.
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