Utilizar la
palabra subversivo es cuando menos emplear un término críticamente poderoso: ¡uf, qué subversivo! Y
luego poner cara de que, primero, lo hemos entendido y, segundo, estamos de
acuerdo. Efectivamente, decir que algo
resulta subversivo quiere decir que ahonda y va en contra no sólo de una idea
concreta del discurso dominante sino que, además y principalmente, ataca sus pilares: o sea, sin enrollarse, que
resulta extraordinariamente crítico y rebelde.
Últimamente, este
término se ha utilizado para referirse a la nueva obra de Banksy, artista que siempre ha
pretendido ejercer una acción presuntamente contraria al sistema y que esta vez
ha sorprendido con un Disneylandia pero en plan crítica feroz. Lo que nosotros
pretendemos -de pretensiones está el mundo lleno aunque no sabemos si acabará
siendo subversivo o no e incluso no sabemos por cuánto nos lo comprarán en el
mercado subversivo del arte subversivo- es analizar si realmente cabe la
posibilidad en el Nuevo Capitalismo de realizar obras de arte subversivas o,
cuando menos, productos estéticos qué tal índole. Así pues, todo este artículo
pretende analizar no si el arte de Banksy en concreto es subversivo o no, sino
algo más: si el arte, e incluso cualquier actividad intelectual como la
Filosofía o el discurso político por ejemplo, pueden resultar subversivos en el
Nuevo Capitalismo.
Lo primero de
todo es volver a la definición para definir con exactitud. Por subversivo
entendemos aquello que va contra, socava, los cimientos del orden establecido,
no solo alguna idea en particular, y provoca, o al menos busca provocar, una
reacción entre los espectadores de rechazo, primero, y luego de reacción
crítica frente a ese mismo orden. Así, un arte es subversivo, y esto es
importante, porque se enfrenta en lo fundamental al discurso dominante,
ridiculizándola o mostrando su falsedad. Por tanto, para ser subversivo no
basta con uno sino con dos. Para que haya subversión no basta con un artista o
filósofo revolucionario sino que también es necesaria una serie de ideas
sociales dominantes y concretas contra las que actuar.
Pongamos un
ejemplo: en la España de Franco, un arte subversivo era una película que
pusiera en solfa la ideología propia del Régimen como pudiera ser, por ejemplo,
El pisito –obra maestra sublime-, Calle Mayor –obra maestra sublime- o la serie de películas de Berlanga, por
ejemplo. Y lo era no solamente por el contenido de las obras en sí mismo sino
también porque el régimen franquista tenía sin duda una ideología claramente
perfilada.
Así, hay tres
condiciones para el arte subversivo: primero, que lo presentado sea lógicamente
una obra de arte; segundo, que exista una ideología concreta en el sistema de dominación; tercero, que dicha
obra vaya contra esa misma ideología.
Hasta la
irrupción del Nuevo Capitalismo todos los sistemas sociales de dominación
tenían una faceta de explotación y otra de dominación subalterna a la primera.
Los sistemas económicos anteriores al Nuevo Capitalismo tenían su base
económica en la explotación del trabajo humano,
que realizaba la mayoría de la población, por parte de una minoría que
mantenía una actividad básicamente ociosa y que vivía de dicho trabajo. Por
ello, era necesario el control de la sociedad para evitar la rebelión. Así,
como se trataba de sustraer el producto de trabajo por parte de una minoría a
una mayoría inmensa solo había dos salidas: o la pura coacción violenta o el
engaño del convencimiento. Atraco o timo, y las dos se utilizaban. La forma
violenta no exigía más que el uso de la fuerza bruta pero el timo exigía algo
más: que esa inmensa parte de la población a la que se le robaba el producto de
su trabajo no reaccionara ante el hurto y estuviera convencida, al menos
asumiera, que esto era la situación normal. Y ahí, grosso modo, es donde estaba
la función de la ideología que servía para conseguir que esa misma gente robada
no presentara una reacción hacia la dominación.
Por todo ello, y
de acuerdo a la simplificación del esquema que estamos haciendo pero que
contiene en esencia la verdad, el sistema de dominación tenía unos contenidos culturales determinados que tenían
como finalidad la aceptación por parte de esa mayoría expoliada pero ahora
convencida de su condición sumisa. Ideas como la religión o la patria –eso que
hoy es tan de izquierdas en Cataluña- no eran, y no son, sino elementos
utilizados para esa dominación. Y por ello, atacar esas creencias convertía al
discurso en subversivo pues buscaba socavar los cimientos de la dominación
ideológica. La subversión era posible, por tanto, no solo porque hubiera
artistas rebeldes, o en cualquier otro integrante del segmento cultural en la
división social del trabajo, sino porque había un discurso explícito y concreto
por parte del sistema de dominación en el que mostraba sus ideas: defiendo esto
y aquello. Burlarse de la patria era subversivo, burlarse de la religión era
subversivo –por poner los dos ejemplos anteriores- porque el propio sistema
defendía la patria y la religión para mantener la explotación de la mayoría
social.
Pero, ¿quiere
esto decir que todo sistema de explotación debe tener a su vez y necesariamente
dominación? Contestemos a esto, pues ya lo hemos tratado; aquí y acá de manera desarrollada,
brevemente: no. La dominación no es un fin en sí mismo sino solo un medio para
conseguir otra cosa. En este caso concreto un medio para lograr la explotación que realmente es el
auténtico fin. Del mismo modo que la violencia o el engaño no es el fin del
ladrón sino el botín, si se puede explotar sin necesidad de dominar resulta un
ahorro de energía.
Y ahora, vengamos
a la actualidad para intentar contestar a nuestra pregunta ¿Puede ser el arte de Banksy, o cualquier otra obra, arte
subversivo? La forma más sencilla de contestar a esta cuestión es no yendo a la
obra en sí misma, pues las obras con pretensiones de subversión son como los
libros de pensamiento positivo: muchos, sino a su enemigo: ¿existe ideología
concreta en el Nuevo Capitalismo?
Algo que llama
mucho la atención es cómo en el Nuevo Capitalismo existe libertad y derechos
civiles. Los sujetos pueden expresar libremente sus ideas y formar partidos
políticos o asociaciones para defenderlas, hacer arte subversivo y venderlo o
incluso tener este rebelde blog... Parece así que la dominación no resultaría
muy efectiva ateniéndonos a este campo. Efectivamente, y siendo sincero,
¿tenemos usted o yo problemas para expresar nuestra opinión porque el sistema
capitalista la coarte? Parece que no, encima, nos lo facilita.
Pero, además, no
se puede identificar un pensamiento determinado y concreto como la ideología
del sistema del Nuevo Capitalismo. O diciéndolo de otra manera: el sistema ya
no tiene ideología en cuanto a pensamiento concreto que defienda sus intereses.
Alguien podría aseverar que el pensamiento neoliberal podría ser el discurso
ideológico dominante pero eso demostraría que no ha entendido el concepto de
ideología y que lo confunde con los intereses intelectuales de la oligarquía.
Pues podrá ser que ahora por su interés de clase sea ese el discurso - tal y
como se ve en el proceso de precarización- pero no
hay que confundir el interés de la
oligarquía con el interés del sistema.
Los sistemas
anteriores necesitaban engañar a la gente para que esta accediera a dar el fruto de su trabajo a una minoría
social. Sin embargo, el Nuevo Capitalismo no funciona así porque, como ya hemos
analizado otras veces, en el Nuevo Capitalismo la
producción económica no se reduce sólo a la producción propiamente dicha de
elementos materiales en el trabajo sino que en ella entra también el consumo:
consumir es producir beneficio económico capitalista. Al ocurrir esto, cualquier
actividad que guarde relación con dicho consumo es una actividad que produce
beneficio y por lo tanto es una actividad productiva en la explotación del
sistema. Ahora, como ya hemos dicho en otras ocasiones, imagine su vida diaria
y piensen si existe algún momento en el cual está usted, o yo, realizando
alguna actividad sin consumir absolutamente nada ya sea activamente o de forma
pasiva ¿A que no?
Pongamos otro
ejemplo. Imaginen que yo estoy escribiendo este subversivo artículo para
publicarlo desde mi extraordinaria y autosatisfecha conciencia marxista. El
mero hecho de escribir este texto implica que estoy consumiendo desde los
aparatos necesarios para hacerlo, como mi ordenador, hasta la luz y cualquier
otro elemento que ya sea de forma directa o indirecta está rodeándome en estos
momentos. Así, al consumir estoy produciendo beneficio capitalista y estoy
generándome como mercancía y como explotación económica independientemente del
contenido concreto –y mire usted que lo que yo escribo es muy rebelde- de dicha
mercancía. Efectivamente, como tal mercancía
sería lo mismo si lo que estuviera escribiendo fuera un artículo
defendiendo la privatización de los servicios públicos que clamando contra el
(inexistente) patriarcado capitalista. Mi vida es, independiente de su contenido,
es auténtica, auténtica mercancía.
Así, por primera
vez en la historia de la humanidad un sistema económico de explotación ya no
necesita una faceta propia de dominación pues resulta imposible escapar a la
explotación totalitaria que realiza dicho sistema. La explotación capitalista
es la propia vida humana. Y de esta manera, el sistema puede escapar a tener
una ideología determinada y los sujetos pueden expresar libremente cualquier
opinión, incluso las más subversivas y antisistema, porque de lo que no pueden
escapar es de su propia vida como consumo que es la clave de toda la
explotación: sus propios obras críticas, y las demás, son mercancías.
Es maravilloso
observar como jamás probablemente en toda la historia de la humanidad ha habido tanto artista
autodenominado subversivo, tanto discurso anticapitalista frente al sistema, o
incluso tuits cargados de espíritu revolucionario en tan solo 140 caracteres.
Pero todos ello lo es por el mero hecho de que su realización ha generado un
beneficio económico y ya se ha convertido en mercancía de forma independiente a
su contenido, que puede ser absolutamente cierto o absolutamente falso. La
mercancía es la forma social y vital de relación.
Y volvamos otra
vez a Banksy ¿Puede el arte de Banksy ser subversivo? Creemos que la respuesta
ya está clara. Ya hemos señalado que el arte sólo puede ser subversivo contra
un discurso dominante. Sin embargo, hoy en día el nuevo sistema capitalista
carece de dicho discurso dominante y carece de una ideología concreta. Por todo
ello, las presuntas composiciones subversivas de cualquier autor no están respondiendo en realidad al propio
sistema sino sólo a ciertas teorías que, por cierto, carecen absolutamente de
hegemonía social. El discurso subversivo ya no existe porque no existe el
discurso oficial por innecesario.
¿Pero Banksy
entonces no es crítico? Que un sistema de explotación no tenga ideología
concreta, un discurso ideológico determinado, no quiere decir que no tenga un
proceso ideología. Por supuesto, se puede aún ser crítico pero el problema es
que la inmensa mayoría de eso que se presenta como subversivo en realidad es
complaciente. Pero eso ya otro día.
6 comentarios:
Disculpe Enrique, pero ha escrito usted Bansky, permítame que le corrija: Banksy
Muy bueno el artículo, se ve que va concretando ideas que en otras entradas quedaban algo abstractas. Lo de que el sistema económico recicla ya todo, incluso aquellos movimientos pretendidamente subversivos (¿quien no ha visto una camiseta con el símbolo de la anarquia en alguna gran tienda de ropa?) es algo muy hegeliano y con lo que estoy totalmente de acuerdo. La única "solución" sería el del asceta que renuncia a todo consumo, algo muy cristiano por otra parte: la renuncia y el sacrificio, y algo realmente subversivo.
Por otro lado queda una definición de arte que propone Felix Duque en Terror tras la posmodernidad donde no habla de arte subversivo, pero si capaz de conmocionar individualmente (ahí la diferencia) a través del terror que suscita la obra, una versión más radical si cabe del concepto de lo siniestro de Freud. En este sentido yo sí que creo que hay un arte subversivo no contra el sistema económico, puesto que sus obras seguirán teniendo valor económico, pero sí contra un sistema político y de pensamiento que tenemos los bienpensantes y demócratas occidentales y su buena conciencia. Creo que contra este, obras como el Crash de Ballard, Los Soprano o el Videodrome de Cronenberg, por poner algunos ejemplos, son obras que dinamitan directamente este sueño ilustrado y su producto derivado, la buena conciencia. En este sentido Goya o Delacroix serían los precursores de esta subversión. Y en nuestro país Buñuel un maestro con su Viridiana o El ángel exterminador.
D. Anónimo: no sólo se lo permito, sino que se lo agradezco. Muchas gracias.
D. Javier, pues fíjese que para mí es al revés. para mí lo subversivo es lo contrario a lo que usted señale. pero, como diría un posmoderno, no le quiero hacer un spoiler del siguiente artículo.
Eso lo dice porque en el fondo es un burgués ;) Espero impaciente el siguiente para ver cómo lo interpreta.
No me queda claro el que, si la ideología es el la herramienta que somete al trabajador para ser explotado, y si el nuevo capitalismo no tiene ideología ¿cómo consigue este someter al trabajador?
¿Es el ocio el sustituto de la ideología en esta función de explotación?
No hace mucho que mi hija me mostró obras de Banksy, no lo conocía hasta ese momento. Me gustó mucho la técnica, el soporte y utilizar la paradoja como argumento de su obra (muy común en el arte contemporáneo) ¿Ud cree que realmente es subversivo? ¿A donde nos llevaría la mecánica de esa subversión.
Me parece una joya su párrafo del comentario que empieza con “Es maravilloso observar...“
Un Oyente de Federico
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