Es ingenuo pensar que la decisión del voto debe estar regida
por el apoyo o no a la presencia de la Filosofía en nuestras escuelas. Hay sin
duda muchas más cosas. Pero asimismo sería ingenuo percibir este tema sólo como
un aderezo de los programas políticos. Se trata de algo más, de mucho más.
Cuando comenzamos esta campaña, hace apenas dos meses, lo hicimos no por
intereses corporativos de un profesor de Filosofía sino por algo distinto: la
defensa de una ciudadanía crítica y con pensamiento autónomo nos obligaba a
exigir que las materias de Filosofía estuvieran en el currículo escolar. Era
una necesidad democrática.
Todos los partidos sin excepción nos hablan del pacto educativo como algo
imprescindible. Es indudablemente cierto. Pero un pacto exige una base y una
finalidad.
Para nosotros la meta prioritaria de la educación está clara: formar ciudadanos
para una sociedad democrática.
Y ciudadanos para una sociedad democrática implica personas que crean riqueza
social.
Y ciudadanos para una sociedad democrática implica personas que innovan en la
ciencia.
Y ciudadanos para una sociedad democrática implica personas creativas en las
artes.
Pero, especialmente, ciudadanos para una sociedad democrática implica que todos
sean, y todos es todos y no solo élites, sujetos que argumentan y se
cuestionan.
Es ingenuo pensar que la decisión del voto debe estar regida sólo por el apoyo
o no a la presencia de la Filosofía en nuestras escuelas. Pero no es ingenuo
sino necesario para la democracia defender que el pensamiento autónomo y
crítico, que es intrínseco a la Filosofía, debe formar parte esencial de la
ciudadanía. Por eso, y seguramente por más cosas, defender la presencia de la
Filosofía en nuestras escuelas es defender una democracia auténtica.
Puede firmar AQUÍ para defender la presencia de la Filosofía en las aulas.
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