El motivo del presente escrito es analizar la
presentación de la moción de censura interpuesta por Podemos a Rajoy. Para
ello, vamos a empezar por presentar nuestra hipótesis: la moción de censura no
tenía como objetivo Mario Rajoy sino al PSOE. Era un nuevo intento de sorpasso.
Y algo, otra vez, ha salido mal.
Empecemos por el principio. Podemos vota no a Pedro
Sánchez en marzo de 2016 y hay nuevas elecciones. Rajoy aumenta el número de sus
escaños y el PSOE se mantiene por delante de Podemos. En apenas seis meses, el
aparato del partido socialista defenestra a Pedro Sánchez y se abstiene gratis
e innecesariamente, tal y como se acaba de demostrar en los presupuestos donde
tantos apoyos se han comprado, para que
Rajoy gobierne. Y se convocan primarias en el PSOE que todo el mundo espera que
gane el propio aparato, gestora al frente, con la presencia de Susana Díaz. Es
en ese contexto donde Podemos, de pronto, descubre
un imperativo ético -o democrático, que depende de las fuentes porque al
fin y al cabo dará igual- para poner la moción. Imperativo ético, o democrático,
nada más y nada menos.
Un imperativo ético es un mandato que exige hacer una
acción moral que se considera obligatoria. Por tanto, se supone que si la
moción de censura es ahora un imperativo ético tendría que haber un cambio
fundamental en el gobierno del PP en
relación a la fecha, marzo de 2016, donde Podemos se negó a apoyar un gobierno
alternativo a Rajoy ¿Qué ha cambiado entonces? Los dos elementos fundamentales
de la anterior legislatura fueron los recortes,
lo que hemos llamado proceso de precarización, y la corrupción. No hay
cambio. Por tanto, aducir de pronto un imperativo ético, aunque no se sepa si de la ética de la razón pura, suena
excesivamente presuntuoso.
Pero alguien podría aducir que en realidad lo de la ética
ha sido una excusa y
que se
trata de una maniobra política. Y,por tanto,ahora cabe preguntar cuál es el objetivo de
esa maniobra. Y
habría tres posibles.
Uno,
desalojar a Rajoy. Dos,
hacer la presentación de Podemos como una partido de gobierno -imitando el
modelo de Felipe González en 1980-. O, tercera, presentarse como la nueva oposición - según el modelo que Hernández
Mancha ejecutó en 1987-. Pero, Podemos siempre puede innovar.
Analicemos
una a una.
¿Cree Podemos que puede ganar la moción de censura? Esta
claro que no y también lo está que en Podemos esa idea ya se sabía desde el
principio. De ello ya informaba de ello la propia presentación la moción, sin
negociarla a
priori con ningún grupo parlamentario. Efectivamente, si la moción hubiera
buscado la destitución del
presidente del gobierno, por imperativo ético o por urgencia democrática o por ser califa en lugar del califa, sin
duda se habría hablado antes con las otras fuerzas parlamentarias para llegar a
un acuerdo y conocer así las posibilidades de éxito. No hacerlo así, y no se hizo así, implica evidenciar que la
prioridad de la moción no es quitar a Rajoy sino otra.
¿Pero
qué otra? Como ya hemos señalado, Felipe González presentó en 1980 una moción
de censura contra Adolfo Suárez sin posibilidad alguna de ganarla y con el
único objetivo de
presentarse a sí
mismo como alternativa factible de
gobierno. Tal vez estemos ante una estrategia similar. O tal vez no. Es
bueno analizarlo.
En 1980 todas las fuerzas políticas, desde el rey hasta
el PSOE, conspiraban contra
Suárez.
Era claro, como demostró su posterior dimisión, que era un cadáver político. La
estrategia de González no fue sino dejar patente eso. A su vez, también estaba
claro que iba a ganar el PSOE en las siguientes elecciones. Pero ni Rajoy es un cadáver político ni parece claro que Podemos
vaya a ganar las siguientes elecciones. No se trata pues de este modelo de
moción tampoco.
¿Y la de Hernández Mancha? Esta podría inscribirse en el
tipo moción publicitaria que me sale gratis. Mancha era un líder desconocido, muy limitado y necesitaba un
golpe de efecto. Lo malo es que solo recibió un golpe, pues la condición de la
propia moción le derribó a él. Pero Iglesias, que cuenta con el apoyo de
diversos medios de comunicación y su cobertura, no necesita el parlamento para
hacerse ver.
Así pues, Pablo Iglesias no presenta su moción para lograr
el poder, ni como alternativa real de gobierno ni como sistema de proyección
pública. El motivo pues debe ser otro.
Y lo es. Podemos ha inventado una vez más una nueva
modalidad en política parlamentaria tras el babyescaño y el juramento de cargo con estribillo: la
moción de censura no dirigida al gobierno sino al partido de la oposición.
Efectivamente, la moción de censura es al PSOE. Y vamos a explicarlo.
La moción de censura evidentemente no iba a salir y el
hecho, como ya hemos señalado, de su escasa preparación previa demuestra que
tampoco había gran interés en que triunfara. La estrategia pasaba por derrota en la
moción pero triunfo mediático. Y para ello, toda la moción seguía una serie
de pasos.
Primero, se presentó acompañando a las primarias del PSOE y cuando
todos
esperábamos
que esas primarias las ganara
Susana Díaz.
Segundo, con el triunfo de Susana Díaz se trataría de un
PSOE ratificado en su abstención a Rajoy que ahora tendría que volver a apoyarlo
al votar no a una moción contra él. Por tanto, la imagen buscada era esa de que PPSOE son lo mismo y la única alternativa progresista es
Podemos.
Tercero, eso llevaría a la presentacion de que el único partido nacional contrario a Rajoy
es Podemos, pues el PSOE ya
no está, y por
dos veces, en contra de su gobierno.
Feliz conclusión: los votantes de IU, que no votaron la santa alianza, y
los del PSOE de
Sánchez, resentidos por la
derrota, serian un nuevo nicho de votos.
Y Podemos se convertiría en la oposición hegemónica.
Pero, el cántaro se
rompió. Resultó la combinación imposible y Pedro Sánchez ganaba las primarias
con un discurso contrario a la gestora. Y la estrategia se venía abajo.
En primer lugar,
porque ahora resultaba que había que pedirle el voto para desalojar al mismo
presidente que entonces se podía haber desalojado a la persona a la que se le
negó hacía apenas un año. Se puede defender otorgar una medalla a la virgen por
fervor popular, eso también lo haría falange, pero defender el ahora sí y antes
no ya sonaba incluso demasiado rocambolesco.
En segundo lugar, porque
el
nicho de votos ya no existía pues era más que probable que los recuperará
el PSOE y la tendencia de IU continuara en la abstención o se refugiara en el
propio PSOE.
Y, en tercer lugar,
porque con todo ello la repercusión mediática ya solo podía ser
contraproducente. Cualquier error en la presentación o en el debate iba a
penalizar a Podemos pues no había ya nada que ganar, oposición, y sí mucho que
perder, opinión pública.
Y llegó Compromís y
pidió su retirada. Pero eso hubiera sido reconocer públicamente que todo lo
aquí explicado es cierto y por ello no cabía ya la enmienda. La moción, como la
actuación de los payasos, debe continuar.
El próximo 13 de
junio hay moción de censura en el Congreso. La única posibilidad es que Rajoy
vote contra sí mismo. Pero incluso entonces puede ser que Pablo Iglesias vote a
favor de Rajoy y contra la urgencia democrática y el imperativo ético. Al fin y
al cabo, ya lo hizo hace un años.
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