Quien crea que el Neoliberalismo es solo una doctrina económica sin duda alguna comete un grave error. El Neoliberalismo no es solo eso sino que es, sobre todo, un nuevo modelo de construcción social. Y para construir una nueva sociedad, en primer lugar es necesario controlar la estructura cotidiana del pensar, el sentido común. Se trata de controlar y dirigir la forma de pensar y los esquemas fundamentales desde los cuales cotidianamente damos respuesta a las distintos problemas que nos surgen –nota: crear la hegemonía, tal y como analizó Gramsci, ahí lo dejo-. Controlar la sociedad es, por tanto, también controlar necesariamente el sentido común desde el cual pensamos todos a diario.
Una
clave del sentido común del neoliberalismo es el individualismo y, con él, la
meritocracia. Esta meritocracia viene a decirnos dos cosas.
La
primera es que lo que cuenta es el triunfo personal exclusivamente -nota: un
día diferenciaremos entre el individualismo posmoderno y neoliberal, cuya finalidad
es el individuo, y el individualismo moderno y cuyo fin es la construcción del sujeto-.
La
segunda, es que cada sujeto, en consonancia con ese individualismo neoliberal,
acaba teniendo lo que se merece y por lo tanto la responsabilidad exclusiva, y
esta exclusividad es fundamental aquí, de lo que le ocurra en la vida es suya.
Y de ahí, por ejemplo, el triunfo de frases tan idiotas y falsas como “yo
soy el dueño de mi destino”.
Así,
para el neoliberalismo cada individuo acaba teniendo aquello que se merece por
un proceso meritocrático: los ricos son
ricos porque se lo merecen y los pobres somos pobres, y una chusma, porque no
hemos sabido mejorar nuestra situación. Y está teoría meritocrática está
empezando a formar parte del sentido común de la gente a través, por ejemplo, de
movimientos como la autoayuda o cierta pedagogías, pueden verlo aquí, donde de lo que se
trata es de enseñar al alumno a ser feliz y estar satisfecho consigo mismo: la
aceptación de su situación social de explotación.
Pero
este artículo no pretende explicar esto en términos generales o llevarlo a
campos sociales muy extensos, sino precisamente lo que pretende demostrar es cómo
este esquema neoliberal está ya tan arraigado que incluso se aplica para
explicar todas las consecuencias de la epidemia de coronavirus, echando la
culpa exclusivamente al comportamiento individual. O diciéndolo en palabras
cultas: buscamos analizar a través del ejemplo de las declaraciones políticas
sobre la causa de los rebrotes en la epidemia como el discurso neoliberal
ha logrado la hegemonía. Traducido:
nuestro sentido común es ya neoliberal.
Efectivamente,
lo que se está haciendo casi de forma permanente es señalar que la auténtica
culpa de toda la extensión de esta segunda oleada del virus es de los
individuos particulares, exonerando de ello a las condiciones sociales
objetivas o a las acciones de las instituciones, ya sean públicas o privadas,
que parece ser no tienen ninguna responsabilidad ni culpa en nada de lo que
está ocurriendo. De esta forma, la responsabilidad individual se convierte en
el elemento central de juicio de todo el proceso, situando la extensión del
coronavirus en el hecho de llevar o no mascarilla o cumplir o no las
recomendaciones que, generalmente de forma contradictoria, se nos están dando.
Por
supuesto, alguien podría aducir que es cierto y que no llevar mascarilla es un
atentado contra la salud pública o qué irse de botellón es una imprudencia
temeraria como mínimo. Y tendría evidentemente toda la razón. Pero lo
importante aquí es que esto no sea una parte del discurso, que debe serlo, sino
que es el único discurso. Lo que aquí importa es como las instituciones
sociales, como pueda ser el gobierno o las comunidades autónomas, o las
instituciones privadas, como puedan ser las empresas que rigen las condiciones
económicas y la situación laboral, quedan exoneradas absolutamente de la
responsabilidad, situándose como un marco neutral y natural. Neutral, porque se
les presenta como entes cuya gestión ya no pertenece al campo de determinados
intereses sino que hacen lo normal y lo único que puede hacerse, y
natural, porque se presentan como algo que es así y tiene que ser así y no como
resultado de unas determinadas condiciones políticas y socioeconómicas.
Y
esto se ve muy bien en dos ejemplos concretos: el transporte público, por ejemplo
el metro de Madrid, y la situación para el inicio del curso escolar.
Mientras el gobierno y las comunidades autónomas nos prohíben juntarnos más
allá de una decena de personas y nos exigen mantener la distancia de seguridad
de al menos dos metros, sin embargo tanto en los medios públicos de transporte
como en las aulas va a haber un número mucho mayor de personas sin mantener la
distancia de seguridad – que por cierto, en las aulas se ha reducido a metro y
medio tal vez porque los niños son más bajitos-. Curiosamente, se obliga a los
dueños de bares y restaurantes a situar sus mesas a distancia, pero ni se aumenta
la frecuencia de los vagones de metro o autobuses introduciendo más vehículos ni
tampoco se aumenta significativamente el número de profesores para poder así
reducir el número de alumnos por clase y que todos pudieran acudir así con
normalidad. Las condiciones objetivas sociales no cumplen pero la propaganda
ideológica señala a los individuos como responsables de todo.
Se
cumple así a la perfección la ideología neoliberal, donde las condiciones
sociales determinan la relación y el desarrollo personal de la vida, pero al
tiempo se crea una conciencia falsa sobre que ese desarrollo personal va a ser
exclusivamente producto de la propia meritocracia individual. Si los pobres se
contagian más, no es porque sean pobres y estén cada vez más precarizados por
el avance neoliberal, sino que es porque en el fondo no llevan mascarilla y
desobedecen las órdenes prudentes del buen legislador que todo lo hace por
ellos, incluso aprovechar la epidemia para hundir lo público y privatizarlo.
Así,
el triunfo del neoliberalismo ya no implica solamente una estructura económica
sino también la creación de una conciencia social que todos y cada uno de los
individuos vamos asumiendo como una parte fundamental de nuestro sentido común
y que acaba juzgando cualquier situación desde esta ideología. De esta forma,
todo va a ser juzgadas de acuerdo a las acciones anecdóticas de los individuos
concretos y no de acuerdo a los condiciones objetivas y socioeconómicas de las
estructuras sociales.
El
neoliberalismo domina ya la sociedad. Su falsa conciencia se ha convertido en
hegemónica llegando a ser el sentido común. Cantamos ya todos juntos: Arriba
emprendedores a vencer que en el mundo empieza a amanecer.
5 comentarios:
Gracias. Una cosa: ¿qué podemos hacer? O mejor: ¿cómo podemos hacer? Porque está claro que la solución pasa por la unión, por lo común, entendido de una manera muy distinta a lo que nos ha vendido la izquierda neoliberal, pero las redes sociales, sustitutas de asambleas, etc. no son la solución, observadas y censuradas por el Gran Hermano.
Gracias, Enrique.
Muchas personas compartimos tu punto de vista y lo msnifestamos cuando tenemos ocasión. Recomiendo esta pedagogía en la cercanía y desde la tranquilidad en el debate.
Gracias, Enrique.
Muchas personas compartimos tu punto de vista y lo msnifestamos cuando tenemos ocasión. Recomiendo esta pedagogía en la cercanía y desde la tranquilidad en el debate.
D. Keternen, yo no creo que la solución pase por lo común sino por lo público, que son dos cosas distintas como usted sabe. Pero eso es una historia larga.
HOY 11 DE SEPTIEMBRE, "Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor"Salvador Allende
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