martes, julio 19, 2005

Ser marxista

Soy marxista. Pero, no soy marxista sólo porque odie la pobreza. No soy marxista sólo porque crea en la libertad. No soy marxista sólo porque desee mejorar las condiciones de vida. Los socialdemócratas, los liberales, los conservadores desean eso mismo y ellos no son marxistas. Y parecería tonto, cuando no fruto de una mala educación, pretender que ellos lo desean con mala fe mientras que yo lo pienso realmente. ¿Por qué soy marxista?

Soy marxista porque no estoy de acuerdo con la mejora que presentan los liberales, los conservadores o los socialdemócratas. Y tampoco comparto su análisis de la realidad. Sostengo una emancipación cualitativamente diferente. Soy marxista porque creo que el capitalismo es un sistema injusto intrínsecamente, es decir: en su propia constitución, y que conlleva la absoluta infelicidad de la humanidad. Pero tampoco soy marxista sólo porque esté en contra del capitalismo, muchos reaccionarios lo están, sino por el cómo y el porqué de mi rechazo.

Desde la modernidad la filosofía había situado en la idea de sujeto la clave del conocimiento. Conocer la realidad no era representársela tal cual era sino que, especialmente a partir de Kant, el propio sujeto construía una representación del mundo a través de su forma de conocer, de sus estructuras cognitivas previas no pudiendo conocer pues la realidad en sí misma sino la interpretación de la realidad realizada por la razón. Como todos los seres humanos estaban constituidos desde la razón era su forma de conocer racional idéntica en todos los casos. Así, el mundo, en cuanto a nuestra representación de él, se convirtió en obra del sujeto racional. El mundo real era racional, tenía leyes científicas y se constituía como un cosmos ordenado no por sí mismo sino porque el sujeto le ponía esa racionalidad. El mundo se humanizaba pues acababa siendo, de alguna manera, resultado de la acción humana.

Marx estaba de acuerdo con la idea básica. El mundo era, y debía ser, creación humana. Pero, ¿realmente el mundo estaba humanizado? ¿Había logrado la razón desarrollar un mundo mejor? Para responder a dicha pregunta Marx se fijó en el trabajo pues allí dicha humanización se mostraba evidente como una realización práctica. El trabajo era, o mejor dicho, debía de ser la forma de relación privilegiada entre el hombre y la realidad: el trabajo transformaba la realidad y la acción humana primordial era la transformación del mundo por el trabajo. Ahora bien, el trabajo no se daba en condiciones abstractas sino sociales y concretas. Por eso, la forma social en que se constituía el trabajo resultaba fundamental para analizar si este realmente estaba humanizando el mundo de acuerdo a la razón o bien servía a otros intereses. Así, lejos de ser prioritaria para Marx la esfera económica como constitución de lo humano era en realidad sólo el medio para humanizar el mundo.

Pero, ¿qué pasaba con el capitalismo? ¿Por qué los marxistas trasnochados como yo mismo, estamos en contra del Capitalismo? ¿Y cómo estamos en contra? De lo que acusamos al capitalismo es de ser un sistema totalitario. Entendemos por sistema totalitario aquel que es capaz de integrar toda la vida humana (la pública y la privada, el trabajo y el ocio) en una estructura cuya única finalidad es la de perpetuarse. Pero, ¿qué es el capitalismo? Un sistema que es independiente a las voluntades individuales o colectivas, que se impone sobre la existencia individual y cuya realidad es la reproducción incesante de mercancías y con esto la perpetuación del propio capitalismo. El capitalismo no es, por supuesto, los grandes grupos bancarios, las grandes empresas o los “malvados capitalistas” (como le gustaría pensar a un izquierdista folclórico). El capitalismo es una realidad independiente a los propios individuos que determina la realidad y la existencia de todos en cuanto les convierte, a ellos mismos y a los propios objetos, en mercancías. Y no sólo en su visión simplista de economizar todo, que también, sino, y primordialmente, en la creación de una estructura previa de dominación. Pero, ¿qué significa eso? 

En el capitalismo se dan tres procesos básicos: la alienación, la ideología y el fetichismo de la mercancía. 

El trabajo, como hemos señalado, debería servir para humanizar el mundo, pues es la forma propia de la relación del sujeto con la realidad, y convertir así la sociedad en un lugar para la emancipación del individuo. El desarrollo tecnológico haría posible esto, en cuanto a su capacidad de emancipación de la naturaleza. Sin embargo, el trabajo en el capitalismo no sólo no humaniza el mundo sino que lo único que hace es reproducir ese mismo capitalismo. Así, el trabajo capitalista no hace del mundo un lugar mejor -y eso es independiente del sueldo que se pague del mismo modo que la libertad del esclavo no depende de cuánta comida se le dé-. Toda la acción propia del sujeto en cuanto tal sujeto (la acción sobre el mundo, la praxis, que debía humanizarlo) en el capitalismo queda reducida así a mera realización económica lo que conlleva, a su vez, que el propio sujeto sólo tenga realidad en el sistema como hecho económico. De esta forma toda la existencia humana, nuestra vida, se convierte en el medio, ya en el trabajo ya en el consumo, para la preservación del propio capitalismo y esa misma vida se transforma en ideológica en cuanto se presenta como existencia individual aquello que no es más que reproducción de las condiciones de explotación dadas y por lo tanto indiferente objetivamente a la propia individualidad. 

De esta forma, la ideología (la falsificación de la realidad) ocupa un lugar fundamental en la estructura capitalista. La ideología es la falsa conciencia sobre la realidad que hace creer que la vida que se lleva es auténtica. Y esta ideología presenta en el capitalismo un doble aspecto: por un lado, un aspecto clásico en el que las ideas o los hechos sirven para encubrir la realidad (como la religión, el nacionalismo o la reciente boda del príncipe); y, por otro, y lo que es más interesante, una vinculación directa con el propio sistema productivo donde surge el denominado fetichismo de la mercancía. 

La mercancía -es decir: el resultado último de todo un proceso de producción dentro del capitalismo- se presenta como una realidad independiente a dicho proceso, como con un valor en sí. El fetichismo de la mercancía lo que hace es negar precisamente el proceso de trabajo y con ello negar las condiciones reales de existencia. Las mercancías se independizan de la acción humana cobrando valor por sí mismo del mismo modo que la vida humana se independiza, pero sólo de forma ideológica y por eso falsa, de la estructura económica. La esfera productiva, que el capitalismo ha llevado hasta sus últimas consecuencias a través del consumo, se presenta como ajena al individuo. Así, el máximo proceso ideológico, que hoy guarda relación con la creación de una personalidad sin yo, no es un añadido sobre el proceso productivo sino algo intrínseco a él. El capitalismo desarrollado presenta los objetos y las realidades particulares como ajenas a la totalidad, independientes de su propio proceso de formación. Los diversos hechos, que sólo tienen sentido en cuanto a su relación y estar subsumidos por la totalidad, se presentan como fragmentos sin conexión. Parece existir la libertad en un mundo dominado a priori de cualquier hecho.

De esta manera, el capitalismo no es sólo un sistema económico, una forma de producción, sino un sistema totalitario; la forma determinada que produce la propia vida. Y dicha vida , lejos de estar conformada en la autonomía y la emancipación, está subsumida bajo el mismo capitalismo. La vida humana sólo tiene sentido para reproducir el propio sistema y toda la esperanza ilustrada ha desaparecido. Ser marxista, aún hoy, tiene sentido.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

hol! estuve hablando con unos amigos sobre el capitalismo.. y nos pusimos a debatir ..uno es parte de un sistema el cual es capitalista? quiera o no uno! porq salirse del sistema es no ser parte de una sociedad por lo tanto no existes! pero la pregunta era si tu eres un trabajador ya sea independiente o no...o trabajes para alguien o no...y apollas el captalismo eres conciderado un capitalista pero si igual de la misma forma no lo apollas pero igual eres parte de ese sistema... eres considerado como tal?

Anónimo dijo...

Allá van dos de Norberg que he utilizado en mi blog:

"En lo que verdaderamente no creo, en primer lugar y por encima de todo, es en el capitalismo o en la globalización. No es en los sistemas o en los códigos reguladores que llevan a todo lo que tenemos alrededor en forma de prosperidad, innovación, comunidad y cultura. Esas cosas las crea la gente. En lo que verdaderamente creo es en la capacidad del hombre para hacer grandes cosas y en la fuerza combinada que resulta de nuestras interacciones e intercambios. Me declaro en favor de más libertad y de un mundo más abierto, no porque piense que un sistema es más eficiente que otro, sino porque estos aspectos proporcionan un entorno que libera la creatividad individual como ningún otro sistema puede hacer. Espolean el dinamismo que ha conducido a los avances humanos, económicos, científicos y técnicos. Creer en el capitalismo no significa creer en el crecimiento, la economía o la eficiencia. Con todo lo deseables que puedan ser, son sólo los resultados. En su esencia, creer en el capitalismo es creer en la condición humana."

Y otra, en la que no vamos a estar de acuerdo porque es lo contrario de lo que se afirma:

"Capitalismo significa que nadie está sometido a la coerción arbitraria de otros."

Alfredo dijo...

Excelente aportación ahora y en honor a Marx:

"Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo".

Alfredo dijo...

Excelente aportación ahora y en honor a Marx:

"Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo".

Anónimo dijo...

Primero de todo confieso que sólo me he leído las tres primeras líneas del texto. Pero es que inmediatamente se me ha ocurrido algo obviio sobre mí mismo. Yo soy marxista y siempre lo seré porque Goucho me parece un genio.

el Sanfe.

Anónimo dijo...

Primero de todo confieso que sólo me he leído las tres primeras líneas del texto. Pero es que inmediatamente se me ha ocurrido algo obviio sobre mí mismo. Yo soy marxista y siempre lo seré porque Goucho me parece un genio.

el Sanfe.