viernes, diciembre 21, 2007

IDEA DE ESTADO/2: ESPERANZA AGUIRRE

Ya hemos analizado aquí la idea de estado de Zapatero. Toca ahora irnos al supuesto espectro contrario de Esperanza Aguirre. Pero, en primer lugar, ¿por qué Aguirre y no Rajoy? Bueno, pues porque Aguirre es en realidad el futuro del PP como se verá en marzo cuando Rajoy, merced entre otras cosas al impagable trabajo de zapa de Acebes y Zaplana, pierda la elecciones.
La idea tradicional de estado liberal es el estado mínimo. El acuerdo alcanzado entre los ciudadanos busca un garante de fuerza y ese garante es el estado (la aportación de Hobbes), pero, a la vez, dicho estado está por debajo del pacto, no es actor del mismo sino sólo vigilante arrmado, y por tanto no puede limitar la libertad de dicho pacto (la aportación de Locke que contradice al poder omnímodo del Leviatán). Independientemente de su carácter ideológico, en cuanto a falsa conciencia, el liberalismo presenta así un estado con una clara función: es guardián del pacto intersubjetivo, pero no puede intervenir en él. El auténtico liberal señala así que el estado es árbitro de acuerdo al reglamento del pacto que los propios individuos se han dado y cualquier intervención en otro sentido sería una intromisión en contra de la libertad de los individuos: el estado no es actor y el drama se desarrolla entre los sujetos. El estado liberal es, como se puede concluir, un estado mínimo que no puede interferir en la libre concurrencia (social, política y, especialmente, económica de los individuos) porque ello implicaría la limitación de la libertad personal.

En 1961, en su discurso de despedida, el presidente estadounidense Eisenhower alertaba sobre la cada vez más creciente influencia del complejo militar industrial en la propia estructura del estado norteamericano. Comenzaba así un aviso sobre lo que podía acontecer: un estado cuya finalidad fundamental era satisfacer no la demanda de los ciudadanos o mantenerse en una estructura mínima dejando a los individuos actuar en su libre concurrencia sino una administración cuya inversión servía para mantener una estructura industrial y allegados bajo la falsa amenaza del poderío militar del enemigo. Así, el gobierno estadounidense se convertía en un inmenso contratista y la influencia de las empresas que buscaban hacer negocio se convertían en fundamentales a la hora de perfilar la política: Irak sabe algo sobre ello. El estado liberal desaparecía y surgía un estado oligarca: el interés del estado es el interés de las corporaciones.

¿Y Esperanza Aguirre? Situada en el contexto de un estado europeo sería absurdo pretender que Aguirre pretende generar un estado contratista con respecto al armamento. No es esa la idea concreta pero sí la general. La idea clave de todo el mandato de Aguirre, y con ella del futuro PP, es la idea de un estado, al igual que el americano, contratista pero en el caso español fundamentalmente en cuatro hechos: sanidad, educación, ocio/urbanismo y construcción. Se trataría de la idea de un estado que no acaba con los servicios públicos, algo impensable en Europa, sino que los deja a la gestión de la empresa privada quien crea sus oligopolios. Así, el estado soñado por Aguirre es un estado poderoso que distribuye millones en contratos para las empresas que trabajan en estos sectores. El estado se transforma así en contratista máximo incidiendo fundamentalmente en la economía nacional: es el principal contratista en obras y servicios y con ello el principal agente económico. Al tiempo, las empresas contratadas adquieren un mayor poder de influencia que las convierten en lobbys que presionan por la política del estado. Unas corporaciones buscarán esta influencia únicamente para su negocio económico, otras pretenderán además, como la propia iglesia católica con intereses financieros fundamentales en educación, ONGs y sanidad, expandirla a prácticas políticas. Así, el estado soñado por Aguirre tiene una inmensa presencia social, pero al tiempo no tiene función pública. Tiene presencia social porque impregna, fuera de cualquier ideal liberal, la vida socioeconómica del país al convertirse en el elemento fundamental de la economía pues es el gran contratador: contrata a empresas privadas todos los servicios que como estado de función pública debería ofrecer él mismo. Pero, a su vez, renuncia a la susodicha función pública ya que su finalidad no es la de satisfacer las necesidades de sus ciudadanos, entendidas como derechos, sino cubrir las demandas de las corporaciones económicas y convertir así dichos derechos en mercancía ofertada. Así, surge un estado oligarca: el estado y las corporaciones gobiernan como en un consejo de administración de una empresa privada y su única finalidad es mantener el beneficio de dichas corporaciones. Todo derecho que no cubra beneficio será o desterrado o bien minimizado al asumirlo el estado, aquí sí mínimo ya, con función social. La finalidad última del estado es el beneficio de las corporaciones.

El sueño del estado de Esperanza Aguirre es parecido al orteguiano en cuanto a su espíritu aristocrático, pero más realista en la forma. Si Ortega en el fondo soñaba con una República romana donde la aristocracia del espíritu -o sea: aquellos individuos de la clase burguesa que la División Social del Trabajo había decidido colocar en la universidad, gobernarían a la chusma (Ortega, que era más fino, los llamaba masa)- Aguirre sueña con un inmenso consejo de administración donde el reparto de beneficios de la oligarquía financiera e industrial (que consta de bancos, industrias y entidades sociales y sobrenaturales incluso) implica lo mejor para la plebe. Su idea de estado es ese consejo de administración oligarca que al ocuparse de sus asuntos se ocupa, por derivación, de la satisfacción de los individuos pues ese es precisamente su negocio. El esquema empresa-cliente da la idea de estado alejada absolutamente del sueño liberal para quien la única función del estado era, precisamente, garantizar el libre pacto entre los ciudadanos independientes de los poderosos a priori. El estado gigante de Aguirre, máximo elemento económico y social del país, es así el estado de la oligarquía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La forma progre de atajar el crimen y la delincuencia.