martes, septiembre 15, 2020

COVID19 E INICIO DE CURSO: LA ESCUELA COMO APARCAMIENTO

Empieza ya el nuevo curso escolar y la pregunta que surge inmediatamente es por qué se va a iniciar sin tomar ninguna medida que realmente prevenga el desarrollo de la epidemia garantizando, al tiempo, el derecho a la educación para todos los alumnos. Así, la pregunta ante el nuevo curso escolar es en realidad doble: primero, por qué en las aulas se va a permitir aquello que no se permite en ningún otro lugar público como es reducir la distancia de seguridad o mayor número de personas reunidas; segundo, por qué se va a privar del derecho a la educación a todos los alumnos a partir de 3º de ESO y se va a utilizar un método semipresencial.

Pero, estas dos preguntas en el fondo esconden la misma contestación. Y de eso es de lo que va a tratar este artículo. Lo que vamos a advertir en realidad, pero con la epidemia como caso concreto, es cuál va a ser en el futuro el papel de la educación reglada en la sociedad neoliberal.

Lo primero que ha llamado la atención es que la reunión para planificar este curso por parte de las autonomías y el Ministerio se realizara la última semana de agosto, lo cual ya señala sin duda alguna la importancia que puede darse a la educación entre las actuales administraciones de poder político. Y lo interesante es que todas las medidas adoptadas en esta especie de nuevo parto de los montes contradicen absolutamente las medidas que el Ministerio de Sanidad impone para la vida civil cotidiana.

Así, mientras Sanidad señala una distancia mínima de dos metros o que las reuniones de más de 10 personas se eviten e incluso se prohíban, sin embargo en las aulas estas reuniones se pueden doblar hasta el número de 24, incluyendo al profesor, y manteniendo sólo metro y medio, en realidad será menos pues en la inmensa mayoría de las aulas, por ejemplo en las que yo doy clase,  resulta imposible. Y todo esto, además, con unas aulas que son lugares cerrados pero que según la ministra se pueden ventilar de vez en cuando, e incluso hacer, por qué no, un breve descanso para quitarse la mascarilla.

Todo esto indudablemente demuestra que los colegios se abren como sea y que no importan las consecuencias ni el cómo de dicha apertura, sino el hecho de que estén abiertos. Lo que interesa ahora, por tanto, es descubrir por qué se abren los colegios así.

Por supuesto alguien de derechas de toda la vida o de la autoproclamada izquierda, que ahora defiende con responsabilidad todo aquello que hace el gobierno pues ya están dentro, podría decirnos que es por la importancia de la educación presencial. Con ojos llorosos y voz engominada nos hablarían de que la “educación presencial es irremplazable”.  Pero si esta fuera la causa real, no se entendería muy bien la semipresencialidad de los alumnos a partir de 3º de ESO ¿Por qué la educación presencial, y la labor del profesor y la transferencia de la empatía y demás cursiladas y patatín patatán, resultan irremplazable hasta que, de pronto, son reemplazable a partir de determinado curso? ¿Por qué no se ha invertido la cantidad de dinero necesaria para que las aulas tengan la distancia de seguridad real de dos metros? ¿Por qué, en definitiva, ocurre esto?

Busquemos la respuesta. Y para ello, vamos primero a eliminar dos posibles respuestas que serían la importancia de la educación y de la cultura.

La cultura ya no es un valor en ningún caso dentro del Nuevo Capitalismo, y menos aún en su versión neoliberal, siendo solamente un adorno ante el mundo especializado. Así, la idea de la extensión de la cultura como papel de las escuelas ha quedado obsoleto. La escuela actualmente solo debe cumplir el papel que los nuevos ideólogos de la pedagogía vienen exigiendo con la reducción de los contenidos y la consagración de las competencias: convertir a los individuos en seres felices para ser buenos productores y consumidores en el desarrollo del Nuevo Capitalismo.

Y el otro elemento que una vez tuvo importancia en la escuela, la integración social,  tampoco existe ya. Precisamente una característica fundamental del Nuevo Capitalismo es lo que hemos llamado alienación negativa, que nosotros hemos analizado con profusión en este blog (pueden verlo aquí en la parte dedicada a la Ideología), donde la finalidad ya no es que el individuo se sienta integrado en la comunidad, como en las ideologías anteriores, sino precisamente que se sienta absolutamente diferente y único, un yo puro, aunque su realidad solo sea ser una mercancía más. Así, el epicentro de la socialización ya no es la escuela, sino la exposición permanente a los medios de comunicación social que trasladan la apoteosis del falso yo a cada individuo, dotándole de una vida interior muy profunda y con ello muy falsa. Y es esa otra razón por la que hay que eliminar la escuela tradicional, pues los contenidos de la auténtica cultura, como comparación con la pobre realidad, negarían esa apoteosis del yo autosatisfecho en nuestra vida miserable de producción de beneficio económico.  

Pero si esto que hemos contado fuera cierto, parecería que la escuela como tal no tendría ningún valor y por lo tanto no debería haber  ningún interés en abrirla. Y es aquí donde podemos definir qué función tienen las escuelas hoy en día: aparcamientos de niños.

Efectivamente, el valor fundamental de la escuela hoy en día no hay que buscarla ni en la extensión de la cultura ni en el desarrollo de la socialización, sino en el lugar donde los padres pueden dejar a los niños para poder irse a producir en unas condiciones laborales cada vez más duras debido al proceso de precarización de las condiciones sociales, políticas y laborales que se están dando. Y, de esta manera, la escuela ya no tiene ningún valor de contenido sino solo de continente: parking público de niños para explotar a los padres.

Teniendo en cuenta además que, como ya hemos analizado en otro artículo, esta epidemia afecta fundamentalmente al sector más anciano de la sociedad y por lo tanto más improductivo, tanto en la producción laboral como en el consumo, no cabe duda de que abrir las escuelas es prioritario para el desarrollo de esta teoría neoliberal que se ha impuesto en el Nuevo Capitalismo: producción sin fin y sin obstáculos sin el estorbo de los infantes.

Las escuelas permanecerán abiertas pase lo que pase y los medios de comunicación, tal y como ya están haciendo desde el principio de curso, blanquearán cualquier situación vergonzosa bajo el lema de la excepción o bien la simpática historia humanitaria y la estupidez de la autoayuda: la ilusión debe vencer el miedo, nuevo mantra para el rebaño de la producción.

Y por fin llegará el día del final de curso, en el cual todo nos podamos reconciliar emotivamente con los cadáveres que deje atrás el proceso. Habrá un bonito homenaje durante tres o cuatro días, o dos, o uno, depende a qué precio esté la vida humana entonces en el mercado,  y encargando dicho homenaje a una empresa privada que mantendrá dos metros de distancia y con la presencia de no más de diez personas relevantes. Ya veo la foto de alguien llorando…


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