viernes, noviembre 03, 2023

LA AMNISTÍA Y LA VERGUENZA DEMOCRÁTICA

La teoría política no sería la misma sin la presencia de Maquiavelo. Todavía se discute si Maquiavelo lo que hizo fue prescribir lo que debería ser la política o realmente, y desgraciadamente, sólo describió cómo actuaba realmente el político. Personalmente, y de acuerdo a hechos que no vienen al caso, yo considero que Maquiavelo en realidad no estaba de acuerdo con el Príncipe, pero fue su mejor analista. Y para Maquiavelo, la finalidad última de la política, casi de forma segura desgraciadamente, es el poder. Esto implica por un lado conseguirlo y por otro lado mantenerlo. Y siempre es pertinente recordarlo para analizar la actualidad

La creencia de que la política y su discusión debe reducirse exclusivamente a su marco jurídico es un terrible error en un doble sentido. Primero, porque reduce la política al estrecho margen de la norma jurídica y esto no puede ser así. Creer que la política debe estar limitada a la discusión judicial, en cuanto a su desarrollo, es limitar la propia necesidad de reformas a lo estrecho que, lógicamente, es el marco jurídico de una constitución o de un país. No se trata con esto, por supuesto, de defender que la política en democracia deba saltarse la ley, sino de defender que el debate político no puede limitarse al debate jurídico de si una norma es o no constitucional. Por lo tanto, reducir la cuestión de la amnistía al debate de si es constitucional o no, como si el hecho de serlo la legitimara intelectual, política y moralmente o, por el contrario, no serlo la deslegitimara en todo, es un error político. Lo que diga la constitución y lo que interprete el tribunal constitucional será sin duda un aspecto técnico del problema, pero nunca y bajo ningún concepto un aspecto fundamental para la discusión de su legitimidad.

Por lo tanto, el auténtico análisis sobre la amnistía no es el jurídico, que solo atañe a una parcialidad del problema, sino algo que va mucho más allá ¿Es realmente una ley de amnistía como de la que estamos hablando una medida democrática, primero, y de izquierdas, después?

Sin duda alguna, en las próximas jornadas, y ya también en las precedentes, escucharemos muchas ñoñerías en relación a la amnistía. Desde, como ya se ha dicho por parte de Sánchez, que se hace por el bien de todos hasta que es para integrar a Cataluña en el proyecto de España. Esta ñoñería, sin duda, tiene una doble falsedad terrible y que además es un insulto a cualquier idea democrática de la política. Por un lado, confunde a Cataluña con las acciones realizadas por su burguesía y su oligarquía, en resumen: por una casta, para conseguir un resultado de terminado que solo les beneficiaba a ellos. Por otro lado, si este es el motivo de la amnistía y todo estaba tan claro, lo que se tenía que haber hecho es haberla presentado en el programa electoral del pasado mes de julio, y hacerlo así por todos los actores implicados en ella, pues sin duda era y es algo muy importante y no solo un apaño para mantener el coche oficial y el poder. Sin embargo, y sin sorpresa, esto no fue así y ello nos lleva a pensar, que la amnistía ha sido algo sobrellevado y cuya única y exclusiva finalidad es la mantenerse en el poder del consejo de ministro más numeroso de la historia: mucho ministro, mucho secretario de estado, mucho liberado, mucho favor...

Pero además no se trata de cualquier adquisición del poder sino de una muy concreta. La amnistía, que se presenta por la autoproclamada izquierda como una medida de contenido progresista, no es sino una medida a favor de una casta. Se trata de salvar a una oligarquía determinada, en este caso la de una región concreta, y para ello eliminar al estado democrático. Así, esta amnistía lo que pretende es una especie de perdón mutuo entre oligarquías nacionales y provinciales por el reparto, como entre los grupos mafiosos, de favores: un pacto de y para el poder. Concluir que aquí se está pensando en los respectivos ciudadanos es tan ingenuo que, como mínimo, lleva al sonrojo -y aquí con un color auténtico ya perdido-. Pensar que esto es de izquierdas, cuando es la forma típica de actuar de la derecha en el reparto caciquil de cuotas de poder, es un insulto a la izquierda que una vez, frente a la derecha que siempre vivió en el privilegio, fue la esperanza de la igualdad.

Pero además esta amnistía presenta la negación de aquello que es fundamental en la democracia y que es la división de poderes entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Es la negación de dicha división, puesto que en la amnistía, dada en un régimen democrático previo y por ello no confundir con la amnistía que se dio al principio de la transición que sí tenía sentido, lo que se hace es precisamente impedir la acción del Poder Judicial y, por lo tanto, en este caso concreto, eliminar la división de poderes negando la actuación de uno de ellos. La eliminación del Poder Judicial en este caso, con la prohibición de juzgar a los presuntos delincuentes, no es sino la negación de la propia democracia, tal y como por ejemplo está haciendo el derechista Netanyahu en Israel buscando limitar los poderes del Tribunal Supremo, para el beneficio de una casta privilegiada.  Así, la aprobación de la amnistía significa un debilitamiento, otro más, del proceso democrático.

Por último, la amnistía es el fin del principio democrático de igualdad ante la ley. Efectivamente, el hecho de que una oligarquía, una casta, quede exenta de aquello ante lo cual ningún otro ciudadano está exento, por cierto del mismo modo a como el emérito se salva de rendir cuentas ante la justicia, unifica así el discurso de una izquierda caviar y una derecha caciquil: la ley es para los pobres.

En el Antiguo Régimen, también en el de Franco pero ahora no hablamos de él, la aristocracia vivía en el privilegio. Una de las claves de la democracia, y un ideal de aquello que alguna vez fue la izquierda real, era sin embargo la igualdad ante la ley. La amnistía es una casta autoproclamada progre con coche oficial salvando a sus futuros compañeros de coche oficial por un favor futuro que ya no podrán negarse a cumplir: todo como en las películas de la mafia. La amnistía, en definitiva, no es más que la búsqueda incansable del poder personal. Nadie crea que se trata de una medida política en el sentido del buen gobierno, sino que es una medida política en el más puro sentido maquiavélico, de conquista y permanencia en ese poder. Y por eso Maquiavelo, siempre Maquiavelo, sigue desgraciadamente, incluso pensamos que para él mismo, tan vigente.

5 comentarios:

kundera dijo...

Hola. Comparto su análisis.
Me resulta muy curioso cómo la Izquierda se vanagloria de ser la defensora de la democracia (y los derechos de los más desfavorecidos) en cualquier país cuando, como dijo Savater hace poco en una entrevista, es actualmente el mayor peligro para ella.
En la película El fin de los días el Diablo le dice a un personaje que Dios y él son iguales, lo único que les diferencia es que él no ha tenido tan gran publicista. Cambia Diablo y Dios por Izquierda y Derecha y sirve la sentencia en su totalidad
Un saludo y felicidades por su divulgación de la filosofía

Anónimo dijo...

Pero, ¿la amnistía es la eliminación o el debilitamiento de la democracia? ¿O bien es el fin del principio democrático? Pero, ¿todo esto no paso con la amnistía del general Armada y la aministía fiscal de Rajoy? ¿No es de izquierdas evitar un gobierno de derechas? Porque, no hace falta ser el gran Rappel para saber que, de seguro, si gobierna Feijoo la igualdad va reducirse.

Anónimo dijo...

Lo que no es democrático (ni moral) es evitar a toda costa, incluso cometiendo ilegalidades, el gobierno de los otros. La alternancia está en la base de la democracia.
Me parece vergonzoso que los votantes de Sánchez se pasen por el forro todas las mentiras (perdón, cambio de opinión) que este señor nos ha dicho en su laaaarga legislatura y no le castiguen en las urnas. Me gustaría que sus malvados jefes y empresarios o el propio Estado (si son funcionarios o paniaguados con subvenciones varias) "cambien de opinión" respeto a sus sueldos, jornada laboral, vacaciones....No quiero ni una sola queja, a ver si solo van a poder cambiar de opinión los de determinada ideología
Sánchez va contra toda lógica. Ni el principio de no contradicción, ni el principio de identidad, ni el principio del tercero excluido. A tomar viento Aristóteles, ese fascista. La discrepancias políticas pueden debatirse, las discrepancias epistémicas, no. No se puede conversar con quien traiciona las leyes lógica, como no se puede navegar con quien desdeña las reglas de la física

Jordi Beltran dijo...

Pues por ser una sedicente crítica de izquierdas recoge todo el argumentario del PP-Vox. Empiece dándose cuenta que Cataluña no es una "región" y que eso del nacionalismo burgués es un anàlisis decimonónico. Muchos jamás votaríamos a Puigdemont, pero nos duele su persecución.

Anónimo dijo...

La Extrema Derecha es y siempre ha sido La Izquierda.