lunes, junio 23, 2025

LA MEDIOCRIDAD DEL BACHILLERATO DE EXCELENCIA

Mi instituto va a tener el próximo curso lo que se llama, hay que decirlo con voz engolada, un aula de bachillerato de excelencia (y añádase, ossea). Esta consiste en un grupo diferenciado de bachillerato que tiene de forma exclusiva una mayor profundización de contenidos y, supuestamente, una mayor atención por profesores seleccionados individualmente, me imagino que excelentes también, por la Consejería y la dirección del centro. Los alumnos, además, deben tener una alta nota media en la ESO para formar parte de dicho proyecto.

Pero yo, me he negado a participar. Que vaya, que desde mi mediocridad no voy a formar parte del circo. Y en este artículo, si alguien sigue leyendo, pretendo explicar las razones para estar objetivamente en contra.

Llama la atención que la Consejería de Educación madrileña, gobernada por el Partido Popular y cuya principal acción de gobierno es atacar a la enseñanza pública desde infantil hasta la universidad, se preocupe tanto por dar aulas de excelencia a los centros públicos. Sólo esto ya debería darnos una pista sobre la conveniencia o no de este modelo. Parece claro que un gobierno cuya acción permanente es el acoso y derribo de lo público, no caería en el error de hacer algo bueno para dicho sector. Pero, si bien esto ya nos señala que el modelo de excelencia (ossea) debe de ser contrario a la pública y a la educación como ideal ilustrado de universalidad, algo que también odia el gobierno madrileño, nos faltaría explicarlo concretamente. Y por ello, hay que analizarlo

En primer lugar, el bachillerato de excelencia (ossea) discrimina al alumnado. Efectivamente, el hecho de que determinados alumnos sean escogidos para una mayor profundización educativa frente a otros que no van a recibirla implica una segregación. Así, si los alumnos de este proyecto están en un bachillerato de excelencia (ossea), todos los demás alumnos del instituto deben estar, de acuerdo a la lógica de la exclusión (y en todos los sentidos), en un bachillerato de mediocridad o de adocenamiento. Es la defensa de una distinta formación en la misma etapa educativa: es la defensa del elitismo frente a la universalidad.

En segundo lugar, implica una discriminación hacia el profesorado. El bachillerato de excelencia (ossea) tiene una de sus bases en la selección de un profesorado también de excelencia (ossea y reossea) situado frente al resto de profesores de, ¿lo han averiguado?, mediocridad. Pero lo curioso aquí es que ambos colectivos han aprobado las mismas oposiciones y sólo se les puede distinguir por un añadido servil y colaboracionista: el de excelencia es el que se presenta a excelencia para cubrir el bachillerato de excelencia (ossea). Ocurre así algo parecido al ñoño espectáculo del cuerpo de catedráticos, que ya analizamos AQUÍ. El bachillerato de excelencia (ossea), como antes el bilingüismo, o las cátedras o cualquiera de estos ridículos programas, no se propone por su labor educativa sino social y laboral: generar la división dentro del cuerpo de profesores repartiendo privilegios y rompiendo así cualquier posible unidad de lucha.

En tercer lugar, este proyecto supone una discriminación entre los propios centros educativos y la ruptura de la enseñanza pública como sistema y su conversión en mercado de todos contra todos. Efectivamente, el bachillerato de excelencia (ossea) sólo es ofertado por unos centros y no por otros, generando así en cada proceso de matriculación el desarrollo y refuerzo de un mercado educativo competitivo donde cada centro va vendiendo características a cada cual más alejada de cualquier labor educativa y cultural –incluyendo viajes e intercambios y demás actividades lúdicas propias de un crucero hortera- para atraer a los clientes. Se acaba por destruir así el ideal de un auténtico sistema público que funcionara como una red de centros y cuya finalidad última fuera la transmisión de conocimientos y la formación de ciudadanos. En su lugar, se ofrece un sistema de mercado donde cada centro actúa privadamente alentando su interés particular y compitiendo por su supervivencia.

Por último, el bachillerato de excelencia (ossea) es un ataque contra el propio ideal educativo ilustrado. Efectivamente, este ideal ilustrado tenía como base la extensión universal de la razón y el conocimiento en la figura de la igualdad de todos los ciudadanos. Sin embargo, la excelencia educativa plantea un modelo contrario: el desarrollo de élites y, en su necesaria contraposición para los alumnos que no están en dicho proyecto selectivo, de chusma, que directamente va en contra de la propia democracia y su igualdad. La ciudadanía, una de cuyas bases era la educación universal y obligatoria, es sustituida por la figura del cliente que lucha en el mercado educativo, primero, y laboral, después.

La Comunidad de Madrid, en su permanente ataque contra la educación pública y el ideal ilustrado, comprende perfectamente todo esto y busca destruir una enseñanza pública universal a la que aborrece. Ahora, antes por ejemplo fue el bilingüismo, usa las ñoñas y cursis aulas de excelencia. Resulta normal que gente cuyo máximo ideal de vida sea un ático y tomar cañitas en libertad, participe activamente y apoye este sistema: una vida pobre se corresponde con ideas pobres. Pero no sería normal que aquellos que consideran la educación como un elemento fundamental, participen de un proyecto cuya finalidad es la destrucción de la enseñanza pública y universal.

La Modernidad y la Ilustración (estas sí con mayúsculas) defendieron la universalidad de la razón y por eso se desarrolló la enseñanza obligatoria y universal. Las aulas de excelencia (ossea) han venido para negar en la práctica este proyecto y extender la mediocridad meritocrática, ya no sólo a los alumnos sino al propio sistema educativo como tal. Conmigo, y con muchos otros, que no cuenten para estas payasadas terribles y reaccionarias: uno fue a la universidad gracias al esfuerzo de toda la sociedad y en algo se debe notar el aprovechamiento de esos estudios superiores.

10 comentarios:

Anita dijo...

Bravo.

Anónimo dijo...

Gracias profesor

Anónimo dijo...

Ser excelente no es enseñar a los mejores, sino enseñar a todos mejor (además que los "mejores" suelen ser los más ricos). Eso ya lo sabes tú profesor, por eso, otra vez más, muchas gracias.

Por cierto, ¿esto significa que te irás de Las Musas?

Jon Burgos.

Anónimo dijo...

Hola.
La enseñanza pública se destruye ella misma, no necesita a Ayuso. Es el refugio de "docentes" cuyo único objetivo en la vida es trabajar el menor número de horas posibles (cada curso, a ser posible, menos) para así disponer del ocio abundante para hacer lo que les salga de sus... Por supuesto, todo debe disfrazarse de consignas como "por una enseñanza de calidad", "la inclusividad", "más presupuesto" (como si las pizarras de oro y zafiros fueran sinónimo de buena enseñanza. Los peripatéticos daban clase paseando. Con eso, digo todo). El presupuesto sirve para llenarse los bolsillos unos cuantos, es la pura realidad. La educación debería caminar junta, sin distinguir entre privada, pública o concertada, porque la educación debería ser integral: de TODOS los habitantes de la sociedad. Sin embargo, a la pública le importa una m... lo que no sea su ombligo.
Saludos

Anónimo dijo...

No veo por qué ha de contraponerse necesariamente lo excelente con lo mediocre. Puede haber alumnos con buenísimas notas, sin que, por ello, todos los demás sean chusma. Es muy simplista ver la vida en blancos o negros. Por otra parte, si se ayuda a los que tienen necesidades especiales, lo cual es estupendo y verdaderamente necesario, ¿por qué no estimular también a los que tienen un interés especial por aprender? Mediocridad es buscar siempre igualar a la baja.

Anónimo dijo...

La respuesta es simple, porque segrega. No tiene ningún sentido comparar la atención que se le da a alumnos con necesidades especiales con la que se le da, en este modelo de bachillerato, a los alumnos "excelentes". A los alumnos con necesidades especiales se le da un refuerzo para que puedan optar a aprender lo mismo que los alumnos sin necesidades especiales. En cambio, reforzar a los "excelentes" tiene como único objetivo preparar mejor a unos alumnos frente a otros. Es decir, lo primero se hace buscando la igualdad, lo segundo el elitismo. Y estamos hablando de la escuela pública, de todos y para todos, cuyo valor primordial es la igualdad y la no discriminación de ningún tipo. Si el alumno "excelente" tiene interés verdadero por aprender debe buscar de manera personal el cómo hacerlo, preguntando al centro por alguna extraescolar o investigando fuera del colegio. Porque, como comprenderá, la escuela pública no puede darle un trato especial.
Un saludo,
Bruno Bouzas.

Anónimo dijo...

Lo que no quieres aceptar es que no todos somos iguales y que es una discriminacion poner a los mejores al nivel de la media.

Anónimo dijo...

No, simplemente que si los que tú llamas "mejores" tienen real interés en aprender más deben apuntarse a una extraescolar o a una academia. La diferenciación no puede venir desde la escuela pública porque atenta contra sus propios valores. Obviando el hecho de que estas juzgando a los alumnos simplemente por una media que puede verse condicionada por un profesor malo y otro bueno, un examen malo o una clase con más temario que otra... entre otras cosas.

Anónimo dijo...

Disculpa pero tener atlas capacidades es decir ser objetivamente mas inteligente (entre un niño con un ci de 130 y uno de 100 de la media hay la misma distancia que entre el de la media y alguien con retraso mental) es algo que merece un tratamiento educativo particular. Si a ti esa realidad te molesta sera por TU ideologia particular y no porque no tenga todo el sentido que tengan un curriculum adaptado a su objetiva inteligencia superior.

Anónimo dijo...

Es usted un cobarde por no contestar a los comentarios