El
pasado mes de enero tuvo lugar la primera sesión del Congreso de los Diputados.
A ella asistieron los nuevos grupos parlamentarios y ocurrió un curioso hecho
pues varios de los diputados de Podemos fueron criticados o bien por su forma
de vestir o bien por ciertos hechos relativos a llevar bebés a bordo.
Sin
duda, y como siempre en Podemos y en todo grupo político ya dirigido por las
relaciones publicitarias, que no públicas, lo que se pretendía era demostrar
una diferencia entre la política del cambio guay y la vieja política off (A
veces, sometimes, me dejo llevar por el bilingüismo). Así que, como los
argumentos son aburridos y largos se prefirió no llevar corbata para demostrar
que son otra cosa.
Sin
duda, y como siempre en el sector del PP, ya dirigido por las relaciones
publicitarias, que no públicas, todo esto se criticó porque Podemos eran unos
desarrapados que ni siquiera llevaban corbata, cuando todo hombre de bien, o
sea: de derechas, debe llevar corbata. Así que, como los argumentos son
aburridos y largos se prefirió referirse al peinado y no a las ideas.
En
fin, uno a veces se siente en el ágora (trilingüe, ya) ateniense imaginándose ya
en el debate platónico.
Con
todo ello, vemos como lo que aquí pretendía haber era el feroz enfrentamiento
entre dos estilos antagónicos:
nosotros
frente a la casta;
nosotros
frente a la chusma.
Sin
embargo, y en nuestro célebre afán por sacar punta a todo aunque sea tarde, ha
habido algo que no ha sido suficientemente analizado. Nos referimos a la uniformidad perfecta de todo lo que
ocurrió ese día en el Congreso. Efectivamente, lo más interesante que pasó ese día fue que
todos y cada una de sus señorías
(y
señoríos, que no se diga que pertenezco al patriarcado repugnante que nos y nas
oprime y oprima y en aras de esa misma uniformidad hago este paréntesis)
fueron,
como en la primera comunión, de uniforme y cumplieron, como en la más rancia
milicia, con su estrecho papel.
La
expectativa es un concepto clave en la vida social. Se refiere a la idea de que
ante una situación determinada uno espera que ocurran ciertas cosas. Por
ejemplo, si mañana hubiera un incendio en su calle usted esperaría que
aparecieran los bomberos pero si ese incendio hubiera ocurrido hace 300 años,
no los esperaría. Así, la expectativa no la marca el sentido común o la
actuación más acertada sino la sociedad en la que se vive: por eso mismo espera
usted a los bomberos ahora y no hace 300 años. O si se pone malo, ahora y no
hace mil años, piensa ir al médico. O incluso espera que yo siga con este
rollo. Y es también necesario destacar que la expectativa no guarda relación con
el desarrollo más racional posible de la escena sino con el más social. Y ahí
empiezan los problemas. Efectivamente, por más que uno lo quiera la expectativa
no es gobernada por el deseo de los individuos o por su racionalidad sino por
el hecho social dominante. Su expectativa de usted, y la mía, no son en
realidad nuestras sino que son sociales. No esperamos de forma libre sino
socialmente.
A
este concepto de expectativa se une otro como es el de rol social. El rol social
es el papel, mejor papeles pues todos tenemos más de un rol en nuestra vida,
que uno tiene en una función social determinada y que implican una serie de
expectativas. Así, cuando yo voy al médico espero que actúe de una forma
determinada, de acuerdo a las expectativas asociadas, y por la cuales le juzgo.
Cuando actúo como profesor, mis alumnos me juzgarán no de acuerdo a los
parámetros que yo, o ellos mismos, decidan sino a los socialmente admitidos
como tales y que serán distintos a los que deba cumplir como presidente de la
comunidad de vecino, y más tras 20 años en el cargo –nota: un día les contaré
un acontecido de cómo una empresa me pretendió timar y lo hubiera logrado si no
llevara 20 años en el cargo-, o cuando actúe como comprador en una zapatería.
El rol marca mi comportamiento y el juicio sobre el mismo independientemente de
mis ideas.
Así,
y como conclusión a este rollo teórico, hay una tensión permanente entre la
sociedad y los individuos pues la primera tiende a la uniformidad y los segundos buscan su supuesta
afirmación individual.
¿Qué
ha ocurrido en el Congreso? Lo más interesante que ha ocurrido en el Congreso es
precisamente el triunfo de ese dominio social: cada uno ha cumplido su rol de
forma absoluta. Y eso quiere decir que han obedecido la normatividad social.
Los
diputados de Podemos han acudido perfectamente disfrazados, de acuerdo al rol
social que les correspondía, de jóvenes rebeldes frente a las instituciones.
Los diputados del PP han acudido perfectamente uniformados, de acuerdo al rol
social que les correspondía, de profesionales responsables –por cierto, no hay
nada más hortera que esos peinados y esas camisas de cuadros con corbata que
gastan los de la derecha-. Cualquier abuelita hubiera sido capaz de
distinguirlos sin dificultad y eso siempre genera un suspiro de alivio.
- Mira
hijo, esos son de izquierdas y esos de derechas.
Todo
está en orden.
Yo
voy todos los días a dar clase de Filosofía con traje y corbata. De hecho, soy
el único profesor que así lo hace. Sin duda, pensará alguien, rompo así mi rol
social pues todos esperan a un profesor de Filosofía, y más a uno marxista aunque
eso lógicamente no lo hago público a mis alumnos, vestido de perroflauta. Al
menos, vestido de Alcampo y confesando orgulloso que se viste de acuerdo a la
multinacional francesa. Pero, se equivoca sin duda quien piense así. Cumplo mi
rol perfectamente.
¿Qué?
¿No soy yo tampoco –YO- un rebelde? Y esto es lo interesante. Porque lo
importante no son las payasadas de Podemos-PP sino la realidad social del Nuevo
Capitalismo. Cumplo mi rol porque en el desarrollo del Capitalismo, en eso que
nosotros hemos llamado el Nuevo Capitalismo, se ha superado hace
tiempo el rol como algo exclusivamente dependiente de lugar ocupado en la
estructura productiva laboral –básicamente: del puesto de trabajo- que hasta ahora
había primado por otro mucho más libre individualmente y, a la par, más
totalitario de forma social.
2 comentarios:
Muy interesante, yo creo que pese a todos los intentos, las expectativas siempre se cumplen, salvo muy raras excepciones. Y ahora se han cumplido, como era lo previsible...
Todo es biología: la "Hipótesis de la Reina Roja" que todo cambie para que todo siga igual, sus roles son los nichos ecológicos que no cambian, solo cambia la apariencia (todo cambia) pero para que todo permanezca tal cual.
En su caso del incendio, la expectativa se mantiene (apagar el fuego) el tema es como (apariencia)...que te ayuden los vecinos, o que vengan los bomberos...todo cambia, para que todo siga igual.
Y usted, pese a su apariencia, desarrolla perfectamente con su nicho ecológico (como bien dice), es más, en su caso sin traje no lo haría.
Todos nos reinventamos, pero pese a ello lo que conseguimos es reafirmar nuestro nicho, no alejarnos de él....así que los intentos de los partidos por parecer lo que no son, solo los confirma en sus posiciones...
¡¡20 años de presidente de la comunidad!!
Lo suyo es una Dictadura del Propietariado.
No me ha decepcionado la incursión podemita en el parlamente. Se ajusta al plan previsto de Zapatero y es consecuente con la precarización intelectual y ética que este propició.
Los que vivimos la eclosión de las tribus urbanas, la “contracultura“ y de la popularización de las drogas duras en la sociedad española, durante la transición, si que vivimos el asombro de pintas y comportamientos novedosos. Ya no era sólo cosa de las películas extranjeras.
En pleno franquismo de los 60's Ibiza ya era un referente hippy tanto para el resto del mundo como para España y en las ciudades grandes, Barcelona, Madrid, Sevilla, se podían ver émulos autóctonos del hipismo. En la TVE aparecían grupos musicales (ahora se dice “responsables de la cultura”) como Smah, Cerebrum, Máquina, Pan y Regaliz, Long Star... que marcaron tendencia tanto estética como cultural que propiciaba el mirar hacia fuera de nuestras fronteras para buscar referentes. Esto que sucedía en España era impensable en ese momento, además de delito, en las repúblicas socialista URSS, China, Cuba y sus satélites, hoy referentes politicosociales de Podemos.
Por ello, da vergüenza ajena, que más de 30 años despues de que hayamos sido y vivido el Gay-Power (como se llamaba aquí al Glam-Rock), Hevys, Punkis, Oi!'s y Skin-Heads, Rastafaris, Nuevos Románticos, Techno-Punks, New Wave, New Age; los pijos podemitas pretendan que los españoles estamos escandalizados porque aparezcan en mangas de camisa casual de marca o peinados con caros dreadlock (mal llamadas “rastas”).
Los que vivieron la sorpresa inicial de la aparición de estas pintas y comportamientos, podemos promediar que si entonces tenían 20 añitos hoy tienen 50. Sus padres que además de sorprenderse, las sufrieron y las soportaron en silencio, calcularemos que hoy tendrán 70 años. Mi madre de 90 años, que vivió la Guerra Civil, me contó, cuando estuve a verla, sobre la pareja de chavales homosexuales que viven en la puerta de al lado, que ha venido a verla llorando la madre de uno de ellos para contarla que esta ayudando a su hijo a recoger sus cosas porque se separan. Y me lo cuenta apenada pues los tenía cariño y con idéntica naturalidad que si me hablara de una pareja heterosexual.
¿A qué viene entonces esa victimización que enarbolan los podemitas? ¿A que la población que hoy tiene entre 80 y 90 años se escandalice por ver a uno con pinta de “canutero kalimotxero” o a un homosexual sentado en el parlamento?
El escándalo no es por sus pintas, es por lo que significa para la sociedad española de descenso intelectual y ético, su aparición en el parlamento. Las pintases es lo de menos, lo malo es la actitud y aptitud que representan, adecuadas para ambientes marginales u “alternativos”, donde el cortoplacismo es la única forma social posible. Ahora es lo que tenemos en el Parlamento, condicionando la democracia y, además, lo tenemos que seguir sufriendo en las calles donde orgullosos de su miseria moral acosan a personas e instituciones.
El escándalo es que el líder de los kalimotxeros que han okupado el Parlamento, profesor de la Universidad Complutente de Madrid, postulado para Presidente, Primer Ministro o Jefe del CNI, no sepa el título del libro más famoso de Kant. “Ética de la razón pura” dijo ¿De que pensaría que trataba el libro?. Y se burló de Alberto Rivera por decir que no había leído ningún libro del filósofo.
Sin duda el que va a contracorriente por las pintas, por actitud y por aptitud es Ud., Don Enrique. Pero lo suyo, desgraciadamete, escasea en el Parlamento.
Un Oyente de Federico
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