NOTA: Este artículo tiene tres partes:
LA NUEVA SUBJETIVIDAD Y EL ESPÍRITU DEL NUEVO CAPITALISMO/1
LA NUEVA SUBJETIVIDAD Y EL ESPÍRITU DEL NUEVO CAPITALISMO/2
LA NUEVA SUBJETIVIDAD Y EL ESPÍRITU DEL NUEVO CAPITALISMO/ y 3
LA NUEVA SUBJETIVIDAD Y EL ESPÍRITU DEL NUEVO CAPITALISMO/1
LA NUEVA SUBJETIVIDAD Y EL ESPÍRITU DEL NUEVO CAPITALISMO/2
LA NUEVA SUBJETIVIDAD Y EL ESPÍRITU DEL NUEVO CAPITALISMO/ y 3
En el primer artículo de esta serie vimos como había una relación entre el modelo de sujeto y el sistema social establecido. En el segundo, analizamos como esta relación se problematizó mucho en la Modernidad, llegando al final de la misma a una ruptura entre el sujeto moderno y el triunfo del Capitalismo. En esta última, por fin, parte, vamos a analizar cómo se está construyendo el nuevo sujeto del Nuevo Capitalismo.
El Nuevo Capitalismo es un sistema totalitario y absoluto. Es totalitario porque integra todas las facetas humanas en el modelo productivo capitalista, convirtiendo, como ya hemos dicho, la propia vida humana en un producto de beneficio capitalista, en una mercancía con valor en el mercado. Es absoluto, a su vez, porque resulta imposible absolutamente, y la redundancia es importante, escapar de este proceso. Cualquier actividad por más revolucionaria que parezca, incluso yo escribiendo este artículo con actitud rebelde y todo eso, está generando beneficio capitalista al hacerlo e integrándose en el sistema como tal mercancía marcada por un valor.
Pero además es algo más. El Nuevo Capitalismo es un sujeto real y objetivo. Y esto es muy importante. Efectivamente, no hay que entender al Nuevo Capitalismo como una abstracción puramente conceptual, como un mero modelo explicativo, sino como algo real y objetivo: el Nuevo Capitalismo es el sujeto protagonista actual de la historia. Y lógicamente, en su anhelo y necesidad de totalitarismo, no puede convivir con el sujeto moderno. Así, la pretensión de un sistema totalitario y absoluto es incompatible con un sujeto transformador. Y por eso, este nuevo sistema dominante debe crear un nuevo modelo de individuo al que poder dominar sin problemas.
¿Cómo será este nuevo sujeto que cree el Nuevo Capitalismo para la dominación?
En primer lugar, y es clave, no podrá ser un sujeto pues al ser el sistema un sujeto totalitario no permitirá otro. Por tanto, la capacidad de ser sujeto, es decir: de dominar, o al menos pretender hacerlo, la propia vida y para ello transformar la realidad, debe desaparecer. De esta manera, y como primera condición, la transformación radical de la realidad ya no estará entre las cualidades de este modelo y, por tanto, no se tratará de construir un sujeto sino solo una forma determinada de subjetividad.
Como consecuencia de esto, surge la segunda característica: será una subjetividad adaptativa. Una vez asumida la realidad como totalidad dada, el individuo solo puede buscar adaptarse a ella de la mejor forma posible para sus intereses, aunque en realidad será para su explotación.
A su vez, esto lleva a que el individuo, paradójicamente, se sienta como el centro del universo. Y esta característica es fundamental. En la Modernidad surgió por supuesto un individualismo, pero fue radicalmente distinto al actual. El individualismo moderno era el de un sujeto que se enfrentaba al mundo para transformarlo y que lo hacía desde la autonomía. Y esto de la autonomía es importante. Efectivamente, el nuevo modelo social del Nuevo Capitalismo es también individualista, pero de una forma radicalmente nueva. Si bien ambos modelos exaltan su yo, el moderno lo hace conquistando y transformando el mundo mientras que el segundo, el modelo del Nuevo Capitalismo, lo hará encerrándose sobre su propia identidad. De esta forma, surge algo absolutamente novedoso y absolutamente falso. El nuevo sujeto en realidad se adapta al modelo capitalista triunfante pero en su conciencia, en su emoción como diría un cursi, cree que se autodetermina a sí mismo. Por supuesto, esta autodeterminación es, para decirlo con una expresión filosófica clásica, un paripé y solo funciona en la alucinación de ese yo, pero lo interesante aquí es como ese yo se construye sobre su propio autoengaño.
Y de aquí surge también la cuarta característica. Una vez encerrado en su mismidad, alejado de cualquier enfrentamiento con lo real que en realidad le conforma como falso yo, el nuevo sujeto abandona la idea de racionalidad y de verdad. Efectivamente, el nuevo sujeto, esa nueva subjetividad, ensimismado en sí mismo, ya no piensa en términos de verdad y de razonamiento sino que lo hace en el egocentrismo de sus emociones. Y es así porque está perfectamente asimilado por la realidad totalitaria del Nuevo Capitalismo. Por ello, considera ya la realidad exterior a él como neutra y por tanto ni tan siquiera cabe la pregunta sobre la realidad/apariencia: vive feliz en la caverna mientras se autodetermina y experiencia, como diría otro cursi, el mundo de las sombras. La realidad se le presenta como la verdad absoluta en el mero hecho de darse y, por consiguiente, no cabe la posibilidad de dudar de ella y hacer un discurso sobre lo verdadero y lo falso: la realidad es la verdad en sí. Y ante este absoluto, y aquí repiten el esquema místico, sólo cabe la subjetividad absoluta de la emoción que da respuesta a esa realidad que se impone: el amante y el amado, incluso con sus peleillas.
Y la eliminación del discurso racional implica a su vez la eliminación de los contenidos culturales. Si la respuesta a la realidad debe ser adaptativa y emotiva, sobra cualquier conocimiento de base cultural, pues el yo se confiere en su pureza emotiva en el puro adanismo. El ensimismamiento absoluto produce así que los contenidos culturales en la propia memoria sean concebidos como un elemento extraño de distorsión. Pero además, y unido a lo anterior, la esencia adaptativa del nuevo sujeto implica la pérdida de contenidos que pudieran malograr la finalidad de la propia adaptación: en educación hay que desterrar los contenidos para dar paso a las competencias que pretenden la perfecta integración social. Efectivamente, por su propia naturaleza la cultura implica la distinción entre lo que el mundo es, un lugar pobre, y lo que podría y debería ser, el mundo cultural. Y esta distinción debe ser desterrada de la conciencia de los sujetos. Los conocimientos culturales deben desaparecer para evitar que el individuo pueda pensar que la realidad podría ser de otro modo y para exaltar su propio ego anclado en el adanismo de la ignorancia.
Y así llegamos a la más importante distinción. El sujeto moderno se construyó desde la base de la distinción realidad y pensamiento que, a su vez, condujo a la distinción entre ser (lo que las cosas eran) y deber ser (lo que podrían y deberían ser). Sin embargo, el sujeto del Nuevo Capitalismo se construye desde la propia base de que lo existente es lo que debería ser y así ya solo cabe la adaptación al mundo que no solo es una realidad, sino que es lo que debería ser y por tanto la única realidad posible.
Comenzábamos con tres frases. La de Marx nos explica el proceso. La de Weber, nos lo matiza. La frase nietzscheana, “No hay hechos, sólo interpretaciones”, nos presenta la enseña del Nuevo Capitalismo. Una vez constituida la realidad totalitaria y absoluta del Nuevo Capitalismo, los hechos están dados sin posibilidad de cambio y ya solo queda la subjetiva y ridícula interpretación. Y esto ha quedado tan determinado que incluso la nueva subjetividad se entiende a sí misma como una autodeterminación escogida libremente. La superación del mito de la caverna platónico ya no es la salida al exterior sino la autocomplacencia del esclavo que cree que se ha autodeterminado libremente como tal y mira las sombras interpretándolas sin descanso con una sonrisa satisfecha.
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